H¨¦roes del coronavirus: la batalla contin¨²a diez d¨ªas despu¨¦s
Tras entrevistar a algunos de los sanitarios que est¨¢n en el frente de la batalla contra la pandemia, nos relatan c¨®mo ha evolucionado la situaci¨®n
¨CDoctor Garc¨ªa, ?c¨®mo definir¨ªa la situaci¨®n hace unos diez d¨ªas?
¨CPreocupante. Muy preocupante.
¨C?Y ahora?
¨CAhora, extenuante. Demoledora.
Julio Garc¨ªa es uno del grupo de m¨¢s de 30 trabajadores sanitarios que El Pa¨ªs Semanal entrevist¨® a inicios de la semana pasada tras la declaraci¨®n del estado de alarma en Espa?a por la crisis del coronavirus. Diez d¨ªas m¨¢s tarde hemos vuelto a contactar con varios de ellos para que nos relaten en primera persona c¨®mo han visto la evoluci¨®n de la dram¨¢tica epidemia hasta ahora. Aunque no ocultan que d¨ªa a d¨ªa las cosas han ido empeorando y se sienten desbordados, en ocasiones desamparados por la escasez de materiales y f¨ªsica y sobre todo mentalmente agotados, todos mantienen su confianza en la medicina, en la ciencia y en el esfuerzo colectivo para salir adelante.
Garc¨ªa, jefe del servicio de microbiolog¨ªa del hospital de La Paz de Madrid, uno de los centros p¨²blicos de salud punteros a nivel nacional y que lidia con la epidemia en la ciudad m¨¢s da?ada, dice que en su hospital el aumento de casos ha sido vertiginoso y conf¨ªa en que la apertura del enorme hospital de campa?a de Ifema en la capital alivie la saturaci¨®n de centros como el suyo. De no ser as¨ª, todo se desbordar¨ªa. "Ser¨ªa un verdadero problema", afirma. El doctor cuenta que ¨¦l y sus compa?eros han estado subidos en los ¨²ltimos d¨ªas "a una monta?a rusa emocional de constantes subidas y bajadas de ¨¢nimo" en la que se aferran "al sentimiento de equipo" y a las l¨¢grimas ocasionales que ayudan a liberar el estr¨¦s: "Estamos todos muy blanditos", explica. "Lo peor no est¨¢ siendo el cansancio f¨ªsico sino el psicol¨®gico".
El microbi¨®logo, con todo, est¨¢ seguro de que la ciencia nos sacar¨¢ del atolladero. "Sin duda, sin duda. Esto en un a?o y medio o dos a?os ser¨¢ un virus normal", si bien es consciente de que el tiempo que se tarde determinar¨¢ la dimensi¨®n de la tragedia. "Vamos a salir de esta, s¨ª, pero el problema es c¨®mo y cu¨¢ndo vamos a salir". El doctor Garc¨ªa comparte para la situaci¨®n que vivimos la met¨¢fora b¨¦lica. "Es como si hubiese ca¨ªdo una gran bomba sobre Madrid". Tambi¨¦n usaba una analog¨ªa similar la semana pasada, la primera vez que contactamos con ¨¦l, el enfermero de urgencias Manolo Benjumea, del Hospital Cl¨ªnico Virgen de la Victoria de M¨¢laga; dec¨ªa que se sent¨ªa "como un espartano". Pero una semana m¨¢s tarde, la situaci¨®n del soldado ha cambiado.
¨CEl espartano est¨¢ aislado en su casa con neumon¨ªa y a la espera de que se confirme si tiene coronavirus ¨Cnos dice con sentido del humor, dentro del drama.
Empez¨® a tener fiebre el mi¨¦rcoles y cuando ya la ten¨ªa en 39 grados le hicieron una radiograf¨ªa, vieron la afecci¨®n pulmonar y lo mandaron a su domicilio. Hasta ah¨ª hab¨ªa estado peleando por los pacientes, "frustrado por no poder hacer todo lo que quisiera por ellos" y muy dolido por el sufrimiento de los ancianos. "Se nos est¨¢n muriendo solos, sin nadie que los pueda coger de la mano y darles cari?o en sus ¨²ltimas horas de vida", dice este enfermero de frondosa barba y voz afectuosa.
