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?ltimas noticias sobre el cl¨ªtoris
Gran desconocido. Ignorado. Incluso mutilado. El ¨²nico ¨®rgano humano destinado exclusivamente al placer simboliza la sexualidad de las mujeres. Un viaje de exploraci¨®n al centro del goce er¨®tico.
Parapetada en su gorra y el m¨®vil, Lorena, de 38 a?os, atraviesa un parque de Madrid entre los ¨¢rboles que, salpicados de blanco y rosa, ensayan la explosi¨®n de la primavera. Al mostrarle una imagen ¡ªuna cabecita rosada con cuatro extremidades¡ª, aventurar aqu¨ª la respuesta tiene toda la l¨®gica.
?¡ªEso es una flor, ?no? ?Del almendro?
Dos teleoperadoras pasan a su lado camino al metro. Una de ellas tambi¨¦n cree ver una flor. Acarrean fiambreras, cansancio, prisa y m¨¢s de 40 a?os. ¡°Somos madres. Ahora empezamos la otra jornada¡±, se despiden al bajar las escaleras. A sus espaldas, un muchacho rubio con la c¨¢mara al cuello sentencia: ¡°?No s¨¦, es como un t¨ªo despatarrado, con t¨® colgando!¡±. Sus tres compa?eros de clase ¡ªestudian Comunicaci¨®n Audiovisual¡ª r¨ªen. Solo Candela, el pelo rizado, piercing en la nariz, no ha dudado:
¡ªEs el cl¨ªtoris.
La universitaria de 19 a?os lo reconoce, aunque nunca haya visto esta especie de horquilla doble en ninguna clase del instituto. ¡°He investigado por ah¨ª¡±, dice mirando al frente, quiz¨¢ pudorosa ante la otra chica, que no tiene ni idea. Preguntes a quien preguntes, los veintea?eros siempre te responder¨¢n que si acaso les contaron c¨®mo se engendra un beb¨¦ (y c¨®mo no engendrarlo). Su escuela sexual ha sido el porno, los amigos y las redes sociales. Punto.
Mi primer encuentro con el cl¨ªtoris ocurri¨® a los cuatro a?os. Con mi hermana, montaba a caballito las puertas de los armarios de la cocina. Abrir, cerrar. Ciento ochenta grados de movimiento y de repente¡ una sensaci¨®n sublime. Aunque podr¨ªa no estar contando esto. De tanto cabalgar, el inmenso mueble, repleto de cacharros, loza y cristal, se nos cay¨® encima. Todo se rompi¨® menos nosotras. Mi madre amenaz¨® con llevarnos al hospicio. Y eso que no sab¨ªa de mi eureka l¨²brico. Por supuesto, en mi casa, la casa de un ur¨®logo, el ¨®rgano nunca se mencion¨®.
Ese botoncito que despert¨® con mi travesura infantil, el glande del cl¨ªtoris, es como un mascar¨®n de proa all¨ª donde el monte de Venus desciende hacia los labios mayores. Unos mil¨ªmetros rosados y sensibles que todos creen que acaban ah¨ª. Incluso los diccionarios. En realidad esta cabeza posee un cuerpo y cuatro anclajes que se hunden en la pelvis, invisibles. Esta especie de pir¨¢mide se esponja con la excitaci¨®n y mide alrededor de 10 cent¨ªmetros.
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Parte
visible
Partes
internas
Cuerpo
del cl¨ªtoris
Glande
del cl¨ªtoris
Ra¨ªces
Uretra
Orificio
vaginal
Labios
Bulbos
Ano
Fuente: elaboraci¨®n propia.
Yolanda Clemente / EL PA?S
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Cuerpo
del cl¨ªtoris
Glande
del cl¨ªtoris
Ra¨ªces
Uretra
Orificio
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Fuente: elaboraci¨®n propia.
Yolanda Clemente / EL PA?S
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Cuerpo
del cl¨ªtoris
Glande
del cl¨ªtoris
Ra¨ªces
Uretra
Orificio
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Fuente: elaboraci¨®n propia.
Yolanda Clemente / EL PA?S
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Partes
internas
Cuerpo
del cl¨ªtoris
Glande
del cl¨ªtoris
Ra¨ªces
Uretra
Orificio
vaginal
Labios
Bulbos
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Fuente: elaboraci¨®n propia.
