La casa de la madre de Solano Ben¨ªtez
La arquitectura econ¨®mica e ic¨®nica de los proyectistas paraguayos despierta dudas en la gran escala y encuentra todas las respuestas en el domicilio materno
Solano Ben¨ªtez, que dirige el Gabinete de Arquitectura junto a la proyectista Gloria Cabral, se ha ido convirtiendo en un personaje m¨ªtico entre los proyectistas de Paraguay porque firma una arquitectura artesana, inventiva y reivindicativa del lugar que ha cambiado la manera de ver de muchos estudiantes de Arquitectura. Ese proceder le permiti¨® hacerse con un Le¨®n de Oro en la Bienal de Venecia que dirigi¨® Alejandro Aravena en 2016.
La admiraci¨®n internacional no le ha llegado, sin embargo, exenta de dudas. Un hacer artesanal sobresaliente que resulte econ¨®mico ¡ª¨¦l mismo asegur¨® haber construido su estudio con 50 d¨®lares (43 euros) por metro cuadrado¡ª se suele asociar a los bajos sueldos que perciben los trabajadores, esto es, a la explotaci¨®n: calidad barata es un ox¨ªmoron en cualquier lugar del mundo. Pero hay algo m¨¢s: la sospecha de una arquitectura escult¨®rica que podr¨ªa funcionar mejor para el ojo que para la vida; mejor ¡ªpor la sombra¡ª como lugar de paso que para habitarla. Todo ello se despierta al visitar los grandes proyectos de Solano.
En Paraguay, EL PA?S pudo visitar cuatro proyectos. Estas son las conclusiones:
1-El centro de rehabilitaci¨®n Telet¨®n, en Lambar¨¦, a una hora de Asunci¨®n, llama la atenci¨®n desde lejos. Construido en dos fases, hace cerca de una d¨¦cada, el centro se levant¨® a partir de una recaudaci¨®n que se hace anualmente durante un marat¨®n televisivo. ¡°Cada ladrillo puesto en obra es fruto de una ofrenda social¡±, explica Solano. Y es cierto que ese trabajo comunitario a favor de los m¨¢s desfavorecidos se ve f¨ªsicamente en el lugar. As¨ª, el simbolismo es importante. Y justamente ese terreno lo dominan Solano y Cabral: ¡°Cada ladrillo construye una sociedad contra la apat¨ªa y la desconfianza¡±, sostienen.
Su primera intervenci¨®n en ese centro para ni?os con necesidades especiales consisti¨® en derribar paredes y barreras. Ellos creen que tambi¨¦n disip¨® prejuicios y es cierto que mucho de eso hay en la arquitectura de Solano y Cabral. Pero la arquitectura debe cobijar. Lo hace la b¨®veda que marca el acceso que protege del sol y conduce hacia el edificio. Lo hacen los patios que lo inundan de luz. Seguramente tambi¨¦n lo consigue la escenogr¨¢fica ¡ªparece el interior de la tierra¡ª zona de ba?os. Pero los prefabricados y las b¨®vedas de cascotes lo que mejor hacen es recibir, avisar, manifestar claramente todas estas intenciones. La duda surge cuando deben ser habitados.
Eso es lo que sucede con el Aulario de la Facultad de Arquitectura y Dise?o en la Universidad de Asunci¨®n. De tan hermoso, lleva tiempo sin uso. Maravilloso como espacio de paso, uno se pregunta c¨®mo puede un corredor calado de 130 metros por cinco de ancho funcionar como un aulario. Los pasos entre clase y clase est¨¢n previstos en los externos, laterales, saliendo a balcones que se sujetar¨ªan en la fachada. Aun as¨ª, las particiones ?c¨®mo ser¨ªan? ?La ac¨²stica, c¨®mo se cuidar¨ªa? ?El viento, c¨®mo se mitigar¨ªa? ?Puede una celos¨ªa convertirse en arquitectura?
El tiempo pasa y el aulario es poco m¨¢s que un lugar, un precioso lugar de paso. Durante la visita de esta periodista estaba apenas ocupado por oficinas torpemente establecidas. Hab¨ªan delimitado su espacio con paneles de vidrio para no afectar visualmente al edificio y, aunque Solano explica que es una soluci¨®n temporal, esa intervenci¨®n deja aflorar el problema de una arquitectura que no se deja habitar, que es monumental cuando se utiliza de paso pero que cuesta imaginar en uso. Fruto de esta segunda visita, le pido entonces al arquitecto poder ver la casa de su madre. Y me lleva a visitar, adem¨¢s, otra de sus obras m¨¢s conocidas: el Quincho de T¨ªa Coral, un espacio c¨®modo y luminoso que parece dar buena vida, pero que con frecuencia se ha reproducido sin los cerramientos de vidrio que hoy tiene, o el recubrimiento cer¨¢mico sobre una gran estructura met¨¢lica, y que hacen que los prefabricados de cascotes parezcan all¨ª un ornamento..
En la casa de su madre, sin embargo, todo cobra sentido: el discurso y la forma, la arquitectura y el lugar, las intenciones y el resultado. Y todo encuentra explicaci¨®n: la naturaleza, la penumbra, la sombra, la memoria, la convivencia y la tranquilidad. Proteger una casa contra todas las intemperies, las del sol y las lluvias y las del miedo y las soledades, una casa como herramienta de resistencia es lo que Solano le construy¨® a su madre y lo que lo convierte en un notable arquitecto.
Dos vigas de 14 metros sostienen la casa que descarga su peso en los cuatro pilares de los linderos. La planta baja es una gran sala, sal¨®n, biblioteca, comedor y cocina. La circulaci¨®n es lateral, una rampa conduce a los dormitorios y se adelanta a las necesidades de su madre cuando envejezca. La oscuridad est¨¢ ventilada y acompa?ada de la naturaleza. La casa se cierra y se abre al jard¨ªn, seg¨²n las horas. Donde no hay mucho, la austeridad es una obligaci¨®n. Y esta casa resulta lujosa siendo austera. Las dimensiones generosas de espacios y aperturas, el ingenio para abrirla u oscurecerla, el cuidado en los sencillos remates, la pac¨ªfica convivencia de los materiales y el abrigo de la vegetaci¨®n la convierten en un escenario tranquilo, recogido y ventilado para que la vida cotidiana sea excepcional. Es, realmente, una arquitectura emocionante. ¡°Si quieres un sueldo seguro nunca hagas esto¡±, dijo Solano al recibir el Le¨®n de Oro. ?l se lo ha hecho a su madre.
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