D¨ªas de pandemia en La Zarzuela
Esta es la cr¨®nica de c¨®mo se ha vivido la crisis de la covid-19 en la Jefatura del Estado, del reto de ser Rey en tiempos excepcionales. Y tambi¨¦n de dos meses y medio de confinamiento en el hogar de un matrimonio con dos hijas.
Este abril ha sido uno de los m¨¢s lluviosos que se recuerda en Madrid. La naturaleza est¨¢ en todo su esplendor. El camino que conduce desde el primer control de seguridad de La Zarzuela hasta el palacio aparece bordeado por una espl¨¦ndida vegetaci¨®n y por ciervos que lo atraviesan con parsimonia. Aqu¨ª en apariencia nunca cambia nada. Pero en la entrada de la Jefatura del Estado ya se detecta que no es lo mismo. Los circunspectos guardias civiles van cubiertos con mascarillas y guantes negros de l¨¢tex. El DNI se entrega al agente con el brazo al m¨¢ximo de su extensi¨®n para mantener la distancia social. El coche gris h¨ªbrido que te transporta desde ese punto de vigilancia hasta el coraz¨®n del complejo real, oculto en el inmenso monte de El Pardo, propiedad de Patrimonio Nacional, incorpora mamparas de separaci¨®n de metacrilato. El silencioso conductor uniformado que no abre la boca ante un m¨ªnimo intento de charla lleva la mascarilla ajustada hasta cortarle la respiraci¨®n.
Circulamos lento y en soledad en un ambiente que produce somnolencia. Cuatro kil¨®metros m¨¢s adelante, casi al final del recorrido, se adivinan entre las copas de los ¨¢rboles las tejas de la casa de los Reyes colgada en un promontorio a un kil¨®metro del palacio. Es el inmueble m¨¢s invisible dentro de la invisibilidad que impera en este lugar. El lugar m¨¢s herm¨¦tico de La Zarzuela. Nunca se emplea para actos oficiales. Apenas para alguna t¨ªmida grabaci¨®n sobre su vida diaria. Se pretende que sea un hogar en el que vive una familia de cuatro. M¨¢s a¨²n en tiempos de pandemia. Aseguran en este lugar que sus moradores ¡°son muy de respetar los dictados de las autoridades, y en este caso eso quiere decir que abuelos, primos y dem¨¢s familia, cada uno en su casa¡±.
Una familia que lleva confinada desde el 13 de marzo con m¨ªnimas y muy meditadas salidas oficiales (solo diez, de las que cinco las ha realizado el Rey en solitario hasta el 20 de mayo y una la Reina sola, a la Cruz Roja). Que se levanta a las 7.30 y come pasadas las dos de la tarde. Y donde cada uno de sus miembros afronta en este tiempo extra?o la misi¨®n que tiene encomendada, ya sea por la Constituci¨®n, por la vida o por su edad: entrevistarse con el presidente del Gobierno (hoy es martes, d¨ªa de despacho, y lo har¨¢n telem¨¢ticamente, como durante toda la crisis); apoyar, por parte de la Reina y por videoconferencia, a una fundaci¨®n de da?o cerebral o, en el caso de sus hijas adolescentes, sacar adelante la ESO con el colegio cerrado desde el d¨ªa 11 de marzo, pero conect¨¢ndose con ¨¦l desde primeras horas de la ma?ana. Sin ninguna ayuda escolar extra, pero con unos padres que intentan echarles una mano en las tareas en ingl¨¦s, un comentario de texto o una presentaci¨®n de historia. Y una madre que se afana en que no est¨¦n todo el d¨ªa enganchadas a la tableta y lean libros e, incluso, se sumerjan en la cocina. Algo que la hija peque?a, Sof¨ªa, borda. Es una familia que habla mucho, se acuesta temprano y, si no hay ning¨²n contratiempo, termina la jornada con una pel¨ªcula. Cada noche elige el t¨ªtulo uno de sus miembros. Es una batalla entre aficionados al cine: una hija apuesta por las sagas de Marvel y Star Wars; otra, por dramas y ciencia-ficci¨®n; el padre, por la acci¨®n y los thrillers. Y la madre desempe?a el papel de intelectual intentando sugerir t¨ªtulos m¨¢s culturetas. No siempre se impone.