Yolanda Clemente / EL PA?S
Las mujeres tenemos el privilegio de poseer el ?¨²nico ¨®rgano humano con la exclusiva funci¨®n de ?procurar goce. ¡°El pene sirve tambi¨¦n para la emisi¨®n de orina y la procreaci¨®n. Pero el cl¨ªtoris solamente existe para el placer, lo cual lo hace muy interesante¡±, dice la ginec¨®loga Reyes L¨®pez. Interesante adem¨¢s porque ofrece un disfrute supremo: ¡°Me fascina que las terminaciones nerviosas que tiene por mil¨ªmetro cuadrado son much¨ªsimo m¨¢s numerosas que las del glande del pene¡±. El doble exactamente: 8.000. Una dens¨ªsima mara?a el¨¦ctrica lista para encenderse hasta alcanzar el orgasmo.
Tan precioso rinc¨®n del cuerpo ha sido olvidado, repudiado, menospreciado y, a¨²n hoy, mutilado. Todo un s¨ªmbolo de la historia femenina. Lo resume la mujer que probablemente m¨¢s ha ahondado tanto en la historia como en la anatom¨ªa del cl¨ªtoris, la ur¨®loga australiana Helen O¡¯Connell, quien en 1998 lo ilumin¨® con la luz de la ciencia: ¡°Hemos negado completamente su significado como ¨®rgano, lo hemos extirpado deliberadamente¡±, cuenta con vehemencia desde su consulta de Melbourne, v¨ªa Skype. ¡°La sexualidad femenina ha estado encerrada en la verg¨¹enza y la ignorancia desde el principio de los tiempos. Por tanto, no es sorprendente que la gente no conozca su anatom¨ªa. Es nuestra herencia cultural¡±, insiste.
"LO HEMOS NEGADO COMO ?RGANO, LO HEMOS EXTIRPADO DELIBERADAMENTE", DICE LA CIRUJANA QUE LO DESCRIBI?
La sex¨®loga Laura Mor¨¢n, autora de Orgas(mitos), mantiene que la mayor¨ªa de mujeres, un 70%, no lo conoce realmente. ¡°Solo la puntita¡±, dice, ¡°y a veces no lo tienen claro¡±. Cuando su colega, la tambi¨¦n ginec¨®loga Francisca Molero, empez¨® a ejercer hace casi 40 a?os, la mayor¨ªa de las mujeres que ve¨ªa en consulta no ten¨ªan orgasmos. ¡°Disfrutaban, pero no se tocaban, y los otros no sab¨ªan d¨®nde tocar¡±. La hoy presidenta de la Federaci¨®n Espa?ola de Sociedades de Sexolog¨ªa constata que el goce femenino, en contraposici¨®n al masculino, sigue en mucha mayor medida envuelto en dudas. Es obviado incluso en las obscenidades, como destaca la profesora brit¨¢nica Kate Lister en A Curious History Of Sex. ¡°Ignorar el placer clitoridiano¡±, dice, ¡°est¨¢ entretejido en el genuino lenguaje sexual¡±.
Indagar en la elusiva biograf¨ªa del cl¨ªtoris puede bajar la libido. Quinientos a?os antes de Cristo, el poeta Hiponacte de ?feso lo bautiz¨® con el nombre de la baya viol¨¢cea del mirto. Es la primera menci¨®n que ha encontrado la investigadora e ingeniera francesa Odile Fillod, que cre¨® en 2016 un modelo en 3D del cl¨ªtoris que se puede descargar e imprimir desde su web. Se?ala que fue el gran ginec¨®logo de la Antig¨¹edad Sorano de ?feso quien lo describi¨® as¨ª en el siglo II: ¡°Esta peque?a formaci¨®n carnosa se disimula bajo los labios como las novias se ocultan bajo el velo¡±. Por eso la denomin¨® ¡°ninfa¡±. Su coet¨¢neo Galeno pensaba que su funci¨®n era ayudar a mantener el ¨²tero caliente. Sorano causa escalofr¨ªos cuando detalla c¨®mo hacer una ablaci¨®n en caso de encontrar una ¡°ninfa masculinizada¡±, m¨¢s grande, a la que se le atribuy¨® casi hasta nuestros d¨ªas ser causa de lesbianismo y de apetito sexual desmesurado. M¨¦dicamente, la hipertrofia de cl¨ªtoris es una dolencia rara, pero las abundantes alusiones en los textos hist¨®ricos denotan una obsesi¨®n cultural. ¡°Dada la fascinaci¨®n por rebanar los ¡®cl¨ªtoris ofensivos¡¯, quiz¨¢ no sea extra?o que el pobre ¨®rgano haya tratado de esconderse a lo largo de la historia¡±, escribe Lister. En el siglo XVI, tres anatomistas italianos, Eustachi, Colombo y Falopio, publican las primeras descripciones de su parte oculta. Georg Ludwig Kobelt lo dibuj¨® profusamente en el siglo XIX pero sin considerar todas sus partes como un solo ¨®rgano.

