El problema de la chaqueta de Pablo Iglesias no es que sea de Zara (o c¨®mo elegir una americana)
M¨¢s all¨¢ de las pol¨¦micas por la marca del traje y dilemas sobre la vestimenta y la ideolog¨ªa, el verdadero 'quid' de la cuestion en la americana del vicepresidente segundo (y en la de cualquiera) est¨¢ en el corte
En los ¨²ltimos tiempos la imagen de Pablo Iglesias se ha transformado. El vicepresidente segundo y ministro de Asuntos Sociales y Agenda 2030 del Gobierno ha adoptado nuevas prendas acordes con el c¨®digo indumentario del Congreso y con su actividad institucional, pero de vez en cuando aflora la pol¨¦mica. A veces tienen que ver con la marca que lleva ¨CZara, en las ¨²ltimas semanas¨C y a veces con el modo en que viste las prendas. Otras veces los argumentos entran directamente en el terreno pol¨ªtico ¨C?comprar seg¨²n qu¨¦ marcas es un acto ideol¨®gico?¨C y algunos argumentos rozan el clasismo. ?Tiene soluci¨®n el laberinto indumentario de Pablo Iglesias? A continuaci¨®n, algunos argumentos para destramar uno de sus puntos nucleares: las chaquetas que lleva, c¨®mo le sientan, y c¨®mo podr¨ªan sentarle mejor.
Analizar (y aconsejar sobre) el estilo de Pablo Iglesias puede parecer una frivolidad, pero m¨¢s fr¨ªvolo es que, en tiempos de gravedad, emergencia y crisis, los pol¨ªticos tengan que estar defendi¨¦ndose por el corte de su chaqueta
Aclaraci¨®n preliminar: el problema no es Zara
Uno de los puntos de la pol¨¦mica viene por el hecho de que la chaqueta proceda de la firma m¨¢s conocida de Inditex. Sin entrar en m¨¢s zarandajas, y por ce?irnos a lo que aqu¨ª nos ocupa, aclaramos que no, que el problema no es Zara. Una chaqueta de 70 euros no tiene por qu¨¦ quedar peor que una de 700. Puede que envejezca peor, que tenga una vida m¨¢s corta o que no aguante demasiadas visitas al tinte, pero en cuesti¨®n de corte y tallaje, que es lo esencial para que una chaqueta quede bien, no influye demasiado. Por otro lado, Zara tiene uno de los equipos de dise?o m¨¢s amplios, especializados y al d¨ªa del mundo. Visten a millones de hombres, y no pueden permitirse un patr¨®n que quede mal. Conclusi¨®n: Zara, s¨ª. Esta chaqueta de Zara para este hombre, tal vez no.
La importancia del corte
En primer lugar, conviene recordar que la sastrer¨ªa masculina es una especie de precedente del Photoshop. El traje de hombre se cre¨® en un periodo hist¨®rico, a finales del siglo XIX y principios del XX, en que sus usuarios no sol¨ªan practicar deporte ni cuidar excesivamente su alimentaci¨®n. Es decir, una ¨¦poca de barrigas m¨¢s que incipientes y espaldas encorvadas que hab¨ªa que domar a base de arquitectura. La chaqueta masculina, con sus entretelas, sus estructuras internas, solapas, aberturas, botonaduras y hombreras, naci¨® como una especie de armadura para crear una silueta homog¨¦nea y respetable. La clave, para el sastre cl¨¢sico, era que nadie pudiera adivinar las peculiaridades f¨ªsicas de un hombre vestido con traje. Por eso la sastrer¨ªa es mucho m¨¢s que patronaje, y por eso los sastres pasan a?os afinando la mirada hasta desarrollar un oficio complicad¨ªsimo. As¨ª que un traje, sea industrial o artesanal, comprado en Zara o hecho a medida en un taller de Savile Row por varios miles de libras, deber¨ªa siempre ser un aliado del hombre, no un enemigo.
