Cuidar de los ni?os y trabajar en casa: un reto dif¨ªcil en periodo de confinamiento
Unicef, ONU Mujeres y la OIT advierten de que las familias trabajadoras necesitan m¨¢s apoyo y piden un aumento de las medidas de protecci¨®n social, especialmente para los m¨¢s vulnerables
Como la gran ola de la estampa japonesa del pintor Katsushika Hokusai avanza la incertidumbre: sin que podamos hacer nada para contenerla. Observamos en silencio. Pedimos perd¨®n por nuestras quejas. Sabemos, nos dicen, que siempre habr¨¢ alguien peor que nosotros. Que siempre puede ser peor. Y ahora, en una situaci¨®n tan excepcional y grave como la actual, lamentarse de lo propio se traduce de inmediato en culpa. Podr¨ªa ser peor. Podr¨ªamos estar peor. El privilegio de la culpa o la culpa del privilegio. Cuidado con la ola.
Lid¨®n Barber¨¢ es madre de un ni?o de poco m¨¢s de dos a?os y trabajadora aut¨®noma desde hace ocho. Se dedica al marketing online a trav¨¦s de una peque?a empresa que tiene junto a su hermano y un compa?ero. Cuenta que por el momento su principal preocupaci¨®n no es tanto quedarse sin trabajo como las dificultades que encuentra para sacarlo adelante ya que desde el inicio del confinamiento hasta que se ha paralizado toda actividad no esencial en Espa?a ¨Csu pareja segu¨ªa trabajando en industria¨C , ha estado sola la mayor parte del d¨ªa con su hijo. ¡°Las primeras dos semanas de confinamiento han sido laboralmente un infierno. El ni?o tiene dos a?os y medio y, aunque se est¨¢ portando bien, necesita unos ritmos y unas actividades que yo sola, y teniendo que trabajar, no puedo seguir¡±, explica.
Tambi¨¦n est¨¢ siendo dif¨ªcil para Carolina de Dobrzynski. Es madre soltera de una ni?a de nueve a?os y las dos actividades a las que se dedica se han visto gravemente da?adas por la crisis del coronavirus: la producci¨®n de teatro y el marketing; de este ¨²ltimo s¨ª mantiene a media jornada sus funciones en remoto: ¡°Vivo en un piso peque?o, un bajo con muy poca luz, pero lo m¨¢s dif¨ªcil para m¨ª est¨¢ siendo la dispersi¨®n mental que me genera la incertidumbre sin poder dejar de mantener un semblante amable con mi hija. Sostener al ¨¢nimo en esta situaci¨®n es de las tareas m¨¢s duras¡±. Dice tambi¨¦n que tiene mucho miedo de enfermar porque entonces no sabr¨ªa c¨®mo podr¨ªa encargarse de su hija, cumplir el aislamiento en un piso de 40 metros o, incluso, qu¨¦ ocurrir¨ªa si tuviera que ser ingresada. Triple salto mortal para las familias monoparentales.
Sobre lo complejo que resulta precisamente trabajar en casa y cuidar de los hijos en tiempos de confinamiento escrib¨ªa la psic¨®loga Sara Tarr¨¦s un texto en el blog Mam¨¢ psic¨®loga infantil en el que explicaba que si bien es posible trabajar en casa cuando tienes hijos no podemos pretender hacer lo mismo ahora, cuando las circunstancias son tan excepcionales. ¡°La obligaci¨®n de teletrabajar a la que se ven sometidos muchos padres y madres para mantener sus puestos de trabajo a la vez que deben cuidar de sus hijos, atendiendo necesidades acad¨¦micas, f¨ªsicas y emocionales es totalmente inviable puesto que ambas tareas requieren de un gran esfuerzo y atenci¨®n¡±, explica.
Pantallas, culpa y estr¨¦s para un c¨®ctel molotov
El despertador suena para Lid¨®n a las seis de la ma?ana. Salta de la cama directa al ordenador para aprovechar la hora y media que tiene antes de que se levante su criatura. Cuando el peque?o se despierta aprovechan para desayunar juntos, un rato de juego y luego, muy a su pesar, enciende la tele para poder estar frente el port¨¢til sin perderle de vista. ¡°Con lo que hemos renegado de la tele y ahora mi productividad depende de Mickey Mouse y de la Patrulla canina¡±, lamenta. A las 12.30 hacen otro par¨®n y, si hay suerte y su hijo duerme siesta, dispondr¨¢ de poco m¨¢s de una hora y media de concentraci¨®n. ¡°Con un ni?o de esta edad, al menos con mi hijo, es imposible no estar pendiente cada pocos minutos y eso implica no poder atender asuntos que impliquen concentraci¨®n, que son el 80% de mis proyectos¡±.
