La responsabilidad paterno-filial y la voz de los ni?os
Estamos ante una sociedad construida sobre los cimientos de un modelo adultoc¨¦ntrico, que no es m¨¢s que una posici¨®n asim¨¦trica y hegem¨®nica de los adultos sobre los menores
En estos ¨²ltimos d¨ªas del confinamiento se ha hablado repetidamente del sentido com¨²n y de la responsabilidad paterno-filial. Una sociedad como la espa?ola que acostumbra a poner sus ojos y sus pies fuera del hogar, donde las relaciones personales no son solo familiares, sino que se ampl¨ªan m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito pr¨®ximo; esta prolongada ausencia de ese espacio com¨²n que acostumbra a ser la calle, el bar, la plaza, la iglesia, el campo de f¨²tbol, el centro comercial, etc¨¦tera.¡ se hace m¨¢s dif¨ªcil con menores a cargo, porque son seres sociales y sociables, porque viven un proceso de construcci¨®n de su personalidad individual y social, y para ello precisan del contacto directo de sus iguales y de sus mayores. El juego, el conflicto, ganar y perder, conocer al diferente son formas de aprendizaje que esta forzada reclusi¨®n ha truncado temporalmente. Sabemos que los menores son producto no solo de sus propias experiencias y de su contexto, sino tambi¨¦n son, a su vez, reflejo de sus padres. Y en muchas ocasiones se nos olvida la enorme capacidad de adaptaci¨®n que tienen, y que estamos experimentando estos d¨ªas.
Pero qu¨¦ es eso de la responsabilidad. La legislaci¨®n espa?ola entiende que ¡°la responsabilidad parental, se ejercer¨¢ siempre en inter¨¦s de los hijos, de acuerdo con su personalidad, y con respeto a sus derechos, su integridad f¨ªsica y mental¡±. Y los padres tendr¨¢n que ¡°velar por ellos, tenerlos en su compa?¨ªa, alimentarlos, educarlos y procurarles una formaci¨®n integral¡±. Estas obligaciones de los progenitores parecen l¨®gicas, y la mayor¨ªa de los padres y madres acostumbran a cumplir con ellas sin ni siquiera conocer su obligaci¨®n legal, y sin embargo asumen sin reparo un compromiso moral para con sus hijos. Esto no es ¨®bice para que se produzcan variadas situaciones que ponen en riesgo la integridad f¨ªsica y moral de los menores, por las que acostumbra a actuar el Estado para compensarlas.
Cabe preguntarse, ?fueron los padres de esos menores en situaci¨®n de riesgo responsables, comprometidos y cumplidores con sus obligaciones paterno-filiales? Normalmente enunciamos una respuesta pensando que los padres y madres, y las familias como instituci¨®n, en sus diversas formas, son una categor¨ªa ¨²nica y uniforme. Y nada m¨¢s lejos de la realidad. Los padres y madres, y las familias, al igual que otros colectivos se ven atravesados por ciertas fracturas sociales, que pueden poner en riesgo el cumplimiento de dichas obligaciones. Dichas fracturas pueden ser: la renta, el nivel educativo, la ocupaci¨®n o la clase social. Sin olvidar todo el conjunto de disposiciones interiorizadas que predicen las percepciones, los sentimientos, o las acciones de los sujetos; fruto de la interacci¨®n del individuo con la cultura de grupo y las instituciones sociales (habitus). Todo esto convierte a padres y madres, al igual que a sus descendientes en productos de un contexto social y, en consecuencia, su nivel de responsabilidad estar¨¢ marcado por su propio bagaje social y cultural.
Como resultado de todo lo anterior, y porque cada generaci¨®n reproduce las estructuras esenciales de las generaciones anteriores, nos encontramos ante una sociedad construida sobre los cimientos de un modelo adultoc¨¦ntrico, que no es m¨¢s que una posici¨®n asim¨¦trica y hegem¨®nica de los adultos sobre los menores, donde se subestiman las capacidades de estos para tomar decisiones y para asumir responsabilidades; en la que la interlocuci¨®n con el menor solo es v¨¢lida si se produce a trav¨¦s del adulto; y donde el discurso del menor no existe porque es elaborado por sus mayores, convirti¨¦ndose as¨ª en un sujeto sin voz. Muchas sorpresas nos llevar¨ªamos si pregunt¨¢ramos y acept¨¢ramos sus reflexiones como v¨¢lidas. Y nos sorprender¨ªa saber que son m¨¢s flexibles, m¨¢s emp¨¢ticos y disciplinados de lo que nos imaginamos. Y si tienen alguna duda, por favor preg¨²ntenles.
*Juan Carlos Solano es profesor del Departamento de Sociolog¨ªa de la Universidad de Murcia
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