¨CValiente 2020 este, valiente 2020... ¨Cse lamenta.
Los hospitales espa?oles son estos d¨ªas una m¨¢quina que bombea agua de la inundaci¨®n sin descanso. Felipe P¨¦rez, responsable de Micobacterias y Biolog¨ªa Molecular del Hospital Pr¨ªncipe de Asturias de Alcal¨¢ de Henares, nos dice: ¡°Aqu¨ª seguimos, al pie del ca?¨®n. Estamos trabajando bajo una gran presi¨®n para cubrir una demanda cada d¨ªa mayor de pruebas. En las guardias no hay momentos de descanso, ya que estamos procesando muestras 24 horas al d¨ªa. El trabajo aumenta de forma exponencial, pero tenemos la enorme suerte de contar con un equipo magn¨ªfico, a nivel t¨¦cnico y humano. Nos apoyamos y ayudamos en las horas bajas, y cuando uno est¨¢ falto de sonrisas, se las da el compa?ero. ?Con semejante equipo no existe problema al que no podamos enfrentarnos!¡±.
El conocimiento, saber hacer y compromiso de los sanitarios, sin embargo, no basta. Reclaman a las autoridades que los provean de equipamiento.
Dice Tamara Gonz¨¢lez, enfermera del hospital Cl¨ªnico de M¨¢laga, sin tomar aliento, pidiendo auxilio.
¨CFalta de todo. Mascarillas con filtro, batas de pl¨¢stico, que las de papel no nos sirven para nada, patucos, gorros, de todo, es que nos falta de todo. Y encima las donaciones de la gente van a parar a almacenes y no llegan a nosotros por culpa de la burocracia.
La enfermera describe el momento actual por lo que le cuentan sus colegas por Whatsapp, porque ella lleva una semana en casa en aislamiento ¨Csus s¨ªntomas comenzaron horas despu¨¦s de que la contact¨¢ramos para la primera entrevista¨C y sigue esperando los resultados de la prueba de coronavirus. "Me han dicho que ayer [por el mi¨¦rcoles] ten¨ªamos a medio centenar de pacientes en urgencias con Covid-19 sentados en sillas sin poder ser atendidos, y algunos llevaba as¨ª m¨¢s de 24 horas. Es terrible, de verdad. Y nosotros estamos psicol¨®gicamente hundidos, destrozados. Espero que el pico llegue la semana que viene, porque si no esto no hay manera de que se sostenga", dice. Lo ¨²nico que desea es que sus pruebas salgan negativas para poder volver al tajo: "Por m¨¢s oscuro que est¨¦ todo tenemos que seguir y tirar del subid¨®n que nos da la solidaridad de la gente".
Cuanto m¨¢s aprieta el virus, los sanitarios sacan m¨¢s fuerzas de flaqueza. Naiara Uriarte, t¨¦cnica de rayos del hospital de Santiago de Vitoria, cuenta que cuando se decret¨® el estado de alarma "no est¨¢bamos tan preparados para enfrentarnos a esto porque fue muy imprevisto, y de alg¨²n modo todo era m¨¢s lento y dificultoso, pero vamos aprendiendo a marchas forzadas y cogiendo velocidad. Cada vez nuestro ritmo de trabajo es mejor y m¨¢s ca?ero". Ana Vegas, infect¨®loga del Hospital Universitario Fundaci¨®n Alcorc¨®n, dice: "Nos estamos dedicando m¨¢s y m¨¢s a atender a pacientes de Covid-19. Todos los m¨¦dicos de todas las especialidades, toda la plantilla est¨¢ volcada en esto, y practicamente todas las camas est¨¢ ocupadas por pacientes infectados de coronavirus. Hace unos d¨ªas todav¨ªa no era as¨ª". Vegas espera que esta ¨²ltima semana de marzo sea la del tan ansiado pico infeccioso y que "esto se estabilice y vaya bajando". Afirma que est¨¢n pasando "momentos muy, muy duros" pero se queda con la fortalecedora sensaci¨®n de formar con sus compa?eros una pi?a de trabajo y con el "calor humano" que est¨¢n recibiendo de la sociedad. "Han venido a darnos las gracias los polic¨ªas, los barrenderos", cuenta. Otro pilar est¨¢ siendo su familia. Llegar a casa, charlar con sus hijos de cualquier cosa y sentarse a cenar lo que haya preparado su marido, que telebraja.
