Sin Ella
Sin la mujer hay vac¨ªo y algo m¨¢s cercano a la nada
Sin ella es sin ellas, porque por cada diez mujeres que mueren a diario en M¨¦xico muere una, otra, la misma, todas, ellas; por cada decena asesinada, una sola viva se siente amenazada y pr¨®xima v¨ªctima. Sin ella por ausencia y vac¨ªo, por abuso y maltrato, muerta en vida, asesinada por ser mujer y sin ella la vac¨ªa calle y el vac¨ªo silencio, el hueco en el espacio y en el coraz¨®n; sin ella la dolorosa pausa, el parto imposible, la llama sin chispa; sin ella, la sangre fr¨ªa, el viento helado, los ojos inermes, la saliva de bilis y sin ella que es ellas, lazo morado en pu?os y al cuello, pa?oleta de lila, pa?uelo de bugambilia, llanto de maquillaje; sin ellas la conversaci¨®n trunca, el tronco abierto, la sola cara del mal.
Sin ella, la literatura pierde quiz¨¢ m¨¢s de la mitad de la trama y sin ellas, la m¨²sica se queda sin La (menor o menor) y sin ella no vida y se pierden m¨¢s de la mitad de las palabras. Sin ellas el paisaje parece borrarse y la devoci¨®n pierde sus oros; la almohada se aburre sin ella y la cama se vuelve v¨ªctima de un oleaje eterno sin ritmo y sin sue?o. Sin ellas, la piel pierde espejo y los p¨¢rpados prefieren callarse; sin ella, la pupila se vuelve m¨¢s salada y m¨¢s ¨¢spera la yema de los dedos. Sin ella percibes un calor m¨¢s burdo y el fr¨ªo subraya su art¨ªculo masculino, de hielo macho cortante o ser¨¢ que la ternura se vuelve utop¨ªa y la soledad un recuerdo palpable de la felicidad.
Sin ellas no hay alas y hasta Dios se queda sin madre; sin ellas no hay verbo matutino que justifique la farsa y se truncan muchos adjetivos para la puesta en escena y se ahuecan como nunca las palabras y se vuelvan m¨¢s rid¨ªculos ciertos protocolos y ceremonias y honores a la bandera o la Patria que reniega de la Matria. Sin ellas hay no cohesi¨®n o cooperaci¨®n completa, consenso ni consentimiento; sin ellas no hay consideraci¨®n ni verdadera convivencia; sin ellas, los lienzos se despintan y todo el mural inmenso pierde m¨¢s de la mitad de sus colores y trazos, perspectiva y profundidad. Sin ella hay quiz¨¢ m¨¢s p¨¢rrafos agresivos, papeles ofensivos y desequilibrios hasta en la vulgaridad de lo banal, en la estulticia pasajera, la idiotez ambulante, la ira influyente, la corrupci¨®n vegetal e incluso, la desaparici¨®n instant¨¢nea o la aparici¨®n absorbente de la chingada.
Sin ella, vac¨ªo y algo m¨¢s cercano a la nada. Sin ella, distancia todo instante y eterno silencio en cada pausa. Sin ella, duele la demencia del delincuente, demente, detenido o pr¨®fugo que insulta, abusa, tortura, atormenta, mata, golpea, menosprecia o asesina a todas ellas por ser ella, la que no le cabe en el odio, la que se sale del encierro lit¨²rgico, la que reniega del yugo machista, la que en realidad vuela por encima de cualquier avi¨®n, la que no precisa reconvenci¨®n o rega?o o rebatingas huecas. Sin ella no se camina de veras ni se anda a ninguna parte; sin ella no se duerme con sue?o ni se despierta el sol; sin ellas, la luna se apaga y naturaleza queda como escenograf¨ªa de cart¨®n. Sin ellas no hay vena de verdad entre tanto mentiroso y sin ella no hay mirada ni dioptr¨ªas.
Ella, ellas, esas, algunas, aquellas, unas, todas¡ Sin todas que son unas como esas, aquellas y mejor a¨²n, algunas o espec¨ªficamente esas o ellas no somos ni seremos, ni seriamos lo que somos o fuimos y sin ella no eres lo que crees ser o quieres ser o deseas. Sin deseo es estar sin ella. Sin ilusi¨®n es andar sin ellas, que sin ella ni hablas en plural ni caminas en paralelos. Sin ella o ellas, mejor callar y palpar el vac¨ªo, comprobar el infinito peso de la ausencia¡ Y honrar el m¨¢s respetuoso silencio por las diez que matan a diario, ellas todas v¨ªctimas y posibles pr¨®ximas. Silencio, que urge por lo menos el p¨¦same, dolerse aunque sea de lejos y aunque sea veramente imposible llegar a sentir lo que siente ella y ellas. Silencio de flores en la lluvia y silencio de nube, silencio de nombres pintados sobre una cruz¡ Silencio de monta?a all¨¢ lejos y del mar en la noche, silencio de los ojos abiertos al vac¨ªo y la boca sangrienta pintada de rojo y silencio de lazo morado, amarrado en la tinta con la que marchan miles de mujeres m¨¢s vivas que nunca para reclamar las muertas y honrar a las muertas, para celebrarse y cambiar el oprobioso tel¨®n de la intolerancia y el abuso, la violencia y sigiloso terror con el que paulatinamente nos acercamos todos los d¨ªas ¨Cdiez almas al d¨ªa¡ªal abismo inconcebible de quedarnos muy pronto sin ellas o sin ella.
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