Un cami¨®n cargado de p¨¢nico
DOS MUJERES Y una ni?a ¡ªo un ni?o; no se alcanza a distinguir bien su g¨¦nero en sus ojos y en su frente, aunque s¨ª su miedo, la tristeza que abruma sus pupilas¡ª escapan guarecidas en la parte de atr¨¢s de un cami¨®n herrumbroso de la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria. Hu¨ªan, a mediados de febrero, de este territorio que estaba siendo bombardeado y asediado por las tropas gubernamentales del presidente, Bachar el Asad, con apoyo a¨¦reo ruso. El objetivo de la ofensiva, que se prolonga desde el 1 de diciembre, son las facciones yihadistas apostadas en dicha regi¨®n, y su impacto, como en toda guerra, afecta a una enorme masa de civiles. M¨¢s de 900.000 personas han tenido que abandonar sus hogares desde entonces. El posible destino inmediato de las pasajeras del cami¨®n es alg¨²n campo de desplazados colindante con la frontera turca, sobresaturado, sin condiciones de vida dignas. Aterradas, dejan atr¨¢s un espanto de bombas y balas con la esperanza de llegar al oscuro limbo de los refugiados, con una lona arrugada como manto protector.
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