Alguien que los conoce relata su estado de ¨¢nimo durante este tiempo de pandemia y aislamiento: ¡°Como todas las familias de este pa¨ªs, en estos dos meses muy largos han estado (y est¨¢n) m¨¢s juntos que nunca. El padre, la madre y las hijas. Solos. Con la misma sensaci¨®n que se est¨¢ viviendo en todas las casas de este pa¨ªs: de mayor uni¨®n, de ser un equipo, de tirar para adelante. Y el mismo desasosiego que el resto, ante las circunstancias que se iban viviendo durante estas 10 semanas¡±.
Han pasado momentos especialmente tristes, como cuando sali¨® a la luz la situaci¨®n dram¨¢tica de los ancianos en algunas residencias: ¡°Les dej¨® con un desaliento y una tristeza hondos; les dur¨® mucho tiempo esa sensaci¨®n amarga y ese nudo en la garganta¡±. Eran aquellos d¨ªas, a comienzos de abril, en que se contabilizaban m¨¢s de 900 fallecidos cada jornada. Y muchos directores de hospital de toda Espa?a les explicaban d¨ªa y noche por videoconferencia, sobre el terreno, en tiempo real, que las estaban pasando canutas, que ten¨ªan un millar de ingresos diarios; que estaban sobrepasados. Y sin embargo, cuentan en La Zarzuela, esos sanitarios les atend¨ªan con entereza y el mejor de sus ¨¢nimos. Y les ped¨ªan que en el futuro lucharan por la ¡°atenci¨®n primaria¡±. En este tiempo, los Reyes han hablado con m¨¢s de 50 hospitales de todas las comunidades aut¨®nomas. Charlas largas que les han proporcionado un mapa muy preciso de la evoluci¨®n de la pandemia por tiempos y territorios. Y sin filtros. Los Reyes, sus interlocutores y un bloc de notas. Ninguna de esas llamadas se ha grabado.
Antes de llegar a nuestro destino se cruza un puentecillo de piedra sobre el casi desbordado por las lluvias arroyo Trofa. Aqu¨ª hay otro punto de control. Esta vez, a cargo de la Guardia Real. Hay muchos menos guardias que en otras ocasiones. Gran parte de sus 1.500 efectivos ya no rinden honores a cada paso ceremonial que da el Rey; est¨¢n en la calle, desinfectando residencias y luchando contra el coronavirus en el marco de la Operaci¨®n Balmis. Felipe VI lo decidi¨® el 23 de marzo durante una entrevista con la ministra de Defensa, Margarita Robles. Y unos d¨ªas despu¨¦s hizo lo propio con los miembros del Servicio de Seguridad de la Jefatura del Estado, compuesto seg¨²n diversas fuentes (porque la Casa del Rey no aporta datos) por m¨¢s de 300 escoltas, polic¨ªas y guardias civiles.
