El virus mexicano
El atrincheramiento de L¨®pez Obrador corre el riesgo de perjudicar a quienes menos tienen
Mientras la pandemia devora aceleradamente el mapamundi, entint¨¢ndolo de rojo en una cuenta contra reloj, el presidente de M¨¦xico, un hombre de 66 a?os y con hipertensi¨®n, contin¨²a sus giras de fin de semana ¡ªen aviones comerciales¡ª, abraza y besa a ni?os y ancianos e incluso bromea con un escapulario que lo proteger¨¢ de la infecci¨®n, todo antes de que al fin, abrumado por la informaci¨®n de sus asesores, acepte llamar a la poblaci¨®n a quedarse en casa, aunque no sin sostener que la crisis es pasajera y que, al t¨¦rmino del encierro, convocar¨¢ a sus compatriotas a un multitudinario intercambio de besos y abrazos en el Z¨®calo.
Una de las paradojas de la covid-19 es que se trata de una emergencia mundial acotada con respuestas locales. Si la globalizaci¨®n neoliberal ha causado la vertiginosa expansi¨®n del virus, la reacci¨®n de los Gobiernos ha sido tomar medidas unilaterales, sin consultar siquiera a sus vecinos, incluyendo el cierre de fronteras. Esta reacci¨®n irracional, dictada por el miedo ¡ªel de los pol¨ªticos a perder las elecciones o su popularidad¡ª, ha provocado que el estilo personal de cada l¨ªder determine en buena medida la suerte de sus ciudadanos. Aunque todos corramos el riesgo de infectarnos, no es lo mismo que nos ocurra bajo Trump, quien durante semanas neg¨® su peligrosidad, o Bolsonaro, quien a¨²n la niega, que permanecer al arbitrio de Boris Johnson o de Mark Rutte, con sus experimentos de inmunidad de reba?o, de Giuseppe Conte o Pedro S¨¢nchez, con sus dr¨¢sticas medidas de confinamiento, o de Chung Sye-kyun y su vigilancia tecnol¨®gica o Ant¨®nio Costa, capaz de ampliar la cobertura sanitaria a los indocumentados.
En pocos momentos los temores de nuestros dirigentes han tenido consecuencias tan profundas para la vida y la muerte de sus ciudadanos. Todos los gobernantes han quedado rebasados por la tragedia, pero mientras los moderados o anodinos se resignan a administrarla, los m¨¢s conspicuos o exaltados se resisten a quedar relegados por ella. Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador (AMLO) no es la excepci¨®n: su car¨¢cter, forjado durante d¨¦cadas de activismo y aciaga lucha por el poder, lo dibuja tan intransigente como obcecado y tan confiado en su intuici¨®n como sensible a las causas populares, rasgos que la pandemia lleva a sus extremos.
Su renuencia a aceptar la magnitud de la enfermedad no es dif¨ªcil de entender: tras 12 a?os de bregar por la presidencia, recibi¨® un pa¨ªs en ruinas, devastado por la guerra contra el narco de Felipe Calder¨®n y la corrupci¨®n sistem¨¢tica de Enrique Pe?a Nieto. La tarea de enderezar una de las naciones m¨¢s desiguales del planeta, con 250.000 muertos por la violencia, donde la justicia no existe y la impunidad es la regla, parec¨ªa suficiente para ocuparlo. Su ambicioso plan, bautizado con el grandilocuente nombre de Cuarta Transformaci¨®n o 4T, se caracteriz¨® en su primer a?o por su ¨¦nfasis en los programas sociales y un sinf¨ªn de decisiones pol¨¦micas o erradas que no le han permitido presumir casi ning¨²n ¨¦xito. Y justo cuando comenzaba su segundo a?o, apareci¨® la covid-19: una amenaza capaz de revertir todos sus planes.
Si en estos meses, AMLO ha dado la impresi¨®n de perder su proverbial instinto pol¨ªtico, en particular con su desd¨¦n hacia las v¨ªctimas de la violencia y de la violencia de g¨¦nero, hoy se aferra a sus ideas como si la pandemia fuera, en efecto, un accidente. En las etapas del duelo ¡ªdel dolor ante la irremediable muerte de sus expectativas¡ª, se encuentra en la etapa de negaci¨®n. Aunque su Gobierno se defina de izquierda y cuente con numerosos luchadores de izquierda, AMLO posee un temple conservador ¡ªlo cual no deja de resultar parad¨®jico, pues es a los ¡°conservadores¡± a quienes achaca todos los problemas del pa¨ªs¡ª. Y, en ¨¦pocas de incertidumbre, los conservadores son quienes suelen encerrarse en s¨ª mismos.