La chaqueta y la discordia
Iglesias es un hombre delgado y esbelto. Por eso no tiene problema en desabrochar la chaqueta y permitir que se vea la camisa por dentro del pantal¨®n, porque no tiene barriga que disimular. Su mayor peculiaridad f¨ªsica, sin embargo, est¨¢ en su postura. Tiende a subir los hombros y a echarlos hacia atr¨¢s, arqueando la espalda y adelantando el cuello. No es una excepci¨®n ni nada poco habitual: a muchos nos pasa. La americana gris que emple¨® en la comparecencia p¨²blica en que explic¨® las medidas destinadas a aliviar el confinamiento de ni?as y ni?os tiene un problema fundamental: hombreras. O, mejor dicho, un hombro demasiado armado que, unido a su postura, genera una sensaci¨®n extra?a. Como si la chaqueta no asentara demasiado bien. Como si la llevara simplemente encima. Sobra tela y sobra volumen. Iglesias tiene el cuello y el rostro delgado, y ese contraste empeque?ece su cabeza a¨²n m¨¢s. No es un hombre con un chaqueta, sino un hombre enterrado por una chaqueta. La buena noticia es que tiene f¨¢cil soluci¨®n. Antes de ir a ella, sin embargo, conviene prestar atenci¨®n a otro elemento disruptivo: la camisa.
Otra decepci¨®n: Pablo Iglesias ya no compra la ropa en Alcampo sino en Zara: pic.twitter.com/PHrZm8efy2
— Javier Rivas (@jrivascuellar) April 22, 2020
Uno de los tuits que se hicieron eco de la an¨¦cdota de la chaqueta de Zara que llevaba Pablo Iglesias en el congreso.
El dilema de la camisa
Prescindir de la corbata y de otros s¨ªmbolos de la vestimenta formal fue una de las batallas simb¨®licas que Iglesias guerre¨® en el terreno indumentario desde el principio. Durante mucho tiempo hizo sus apariciones p¨²blicas con camisas de corte entallado. Desde que es vicepresidente, lleva adem¨¢s traje. Casi nunca corbata. Volvamos a su intervenci¨®n de esta pasada semana. Para combinar con el traje gris claro, Iglesias eligi¨® una camisa blanca. En t¨¦rminos crom¨¢ticos, es irreprochable. De hecho, es una combinaci¨®n bonita y contempor¨¢nea, m¨¢s actual que la gama de azules que suele dominar en las bancadas del Congreso. Tiene corte slim fit, entallado, que Iglesias puede permitirse y que, adem¨¢s, es todo un signo de los tiempos: cuando reabran las tiendas, pruebe a encontrar en Zara o en cualquier otro sitio una camisa con corte recto, no entallado, y ver¨¢ que no hay tantas.
En todo caso, el problema no est¨¢ ah¨ª, sino en el cuello. Iglesias lleva una camisa blanca de vestir con cuello italiano, que es un cuello en el que las solapas se abren en un ¨¢ngulo generoso para hacer hueco a un nudo de corbata igualmente generoso. Sin embargo, si se prescinde de corbata y se desabrocha el primer bot¨®n, el cuello se pierde, abrumado y ninguneado, bajo el cuello de la chaqueta. El popel¨ªn, ese tipo de algod¨®n fino y suave que se emplea en camiser¨ªa, queda aplastado, mustio. Y el cuello de la camisa, que deber¨ªa realzar la silueta creada por una chaqueta bien encajada, pierde su raz¨®n de ser.
Un par de sugerencias
En conclusi¨®n, el problema de Iglesias y su aprendizaje sartorial tiene f¨¢cil soluci¨®n. Hace bien en elegir trajes de tejidos finos, pero deber¨ªa probar con chaquetas desestructuradas, con hombros poco armados ¨Ces decir, sin hombreras¨C que se adapten con naturalidad a su silueta. Las camisas, si el objetivo es llevarlas sin corbata, deber¨ªan ser de tejidos algo m¨¢s recios ¨Cpor ejemplo, tipo Oxford¨C o, por lo menos, con cuellos m¨¢s cerrados y estructurados. En ocasiones que no requieran especial etiqueta, la soluci¨®n podr¨ªa ser una camisa de cuello abotonado, menos formal pero mucho m¨¢s favorecedora. Ninguna de estas prendas es dif¨ªcil de encontrar, porque son b¨¢sicos disponibles en cualquier tienda de ropa de hombre m¨ªnimamente surtida. Una pista extra: en caso de duda, vaya a comprar acompa?ado y pida consejo al personal de la tienda. Todo esto puede parecer una frivolidad, pero m¨¢s fr¨ªvolo es que, en tiempos de gravedad, emergencia y crisis, los pol¨ªticos tengan que estar defendi¨¦ndose por el corte de su chaqueta.
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