Borja S¨¦mper: ¡°No acept¨¦ que me dijeran c¨®mo ser vasco. Tampoco que me digan c¨®mo ser espa?ol¡±
A comienzos de a?o dijo adi¨®s a la pol¨ªtica. Este tipo de derechas que consigue caer simp¨¢tico a ambos lados del espectro, se siente ahora m¨¢s ¨²til en la empresa privada que en las instituciones
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Pod¨ªan haber sido dos petardos, como pens¨® inicialmente, pero fueron dos tiros. Un adolescente Borja S¨¦mper (Ir¨²n, 1976) volv¨ªa una tarde a casa cuando escuch¨® un violento ¡°?pa-pa!¡±. Sigui¨® caminando. Unos 200 metros despu¨¦s, un cuerpo tendido en la calle rodeado de un charco de sangre. Era un polic¨ªa nacional asesinado por ETA. Ah¨ª comenzaron las preguntas. ¡°?Y a este se?or por qu¨¦ lo han matado??y qui¨¦nes son estos otros para erigirse en verdugos de nadie?¡±. Una inquietud que, unida a la influencia de Gregorio Ord¨®?ez ¡ªteniente de alcalde de los populares en San Sebasti¨¢n asesinado por la banda terrorista en 1995¡ª, precipit¨® su afiliaci¨®n a las Nuevas Generaciones del PP sin haber cumplido siquiera la mayor¨ªa de edad.
"A mis hijos tengo que contarles las verdad, con crudeza, pero intentando que esa verdad no les condicione. No quiero que odien a nadie. No quiero que tengan rencor"
Ese es el punto de partida de una larga carrera pol¨ªtica con sello propio (plural, moderno, dialogante) que finaliz¨® el pasado enero, cuando dimiti¨® de todos los cargos que ostentaba en el partido. Aleg¨® razones familiares, pero no ocult¨® su desencanto con el clima de ¡°confrontaci¨®n permanente¡±. Una cr¨ªtica que tambi¨¦n traslada a la gesti¨®n de la actual crisis sanitaria. ¡°Me hubiera gustado ver menos intentos por arrimar el ascua a la sardina de cada uno y m¨¢s generosidad, transparencia y eficacia. Espero que aprendamos la lecci¨®n, porque, antes o despu¨¦s, llegar¨¢n retos similares¡±. Por delante, si la pandemia lo permite, una nueva vida en Madrid junto a su pareja, la actriz B¨¢rbara Goenaga, y los hijos de ambos. Y un alto puesto en la consultora Ernst & Young (EY).
?Qu¨¦ hace un expol¨ªtico aficionado a la poes¨ªa trabajando para una macroconsultora? Aplicar a la empresa privada los conocimientos y la experiencia obtenida en pol¨ªtica. Es una manera de seguir contribuyendo al progreso de mi pa¨ªs sin perder de vista el inter¨¦s p¨²blico.
Le han contratado como director de relaciones institucionales. Suena suculento, pero algo gris. Pues tiene una paleta de colores muy amplia. EY quiere ser algo m¨¢s que una gran consultora. Estamos intentando demostrarle a la gente que hay un capitalismo humano, adaptado al siglo XXI y a las nuevas exigencias sociales.
?Y toda esta labor de desarrollar estrategias de optimizaci¨®n para empresas le excita tanto como su anterior trabajo? A m¨ª la pol¨ªtica siempre me va a interesar. Lo que ya no me interesa es la vida partidista, que no es lo mismo. Reconozco que viv¨ª un periodo ¨¦pico o que me toc¨® hacer algo que para m¨ª era extraordinario: superar el miedo para defender en libertad unas ideas. Esto no me hace ni mejor ni peor, pero s¨ª que me da una visi¨®n de la realidad muy particular, que es la que traigo al mundo de la empresa. Ausencia de sectarismo, priorizar las preocupaciones y los retos que de verdad tenemos, intentar despejar lo superfluo para centrarnos en lo importante.
?Y qu¨¦ es lo importante para usted? En esta primera resaca de la globalizaci¨®n en la que estamos, hay un reto fundamental: decirle a la gente que su miedo no se responde con m¨¢s miedo, sino con serenidad. Las ideolog¨ªas, aun siendo importantes, son menos importantes que las buenas ideas. El mundo se ha transformado tanto que las referencias que nos daban seguridad antes, ya no existen. Y esto, lejos de ser una amenaza, es una oportunidad. Desde el cambio clim¨¢tico a la digitalizaci¨®n, pasando por una transformaci¨®n necesaria en la educaci¨®n. Y ah¨ª, adem¨¢s de los poderes p¨²blicos, las empresas son nuestros actores m¨¢s relevantes. Son quienes interact¨²an en ese mundo complejo. Una de las dudas que ten¨ªa era si iba a ser capaz de adaptarme a la vida fuera del foco pol¨ªtico. Y no es que me haya adaptado, es que me siento m¨¢s ¨²til en la empresa privada. Lo cual para m¨ª dice poco de las oportunidades que da la pol¨ªtica para transformar la realidad.
?Qu¨¦ est¨¢ fallando, entonces, m¨¢s all¨¢ de lo bronco del debate p¨²blico? No me gustan nada los pol¨ªticos que se van y se dedican a hablar mal de la pol¨ªtica. Sigue habiendo gente extraordinaria en las instituciones. El problema es el momento en el que estamos. De confusi¨®n, de alteraci¨®n de valores y prioridades. De miedo y de enfado.
"El nacionalismo es t¨®xico. Divide. Nos empobrece. Y nos obliga a adaptarnos a su canon para ser aut¨¦nticos vascos, catalanes o espa?oles"
?Y c¨®mo se combate ese mensaje pol¨ªtico que se dirige a las v¨ªsceras de los ciudadanos? Con la pol¨ªtica de la sensatez. Una de las grandes responsabilidades que tienen quienes hacen pol¨ªtica institucional es no alimentar los instintos bajos de la sociedad. El nacionalismo es t¨®xico. Divide. Nos empobrece. Y nos obliga a adaptarnos a su canon para ser aut¨¦nticos vascos, catalanes o espa?oles. La ¨²nica diferencia que hay entre ellos es el color de la bandera que ondean. En todo lo dem¨¢s, se parecen much¨ªsimo. No acept¨¦ nunca que me dijeran c¨®mo ser vasco. Tampoco acepto que me digan c¨®mo ser espa?ol.
En 1997, ETA plane¨® matarle peg¨¢ndole un tiro en la facultad de Derecho en la que estudiaba. Seg¨²n usted mismo dijo, se libr¨® porque ese d¨ªa no fue a clase. ?Era consciente del peligro real que corr¨ªa? No. La mente humana es extraordinaria. Te proporciona herramientas para superar determinadas circunstancias. A veces hay que utilizar trucos, y uno consist¨ªa en no creer que te pudiera pasar a ti. Eso s¨ª, poniendo todas las medidas a tu alcance para que no te pasara. Ten¨ªas que ser capaz de no dejarte arrastrar por la sugesti¨®n y que eso te convirtiera en un tipo gris. Porque ETA te pod¨ªa matar o amargar la existencia.
?C¨®mo se lo explica a sus hijos? Hay que contarles la verdad, con crudeza, pero intentando que esa verdad no les condicione. No quiero que mis hijos odien a nadie. No quiero que tengan rencor.
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