Cuando el Rey envi¨® a su guardia y escoltas a trabajar contra el virus trataba de enviar un mensaje de solidaridad en el marco de la pol¨ªtica de gestos con la que se comunica la Monarqu¨ªa espa?ola, una instituci¨®n que rara vez emite comunicados y casi nunca afirma ni desmiente. El Jemad, general del Aire Miguel ?ngel Villarroya, declar¨® con tono marcial el 23 de marzo que con ese acto ¡°el Rey demostraba ser el primer soldado de Espa?a¡±. Se equivocaba. Lo que Felipe VI intentaba demostrar con esa decisi¨®n, como con todas las de estos meses de crisis (gente que ha visto, palabras que ha proferido, l¨ªderes mundiales pol¨ªticos y econ¨®micos con los que se ha entrevistado, hospitales a los que ha llamado, consultas que ha hecho a cient¨ªficos, peticiones que ha trasladado a empresarios), es que est¨¢ al lado de la gente. Su gran preocupaci¨®n es el ¡°d¨ªa despu¨¦s¡±; los problemas que esta pandemia va a provocar entre los ciudadanos m¨¢s desfavorecidos cuando todo acabe. Una fuente de su entorno explica: ¡°Ha analizado una y mil veces de qu¨¦ modo se pod¨ªa poner en valor lo que tantas entidades est¨¢n haciendo ante el empobrecimiento de miles de personas que ya eran muy vulnerables y van a ver a¨²n m¨¢s debilitada su capacidad para salir adelante. Y ver lo que puede hacer como Jefe de Estado ante la tragedia de esos aut¨®nomos que no cobraron su salario completo en marzo, ni han cobrado en abril y est¨¢n a la espera de mayo. Y todos los que aguardan sus ERTE¡±. Como comenta alguien que conoce bien al Rey: ¡°Desde que abre los ojos hasta que los cierra, no deja de pensar y maquinar c¨®mo, con las herramientas que tiene, puede conseguir que las cosas vayan mejor para los espa?oles. Y no lo hace por un inter¨¦s personal ni pol¨ªtico. Sino por sentido del deber. Es su trabajo. Es su vida¡±.
El 13 de marzo, el Rey ya se hab¨ªa puesto en ¡°modo virus¡±, comenzado a realizar llamadas y a sumergirse en la crisis
El destino final del recorrido por esta inmensa finca donde est¨¢ enclavada La Zarzuela concluye en el edificio de Magnolias, una construcci¨®n de ladrillo de 2.600 metros cuadrados que fue proyectada en 1987. Aqu¨ª se encuentra la estructura de apoyo directo al jefe del Estado, conectada con el palacio por un t¨²nel y una escalera. El despacho del Rey est¨¢ a tres minutos. Magnolias es como el edificio de Semillas de La Moncloa, que alberga el Gabinete del Presidente, su jugo de neuronas. En La Zarzuela son un centenar de personas, muchos funcionarios de carrera, y con abundancia de militares y guardias civiles, que gestionan su agenda, escriben sus discursos, preparan sus visitas, contestan su correo, atienden a los medios, le informan, asesoran y ayudan a tomar las decisiones m¨¢s graves. Y, sobre todo, engrasan la relaci¨®n entre La Zarzuela y La Moncloa. Dos legitimidades constitucionales obligadas a entenderse. Son los funcionarios m¨¢s herm¨¦ticos de la Administraci¨®n espa?ola. Miden sus palabras al mil¨ªmetro. Al frente de este equipo est¨¢ el adusto abogado del Estado Jaime Alfons¨ªn, de 64 a?os, al lado de don Felipe desde que este era un veintea?ero. La media de edad de ese equipo es de 61 a?os. La mayor¨ªa ha hecho toda su carrera aqu¨ª.
El edificio de Magnolias est¨¢ m¨¢s silencioso que nunca. A la entrada, dos bedeles en chaquetilla blanca y zapatos de militar como espejos abren sol¨ªcitos las puertas. M¨¢s all¨¢, una fr¨ªa semipenumbra de salones vac¨ªos, una decoraci¨®n pretenciosamente de clase alta madrile?a y un silencio sepulcral. No se escuchan voces ni pasos. Menos de un tercio del equipo del Rey se encuentra en sus puestos. El resto teletrabaja desde el d¨ªa 13 de marzo. La Zarzuela est¨¢ en cuadro. Sin embargo, el jefe de la Casa, el secretario general y los seis directores m¨¢s involucrados (entre ellos, Protocolo, Coordinaci¨®n y Comunicaci¨®n) se encuentran aqu¨ª. Llegan a las ocho de la ma?ana. A las nueve tienen la primera reuni¨®n. Y con el resumen digital de prensa que prepara la Casa ya le¨ªdo. Esta reuni¨®n diaria es una novedad, antes solo se hac¨ªa los viernes. Su sala de juntas es peculiar: un enorme sal¨®n con l¨¢mparas de ara?a y suelo de m¨¢rmol con espacio suficiente para mantenerse a la distancia social reglamentaria. Se sientan en c¨ªrculo en inc¨®modas sillas estilo Imperio. Se analiza la agenda del d¨ªa anterior, se repasa la del actual y se prepara la de los siguientes. Comen de m¨¢quina. No todos ven al Rey a diario. Es Alfons¨ªn el ¨²nico que despacha con ¨¦l cada ma?ana. Es la correa de transmisi¨®n con el director del Gabinete del Presidente y el secretario general de la Presidencia. Es en La Moncloa donde se da el visto bueno o ¡°se mete cuchara¡± a todas las palabras del Rey y de la Reina, por inofensivos que parezcan, porque ¡°no se puede olvidar que se trata de la Jefatura del Estado¡±. En el caso del mensaje de Felipe VI durante la crisis del refer¨¦ndum en Catalu?a, el 3 de octubre de 2017, fue suyo. Nadie le corrigi¨® una coma en La Moncloa de la era Rajoy.
