Yemen, una ¡®bofetada¡¯ cada d¨ªa
La autora viaja por un pa¨ªs devastado por cinco a?os de guerra, con el 50% de las instalaciones sanitarias destruidas y el 80% de la poblaci¨®n dependiente de la ayuda, y que hoy no respira pensando en qu¨¦ pasar¨¢ si el coronavirus se propaga
El s¨¢bado pasado, confinada en mi casa, recib¨ª un mensaje de Monther, un compa?ero de Oxfam en Yemen: "?Est¨¢s bien?" Me dec¨ªa. ¡°Estamos viendo las noticias sobre Espa?a y la Covid-19 y estamos preocupados por vosotros. Quedaos en casa. Allah os protege¡±. Un d¨ªa despu¨¦s, Emtethal, una yemen¨ª qui¨¦n me ayud¨® a traducir las entrevistas del ¨¢rabe al ingl¨¦s, me manda un coraz¨®n por Facebook y me pide que, por favor, me quede en casa: ¡°Cu¨ªdate. Vendr¨¢n tiempos mejores. Rezamos por vosotros¡±, me dice. ¡°Insha¡¯Allah¡±, le respondo. Y le devuelvo el coraz¨®n.
Qu¨¦ paradoja, pienso. Hace unas semanas estaba en Yemen con ellos y a la vuelta era yo qui¨¦n les hac¨ªa estas mismas preguntas.
Todo empez¨® en 2018. Desde Oxfam Interm¨®n quisimos poner rostro humano a las consecuencias de la guerra en Yemen. El Gobierno espa?ol estaba autorizando la venta de armas a Arabia Saud¨ª por miles de euros; armas que probablemente se est¨¦n usando en esta guerra. Y este fue uno de los motivos: poner nombres propios a sus consecuencias.
Nos denegaron el visado varias veces, pero finalmente conseguimos ir el pasado mes de febrero. En un pa¨ªs sin gobierno, con los funcionarios sin sueldo desde hace a?os y con la infraestructura destruida, acceder es realmente complicado. Los aeropuertos est¨¢n cerrados a aviones comerciales y solo se puede entrar a trav¨¦s de vuelos humanitarios gestionados por Naciones Unidas. Nuestros compa?eros en Yemen, que est¨¢n presentes en el pa¨ªs desde hace 30 a?os, fueron clave para poder conseguirlo.
Oxfam trabaja en zonas de dif¨ªcil acceso proporcionando agua y saneamiento en lugares en los que me pregunto c¨®mo la gente puede sobrevivir. Es cierto que la poblaci¨®n yemen¨ª es muy resiliente, pero este conflicto les est¨¢ poniendo a prueba. ¡°Necesitamos que esta guerra termine¡±, me comentaba mi compa?ero Monther, ingeniero yemen¨ª que trabaja desde hace dos a?os con nosotros.
El 80% de la poblaci¨®n depende de la ayuda humanitaria para sobrevivir y casi 18 millones necesitan agua potable con urgencia
La situaci¨®n es realmente dura. El 80% de la poblaci¨®n depende de la ayuda humanitaria para sobrevivir y casi 18 millones necesitan agua potable con urgencia. Pero muchos no pueden pagarla porque los precios de bienes de primera necesidad han aumentado de forma escandalosa. El precio del agua ha aumentado un 100%. Muchas de estas cosas me las iban contando mis compa?eros mientras nos mov¨ªamos de un lado para otro, en interminables carreteras por las que circul¨¢bamos entre decenas de puntos de control con hombres armados. Mis colegas tienen que lidiar tambi¨¦n d¨ªa tras d¨ªa con las interrupciones de los suministros m¨¢s b¨¢sicos. En muchos de los barrios en los que viven no tienen agua y el sistema el¨¦ctrico e Internet tampoco funcionan con normalidad.
La realidad del pa¨ªs me iba a dar bofetadas todos los d¨ªas que estuve all¨ª. El primer d¨ªa visitamos el Distrito de Mahala, uno de los m¨¢s pobres de Ad¨¦n, la capital del sur de Yemen. En un descampado viven unas 300 familias desplazadas por la guerra. Personas que se quedaron sin nada. Antes era un almac¨¦n de mercanc¨ªas para el cercano puerto.
