El proc¨¦s en el div¨¢n
Adorno ya advirti¨® que en psicoan¨¢lisis nada es verdad salvo las exageraciones, y en eso siguen unos y otros
A menudo, se ha intuido que el proc¨¦s requer¨ªa m¨¢s psicoanalistas que polit¨®logos. No es raro que Carlos Cu¨¦ titulara su cr¨®nica de la mesa bilateral como ¡°tres horas de terapia sobre el origen de la crisis catalana¡±. Con un problema pol¨ªtico de primera magnitud que ha fracturado la Espa?a constitucional, ha debilitado la cohesi¨®n auton¨®mica despertando el fuego de los agravios volc¨¢nicos, ha internacionalizado una imagen devaluada de la democracia espa?ola, ha fomentado la irrupci¨®n de la extrema derecha con un patriotismo trasnochado¡la obsesi¨®n del lado indepe todav¨ªa ahora, ya con la mesa tan anhelada, ha sido establecer cu¨¢ndo empez¨® el proc¨¦s, por supuesto para buscar el primer culpable como se busca al paciente cero de una epidemia. Esa obsesi¨®n por mirar atr¨¢s es uno de los males de un nacionalismo cada vez m¨¢s patol¨®gico, aunque esto resulte una tautolog¨ªa. En lugar de explorar insistentemente sus heridas, casi siempre ficticias como el ens roba, deber¨ªan explorar las soluciones.
El matem¨¢tico Terence Tao sostiene que cuando no tienes las respuestas adecuadas, al menos deber¨ªas tener las preguntas adecuadas. La mesa, de momento, demuestra no solo no tener respuestas sino adem¨¢s no hacerse las preguntas. Y no podr¨¢ ser mientras el nacionalismo siga empecinado en 1714 o en los art¨ªculos del Estatut con su mecano de melancol¨ªas, y desde luego tampoco si se lee que ¡°ambas partes coincidieron en responsabilizar al PP¡± por cierto debatiendo sobre una sentencia con mayor¨ªa progresista¡Claro que quiz¨¢ mantenerse ah¨ª sea un ejercicio necesario de pragmatismo pol¨ªtico. Definitivamente, mientras haya mesa, hay legislatura. Y habr¨¢ que templar los tiempos. Con los nacionalistas no se puede ser demasiado beligerantes pero tampoco demasiado afectivos, porque como dec¨ªa el viejo Karl Abraham, a quien Freud defini¨® como su mejor alumno, el psicoan¨¢lisis ha demostrado que el afecto excesivo a menudos suscita una hostilidad agresiva. El div¨¢n no es tan sencillo, y por ahora manda el equilibrio, porque adem¨¢s los indepes hacen causa com¨²n en la mesa mientras libran una batalla preelectoral implacable entre bastidores.
Las soluciones siempre est¨¢n en el futuro, no en el pasado, suele recomendar Jeff Jarvis ante la fatigosa tentaci¨®n de quienes se empe?an constantemente en creer que sus respuestas est¨¢n en los d¨ªas felices de la memoria, rara vez demasiado reales. Eso vale para todos. Los indepes no pueden seguir aferrados a su imaginario cada vez m¨¢s delirante de mitos primitivos y un proceso democr¨¢tico impecable zanjado con presos pol¨ªticos, pero tampoco la izquierda puede seguir actuando como si el nacionalismo fuera un aliado progresista y otro tanto la derecha con su competici¨®n de mano dura¡?o de verdad creen que un 155 o el Estado de excepci¨®n arreglar¨¢ esto? De momento estar en la mesa evita estar en los peores frentes del conflicto, pero el problema sigue localizado en el principio de realidad. La terapia deber¨ªa consistir en eso. Claro que Adorno ya advirti¨® que en psicoan¨¢lisis nada es verdad salvo las exageraciones, y en eso siguen unos y otros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.