El 13 de marzo, a las 15.15, el presidente Pedro S¨¢nchez se dirig¨ªa a una audiencia de 18 millones de espectadores con estas palabras: ¡°En el d¨ªa de hoy, acabo de comunicar al jefe del Estado la celebraci¨®n, ma?ana, de un Consejo de Ministros extraordinario para decretar el estado de alarma en todo nuestro pa¨ªs¡±. Hab¨ªa 120 muertos. Esa tarde se encendieron las alarmas en La Zarzuela. La situaci¨®n era compleja. No se hab¨ªa dado una crisis nacional de esa magnitud desde la Guerra Civil. Se carec¨ªa de hoja de ruta. ?C¨®mo debe afrontar un jefe de Estado que reina pero no gobierna una crisis sanitaria, econ¨®mica y social de tal magnitud? ?Cu¨¢l debe ser su agenda? ?Debe salir? ?Debe dirigirse a los espa?oles? ?Debe presidir los Consejos de Ministros? ?Se debe involucrar en alguna actividad? ?Tiene que entrometerse? ?Con qui¨¦n tiene que hablar y con qui¨¦n no? ?Tiene que aparecer con su familia? ?Tiene que aparecer su consorte haciendo galletas junto a sus hijas? ?C¨®mo se interpretar¨ªa pol¨ªtica y socialmente cada acci¨®n que emprendiera? ?C¨®mo conseguir que nadie se quejara? ?C¨®mo conseguir un equilibrio territorial, sectorial, pol¨ªtico, cultural y de oportunidad en el conjunto de sus actos, iniciativas y audiencias?
El 13 de marzo, la Casa del Rey (y el propio Rey) carec¨ªan de manual de instrucciones. Y tampoco era el mejor momento para la Monarqu¨ªa espa?ola. Desde hac¨ªa a?os pend¨ªa sobre Felipe VI y la instituci¨®n que encabeza la espada de Damocles de las finanzas de su padre, del rey em¨¦rito, Juan Carlos de Borb¨®n, de 82 a?os. Desde hace tiempo, las relaciones entre el padre y el hijo no son las mejores posibles. La ¨²ltima vez que se vieron en p¨²blico fue durante el funeral de la infanta Pilar, el 28 de enero, en El Escorial. Iban de luto. Su saludo fue protocolario. Y el viejo Rey mir¨® de reojo, con la cabeza ca¨ªda, ensimismado, c¨®mo su hijo, el jefe del Estado, se alejaba de ¨¦l con frialdad.
