Desconfianza tecnol¨®gica
Confinados, hiperconectados y recelosos ante la democracia digital y el uso de los m¨®viles para controlar la pandemia
Crece a toda velocidad nuestra vida digital, tanto como se limita nuestra libertad de desplazamiento. Las redes sociales se han convertido en un patio de vecinos global en el que se cruzan conversaciones y peleas. Confinados e hipercomunicados. Muy propio de los seres contradictorios y discutidores que somos. Lloramos por las tiendas de barrio pero alimentamos el comercio electr¨®nico. Apreciamos el aire puro pero a?oramos los vuelos low cost. Nos aferramos al teletrabajo pero dependemos del esfuerzo f¨ªsico de quienes se desplazan y atienden las tareas m¨¢s peligrosas, en los hospitales especialmente. Queremos evitar el virus pero recelamos de la Administraci¨®n que cuida de nuestra salud colectiva.
Est¨¢ en nuestra esencia: queremos una cosa y la contraria. Acariciamos el tel¨¦fono mientras reprimimos el impulso conservador que quiere tirarlo por la ventana de nuestro confinamiento. No queremos perder las libertades ni el derecho de voto, pero sospechamos de las urnas electr¨®nicas. Pedimos la protecci¨®n de nuestra salud pero nos fastidia que nuestros tel¨¦fonos puedan servir para vigilar nuestros comportamientos.
Lo queremos todo, tal como recogen tantos idiomas en sus dichos populares: la mantequilla y el dinero de la mantequilla, comer el pastel y seguir teni¨¦ndolo, repicar e ir a la procesi¨®n. Este capitalismo voraz y desenfrenado nos ha criado como ni?os consentidos. Antes con las vacas gordas y ahora con las vacas flacas, alguien ¡ªlos pol¨ªticos, el Estado, una naci¨®n o algo sagrado, Europa, los partidos¡ª tiene que traernos resuelto el problema. Anarquistas en la opulencia, estatalistas en la miseria.
Todo dispuesto para seguir en la minor¨ªa de edad. De atender a las cr¨ªticas solemnes contra la tecnolog¨ªa digital, ya sea para controlar el coronavirus, ya para ir a votar, se dir¨ªa que nos hemos rendido antes de luchar, paralizados por las amenazas apocal¨ªpticas. ?Permitiremos por aversi¨®n a la tecnolog¨ªa digital la paralizaci¨®n de la democracia y de sus instituciones, el Estado de derecho, las elecciones, los debates parlamentarios y el control de los Gobiernos? ?Descartaremos la persecuci¨®n de los virus desde nuestros tel¨¦fonos m¨®viles desde la convicci¨®n pusil¨¢nime de nuestra incapacidad para avanzar contra las pandemias sin entregar nuestros datos a los excesos de un Leviat¨¢n todopoderoso?
Nada est¨¢ ganado de antemano. La democracia es el combate por la democracia, como la salud el combate por la salud. No desconfiamos de la tecnolog¨ªa, sino de nosotros mismos.
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