Sigmund Freud proclam¨® en 1905 que el placer clitoridiano era propio de una sexualidad inmadura y que con la evoluci¨®n ps¨ªquica de las j¨®venes se transformaba en vaginal. Un mensaje que cal¨® en las d¨¦cadas posteriores en los terapeutas psicoanal¨ªticos. El famoso bi¨®logo Alfred Kinsey, en los a?os cincuenta, ya se?ala que la v¨ªa principal de placer femenino es la estimulaci¨®n del cl¨ªtoris, algo refrendado posteriormente por Masters y Johnson, la pareja que describi¨® las fases de la respuesta sexual humana.
Quien vino a atar los cabos fue O¡¯Connell, la primera ur¨®loga australiana, enervada por la ausencia del ¨®rgano en el libro con el que preparaba su examen de cirug¨ªa. ¡°Eso me dio una pista de que podr¨ªa existir un problema mayor y comprob¨¦ que efectivamente lo hab¨ªa¡±, cuenta desde Melbourne, donde es jefa de cirug¨ªa y urolog¨ªa en un hospital p¨²blico del Estado de Victoria. ¡°Muchos tratados modernos ten¨ªan errores manifiestos o carencias¡±. Por tanto, los m¨¦dicos crecieron viendo en los atlas de anatom¨ªa cl¨ªtoris rebajados al glande, junto a p¨¢ginas y p¨¢ginas con penes diseccionados en todas las capas y ¨¢ngulos posibles. Algunos aspirantes ni lo estudiaron porque no estaba. Por ejemplo, el legendario tratado Anatom¨ªa de Gray (cuyo nombre inspira el de la conocida serie sobre m¨¦dicos) con el que siguen instruy¨¦ndose los estudiantes lo hizo desaparecer en su edici¨®n de 1947. El cl¨ªtoris ha protagonizado la tesis doctoral de O¡¯Connell y gran parte de su carrera. En el art¨ªculo publicado en The Journal of Urology en 1998 incluye en el ¨®rgano el tejido er¨¦ctil que envuelve la uretra y la vagina (los bulbos cavernosos), y describe la riqu¨ªsima inervaci¨®n y vascularizaci¨®n del ¨®rgano, fundamental para preservar su integridad al practicar cirug¨ªas. El estudio sugiere que el famoso y placentero punto G es en realidad el tejido del cl¨ªtoris, anejo a uretra y vagina.
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¡°No es sorprendente que no se conozca la anatom¨ªa del cl¨ªtoris. Es nuestra herencia cultural¡±
Entrevista con la ur¨®loga australiana Helen O'Connell, que en 1998 describi¨® la estructura completa del ¨®rgano
La ur¨®loga australiana sigue investigando. Tambi¨¦n Pierre Foldes, el cirujano franc¨¦s que invent¨® la t¨¦cnica para devolver el placer a quienes se lo han arrebatado. Esos 200 millones de mujeres de 30 pa¨ªses, la mayor¨ªa africanos, que han crecido sin cl¨ªtoris, incluso con los genitales cosidos. Mutiladas en su infancia, arrastrando dolor, incontinencia, infecciones. A veces, abocadas a morir en nombre de la pureza.
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Siete de la tarde en una tienda er¨®tica del centro de Madrid. Cuatro mujeres nos sentamos alrededor de una mesa. Hay un plato con galletas de jengibre cuidadosamente colocadas y una jarra de t¨¦ fr¨ªo. Un joven sex¨®logo da la bienvenida al taller sobre orgasmo. Nos pide que nos presentemos y que expliquemos por qu¨¦ estamos aqu¨ª. La asistente de su izquierda, de mediana edad, explica que investiga el sexo energ¨¦tico (t¨¢ntrico) y que su inter¨¦s es sobre todo profesional. Quedamos tres.
