C¨®mo navegar la tristeza durante el confinamiento
Se trata de una emoci¨®n innata que necesitamos para nuestra supervivencia
La tristeza es una emoci¨®n inc¨®moda. No est¨¢ bien vista socialmente. Tratamos de evitarla, incluso cuando afecta a personas cercanas. ¡°Venga, no pasa nada¡± o ¡°al¨¦grate¡± son algunas de las expresiones cl¨¢sicas con las que animamos a quienes pasan por un mal momento. Este confinamiento ha empujado a muchas personas a enfrentarse con la tristeza en estado puro y sin demasiados amortiguadores para trampearla. No hablo de quienes han recibido un zarpazo de la Covid-19 a su salud, de quienes han perdido a familiares o de los que han ca¨ªdo en estados depresivos. Me refiero a aquellos que, simplemente, est¨¢n tristes porque la casa se les cae encima y a quienes les erosionan las noticias. Para vivir esta etapa de una forma m¨¢s amable, es necesario diseccionarla, entenderla y aceptarla. Veamos por qu¨¦ la tristeza se instala en nuestras vidas y c¨®mo podemos navegar para dejarla a un lado.
La tristeza es necesaria. Es una emoci¨®n innata, como lo es el miedo, la ira o la alegr¨ªa. Y tiene un motivo evolutivo: si un beb¨¦ o un ni?o peque?o no tuviera tristeza por no estar con su madre, por ejemplo, no se generar¨ªa un v¨ªnculo tan fuerte con ella. Nacemos con esa capacidad porque tiene un sentido: la necesitamos para nuestra supervivencia. Nos recuerda lo que realmente nos importa. Nos ayuda a poner en valor lo que tenemos en nuestras vidas y a cambiar el orden de prioridades. Posiblemente, muchos anhelamos dar aquellos paseos en los que antes ni repar¨¢bamos o echemos de menos compartir momentos con personas con las que era normal encontrarse meses atr¨¢s. La tristeza nos permite observar desde una perspectiva m¨¢s vulnerable y delicada aquello que tenemos y somos.
Antoine de Saint-Exup¨¦ry, autor de El Principito, lo resumi¨® po¨¦ticamente: "El dolor es una de las vibraciones que demuestran el hecho de vivir". Nos ayuda a sentir emociones positivas. Daniel Gilbert, profesor de psicolog¨ªa de la Universidad de Harvard, explica que nuestras emociones act¨²an como los puntos cardinales de una br¨²jula. Necesitamos ciertas sensaciones inc¨®modas para valorar las positivas. Por eso, si anulamos la tristeza, tendremos m¨¢s dificultades para conectarnos con emociones m¨¢s agradables, como la alegr¨ªa.
La tristeza hay que aceptarla y vivirla. Por mucho que nos cueste, debemos admitirla y sentirla, sin m¨¢s. Los mecanismos para negarla pueden ser, incluso, perjudiciales a medio o largo plazo para nosotros mismos. Olvidarnos de ella a trav¨¦s de un enfado constante, como sucede en redes sociales, o asaltando el frigor¨ªfico cada dos por tres, no nos ayuda en absoluto. Tampoco lo hace refugiarnos en el alcohol o vivir una agenda intensa de llamadas y de ruido constante con la ¨²nica finalidad de anestesiarnos. Pero tampoco hay que dramatizar. Una cosa es sentir la tristeza y otra muy diferente, aumentarla. Hay quien exagera la emoci¨®n para llamar la atenci¨®n de los dem¨¢s. Son aquellos que enumeran sus m¨²ltiples problemas para que otros se apiaden de ellos. No resuena como una tristeza aut¨¦ntica, sino como algo m¨¢s impostado. Si tenemos tendencia a caer en esa situaci¨®n, estemos alerta.
Concederse un spa mental. Hemos de crear espacios amables a nuestro alrededor, como evitar discusiones innecesarias. Es recomendable reducir la autoculpa por lo que no somos capaces de hacer en momentos como los actuales y eliminar la rumia de noticias negativas, que tanto da?o nos hacen, como desvela un estudio realizado a m¨¢s de 30.000 personas en el Reino Unido. Es decir, debemos crear las condiciones para que la tristeza se vaya diluyendo. En la medida que reconozcamos nuestras emociones inc¨®modas, sin negarlas ni exagerarlas, y tomemos decisiones conscientes para reducir su impacto, podremos liberarnos antes de ellas. Incluida la tristeza.
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