La salvaje vida (social) de Peter Beard
El fot¨®grafo neoyorquino, recientemente fallecido, fue un vividor que se mov¨ªa con la misma soltura en la sabana africana, en Studio 54 y en el c¨ªrculo de Jackie Kennedy
El fot¨®grafo Peter Beard se hizo famoso por sus im¨¢genes de fauna salvaje en ?frica. Sin embargo, nunca se consider¨® un ecologista. O, al menos, no le gustaba la etiqueta. ¡°El conservacionismo es para gente de Park Avenue que tiene caniches y pekineses y se siente culpable¡±, sol¨ªa comentar. Nunca le gustaron los t¨®picos aunque, a primera vista, ¨¦l encarnara unos cuantos. Habitual del Studio 54 neoyorquino en los a?os setenta, fue novio de Lee Radzwill, la hermana peque?a de Jackie Onnasis, y amigo de Truman Capote, Andy Warhol o Mick Jagger. De sus amigos, reverenciaba a Warhol. ¡°Todo lo que hac¨ªa estaba bien, era una obra de arte en s¨ª mismo. Su centro de gravedad era el dinero¡±.
Heredero de una acaudalada familia de Nueva York, acudi¨® a las mejores escuelas y viaj¨® a ?frica a los 17 a?os. No tard¨® en comprarse un rancho en Kenia. ¡°En ?frica me constru¨ª una vida lo m¨¢s lejos posible de la escuela de arte de Yale¡±, confes¨® a 'New York Magazine' en 2013
Para Beard, el dinero nunca fue lo primero. O lo fue, pero de ese modo animista e inconsciente con que lo perciben aquellos acostumbrados a ¨¦l desde siempre. ¡°Es incre¨ªble que no haya acabado en la bancarrota¡±, declar¨® en una ocasi¨®n. Heredero de una acaudalada familia de Nueva York con negocios en el sector ferroviario y el del tabaco, acudi¨® a las mejores escuelas y viaj¨® a ?frica a los 17 a?os. No tard¨® en comprarse un rancho en Kenia. ¡°En ?frica me constru¨ª una vida lo m¨¢s lejos posible de la escuela de arte de Yale¡±, confes¨® a New York Magazine en 2013.
Su casa en Nairobi forj¨® su leyenda como fot¨®grafo documental, pero su vida social la cultiv¨® en Montauk, en un rancho que compr¨® en las inmediaciones del de Warhol. En aquella ¨¦poca sal¨ªa con Lee Radziwill, la hermana peque?a de Jackie Onassis y socialite ociosa por excelencia, que recordaba los veranos pasados con ¨¦l en la isla griega de Onassis, Skorpios, y en el rancho de Montauk. ¡°No hay nadie como Peter¡±, declaraba Radziwill a Town and Country en 2016. ¡°Es todo entusiasmo, risas, alma y buenos modales. Creo que tiene una personalidad doble. Puede atravesar el lago Rudolf en ?frica y despu¨¦s plantarse en una de mis fiestas con mejor aspecto que nadie¡±.
Esa dualidad era parte de su encanto. Beard era ese hombre que, seg¨²n contaba, hab¨ªa estado a punto de morir aplastado por un elefante y tambi¨¦n el dandi elegante, distinguido, bronceado y siempre sonriente que aparece en innumerables fotos en fiestas brindando ante la c¨¢mara. El aventurero y el gal¨¢n. La sahariana y el esmoquin. Un emblema de una masculinidad cl¨¢sica y monol¨ªtica que, en ocasiones, pod¨ªa resultar involuntariamente par¨®dica. En una ocasi¨®n, coment¨® que hab¨ªa hablado con Tom Ford y hab¨ªa comprobado que, al contrario de lo que se dec¨ªa, no era homosexual. Cuando alguien le replic¨® que s¨ª lo era, y adem¨¢s de manera p¨²blica, Beard replic¨®: ¡°?Pero si parece completamente normal!¡±
Sus modales aristocr¨¢ticos, su dicci¨®n impecable y su fotogenia innegable lo convirtieron en un habitual de la far¨¢ndula y de la prensa social
Mit¨®mano y hedonista, tuvo tantos proyectos realizados como frustrados. El m¨¢s notorio fue el encargo de acompa?ar a los Rolling Stones en su gira estadounidense de 1972 para ilustrar un reportaje escrito por Truman Capote. El proyecto no fructific¨®, porque Capote y Mick Jagger no se ca¨ªan bien y el escritor no tard¨® en abandonar la gira. Seg¨²n cuenta Robert Greenfield en S.t.p.: A Journey Through America With The Rolling Stones, aquello fue todo un chasco para Beard, porque hab¨ªa insistido a Capote para aceptar el encargo. ¡°Peter Beard era el comod¨ªn. Nadie sab¨ªa que Truman traer¨ªa a su fot¨®grafo, y nadie ten¨ªa muy claro para qui¨¦n Beard dispara carrete tras carrete¡±, escribi¨® Greenfield en su diario de la gira. ¡°Est¨¢ muy preocupado por encajar y ser agradable con todos¡±. Finalmente, el libro no se public¨® y solo a?os m¨¢s tarde Beard rescat¨® algunas de esas im¨¢genes en una de sus antolog¨ªas, declarando su admiraci¨®n por Mick Jagger, aunque no por el rock and roll.
Sus modales aristocr¨¢ticos, su dicci¨®n impecable y su fotogenia innegable ¨Cbronceado, atl¨¦tico, siempre vestido con esa mezcla de despreocupaci¨®n y pulcritud tan propia de la clase alta estadounidense de la ¨¦poca¨C lo convirtieron en un habitual de la far¨¢ndula y de la prensa social. En ella lo vemos codearse con Bianca Jagger, Iman, Janice Dickinson, Paula Barbieri, Veruschka o Lauren Hutton, que aparece con ¨¦l en numerosas fotos de inauguraciones y fiestas.
Beard conserv¨® durante a?os el aspecto privilegiado de alguien nacido con un talento infalible para pasarlo bien. De hecho, apenas un rostro algo m¨¢s delgado y un cabello gris¨¢ceo diferencian las im¨¢genes de Studio 54 que las de las celebraciones de su 65? cumplea?os, una ¨¦poca en que los homenajes empezaron a lloverle. Fue en su ¨²ltima ¨¦poca cuando el mundo empez¨® a descubrir que, m¨¢s all¨¢ de sus fotograf¨ªas africanas y su vida de jetsetter, Beard hab¨ªa dedicado a?os de su vida a una ingente actividad creativa cuyo car¨¢cter compulsivo recuerda al de otro de sus grandes amigos, Francis Bacon. Beard fotografi¨® sin cesar, orden¨® sus im¨¢genes en cuadernos y diarios en los que conviv¨ªan, en un collage infinito, sus propias fotograf¨ªas, recortes de prensa, anotaciones e incluso inscripciones elaboradas con su propia sangre. Un intento de ordenar el caos de una biograf¨ªa deslumbrante y dif¨ªcil de acotar. Como confes¨® su ¨²ltima esposa, Nejma Beard, al Observer en 2016, ¡°me sorprende que la gente se refiera a Peter como un fot¨®grafo de naturaleza. Es mucho m¨¢s que eso¡±.
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