Una hora m¨¢s tarde que Lid¨®n arranca Carolina su jornada. Aprovecha la primera hora para informarse y organizar su d¨ªa, y cuando su hija se levanta, alrededor de las ocho, desayunan y comienzan con sus tareas ¨Claborales la una, escolares la otra¨C. ¡°Lo primero que hago es revisar los blogs y chats del colegio, buscando las tareas en las cuatro aplicaciones distintas seg¨²n sus materias, y apunto en su agenda los objetivos acad¨¦micos del d¨ªa. Entonces ella empieza su tarea sola y es cuando comienzo con mi jornada de trabajo¡±. Una jornada marcada, seg¨²n cuenta Carolina, por las l¨®gicas interrupciones de su hija cuando necesita que le explique determinadas cosas. ¡°Las interrupciones y la falta de concentraci¨®n en un piso tan peque?o son inevitables. Me enfado y lo paga quien no se lo merece, que es mi hija. El escritorio donde trabajo est¨¢ en el sal¨®n, un sal¨®n sin puertas ya que solo tenemos una puerta en toda la casa, la del ba?o, que es donde a veces me encierro para estar sola un momento y desahogarme¡±. El tiempo vuela, a las dos de la tarde toca hacer la comida y despu¨¦s el ritmo no para: debe revisar y corregir la tarea de su hija. Reconoce que est¨¢n agobiadas. ¡°A mi hija no le da tiempo a terminar todo lo que piden. Ella necesita una gu¨ªa para hacer sus tareas y a m¨ª me cuesta seguir el ritmo del colegio¡±. Cada d¨ªa dedican un breve espacio al juego e inevitablemente otra parte del tiempo es para las pantallas, un momento que Carolina aprovecha para resolver tr¨¢mites burocr¨¢ticos y replantearse seguros y servicios para disminuir gastos. El d¨ªa llega a su fin con alguna rutina de ejercicios juntas, despu¨¦s de los aplausos, y nuevamente toca preparar la cena, limpiar la cocina y poner la lavadora. ¡°Pongo la lavadora por la noche porque es m¨¢s econ¨®mico. Pienso en el gasto que estamos haciendo de suministros, luz, agua, gas, Internet y me angustia la pr¨®xima factura que tendr¨¦ que pagar sin saber cuales son los ingresos en la actualidad¡±, explica preocupada.
Dice tambi¨¦n que no encuentra espacio y predisposici¨®n para hacer con su hija ninguna de las infinitas ofertas de ocio y cultura que le llegan por distintas v¨ªas, algo que le genera una enorme culpabilidad: ¡°S¨¦ que lo mejor que le puedo dar en estos momentos es un espacio de seguridad, amor, alegr¨ªas y est¨ªmulos para sobrellevar la incertidumbre y el encierro. Transmitirle la confianza de que estaremos bien. Pero claro, no puedo con todo¡±. Lid¨®n tambi¨¦n siente el peso de la culpa: ¡°Tengo la sensaci¨®n de estar haciendo mal el trabajo y de no estar atendiendo correctamente a mi hijo. De estar intentando no perder los nervios con ¨¦l mientras me suena el m¨®vil de trabajo. De que no hago manualidades ni juegos de esos que un mont¨®n de familias muestran en Instagram. Siento culpa por no hacer comida como la del cole, sino lo primero que puedo¡±. Se consuela porque dice ver bien a su hijo, que est¨¢ feliz por estar en casa con sus padres. ¡°Hay una parte muy buena en esto y es ¨¦l¡±, dice.
No existe una f¨®rmula ¨²nica para encajarlo todo. Seg¨²n Sara Tarr¨¦s cada familia es diferente, cada ni?o ¨²nico y cada situaci¨®n necesita verse y atenderse de modo diferenciado. Cree que puede ser ¨²til marcar horarios, tiempo para el juego, tareas acad¨¦micas y tiempo para cocinar y aprender de otros modos, pero siempre con flexibilidad. Sin expectativas instagrameras. ¡°La situaci¨®n es excepcional y debemos ser flexibles ¨Cm¨¢s que nunca¨C con nuestros hijos y con nosotros mismos. Lo hacemos lo mejor que podemos, sentirnos culpables por dejarles ver algo m¨¢s la tele o jugar un poco m¨¢s de la cuenta con las videoconsolas no nos ayuda a ninguno¡±. ?C¨®mo afecta a nivel psicol¨®gico a las familias el confinamiento? Responde la psic¨®loga que ante esta situaci¨®n de peligro real se activa una emoci¨®n totalmente natural, universal y primaria como es el miedo. ¡°Es precisamente el miedo la base sobre la que se asienta la ansiedad, un sentimiento que a medida que se intensifica y prolonga en el tiempo provoca mucho malestar en aquellos que la padecen, llegando a producir diferentes tipos de trastornos como la ansiedad o la depresi¨®n¡±, sostiene.
