La tos del mundo
Vivimos desde hace lustros en el mundo del estornudo sin pa?uelo, de la receta inventada y de la desidia com¨²n ante la higiene b¨¢sica
Agradezco a quien evita esparcir los g¨¦rmenes de sus estornudos, tanto como los contados pr¨®jimos que procuran no contagiar a todos con su ignorancia o soberbia. Celebro a quien tose cubri¨¦ndose la boca y a los miles que caminan sin tener que mirar a los dem¨¢s como contagios ambulantes y celebro a quien se lave las manos antes y despu¨¦s, durante y al final de cada d¨ªa tanto como alucino a quien llegue a embarrarte la piel de sus palmas en medio de la mesa a la hora de comer, por encima de las viandas y con un gastado billete de moneda incierta en la mano izquierda porque acaba de pagarle al taxista.
Bien visto, celebro a quienes a¨²n sin entrar en p¨¢nicos esc¨¦nicos toman las debidas medidas de precauci¨®n e higiene para mitigar el miedo de una nueva pandemia que parece obnubilar todas las teor¨ªas de la conspiraci¨®n hasta ahora formuladas y me asombra la casi instant¨¢nea capacidad global para volver virales las referencias ancestrales al actual coronavirus como cr¨ªpticas predicciones que se hab¨ªan formulado en una novela de Dean Koontz o en los dibujos de ?sterix y ?belix.
Una vez m¨¢s, parece que el mal siempre queda lejos hasta que las circunstancias y el tiempo se encargan de recordarnos de su ominosa cercan¨ªa y una vez m¨¢s se subraya que todo aquello que parec¨ªa inveros¨ªmil o inverificable se vuelve invisible para de pronto aparecer en la saliva con la que acaba de estornudarnos un compa?ero de viaje y as¨ª como el contagio es inadvertido hasta que crezca la fiebre, as¨ª tambi¨¦n parece esparcirse el c¨²mulo de chismes y noticias infundadas, filfas y falsas creencias que agrandan la ignorancia universal bajo la ya trillada sintomatolog¨ªa de aseverarlo todo sin verificaci¨®n, opinar de todo sin reflexi¨®n ni raz¨®n o condenar absolutamente todo esfuerzo sin el m¨ªnimo velo de la paciente espera. Vivimos desde hace lustros en el mundo del estornudo sin pa?uelo, de la receta inventada y de la desidia com¨²n ante la higiene b¨¢sica¡ Y s¨ª, parece que el guion de nuestra historia universal ha entrado una vez m¨¢s en un cap¨ªtulo que exige reflexi¨®n y recogimiento: los p¨¢rrafos que demandan la sincera aceptaci¨®n de que el mundo anda tosiendo s¨ªntomas de un inmenso dolor ecum¨¦nico, que bien podr¨ªa ser incurable.
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