La semana previa a la declaraci¨®n del estado de alarma, justo cuando se iniciaba el goteo de contagiados y de muertes y la situaci¨®n comenzaba a estar fuera de control para el Gobierno, los Reyes no pararon. En especial, la Reina. Repasar las im¨¢genes de esos d¨ªas sabiendo lo que hoy sabemos de la covid-19 causa estupefacci¨®n. No se elimin¨® ni un acto de su agenda. Ni siquiera un viaje a Par¨ªs el d¨ªa 11 de marzo que el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron (amigo personal de la pareja), no quiso suspender: a las puertas del El¨ªseo, se saludaron sin apretones de manos ni besos. Todas las apariciones de los Reyes esa semana fueron multitudinarias. Un acto con los embajadores de la Marca Espa?a en el viejo palacio de El Pardo; una final de f¨²tbol femenino plagada de gritos y sudor en un repleto polideportivo salmantino (el mismo d¨ªa de la cuestionada manifestaci¨®n feminista del 8-M); un encuentro rebosante de asistentes con la Federaci¨®n Espa?ola de Enfermedades Raras¡ Y todos intentando fotografiar, tocar y abrazarlos. El paisaje habitual.
Pero fue el 6 de marzo el que m¨¢s dio de s¨ª. Y encendi¨® la mecha de los siguientes acontecimientos en La Zarzuela. Do?a Letizia se reun¨ªa esa ma?ana en las aulas de la Uned, en el coraz¨®n del barrio de Lavapi¨¦s, en Madrid, con las profesionales de la Asociaci¨®n para la Prevenci¨®n, Reinserci¨®n y Atenci¨®n a la Mujer Prostituida (Apramp), una ONG a la que ya hab¨ªa convocado a La Zarzuela en junio de 2018 y con la que mantiene un estrecho contacto. Aquella ma?ana plagada de fot¨®grafos ten¨ªa un morbo a?adido: su "ministra de jornada" era Irene Montero, titular desde enero de la cartera de Igualdad y l¨ªder de Podemos, una formaci¨®n muy cr¨ªtica con la Monarqu¨ªa. ?Habr¨ªa sangre? ?Habr¨ªa foto? La reuni¨®n de trabajo se celebr¨® a puerta cerrada con Montero codo con codo con la Reina. Fue larga. Todo fluy¨®. Al salir, seg¨²n alguien en las tripas del acto, ¡°se despidieron con el beso habitual que da la Reina en casos similares a las ministras, secretarias de Estado o directoras generales que asisten. Se hab¨ªa comenzado a sugerir en medios oficiales que quiz¨¢ ser¨ªa bueno evitar besos y apretones de manos (ese d¨ªa ya hab¨ªa cinco fallecidos), pero ninguna de las dos se atrevi¨® a dejar de hacerlo, porque se iba a interpretar como un gesto desagradable de una a la otra y viceversa. Algo que no ocurri¨® y nunca se ha dado entre los Reyes y los ministros de lo que sea y del partido que sean. Todo transcurre siempre dentro de la correcci¨®n constitucional. Es su trabajo. Y luego detr¨¢s de las c¨¢maras puede haber m¨¢s o menos cordialidad, pero siempre absoluta correcci¨®n, empezando por Podemos¡±, aseguran.
Seis d¨ªas m¨¢s tarde, el jueves 12 de marzo, estallaba la bomba. La Moncloa anunciaba a primera hora de la ma?ana que la ministra Irene Montero hab¨ªa dado positivo en el test del coronavirus. Y empezaban los d¨ªas m¨¢s dif¨ªciles del reinado de Felipe IV. En solo seis a?os, le ha tocado bregar con cuatro elecciones generales (dos de ellas repetidas), ocho rondas de consultas con los l¨ªderes pol¨ªticos, la moci¨®n de censura contra Mariano Rajoy, un Gobierno d¨¦bil de coalici¨®n con uno de sus socios refractario a la Monarqu¨ªa y el interminable proceso secesionista en Catalu?a. Sin olvidar el juicio y la prisi¨®n de su cu?ado I?aki Urdangarin y las continuas informaciones sobre las actividades de su padre, con cuentas privadas en para¨ªsos fiscales e ingresos de dudosa procedencia. A esas dos cuestiones m¨¢s personales, Felipe de Borb¨®n estar¨ªa obligado a enfrentarse como jefe de Estado y no como miembro de una familia.