Desde las Islas Baleares, el director m¨¦dico del 061 de la comunidad, Txema ?lvarez, transmite un mensaje de confianza pese a su evidente agotamiento. "Creo que ya estamos atravesando el peor momento y que ayuda mucho que toda la sociedad se haya concienciado de la gravedad del problema". Lleva semanas durmiendo apenas tres horas al d¨ªa. Nos repite, como nos dijo hace una semana, que a veces llora "de cansancio", y no se imagina c¨®mo se sentir¨¢ "cuando todo acabe". "?Ser¨¢ suficiente con pasarme un mes de vacaciones o ser¨¢ que me encontrar¨¦ vac¨ªo, con que no me queda nada m¨¢s dentro?", se pregunta.
Nadie, ni los m¨¦dicos, ni los enfermeros, ni los celadores, nadie de los hospitales ni de fuera de los hospitales, de los que estamos en nuestras casas a la espera de que esto amaine, es capaz de asimilar lo que nos est¨¢ sucediendo, y recurrimos a ese salvavidas del lenguaje que son las met¨¢foras, aquello de la guerra y de los espartanos, o la que propone Elena Cela, la jefa de oncolog¨ªa pedi¨¢trica del hospital Gregorio Mara?¨®n de Madrid. "A lo largo de esta semana ha ido aumentado y aumentando la preocupaci¨®n por lo que se nos ha venido encima. Esto es nuevo. No es como, por ejemplo, el atentado terrorista del 11-M, que fue horripilante pero ocurri¨® en unas horas. Esto es como un tsunami progresivo y mantenido, muy, muy largo, y que por m¨¢s que estuvieras mejor o peor preparado sobrepasa todos los l¨ªmites imaginables".
M¨¦dico adjunto de urgencias del Ram¨®n y Cajal de Madrid desde el a?o 1991, el muy experimentado doctor Jes¨²s Corres asiste d¨ªa a d¨ªa a un acontecimiento que, del mismo modo que Cela o el resto de sanitarios, nunca hubiera podido esperar. "El n¨²mero pacientes aumenta enormemente y ya casi solo tenemos pacientes de Covid-19", dice, igual que nos contaba la doctora Vegas de Alcorc¨®n. "Las urgencias est¨¢n abarrotadas y existe un gran confinamiento de los pacientes, hay falta de espacio y est¨¢n demasiado juntos". Agradece que muchos ciudadanos est¨¦n evitando acudir a urgencias en la medida de lo posible, aunque tambi¨¦n le preocupa que se est¨¦n quedando en casa personas que puedan estar en riesgo inminente por otros factores. Corres llama a que nadie deje de acudir al hospital si tiene s¨ªntomas de dolencias como podr¨ªan ser un ictus o un infarto. Elogia por encima de todo la labor de "auxiliares y enfermeras" que est¨¢n practicando "aut¨¦ntica medicina de guerra" y pone sus esperanzas en que la curva de infecciones se aplane para que no se desborden las Unidades de Cuidados Intensivos.
Todos son conscientes de que la posibilidad de que la epidemia se contenga pronto, que se refrene en los pr¨®ximos d¨ªas, es clave para no verse abocados a una situaci¨®n tan espantosa como ser¨ªa tener que priorizar la atenci¨®n a los pacientes con m¨¢s esperanza de vida. "Estamos en un punto cr¨ªtico", nos dice Corres al otro lado del tel¨¦fono. "A ver cu¨¢ndo vemos la luz".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.