C¨ªrculo de influencia: una herramienta para reducir nuestras preocupaciones
Hasta en situaciones extremas tenemos margen de maniobra para decidir, aunque solo sea la actitud con la que queremos vivir
El coronavirus nos ha despertado un tsunami de preocupaciones. Nos inquieta pensar en c¨®mo nos puede afectar a nosotros o a nuestros seres queridos; nos estremece leer las cifras de fallecidos y no sabemos cu¨¢ndo va a terminar esta pesadilla. Vivimos en un mundo de preocupaciones presentes y futuras. Pero existe una alternativa. Tenemos la posibilidad de reducir el peso de lo que nos inquieta y pasar la tormenta de un modo m¨¢s amable. Para ello, necesitamos entrenar nuestra atenci¨®n y disponer de herramientas espec¨ªficas para impulsar la mentalidad del cambio. Evidentemente, su pr¨¢ctica requiere tiempo. Todas nuestras preocupaciones no van a desaparecer de la noche a la ma?ana, de un plumazo.
En cualquier crisis profunda viviremos ira, miedo o tristeza, pero conocer algunas t¨¦cnicas nos ayudar¨¢ a transitarla mejor y de una forma m¨¢s r¨¢pida. Hace a?os, el profesor Stephen Covey ya propuso trabajar nuestro c¨ªrculo de influencia. Veamos c¨®mo podemos practicarlo en momentos como los actuales.
Pensemos en lo que nos inquieta. Enumeremos nuestras preocupaciones y anot¨¦moslas alrededor de un c¨ªrculo que denominaremos nuestro c¨ªrculo de preocupaciones. Podemos escribir incertidumbres como ?puedo infectarme? ?Podr¨¦ curarme si he enfermado o si alguien cercano a m¨ª le ha ocurrido? ?Recuperar¨¦ mi trabajo? Debemos detallar todo cuanto nos inquieta de manera espec¨ªfica y concreta. A continuaci¨®n, necesitamos hacernos una pregunta poderosa. Es la clave del cambio: ?Qu¨¦ puedo hacer yo? Ante cualquier circunstancia, por desesperante que sea, tenemos margen de maniobra. Lo explic¨® muy bien el psiquiatra Viktor Frankl, prisionero en campos de exterminio nazi como Auschwitz. Hasta en situaciones extremas tenemos margen de maniobra para decidir, aunque solo sea la actitud con la que queremos vivir lo que nos haya tocado. Por eso, no podemos dejarnos llevar por la sensaci¨®n de impotencia. Todos podemos influir en lo que nos rodea, por peque?o que parezca.
Desde esta perspectiva, regresamos a nuestro ejercicio anterior. Recorramos cada una de nuestras preocupaciones y pregunt¨¦monos: ?qu¨¦ puedo hacer ante esta situaci¨®n? ?Qu¨¦ depende de m¨ª? Con las respuestas configuramos el c¨ªrculo de influencia, m¨¢s peque?o, pero m¨¢s poderoso, ya que recoge todas las acciones que dependen de nosotros para afrontar las preocupaciones. Por ejemplo, puedo quedarme en casa, puedo ser solidario, puedo aceptar la situaci¨®n y aprender de ella, puede actualizar mi curr¨ªculo o estudiar algo nuevo¡ Lo que decidamos.
El tercer paso es el m¨¢s retador, ya que est¨¢ relacionado con la atenci¨®n. Cada vez que nos asalte una preocupaci¨®n, debemos ocuparnos, es decir, poner el foco en lo que est¨¢ en nuestras manos, en nuestro c¨ªrculo de influencia. No podemos alimentar con nuestras rumias mentales las inquietudes, sino que tenemos que actuar. Para ello, es importante entrenar nuestra mentalidad, tomar conciencia de lo que pensamos y centrarnos en lo que podemos hacer. Como escribi¨® Covey, cuando ponemos la atenci¨®n en nuestro c¨ªrculo de influencia, sentimos que este se agranda y que nuestro margen de maniobra es mucho mayor ante un problema.
Este ejercicio nos ayuda a desarrollar una energ¨ªa positiva que aumenta nuestra capacidad de actuaci¨®n. Sin embargo, cuando solo nos quedamos en la queja o en nuestro c¨ªrculo de preocupaci¨®n, nuestra capacidad para actuar se reduce y la energ¨ªa negativa que desarrollamos hace que nuestro c¨ªrculo de influencia parezca m¨¢s peque?o. Si solo alimentamos nuestras preocupaciones, nos colocamos en un lugar reactivo o de v¨ªctima en el que esperamos que otros nos ayuden a resolver nuestros problemas. Sin embargo, focalizar aquello que depende de nosotros, o de nuestro c¨ªrculo de influencia, nos ayuda a desarrollar una actitud proactiva y a sentirnos protagonista de las situaciones, por muy complejas que sean. Si entrenamos esta mentalidad ante el cambio, atravesaremos cualquier tormenta ganando la batalla psicol¨®gica que siempre lleva aparejada.
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