Habla con cierta timidez una mujer delgada. Gafas doradas sobre unos ojos grandes que abre mucho al hablar. Menuda y con el pelo rizado, viste vaqueros holgados y una chaqueta oscura. ?Podr¨ªa ser profesora? Parece frisar la cincuentena y tiene aire jovial:
¡ªCuando me masturbo llego al orgasmo siempre. Pero con mi pareja me cuesta. No desconecto.
Algo va mal cuando pr¨¢cticamente todos los hombres heterosexuales consiguen el cl¨ªmax en compa?¨ªa (un 95%) y las mujeres con la misma orientaci¨®n no (un 65%), seg¨²n un estudio con 52.000 estadounidenses publicado en Archives of Sexual Behaviour en 2018. Por el contrario, el porcentaje sube entre las lesbianas (86%). Las heterosexuales m¨¢s proclives a llegar al orgasmo son las que reciben m¨¢s sexo oral, est¨¢n satisfechas con sus relaciones de pareja y disfrutan de encuentros m¨¢s largos. La brecha del orgasmo es una m¨¢s en todas las brechas de g¨¦nero. ¡°Si la hay hasta en los s¨ªntomas del infarto, imag¨ªnate en el placer sexual femenino, que est¨¢ mal visto, no existe y no hace falta¡±, exclama Nerea P¨¦rez de las Heras, autora de Feminismo para torpes. ¡°Hay muchas j¨®venes y adultas j¨®venes que consultan porque llegan al orgasmo perfectamente cuando se tocan, cuando se estimulan solas, y con la pareja les cuesta mucho¡±, dice la doctora Molero. ¡°Entonces empiezan a comerse el coco. Lo viven como un problema, por eso hay que tratarlas¡±.
Volvemos, pues, al cl¨ªtoris. La sex¨®loga Laura Mor¨¢n asegura que el coito no es la mejor t¨¦cnica para conseguir el cl¨ªmax. ¡°Es como si te pica el brazo y te rascas a trav¨¦s del jersey o del abrigo. Te da m¨¢s gusto si te tocas la piel¡±. Y eso se sabe, dice, desde El informe Hite: el superventas publicado en los setenta por la sex¨®loga feminista estadounidense Shere Hite tras preguntar a 3.000 mujeres encumbraba el orgasmo por estimulaci¨®n del cl¨ªtoris. Solo el 1,6% de las mujeres llegaban al cl¨ªmax exclusivamente a trav¨¦s de la penetraci¨®n. ¡°Durante siglos, el placer femenino no exist¨ªa¡±, contin¨²a Mor¨¢n, ¡°luego se incluy¨® en la ecuaci¨®n, siempre mediante el coito y siempre con el mismo hombre, que ha de ser el hombre al que quieres¡±. Y esa sexualidad que sigue la l¨®gica de insertar una llave en la cerradura ¡°implica no practicar un sexo que nos guste¡±.
En el taller de orgasmo, la otra mujer arranca con m¨¢s detalles. Es joven, posee hermosas facciones enmarcadas por una melena lisa. Viste una camiseta de rayas ajustada y tejanos:
¡ªBueno, yo con mi marido estamos en el tema de intercambio de parejas, y tambi¨¦n veo a varios chicos. No tengo problemas en correrme, pero con mi marido s¨ª. Y por eso estoy aqu¨ª, ¨¦l quiere que venga.
El sex¨®logo inquiere detalles sobre c¨®mo nos masturbamos. D¨®nde lo hacemos, qu¨¦ usamos, cu¨¢nto tiempo empleamos y si seguimos el mismo ritual.
Y la supuesta profesora:
¡ªYo me toco el cl¨ªtoris con la mano, generalmente. Y bueno, hace poco que tengo un vibrador. Y eso ya¡ ¡ª?abre m¨¢s los ojos¡ª es que no tardo nada.
