El arte, los nazis y la banalidad del mal
Una exposici¨®n de Gerhard Richter en Nueva York retrata la indiferencia que gran parte del pueblo alem¨¢n mostr¨® ante la llegada al poder de Hitler
Entro en la exposici¨®n de Gerhard Richter que acaba de abrir las puertas en el museo Met Breuer de Nueva York. El primer cuadro que me viene al encuentro es una mesa, pintada de manera realista, que a continuaci¨®n el pintor disimul¨® con pinceladas grises. La pintura data de 1963. Dos a?os antes Richter, entonces un joven y conocido pintor de murales del realismo socialista en la Alemania Oriental, escap¨® al Occidente. En el cuadro que observo, Richter sustituy¨® la mesa realista, que representaba el pasado, por abstractas pinceladas grises. Toda una declaraci¨®n de intenciones de un pintor que, desde la libertad que le ofrec¨ªa la Alemania Occidental, se comprometi¨® con toda clase de movimientos pict¨®ricos, tanto figurativos como abstractos, como si nunca se saciara de experimentar.
En las salas de la exposici¨®n se constata que Richter dej¨® atr¨¢s el realismo socialista para volcarse primero en la fotograf¨ªa. Utiliz¨® y casi copi¨® a pinceladas el lenguaje fotogr¨¢fico para retratar en blanco y gris lo que m¨¢s le preocupaba: la indiferencia de los alemanes ante el nazismo, y la actitud pl¨¢cida, como si de algo corriente se tratara, con la cual hab¨ªan actuado los nazis. Por las mismas fechas, Hannah Arendt llam¨® esa actitud "la banalidad del mal".
T¨ªo Rudi es uno de los cuadros m¨¢s caracter¨ªsticos de esta fase del pintor: su t¨ªo mira de frente con cara ilusionada y una sonrisa alegre y bondadosa. Y sin embargo viste el uniforme de la Wehrmacht. El t¨ªo de Richter, como su padre, fueron miembros del Partido Nacionalsocialista.
Otro cuadro en la misma sala muestra a una familia feliz en la playa. Al igual que T¨ªo Rudi y otros cuadros de esa etapa, Familia a la orilla del mar parece una fotograf¨ªa borrosa. En el lenguaje del pintor, lo borroso significa una alerta porque nada es lo que parece. Como un pilar de la familia se erige el padre-patriarca; es el suegro del pintor, una autoridad m¨¦dica que durante la Segunda Guerra Mundial ayud¨® a los nazis a implementar su programa de "eutanasia".
En el siguiente cuadro descubrimos a una de las v¨ªctimas de esa eutanasia forzada. Es Marianne, la t¨ªa preferida de Richter durante su infancia, una mujer presuntamente esquizofr¨¦nica y contraria al nazismo, a quien se le aplic¨® la eutanasia en 1945. Richter bas¨® el retrato de su t¨ªa abrazada a ¨¦l en una foto que hall¨® entre otras muchas fotograf¨ªas que, tras su huida a Occidente, su madre le hab¨ªa enviado en una caja de zapatos desde Dresde: para un exiliado, los recuerdos representan el bien m¨¢s preciado.
Camino entre retratos, paisajes y esculturas que componen esa exposici¨®n de unas cien obras. En la ¨²ltima sala se halla una instalaci¨®n compuesta por cuatro fotos de atrocidades cometidas por los nazis en Auschwitz-Birkenau, cuatro cuadros abstractos basados en ellas y sus cuatro copias digitales. Desde que Richter vio esas cuatro fotograf¨ªas en la Academia de Dresde, nunca dej¨® de preocuparle la idea de la aparente cotidianidad de los verdugos nazis que charlan juntos, relajados y despreocupados mientras queman los cuerpos asesinados. Un espejo grande en el cual se reflejan fotos, cuadros y personas completa esa capilla dedicada a la reflexi¨®n sobre el hombre y el mal.
"En el arte, lo ver¨ªdico es lo bueno," afirma Richter en el video que acompa?a sus obras. S¨ª, pienso mientras salgo a la calle, las obras de Richter expresan verdad. Siempre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.