Nosotros y la pandemia
El Covid-19 no es cosa de chiste. Lo que resulta tragic¨®mico, como siempre, es la naturaleza humana
Hemos sido puestos en cuarentena. Nuestros movimientos sociales, laborales y hasta familiares se encuentran restringidos o a punto de estarlo. Seguir las precauciones de higiene y aislamiento es indispensable. El Covid-19, desde luego, no es cosa de chiste. Lo que resulta tragic¨®mico, como siempre, es la naturaleza humana. Una pandemia, una guerra o cualquier cat¨¢strofe, nos pone a prueba, como supieron voyeurs morales del tipo de La Bruyere o La Rochefoucauld (y, luego de ellos, Freud, Jung, Lacan y compa?¨ªa), y sirve para revelar qui¨¦nes somos. Un servidor no es ni moraliste ni psic¨®logo, pero s¨ª un observador aficionado. Por ello, me atrevo a esbozar unos apuntes sobre los caracteres m¨¢s pronunciados que he percibido ante el avance del coronavirus, a trav¨¦s de esos medios y esas redes p¨²blicas y privadas que, por ahora, son nuestro periscopio al mundo:
El ¡°Nostradamus¡±: aquel que aventura profec¨ªas avasalladoras y busca en cada despacho period¨ªstico o chisme por red la huella del Apocalipsis. ¡°Uy, las muertes no son nada; esp¨¦rate a la crisis que se nos va a venir despu¨¦s¡±, dice. O tambi¨¦n: ¡°Si all¨¢ en China, que el gobierno da una orden y todos obedecen, se muri¨® hasta el perico, pues imag¨ªnate aqu¨ª¡±.
El ¡°Ag¨¢rrense de las manos¡±: alguien cuyo car¨¢cter se torna religioso (o cuando menos m¨ªstico) por culpa de la ansiedad y que trata de exorcizarla comparti¨¦ndonos toda clase de pensamientos fraternales: ¡°A ver si ahora entendemos que somos hermanos y tenemos que ayudarnos¡±. O: ¡°Este es un aviso ¡®del de arriba¡¯ para que nos dejemos de cosas y nos respetemos entre todos¡±.
El ¡°Venga ese meteorito¡±: contrario sim¨¦trico del anterior, es quien aprovecha estos momentos para confesar que nos odia como especie y anhela el momento de nuestra extinci¨®n (existe una variante que, para paliar lo g¨¦lido de la misantrop¨ªa, se excusa al decir: ¡°Ojal¨¢ desaparezcamos todos, pero para que los pobres animalitos se recuperen¡±).
El ¡°Dedo flam¨ªgero¡±: aquel que jam¨¢s se acuerda de los miles y miles que cada d¨ªa mueren por hambre, violencia o enfermedades diversas en el mundo, pero lo hace ahora solo para darse el gustazo de decirnos que los muertos por culpa del coronavirus no son importantes y deber¨ªamos enfocarnos en los dem¨¢s.
El ¡°Bien enterado¡±: aquel que transmite, con aire profesoral, toda clase de datos distorsionados o abiertamente falsos. ¡°Ya hace meses que los gringos tienen medicinas y vacunas listas y est¨¢n esperando lo peor para soltarlas y ser los h¨¦roes¡±. O: ¡°Es un complot de los chinos para quedarse con las miles de empresas que van a quebrar¡±. O por qu¨¦ no: ¡°Este es un virus de ingenier¨ªa gen¨¦tica que lanzaron los gringos sobre los chinos [o los chinos sobre los gringos] por la guerra comercial que se traen¡±. O incluso: ¡°El virus no existe, es una gripa y se cura con buches de agua de cebolla y un bocado de ajo¡±. Es muy importante recordar que, aunque hable como si estuviera sentado al lado de Trump en el Despacho Oval, quien sostiene estas cosas lo hace desde la sala de su casa y sus fuentes son oscuras: ¡°Una persona muy conectada¡±, ¡°Un amigo que sabe de eso¡±, ¡°Un pariente de mi comadre que anda en esas cosas¡±, etc¨¦tera.
El ¡°Orquesta del Titanic¡±: aquel que, incluso a estas alturas, sigue compartiendo en sus redes y grupos de mensajer¨ªa familiares y amistosos toda clase de memes y chistes sobre la enfermedad, la muerte y la destrucci¨®n.
El ¡°Karma camale¨®n¡±: el que se enfada con el que comparte chistes porque, en el fondo de su alma, piensa que as¨ª se le falta al respeto al virus y teme que, al re¨ªrse, atraer¨¢ su ira.
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