El lugar, ahora en ruinas, est¨¢ lleno de basura. No hay agua ni ba?os. Las chabolas en las que viven estas familias est¨¢n construidas con las l¨¢minas de metal que cubr¨ªan el antiguo almac¨¦n. Cocinan quemando la basura que encuentran entre las viviendas: pl¨¢sticos, cartones y maderas. Cuesta imaginar c¨®mo es el d¨ªa a d¨ªa en este sitio infame. Moverse por el pa¨ªs es una odisea. Se necesitan permisos especiales para poder visitar cada gobernaci¨®n, que hay que tramitar con antelaci¨®n. Es una carrera de obst¨¢culos y me admira ver c¨®mo mis compa?eros trabajan en estas condiciones. En un pueblo llamado Almusaimir conoc¨ª a Amina. Llegar a este lugar era realmente complicado: carreteras sin asfaltar y un entorno que hace dif¨ªcil imaginar c¨®mo se puede sobrevivir aqu¨ª cuando el fr¨¢gil equilibrio de un ecosistema vital queda destruido por una guerra. Amina vive con sus cuatro hijos en una casa alquilada. Tiene tres ni?os y una ni?a. Es modista y tiene una m¨¢quina de coser el¨¦ctrica que solo funciona a veces, cuando hay electricidad. Me cuenta c¨®mo fueron los d¨ªas m¨¢s duros de la guerra: ¡°No dej¨¢bamos salir a los ni?os en esa ¨¦poca y tuvimos que irnos del pueblo. Nos fuimos tan r¨¢pido que no pudimos coger nada. Hab¨ªa tiros¡±.
Tras cinco a?os de guerra, solo funcionan el 50% de los centros de salud, pero incluso estos sufren recortes de medicinas, equipamientos y personal
Despu¨¦s de esto, despu¨¦s de lo m¨¢s duro del conflicto, nacieron sus dos hijos. Uno de tres a?os, Mohammed, tuvo desnutrici¨®n. Lo trataron y se fue recuperando. Ahora el m¨¢s peque?o, Nagid, de ocho meses, tambi¨¦n tiene los mismos s¨ªntomas. En Al Mashqafa, un campo de desplazados a unas dos horas de Ad¨¦n, viven 140 familias (de media siete personas) desplazadas por el conflicto, mayoritariamente de Hodeida, una de las zonas m¨¢s afectadas. Muchos de ellos llevan m¨¢s de cuatro a?os aqu¨ª viviendo en condiciones muy precarias: las tiendas no est¨¢n separadas ni por un metro entre ellas. No hay agua ni servicios b¨¢sicos. Las personas viven en chabolas hechas de lonas de pl¨¢stico. Aqu¨ª conoc¨ª a Rami Sulaiman. Tiene tres hijos y tres hijas. Huy¨® de Taiz hace cuatro a?os con su mujer, F¨¢tima, a causa de la guerra. Echa de menos su casa. Antes de venir aqu¨ª trabajaba en una f¨¢brica y ahora malvive, literalmente. ¡°No se puede vivir, las condiciones de higiene son terribles. No hay letrinas y estamos hacinados¡±, me cuenta dentro de su peque?a chabola.
As¨ª que, estos d¨ªas, no hago m¨¢s que pensar en el impacto devastador que la Covid-19 podr¨ªa tener en un pa¨ªs como Yemen. Tras cinco a?os de guerra, solo funciona el 50% de los centros de salud, pero incluso estos sufren importantes recortes de medicinas, equipamientos y personal. Basura acumulada, un sistema de alcantarillado que ha dejado de funcionar y la ausencia de una dieta adecuada para miles de personas convierten a Yemen en un caldo de cultivo para esta nueva enfermedad.
Por mi parte, espero haber aprendido algo de su capacidad de resiliencia para afrontar la crisis y los tiempos dif¨ªciles que nos tocan vivir ahora.
J¨²lia Serramitjana forma parte del equipo de comunicaci¨®n de Oxfam Interm¨®n.
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