Zona gris
El Gobierno debe someterse al control del Congreso y las preguntas de los medios
El pr¨®ximo pleno del Congreso de los Diputados para conceder la nueva pr¨®rroga del estado de alarma solicitada por el Ejecutivo ser¨ªa la ocasi¨®n id¨®nea para que el Poder Legislativo recupere la plenitud de sus funciones, respetando las cautelas necesarias para evitar la propagaci¨®n del coronavirus. El objetivo de establecer un espacio p¨²blico de confianza desde el que abordar el siguiente cap¨ªtulo en la contenci¨®n de la pandemia y en la minimizaci¨®n de sus efectos no puede llevarse a cabo con instituciones cerradas, y el Parlamento menos que ninguna otra. Por razones institucionales, sin duda. Pero, tambi¨¦n, por motivos de eficacia.
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Confundir el control al Gobierno con la descalificaci¨®n, e, incluso, con la obstrucci¨®n de sus acciones, ha sido una de las principales disfunciones del sistema democr¨¢tico espa?ol, provocada por la estrategia de la crispaci¨®n. A estas alturas, la lecci¨®n deber¨ªa estar aprendida por parte de todos, y, en gran medida, este podr¨ªa ser el caso. La actitud de Ciudadanos y su nueva presidenta, In¨¦s Arrimadas, poco tiene que ver con la mantenida hasta la declaraci¨®n del estado de alarma, situ¨¢ndose entre las primeras fuerzas pol¨ªticas en solicitar algunas de las medidas finalmente adoptadas por el Gobierno. El papel del Partido Popular ha sido m¨¢s fluctuante, intentando compatibilizar una ret¨®rica a todas luces excesiva, y manifiestamente inoportuna en las actuales circunstancias, con el respaldo al Gobierno en los asuntos decisivos.
Es esta comprensi¨®n cada vez m¨¢s manifiesta de la funci¨®n que corresponde a la oposici¨®n democr¨¢tica en situaciones de excepcionalidad la que deja en evidencia a la ultraderecha. Sus portavoces persisten d¨ªa tras d¨ªa en el intento de sembrar el p¨¢nico entre los ciudadanos para, a continuaci¨®n, exigir dimisiones, desde el presidente del Gobierno y los ministros hasta los funcionarios encargados de las emergencias sanitarias, decapitando al Estado en plena alarma. Y por lo que respecta a las fuerzas independentistas que representa Quim Torra, su desprecio de la l¨®gica pol¨ªtica no se limita ya a pedir medidas m¨¢s estrictas y a la vez abstenerse de facilitar al Gobierno el instrumento jur¨ªdico que las har¨ªa posibles. Ahora, adem¨¢s, rechazan aislamientos territoriales que antes reclamaron y solicitan a escondidas la asistencia de organismos que, como la UME, consideraban aparatos de un Estado incompetente, malintencionado y hasta enemigo.
Las razones institucionales exigen que, pese a la alarma, el Gobierno no se sustraiga al control tanto del Congreso de los Diputados como de los medios de comunicaci¨®n. La situaci¨®n que vive el pa¨ªs es in¨¦dita, y cada una de las decisiones que se adopten en estos momentos est¨¢ fatalmente condenada a convertirse en un precedente que perfilar¨¢ el funcionamiento del sistema en los casos semejantes que se puedan presentar en el futuro. Se trata de una responsabilidad a?adida, que, sin embargo, no puede ocultar las inmediatas. Sobre todo porque ser¨ªa ahora el Gobierno el que entrar¨ªa en una inaceptable zona gris. Si el Congreso permanece cerrado y el ¨²nico control posible es el que ejercen los medios, no es razonable reservarse la selecci¨®n de preguntas, como ha sucedido durante estas semanas. Los periodistas acreditados en La Moncloa deben poder preguntar sin intermediario. La comunicaci¨®n no deber¨ªa sustituir a la pol¨ªtica en ning¨²n tiempo, pero menos en tiempos excepcionales. Porque, si lo hace, son alarmas nuevas las que deben declararse.
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