Otro cupido
Quiero suponer que ?l no es todos los Ellos y que Ella no es la suma de las v¨ªctimas que se van sumando, gota a gota, d¨ªa por d¨ªa
Quiero imaginar que no importa el peinado ni los nombres. Que se filtra el deseo entre sutil gui?o y sonrisa leve, que se ven sin verse y escuchan ambos el mismo silencio que aturde: rodeados de tanta sangre y horror, quiero imaginarlos ajenos a los papeles que impone el vandalismo y la ira incontinente. Quiero suponer que ?l no es todos los Ellos y que Ella no es la suma de las v¨ªctimas que se van sumando, gota a gota, d¨ªa por d¨ªa. Imagino cada qui¨¦n en cada cu¨¢l y un inevitable filamento de verg¨¹enza en cada uno de nosotros que hemos vivido, actuado, visto o no visto machismo verbal, autoritario, injusticia laboral por falda vs. corbata o recurrentes chistes de cantina envueltos en la espuma de diferentes grados de misoginia e imagino cada cu¨¢l en cada qui¨¦n y se filtra una casi inevitable condescendencia innecesaria porque Ella no es fr¨¢gil ni tierna, sin Es como es, no la violenta sin rostro o la intransigencia de la impotencia rabiosa. Quiero entonces imaginar que se miran sin tener que ver tanto ruido en derredor.
Sin hablar, conversan al andar y el tiempo se extiende sin l¨ªmites por el solo contacto de las yemas de sus dedos, el cabello al vuelo, una caries oculta, una pesta?a en el p¨¢rpado. Hablo del mutuo asombro ante una insignificancia y el descubrimiento mutuo de la carcajada del Otro, la risa ajena o el secreto m¨¢s callado. Imagino un atardecer sin pendientes, una tarde de pinta y sin tareas; un caf¨¦ compartido, el mismo libro, la evasi¨®n de cualquier imposici¨®n, la mentira innecesaria u obsoleta, el color de una flor. Quiz¨¢ hablo de las parejas que no lo son, dos que podr¨ªan ser uno, y que caminan juntos por azar o circunstancia, lejos de todo el tel¨®n de los arquetipos y advertencias, del horror y las noticias¡ quiz¨¢ hablo de j¨®venes que apenas se acaban de conocer y que inician los primeros p¨¢rrafos soleados de lo que podr¨ªa convertirse en una larga conversaci¨®n¡ convivencia. Hablo de una pareja sin ser pareja de j¨®venes que se miran sin ojos y se escuchan con las manos, reflejados ambos en el espejo empa?ado por generaciones anteriores donde me entristece profundamente y me aterra entra?ablemente que las tramas de un amor posible, los enredos de los amores contrariados, el nudo de los imposibles y el milagro vivo del amor, pase tan de cerca del olor a yodo y gasa, venda y sangre, de tantas muertas todos los d¨ªas, asesinadas no en combate ni en trincheras, sino en el inconcebible remolino de una podredumbre impune donde se supone que alguien decret¨® una celebraci¨®n ut¨®pica del amor y la amistad para un solo d¨ªa en el inmenso circo de lo comercial.
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