Cu¨¢ndo empez¨® todo
Estuve un d¨ªa aislado hasta que el test dio negativo, o sea, que no era capaz de pegarle a nadie un inexistente virus
Nadie recuerda, como es l¨®gico, el d¨ªa en que enterraron a Zafra. Solo se sabe que llov¨ªa mucho, que por las calles de cualquier lugar se abr¨ªan paso las torrenteras, y no respetaban nada. Desde entonces, seguramente desde antes, las cosas que no tienen fecha parece que no han ocurrido.
Del coronavirus se sabe muy poco hasta la liquidaci¨®n de la monarqu¨ªa de Juan Carlos I. Y hay una fecha popular, el 15 de marzo, que permite identificar con precisi¨®n el d¨ªa en que todo empez¨® a irse al cuerno. Lo m¨¢s cient¨ªfico sit¨²a el 17 de noviembre de 2019 en la provincia de Hubei, China, el d¨ªa que se produjo el primer fallecimiento a causa del virus Covid-19. Poco despu¨¦s, en los bares todav¨ªa llenos de toda Espa?a se hac¨ªan bromas con codazos en la tripa incluidos sobre lo que significaba poner en cuarentena a 14 millones de personas. Pero eso no eliminaba el principal problema, que suele ser ponerle fecha a las cosas.
As¨ª, es muy sencillo decir que el abuelo de uno estaba en tal sitio el d¨ªa que enterraron a Zafra. ?Pero qu¨¦ d¨ªa fue? La mayor de los interrogantes sobre su muerte sigue abierta. Y nosotros, ninguno de nosotros, puede decir con certeza que su abuelo estuviera en un sitio determinado cuando muri¨® el pobre Zafra. El grave problema de memoria que le causa a cualquiera es inconmensurable. C¨®mo le voy a decir yo a nadie que mi abuelo estaba en Cartagena de Indias esa tarde.
El coronavirus amenaza con tener un primer efecto devastador sobre la civilizaci¨®n moderna, que consiste en no saber con certeza cu¨¢ndo empez¨®. Porque la memoria de la gente ha empezado a construirse desde el momento en que el virus ha hecho su aparici¨®n. Yo ya no puedo contar nada si no menciono si era antes o despu¨¦s de la irrupci¨®n del bicho. Pero tiene que ser alg¨²n tipo de memoria que permita un referente sensato. A qui¨¦n diablos le importa que 14 millones de chinos est¨¦n sometidos a un r¨¦gimen de aislamiento, salvo a los propios millones de chinos. Es posible que muchos millones de esos chinos ni siquiera sepan que existe un conjunto hist¨®rico llamado Espa?a.
Por tanto, es crucial que busquemos una fecha que ponerle al coronavirus, me es igual el 17 de noviembre que el 23 de enero. No puedo evitar seguir con mi caso para ejemplificar lo que viene a continuaci¨®n: el d¨ªa 7 de marzo tuve que ingresar en la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz por una neumon¨ªa bacteriana. Me cost¨® alg¨²n trabajo convencer al departamento de admisi¨®n de que lo m¨ªo no era coronavirus, pero los an¨¢lisis cient¨ªficos dieron pronta soluci¨®n a su dilema. Estuve un d¨ªa aislado hasta que el test dio negativo, o sea, que no era capaz de pegarle a nadie un inexistente virus. Y entonces me convert¨ª en el extra?o portador de una peste desconocida: lo m¨ªo no era transmisible, era incapaz de poner en riesgo a los dem¨¢s. Todo absurdo, porque llevaba m¨¢scara para indicar que estaba libre del coronavirus y al tiempo conven¨ªa que me mantuviera alejado de los dem¨¢s.
La calle se iba llenando de gente que me tendr¨ªa p¨¢nico cuando mi mascarilla quer¨ªa decir que no deb¨ªa tenerlo. Pero de alguna forma lo que digo es falso, porque la calle en realidad se vaciaba, cada vez m¨¢s. Desde la ventana del hospital pod¨ªa ver los bares vac¨ªos y a la gente agruparse para encontrar cobijo.
En Vitoria todo empez¨® en un funeral con zapatos de cuero. En Madrid, con alg¨²n recibimiento multitudinario. No lo sabemos, pero da lo mismo. Seguimos sin tener una fecha de cu¨¢ndo empez¨® todo.
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