Se busca consumidor valiente
La autora invita el lector a sumarse a un proceso de cambio global como ciudadano que consume
En el inicio de una nueva crisis, no he podido evitar tener un d¨¦j¨¤-vu, de un post que publiqu¨¦ en 2013 sobre los efectos de la anterior: ?Quien pueda que consuma! nos ped¨ªan entonces despu¨¦s de acusarnos de endeudarnos por encima de nuestras posibilidades.
Nos espera una crisis mucho m¨¢s grave y sin precedentes, una crisis que muchos alertaban que se acercaba desde hace a?os, pero por cambio de paradigma, de modelo productivo, el avance de la rob¨®tica y los ordenadores cu¨¢nticos. La covid-19 lo ha acelerado todo.
?Qu¨¦ nos van a pedir ahora como Ciudadanos-Consumidores cuando salgamos del confinamiento?
Es previsible que nuevamente nos van a llamar al consumo masivo: Lo ir¨®nico es que durante el confinamiento la econom¨ªa va mal porque nos limitamos a comprar lo que realmente necesitamos.
El mercado solo se acuerda de nosotros para compartir las p¨¦rdidas. Sin embargo, cuando todo va bien nadie recuerda aplicar la solidaridad en el reparto de los beneficios, ni tan solo en reforzar el sistema p¨²blico que nos beneficia a todos.
As¨ª nos encontramos la mayor¨ªa, en el mejor de los casos, afrontando esta nueva crisis con sueldos y estabilidad laboral altamente debilitada, pero sabi¨¦ndonos resilientes, vocablo que aprendimos en la anterior crisis.
Si defendemos el consumo como acto pol¨ªtico, como la oportunidad de ejercer democr¨¢ticamente justicia reparadora, reforzando econom¨ªas locales, productos sostenibles o premiar empresas con finalidad social, parece parad¨®jico que justamente los sectores m¨¢s afectados por la injusticia del mercado sean los que menos pueden ejercer esta libertad. No es como una persona, un voto. Nuestra capacidad para consumir nos empodera o nos deja a expensas de los que pueden hacerlo.
Lo que no han conseguido los ecologistas en d¨¦cadas, tal vez lo consiga este virus
Ahora nos han obligado a parar, a echar el freno en seco, ?por qu¨¦ no aprovecharlo para cambiar algunas cosas que no funcionaban en el modelo?, cambiar de costumbres como sociedad, cambiar nuestros h¨¢bitos de consumo: ?Es necesario coger un vuelo cada festivo? ?Comprar tanta ropa? ?Cambiar de m¨®vil cada dos a?os? ?Producir todo fuera? ?Hacernos tan y tan dependientes de otros pa¨ªses? Lo que no han conseguido los ecologistas en d¨¦cadas, tal vez lo consiga este virus. Parece que la naturaleza se siente agradecida de que ya no estemos en activo.
No soy demasiado optimista en que libremente tomemos el camino correcto, pero parece bastante probable que aunque nosotros no escojamos ser sostenibles y volar menos, no todas las compa?¨ªas a¨¦reas resistir¨¢n, bajar¨¢ la oferta de vuelos y ¨¦stos se encarecer¨¢n. Por lo que todos no podremos volar como antes a medio plazo, y eso tambi¨¦n afecta al turismo y a la cultura. Buen momento para replantear qu¨¦ tipo de turismo queremos y en qu¨¦ volumen para garantizar el equilibr¨ªo.
?Crecer y crecer como objetivo ¨²nico en la econom¨ªa es siempre bueno y necesario? En el siglo XX la teor¨ªa econ¨®mica nos vend¨ªa un dogma sobre la desigualdad: ¨¦sta tiene que empeorar antes de que pueda mejorar y el crecimiento (a la larga) lo nivelar¨¢ todo. Queda demostrado que no ha sido as¨ª, entonces para qu¨¦ crecer si como sociedad no nos beneficia. No podemos volver a caer en viejas f¨®rmulas.
Tal vez lleg¨® por fin el momento de tomar en serio a los grandes te¨®ricos del decrecimiento, como Serge Latouche que alentaba ya entonces el pensamiento creativo frente a la econom¨ªa del Absurdo. Socialmente, todos lo tenemos muy integrado y cuesta desengancharse. A priori puede sonar bien, pero formamos parte de una sociedad en que quien m¨¢s gana, quien tiene la casa m¨¢s grande, quien se va de vacaciones m¨¢s lejos, quien da mejores estudios a sus hijos, es el triunfador, y nos han programado para querer triunfar.
La imagen de lo p¨²blico se ha ido degradando las ¨²ltimas d¨¦cadas, con recortes y privatizaciones, y nos han intentado inculcar que lo privado es la opci¨®n escogida por los triunfadores: Educaci¨®n, Sanidad, las pensiones y hasta la televisi¨®n debes consumirla de pago. Debemos pagar por todo, doblemente, lo que nos empobrece todav¨ªa m¨¢s. La meta de ser triunfadores es inalcanzable con nuestros sueldos y nos genera frustraci¨®n e infelicidad. Debemos cambiar de valores y debemos cambiar globalmente, llamando triunfadores a los que logren encontrar el equilibrio y sean felices.
No todo al parar ha sido malo. Como ciudadanos, hemos perdido en Libert¨¦, pero hemos ganado en Fraternit¨¦, que justamente es, de las tres, la que ten¨ªamos m¨¢s en el olvido. L¨¢stima que una parte de Europa sigue sin estar a la altura de sus ciudadanos. El individualismo que nos hab¨ªan inculcado vemos que no funciona. En situaciones adversas, es mejor sumar esfuerzos y reforzarnos como comunidad. Las ¨²ltimas semanas he tenido ocasi¨®n de conocer a los vecinos de los edificios que me rodean. Comparto con ellos los aplausos y nos sentimos pr¨®ximos por que esto nos est¨¢ uniendo. Sabemos que solos no sobrevivir¨ªamos y que ahora debemos quedarnos en casa, sobre todo para proteger a nuestros mayores.
Estamos en un proceso de cambio, valorando cosas que antes no ten¨ªamos tiempo para valorar. Espero que no se nos olviden igual de r¨¢pido. Las profesiones peor pagadas, las de cuidados, realizadas mayoritariamente por mujeres, hasta ahora invisibilizadas, se est¨¢n mostrando como realmente esenciales y es que la distribuci¨®n del dinero es amoral por no premiar a quien m¨¢s contribuye al bien com¨²n. Ahora lo sabemos, de hecho ya lo sab¨ªamos, pero ahora nos indigna y la indignaci¨®n puede ser la chispa necesaria si nos apresuramos, un buen inicio para decrecer y valorar lo importante, antes de que el conformismo vuelva a hacer mella en nosotros.
Este cambio s¨®lo podemos promoverlo desde abajo, con valent¨ªa, empezando por decir ¡°no lo necesito¡±, a exigir que los servicios p¨²blicos sean de calidad y con suficientes recursos. C¨®mo ciudadanos europeos, es necesario que creamos y defendamos nuestro modelo por encima de modelos autoritarios que nos venden ahora como mas eficientes. Parece que algunos no se dan cuenta que realmente lo que esta juego son nuestros valores. Debemos ser valientes para no caer en el miedo.
El siglo XXI exige un objetivo econ¨®mico mucho m¨¢s ambicioso y global, partiendo de los objetivos del milenio para preguntarnos qu¨¦ mentalidad econ¨®mica nos dar¨ªa la posibilidad de lograrlos: satisfacer las necesidades de todos asumiendo las capacidades del planeta, tal como plantea Kate Raworth, autora de la Econom¨ªa Rosquilla.
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