En enero de 2015, seis meses despu¨¦s de su proclamaci¨®n, ya hab¨ªa redactado una r¨ªgida normativa sobre los regalos que pod¨ªan recibir los miembros de la familia real que dictaba en su art¨ªculo 6: ¡°No aceptar¨¢n pr¨¦stamos sin inter¨¦s o con inter¨¦s inferior al normal del mercado, ni regalos de dinero. En este ¨²ltimo caso se proceder¨¢ a su devoluci¨®n o a ser donado a una entidad sin ¨¢nimo de lucro que persiga fines de inter¨¦s general¡±. A partir de ese momento llegar¨ªa el distanciamiento con su hermana Cristina (a la que revoc¨® el t¨ªtulo de duquesa de Palma en junio de 2015) y de su propio padre.
No ha sido un reinado f¨¢cil para Felipe de Borb¨®n. Y nadie prev¨¦ que la cosa vaya a mejorar. Los periodistas que investigan las finanzas del rey em¨¦rito en Espa?a, Suiza y el Reino Unido confirman que van a seguir saliendo cosas a la luz. Tambi¨¦n lo tienen muy claro en ese hogar de La Zarzuela. Y que cualquier acci¨®n de Felipe VI como jefe de Estado va a quedar ensombrecida por esa situaci¨®n judicial.
En la misma ma?ana en que Montero daba positivo, el m¨¦dico militar de La Zarzuela practic¨® a los Reyes el test del nuevo coronavirus. No tuvieron los resultados hasta primera hora del 13 de marzo. Ninguno de los dos daba positivo. Sin embargo, se decidi¨® que la Reina mantuviera dos semanas de cuarentena en su domicilio, no aislada, pero sin salir de casa ni relacionarse con nadie de fuera durante dos semanas, hasta el d¨ªa 26, por si se trataba de un falso negativo. Lo cumpli¨® a rajatabla. Ni siquiera baj¨® durante ese tiempo a su despacho oficial de La Zarzuela, donde entra todas las ma?anas a las nueve. Es en una salita anexa, luminosa, blanca y minimalista, donde realiza las videoconferencias. A mediados de mayo ya hab¨ªa realizado m¨¢s de 60 dentro de lo que ella llama su especializaci¨®n: cultura, sociedad, dependencia, violencia machista, c¨¢ncer, enfermedades raras, alimentaci¨®n e infancia. Duran en torno a una hora. ¡°En ellas no se exige m¨¢s protocolo que la educaci¨®n¡±.
Pero entre el d¨ªa 12 y el 16 de marzo no hubo ni un solo acto en la agenda de los Reyes. El Rey tampoco sali¨® de los l¨ªmites del monte de El Pardo hasta su visita por sorpresa y sin periodistas al hospital de campa?a de Ifema, el d¨ªa 26 de ese mes. Sin embargo, el d¨ªa 13 ya se hab¨ªa puesto en ¡°modo virus¡±, comenzado a realizar llamadas y sumergi¨¦ndose totalmente en la crisis, un estado de ¨¢nimo del que no se ha escapado. ¡°Se mantiene en continuo contacto con todo tipo de personas vincu?ladas a la gesti¨®n de la pandemia, est¨¦n donde est¨¦n. Hoy, en su casa, se habla a todas horas del virus. Son las ¨²nicas conversaciones que escuchan sus hijas¡±.
El d¨ªa 14 de marzo se cerr¨® Espa?a. Y tambi¨¦n apareci¨® publicada en la prensa brit¨¢nica, en The Telegraph, la exclusiva de que Felipe VI era beneficiario de una de las fundaciones creadas en para¨ªsos fiscales por su padre con un patrimonio de 65 millones de euros procedentes, al parecer, de Arabia Saud¨ª. Su equipo de La Zarzuela sab¨ªa que esa informaci¨®n estaba al caer. As¨ª se lo hab¨ªan confirmado los periodistas de The Telegraph y EL PA?S (que llevaba meses detr¨¢s del tema) por email; quer¨ªan conocer la respuesta del Rey. Pero La Zarzuela no contest¨®. ?Por qu¨¦? ¡°Porque era un asunto judicializado en el que no pod¨ªamos entrar. Y porque no hab¨ªa constancia documental; ni un papel del banco, ingreso ni cuenta que lo confirmara. Se prefiri¨® esperar¡±. En La Zarzuela siempre se toman su tiempo. Dicen que su ritmo se parece m¨¢s al del Vaticano que al de la Casa Blanca. Aunque sea en asuntos en teor¨ªa banales. Por ejemplo, la decisi¨®n de que la princesa de Asturias y su hermana, la infanta Sof¨ªa, leyeran brevemente unos pasajes del Quijote ante las c¨¢maras el 23 de abril para conmemorar el D¨ªa de Libro tard¨® cinco semanas en tomarse.