El presidente se aferra a sus ideas como si la pandemia fuera un accidente
Ello no significa que toda su actuaci¨®n haya sido negativa: una vez que acept¨® la pandemia, deleg¨® en Hugo L¨®pez Gatell ¡ªel carism¨¢tico subsecretario de Salud¡ª y en Marcelo Ebrard ¡ªen teor¨ªa canciller, en la realidad vicepresidente¡ª, dos hombres sensatos y pragm¨¢ticos, la conducci¨®n de la agenda de salud. Por desgracia, en los dem¨¢s ¨¢mbitos, como el econ¨®mico, ¨¦l tiene la ¨²ltima palabra y sus temores determinan sus decisiones.
Nadie duda que su mayor obsesi¨®n, combatir la desigualdad y ayudar a los m¨¢s desfavorecidos, es leg¨ªtima incluso en estos tiempos de pandemia, solo que su atrincheramiento corre el riesgo de perjudicar justo a quienes menos tienen. Para resucitar as¨ª sea una parte de los grandes objetivos de la 4T, debe darse cuenta de que no basta con perseverar con un proyecto que, en el contexto de la pandemia, se ha vuelto imposible.
A diferencia de otros pa¨ªses, AMLO se ha negado a ofrecer un gran paquete de rescate. Su postura tampoco es dif¨ªcil de explicar: fue un f¨¦rreo opositor al Fobaproa [Fondo Bancario de Protecci¨®n al Ahorro], el plan del Gobierno durante la crisis de 1990, el cual solo benefici¨® a unos cuantos. Y, durante la gran recesi¨®n de 2008, el rescate global fue una gigantesca transferencia de recursos de las clases medias a los ricos. Es natural que no quiera copiar estos modelos. El problema es que la sacudida ser¨¢ mucho mayor que en 1990 ¡ªel mundo sufrir¨¢ tanto como en 1929¡ª, y su Gobierno no ha hecho ning¨²n esfuerzo para hallar soluciones distintas.
Lo mismo ocurre con la deuda p¨²blica: AMLO de seguro recuerda como un trauma el endeudamiento de los setenta y ochenta. De nuevo, su p¨¢nico lo ciega: sin una inversi¨®n p¨²blica descomunal, que no puede venir m¨¢s que de cr¨¦ditos externos, M¨¦xico no tendr¨¢ recursos para salir del abismo. Y recortar a¨²n m¨¢s el enflaquecido presupuesto p¨²blico no har¨¢ sino acentuar la recesi¨®n: la austeridad ¡ªpor republicana que sea¡ª es la peor receta. De igual modo, mantener la construcci¨®n de la refiner¨ªa de Dos Bocas ¡ªotra vez relacionada con sus a?ejos pavores¡ª o el Tren Maya no har¨¢ sino distraer sumas millonarias de donde m¨¢s se necesitan: en el flujo directo a los millones que perder¨¢n sus trabajos en un pa¨ªs sin seguro de desempleo o a las peque?as y medianas empresas que no podr¨¢n sobrevivir a fuerza de peque?os cr¨¦ditos. Ambos proyectos pueden convertirse en su propio Fobaproa: ideas in¨²tiles pagadas con impuestos necesarios para causas m¨¢s urgentes.
AMLO a¨²n tiene la oportunidad de vencer sus miedos. En especial cuando sus ac¨¦rrimos enemigos, aquellos que destruyeron a M¨¦xico en los ¨²ltimos a?os ¡ªPAN y PRI¡ª, no hacen sino acendrar el temor ciudadano. Pocos pol¨ªticos saldr¨¢n bien librados de esta era oscura, pero si AMLO no recupera el esp¨ªritu que lo llev¨® al poder con tanto apoyo popular, en particular la empat¨ªa hacia quienes m¨¢s sufren y la capacidad de escuchar a quienes pueden imaginar aut¨¦nticas innovaciones desde la izquierda, corremos el peligro de que un virus tan peligroso como la covid-19 ¡ªla intolerancia y el autoritarismo de ultraderecha¡ª termine por infectarnos al final de esta pandemia.
Jorge Volpi es escritor. @jvolpi
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