En el autoerotismo las mujeres tambi¨¦n vamos ligeramente por detr¨¢s. Dos encuestas recientes, ambas con participaci¨®n espa?ola, revelan que casi todos los hombres se masturban (alrededor del 95%), pero una de cada 10 mujeres no lo hace. Eso s¨ª, alrededor de la mitad de nosotras usamos juguetes, mucho m¨¢s que ellos.
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En el parque, entre los almendros, Daniela es como una aparici¨®n: una larga melena morada que termina en rosa, enormes ojos azules maquillados y atuendo g¨®tico. Un chico enlutado y una fot¨®grafa con el pelo rojo la acompa?an. Van a retratarse. Cada uno tiene un grupo de metal. Daniela, de 22 a?os, estudia dise?o gr¨¢fico. Reconoce inmediatamente el cl¨ªtoris en la foto. El chico, que resulta ser su novio y se llama David, grita: ¡°?Eso es algo de all¨ª abajo!¡±. La joven guitarrista dice que siempre disfrut¨® del sexo con naturalidad. ¡°Pero en el instituto me miraban como si fuese una salida. Me he sentido siempre muy sola¡±. Curiosamente, ella disfruta del Satisfyer, ese juguete sexual que, por asequible (se puede encontrar a partir de 32 euros), ha popularizado en los ¨²ltimos meses los llamados succionadores de cl¨ªtoris ¡ªen realidad disparan ondas de aire o s¨®nicas¡ª. Creci¨® como los champi?ones en las cajas de regalo en Navidad y vuela por los grupos de WhatsApp envuelto en memes. ?Y c¨®mo lo llevan los chicos? David responde: ¡°Si tienes complejos, te genera complejos. Si no los tienes, no¡±.
¡°?SAB?AMOS QUE EL CL?TORIS DABA ESTE PLACER? YO NO¡±, DICE UNA ENFERMERA QUE ACABA DE DESCUBRIR EL SATISFYER
Al otro lado del tel¨¦fono est¨¢ una enfermera de 56 a?os, que llamaremos Ver¨®nica y habla de su nuevo compa?ero ¨ªntimo. ¡°?Sab¨ªamos que el cl¨ªtoris te daba este placer? ?Yo no! No hay masturbaci¨®n ni cunnilingus que haga eso¡±. Celia tiene 23 a?os y oposita a polic¨ªa nacional: ¡°Hay semanas que lo fundo. Engancha¡±. Mayte, de 31, subi¨® stories a Instagram cuando recibi¨® su regalo de cumplea?os. ¡°Estamos menos cohibidas con esto, la verdad¡±. Aunque ella nunca lo estuvo. Las mismas amigas le hab¨ªan regalado un vibrador a los 18 a?os. Dictamen: ¡°Es r¨¢pido e intenso, pero me gusta m¨¢s para jugar en pareja¡±. Ana, de 40 a?os, tiene un grupo de WhatsApp con las amigas que se llama as¨ª: Satisfyer. ¡°Bueno, la verdad es que no he descubierto orgasmos que no haya tenido nunca. Es una forma m¨¢s¡±. Mar¨ªa, t¨¦cnica de cine de 65 a?os, lo usa sola y acompa?ada: "Es divertido, da mucho morbo", cuenta, igual de entretenida. Proclama: "Ha servido para dar visibilidad a la sexualidad femenina"
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Espa?a es el pa¨ªs europeo donde m¨¢s succionadores Sona de Lelo, otra marca m¨¢s exclusiva, se vendieron en 2019. ¡°Cientos de miles. Casi un 300% m¨¢s que el a?o anterior¡±, cuenta la responsable de desarrollo de negocio, Ana Guti¨¦rrez. ¡°Y dobla en cifras pr¨¢cticamente al siguiente pa¨ªs, Francia¡±. La presentaci¨®n del nuevo modelo en septiembre pasado coincidi¨® con sorteos en Instagram de su competidor y apariciones de actrices en el programa de televisi¨®n La Resistencia. Como Natalia de Molina, que ante la broma de Mario Casas ¡ª¡°Eso est¨¢ de moda ahora¡, por eso tengo yo menos relaciones¡±¡ª contest¨®: ¡°La culpa no es de los succionadores, la culpa es vuestra porque siempre vais a lo vuestro¡±. Tambi¨¦n glos¨® las bondades de su juguete Carolina Yuste, Goya a la mejor actriz de reparto por Carmen y Lola. ¡°Hablemos de la regla. Hablemos de la masturbaci¨®n, que son cosas que nos pasan¡±, dice rotunda. ¡°A m¨ª me vuela la cabeza cuando pienso que eso debe estar coartado o debe esconderse. No tiene sentido¡±.