No se hab¨ªa dado una crisis nacional de esa magnitud desde la Guerra Civil. Se carec¨ªa de hoja de ruta en La Zarzuela
Aquel s¨¢bado 14 de marzo de exclusivas period¨ªsticas, el equipo de La Zarzuela tuvo que cambiar de planes sobre la marcha y redactar esa misma tarde un extenso y duro comunicado de cuatro p¨¢ginas que se lanzar¨ªa a la ciudadan¨ªa en la tarde del domingo 15 (el segundo d¨ªa de confinamiento y cuando ya se contabilizaban 288 fallecidos), en el que Felipe VI se desvincu?laba de las actividades de su padre (que afirmaba desconocer), renunciaba a su herencia econ¨®mica (tambi¨¦n en nombre de su hija), colocaba al rey em¨¦rito fuera del paraguas administrativo y legal de la Casa Real y le retiraba la asignaci¨®n oficial de 194.232 euros anuales. El comunicado conclu¨ªa con esta afirmaci¨®n de don Juan Carlos: ¡°Que de las dos fundaciones anteriormente citadas en ning¨²n momento facilit¨® informaci¨®n a S. M. el Rey¡±. La elaborada redacci¨®n formal y jur¨ªdica del texto indicaba que se hab¨ªa preparado con suficiente tiempo. Desde hac¨ªa justo un a?o La Zarzuela era consciente de la que se avecinaba por boca de los abogados brit¨¢nicos de Corinna Larsen, la antigua amiga de don Juan Carlos.
?Por qu¨¦ se emiti¨® ese comunicado coincidiendo con el inicio del confinamiento y en domingo? ¡°En cuanto tuvimos constancia documental de las acusaciones del diario brit¨¢nico, no pod¨ªamos dejar ni un segundo que se extendiera la m¨ªnima duda de que Felipe VI era beneficiario de esas cuentas; hab¨ªa que actuar sin dilaci¨®n; no pod¨ªa haber ninguna sombra sobre su conducta; esa noticia no pod¨ªa estar ni un segundo en la Red sin que hubiera una respuesta del Rey¡±, explican sus colaboradores. ¡°?Por qu¨¦ lo sacamos ese d¨ªa y no un a?o antes? Porque hasta ese fin de semana no tuvimos la certeza documental de esas acusaciones, un a?o antes carec¨ªamos de esa constataci¨®n documental¡±.
Ese s¨¢bado el Rey tom¨® la decisi¨®n de desvincu?larse p¨²blicamente de cualquier asunto que le relacionara con su padre y que pudiera ser puesto en cuesti¨®n, como ya hab¨ªa hecho en privado un a?o antes, el 12 de marzo de 2019, ante un notario madrile?o, exponiendo su intenci¨®n de renunciar a la herencia de Juan Carlos de Borb¨®n en el momento que falleciera (ahora legalmente no puede). Esas actuaciones financieras dudosas no entran en la cabeza de Felipe VI. Van en contra de su visi¨®n del mundo y de la ¡°Monarqu¨ªa renovada para un tiempo nuevo¡± que ha pretendido construir desde su proclamaci¨®n, en junio de 2014.
