Pactar no es telefonear
Por supuesto no es f¨¢cil pasar del ¡®no es no¡¯ al pacto, pero esto efectivamente ya no es opcional, sino una necesidad s¨ª o s¨ª
En circunstancias extra?as suceden cosas extra?as: la valoraci¨®n del Gobierno cae a plomo, a diferencia de lo que ocurre en la mayor¨ªa de pa¨ªses, pero S¨¢nchez resiste. Su valoraci¨®n incluso repunta algo, como filtran algunas empresas demosc¨®picas que estos d¨ªas trabajan para empresas e instituciones. Esa disociaci¨®n, hasta cierto punto parad¨®jica, podr¨ªa delatar cierta comprensi¨®n hacia la dureza del puesto de mando pero a la vez sin indulgencia hacia la gesti¨®n gubernamental. En todo caso, S¨¢nchez queda lejos no ya de las aprobaciones estratosf¨¦ricas de Trudeau o Merkel, cercanas al 80%, o Macron o Conte hacia la cota del 70%, sino incluso del repunte de Trump o Johnson. En definitiva, su Gobierno en los ¨²ltimos sondeos experimenta un desplome equiparable al 11-M en cuesti¨®n de d¨ªas. S¨¢nchez deber¨ªa entender que necesita usar el capital que ¨¦l tiene en la presidencia para tratar de rearmar la cohesi¨®n. En una situaci¨®n as¨ª, es delirante que el pa¨ªs adem¨¢s tienda a una mayor beligerancia partidista.
Ciertamente hay se?ales de autocr¨ªtica desde La Moncloa, pero est¨¢ por ver si se queda en gestualidad o supone un cambio de rumbo real. S¨¢nchez ha anunciado que va a llamar a los dem¨¢s l¨ªderes; y es lo suyo, pero conversar y consensuar son dos cosas diferentes. Desde luego esto no es algo que se logre con un manifiesto en change.org. Aqu¨ª no se trata de hacerte o¨ªr, sino de hacer que se oiga a todos. Tal vez evocar los Pactos de La Moncloa sea un desider¨¢tum exagerado ¡ªla izquierda y tambi¨¦n la derecha ten¨ªan otra conciencia de la dimensi¨®n hist¨®rica del desaf¨ªo tras la dictadura¡ª pero esta crisis donde el drama sanitario se extender¨¢ con el drama econ¨®mico requiere tambi¨¦n una gran altura de miras. S¨ª, de aquello de ¡®la leal oposici¨®n¡¯ queda poco o nada desde hace demasiado tiempo, est¨¦ quien est¨¦ en la oposici¨®n, pero la responsabilidad ante eso es del l¨ªder, tal como Su¨¢rez en su d¨ªa.
Se han cometido errores de gesti¨®n, a prop¨®sito de los tiempos o la adquisici¨®n de material, pero adem¨¢s se han cometido errores pol¨ªticos. Y eran evitables. A S¨¢nchez le toca despolitizar la crisis. Eso no es malgastar energ¨ªa, al rev¨¦s, supone invertir en algo valioso: la cohesi¨®n del pa¨ªs. Es verdad que en algunas sociedades esto es un automatismo y en Espa?a siempre requiere tristemente un plus, por la inercia irredenta de polarizaci¨®n. Es lo que hay. Por lo dem¨¢s, la oposici¨®n no tiene derecho sino obligaci¨®n de reclamar eficacia, como en todas partes, incluso Joe Biden a Trump. El caso es que al presidente S¨¢nchez, curtido en el noesno¨ªsmo, le toca esa tarea inesperada. Entre 2016 y 2019 qued¨® constatada su desconfianza hacia los grandes pactos transversales, pero deber¨ªa entender que en 2020 esa l¨®gica se ha impuesto por la fuerza de los hechos. Ahora no es electivo. No se puede afrontar esta crisis, con algunas voces azuzando descaradamente el cainismo, sin consensos. Por supuesto no es f¨¢cil pasar del ¡®no es no¡¯ al pacto, pero esto efectivamente ya no es opcional, sino una necesidad s¨ª o s¨ª.
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