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Crecemos viendo grafitis de penes enhiestos en los muros. Pollas que se derraman. Los j¨®venes cuentan que se tocaban en pandilla. Las j¨®venes, que se callaban. Yuste recuerda: ¡°Yo ten¨ªa compa?eros de clase que se juntaban para masturbarse y nosotras no habl¨¢bamos de ello. Ahora se empieza a hablar. Me parece maravilloso¡±.
Las doctoras constatan esta salida masiva del armario masturbatoria. Todas las mujeres consultadas, tambi¨¦n. ¡°La revoluci¨®n es que est¨¦s hablando de correrte en una cena con 20 personas¡±, dice Isabel, de 63 a?os, precisamente en una cena de 20. Pero simbolizada por un juguete. ¡°Hemos pasado de que el sexo no exista a que lo hayamos glamurizado y exhibido con algo ortop¨¦dico¡±, objeta P¨¦rez de las Heras. ¡°Esto tampoco es nuevo, ha existido siempre, desde el Tuppersex o el conejito vibrador de Sexo en Nueva York, con algo comercial para que te puedas identificar. Se normaliza a trav¨¦s de modelos capitalistas¡±.
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¡°?Qu¨¦ tipo de sexo estamos teniendo las mujeres para que tenga que venir un producto a decirnos cu¨¢ntos orgasmos tenemos que tener?¡±, se pregunta la soci¨®loga y feminista Cristina Hern¨¢ndez. Un sexo, dice, enmarcado en una sociedad patriarcal en la que las mujeres son educadas ¡°para el cuidado y la prostituci¨®n¡±, en relaciones de dominaci¨®n-sumisi¨®n con los hombres, fingiendo orgasmos ¡ª6 de cada 10 lo hacemos¡ª para no da?ar la virilidad de nuestra pareja. ¡°Piensa en La Manada, o en los jugadores del Arandina. Un tipo que no sabe si viola o no es que no conoce lo que es el placer de una mujer¡±.
La b¨²squeda del goce femenino, dibujado por la pornograf¨ªa, discurre tambi¨¦n en medio de la violencia que golpea precisamente el centro del placer (cuatro denuncias por violaci¨®n al d¨ªa) y en un tiempo en que se anda a vueltas con el consentimiento.
La fil¨®sofa y feminista Ana de Miguel, autora de Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elecci¨®n, eleva el relato: ¡°Las mujeres no hemos formado parte de la conciencia de la humanidad, solo ahora empezamos a hablar de todo. Y no tenemos que definir nuestra sexualidad, la femenina, sino LA sexualidad, porque ahora el sexo es sin¨®nimo de la penetraci¨®n, es decir, del orgasmo del hombre¡±. De Miguel cree que la mujeres m¨¢s j¨®venes no est¨¢n contentas con el sexo que tienen: ¡°Ellos quieren la penetraci¨®n. Ellas est¨¢n desarmadas¡±.
La iconograf¨ªa del porno hace estragos. ¡°Muchos de los problemas que tenemos en consulta derivan de ah¨ª¡±, cuenta la ginec¨®loga Francisca Molero. ¡°Si t¨² ves unas mujeres que parece que est¨¢n disfrutando con una serie de cosas, ?c¨®mo vas a pensar que eso no les gusta? Y el problema es que ellas a veces son capaces de decirlo y a veces no. ?Y qu¨¦ no les suele gustar? Por ejemplo, tragarse el semen, o las penetraciones por diferentes sitios a la vez¡±.

En el taller de orgasmo vuelven las preguntas: ¡°?C¨®mo os corr¨¦is cuando est¨¢is en pareja? ?Siempre es igual? ?D¨®nde? ?Cu¨¢ndo?¡±. El sex¨®logo nos anima a que comparemos nuestra conducta en soledad con la que tenemos en compa?¨ªa. ¡°?Est¨¢is pendientes de lo que tard¨¢is en llegar al orgasmo?¡±.
La profesora y yo contestamos que solas no nos preocupa el tiempo. Acompa?adas, s¨ª.