Adem¨¢s, los ni?os en estos momentos necesitan a su familia. Recuerda la autora del blog Mam¨¢ psic¨®loga infantil que no estamos de vacaciones sino confinados, y que por muy bien que deseemos llevarlo los ni?os se dan cuenta de que algo est¨¢ sucediendo. ¡°Aunque creamos que todo est¨¢ bien en ellos debemos recordar que los ni?os expresan sus emociones de modos distintos a los nuestros. Puede que necesiten que les abracemos m¨¢s, que les prestemos m¨¢s atenci¨®n, que nos sentemos con ellos a ver una pel¨ªcula¡ Algo que es muy dif¨ªcil si eres freelance o aut¨®nomo o debes continuar teletrabajando porque las ayudas del Gobierno no nos contemplan¡±. Insiste en que hay algo que no debe escaparse ni perderse de vista y es que si el teletrabajo que realizamos es muy exigente, y a la vez deben atenderse las necesidades de nuestros hijos e hijas sin que haya otro adulto encargado de ello, el teletrabajo podr¨ªa convertirse en un tipo de maltrato o forma de violencia hacia la familia. ¡°Aunque esto suene muy grave es una cuesti¨®n que deber¨ªamos visibilizar. Cuando el teletrabajo es exigente y poco flexible, la convivencia en espacios reducidos por un tiempo prolongado se vuelve muy dif¨ªcil y los v¨ªnculos entre padres e hijos se resienten mucho. Quiz¨¢s como sociedad deber¨ªamos tener m¨¢s cuenta estas situaciones y da?os colaterales de la pandemia de las que poco se est¨¢ hablando¡±, mantiene.
Medidas para las familias trabajadoras
Unicef, ONU Mujeres y la OIT advert¨ªan el pasado 27 de marzo de que las familias trabajadoras necesitan m¨¢s apoyo para poder minimizar las consecuencias negativas sobre los ni?os, y hac¨ªan un llamamiento a los Gobiernos para que aumenten las medidas de protecci¨®n social, especialmente en el caso de las familias vulnerables. Tambi¨¦n han lanzado algunas recomendaciones para que las empresas recuerden la importancia de las buenas pr¨¢cticas y refuercen el apoyo a los trabajadores durante el periodo de confinamiento.
Para Blanca Carazo, responsable de Programas Unicef Espa?a, es necesario asumir por parte de empresarios y trabajadores que el ritmo y las condiciones de trabajo no pueden ser los mismos cuando se debe compaginar con el cuidado de hijos y familiares, y por tanto ¡°es fundamental la revisi¨®n de objetivos, tareas y un alto grado de flexibilidad y empat¨ªa¡±. Por otra parte, recuerda que tambi¨¦n hay muchas ocupaciones ¨Cformales e informales¨C en las que el teletrabajo no es una posibilidad y que los aut¨®nomos y trabajadores freelance est¨¢n entre los colectivos de mayor riesgo en cuanto a la p¨¦rdida de ingresos y la falta de cobertura: ¡°En estos casos solo un sistema de protecci¨®n social adecuado y dotado de recursos extraordinarios puede mitigar la vulnerabilidad de la crisis en estas familias¡±.
En el caso de las familias con un solo progenitor, desde Unicef y desde las asociaciones de familias monoparentales reclaman que sean consideradas de forma espec¨ªfica en los planes de apoyo y protecci¨®n social. ¡°La vulnerabilidad y precariedad que ya sufr¨ªamos las familias monoparentales nos ha estallado en las manos, ya est¨¢bamos al l¨ªmite y esto nos ha terminado de tumbar¡±, lamenta Carolina de Dobrzynski. Para estas familias reducir el tiempo de trabajo, y con ello el sueldo, es una quimera. ¡°Se necesitan permisos retribuidos al 100% que den respuesta a las familias que no tienen la opci¨®n a repartir las tareas del hogar y no podemos acogernos a las medidas de conciliaci¨®n. Si el estado de alarma se prolonga ser¨¢ imposible mantener nuestros trabajos, pero seguimos sin un reconocimiento estatal a lo que es una familia monoparental, algo que llevamos d¨¦cadas reclamando¡±, concluye.
La incertidumbre siempre ha estado ah¨ª, avanza hacia nosotros y recula, avanza y recula. Pero con la crisis por coronavirus, que ha hecho tambalear nuestras rutinas, nuestros privilegios y nuestra econom¨ªa, ha crecido. Quiz¨¢s por todo lo anterior es tan leg¨ªtimo quejarse, porque la queja tambi¨¦n es una forma de hacer visible los esfuerzos invisibles. Las familias invisibles. El miedo a ser engullidos por la ola gigante de la que ni siquiera las monta?as pueden escapar.
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