¡°Lo femenino hay que descubrirlo, explorarlo. Eso exige una atenci¨®n y una intenci¨®n¡±, dice la ginec¨®loga Reyes L¨®pez. ¡°Y muchas parejas van a lo m¨¢s evidente. No sabes la cantidad de mujeres que te dicen que tienen molestias en el coito y, cuando investigas, la mayor¨ªa simplemente no est¨¢n bien preparadas, no est¨¢n bien lubricadas, el t¨ªo va a meterla a la primera de cambio; ocurre en mujeres de todas las edades, es penoso¡±.
Y luego est¨¢ la vida sin espacios. ¡°Hay problemas de bajo deseo, muchas veces por agotamiento. Las parejas m¨¢s j¨®venes hacen much¨ªsimas cosas, aparte de tener un horario laboral bastante extenso. Les queda muy poco tiempo para compartir¡±, cuenta Molero. Lo refrenda su colega, la doctora L¨®pez: ¡°Muchas mujeres, sobre todo las que est¨¢n en pareja, casadas, no tienen libido. Y es porque est¨¢n agobiadas todo el rato, de ac¨¢ para all¨¢ con los ni?os, corriendo al trabajo. Por la noche est¨¢n cansad¨ªsimas. El marido quiere meterla y correrse. Pues eso no funciona¡±. Las doctoras creen que el orgasmo es un camino. Molero repite a sus pacientes una palabra: curiosidad. ¡°Permite experimentar. Abrirte. Si vas con una idea fija, te est¨¢s perdiendo much¨ªsimas cosas¡±.
Y en este escenario, ?qu¨¦ pasa con los hombres? Algunos siguen cerrados y otros est¨¢n perdidos, cuenta el sex¨®logo Sergio Fosela. ¡°Quieren complacer a su pareja y no saben c¨®mo. La respuesta es la educaci¨®n, a todos los niveles. Cursos, charlas. Hablar con las parejas. Aprenden y lo agradecen. El otro d¨ªa en un taller, un chico me cont¨® que se top¨® con una chica a la que no le iba el coito y con ella aprendi¨® a hacer otras cosas. Ahora consiguen orgasmos estimul¨¢ndose y sin penetraci¨®n¡±.
"EN EL SEXO, LA PAREJA ES UN JUGUETE M?S. UTILIC?MOSLA", CUENTA UN SEX?LOGO EN UN TALLER SOBRE ORGASMO
A lo largo de dos horas, nuestro sex¨®logo ha dictaminado que el problema de la profesora es que, adem¨¢s de agobiarse si tarda mucho en llegar al orgasmo, no le comunica bien a su pareja lo que necesita. El de la otra chica, que cuando el marido quiere sexo, ella est¨¢ en otras cosas. El m¨ªo es la impaciencia. Nos habla de c¨®mo la am¨ªgdala, el centro cerebral de la ansiedad, bloquea la respuesta sexual. De que el orgasmo es nuestra responsabilidad. Nos quedamos con una frase redonda. Hablando de sexo, claro: ¡°La pareja es un juguete m¨¢s. Utilic¨¦mosla¡±.
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Hora punta en la cafeter¨ªa de la Facultad de Medicina de la Complutense de Madrid. Van y vienen las bandejas con filetes empanados y macarrones. Tres aspirantes a enfermeras no identifican la imagen del cl¨ªtoris. Otros tres futuros fisios tampoco lo han estudiado. En la conversaci¨®n desgranan, otra vez, su nula educaci¨®n para el goce er¨®tico. En pleno debate del veto parental, Molero, la presidenta de los sex¨®logos, pone el grito en el cielo: ¡°Lo que hay que hacer es ser serios como sociedad y plantear la necesidad de una educaci¨®n sexual integral basada en el respeto, los derechos humanos, los derechos sexuales y el placer¡±.
Tres chicas y un chico comen en la facultad antes de un examen. Bingo. Sueltan de carrerilla los detalles del ¨®rgano. Est¨¢n en tercero de Medicina. La marca se repite con tres estudiantes de quinto. Una de ellas, Elena, de 22 a?os, apura un caf¨¦: ¡°En un taller de una obra de teatro nos pidieron construir un cl¨ªtoris con plastilina. Todos hac¨ªan bolitas. Menos otra colega y yo¡±. Hay esperanza.?
Sobre la firma