El mi¨¦rcoles 18 de marzo hubo 598 muertos. A las cinco de la tarde se inici¨® en la sala de audiencias de La Zarzuela una reuni¨®n del Rey con el presidente; los ministros de Sanidad, Defensa, Interior y Transportes y sus segundos, el Comit¨¦ de Gesti¨®n T¨¦cnica del Coronavirus. Fue intensa. Se extendi¨® hasta pasadas las 19.30. El Rey la dio por concluida con el tiempo justo para bajar corriendo hacia el sal¨®n de Magnolias y, sin cambiarse ni de corbata, grabar un mensaje a la naci¨®n, sin tiempo para repetir, que se emitir¨ªa a las nueve de la noche. No le acompa?aban en esta ocasi¨®n la Reina ni sus hijas. Estaban confinadas.
No fue el mejor discurso del Rey. Ni siquiera en lo gestual. Fue presenciado por 14,6 millones de personas. ?l y su equipo valoraron referirse en el texto a los asuntos de su padre, don Juan Carlos. Decidieron no hacerlo. No hubo la m¨ªnima menci¨®n, ante la perplejidad de muchos ciudadanos. ¡°No se intentaba ocultar nada¡±, responde un miembro de la Casa del Rey, ¡°pero no ten¨ªa ning¨²n sentido hablar del Rey em¨¦rito en el marco de una terrible emergencia sanitaria, y m¨¢s cuando lo hab¨ªa hecho con inmediatez, extensi¨®n y firmeza en el comunicado de tres d¨ªas antes. No hab¨ªa m¨¢s que decir. Y m¨¢s a¨²n cuando es un tema judicializado. El d¨ªa 18 de marzo, el jefe del Estado se dirig¨ªa al pa¨ªs para darle su aliento contra la pandemia y decir a los espa?oles que estaba a su lado. No para hablar de los problemas de su padre¡±.
La activaci¨®n total de La Zarzuela en tiempo de crisis no lleg¨® hasta el 26 de marzo. Ese d¨ªa el Rey sali¨® a Ifema, la Reina comenz¨® sus videoconferencias y se puso en marcha una compleja agenda de contactos e iniciativas. Decenas de llamadas y videoconferencias con todos los sectores. Absolutamente todos. Y encuentros con 16 ministros (aunque se tard¨® m¨¢s de un mes en recibir en La Zarzuela al primero de Podemos, Manuel Castells). Siempre con la idea de contar con informaci¨®n propia y directa de lo que estaba pasando en Espa?a y afinar el tiro. La utilidad de esas acciones del Rey es dif¨ªcil de concretar. Nunca se sabe si sirven para algo. Porque se trata, como explica una persona de su entorno, ¡°de un trabajo que supone ser correa de transmisi¨®n, generar confianza, mediar, cooperar y tejer complicidades para resolver los problemas de 48 millones de personas. Y hacerlo con una rectitud y ejemplaridad que para este Rey no es negociable¡±. Seg¨²n otra persona de su entorno, ¡°esa labor tiene mucho de soft power¡± (poder blando). Una diplomacia paralela que consiste en tener acceso r¨¢pido y directo a los m¨¢s poderosos del planeta, Amancio Ortega, Jack Ma (el millonario chino propietario de Alibaba Group), el presidente de Huawei o de Microsoft. Y tambi¨¦n a todos los monarcas del mundo (han hablado con la mayor¨ªa, desde la reina de Inglaterra hasta el emperador de Jap¨®n o el soberano de Marruecos). O de charlar con Donald y Melania Trump en una larga e intensa conversaci¨®n el d¨ªa 1 de abril en la que el presidente de Estados Unidos no par¨® de interrogar a los Reyes sobre el confinamiento y el cierre de la actividad econ¨®mica; entre el mantenimiento de los negocios y la necesidad de evitar la expansi¨®n del virus. Era su preocupaci¨®n. Y, de paso, desbloque¨® la venta a Espa?a de un centenar de respiradores, en un momento en el que ya hab¨ªa 4.500 muertos por la covid-19 en Estados Unidos y pod¨ªan ser necesarios all¨ª.
No todo se basa en las relaciones planetarias con ministros y estadistas. Una de las grandes preocupaciones de los Reyes es, en estos momentos con la curva de contagios y fallecidos en ca¨ªda libre, ¡°la sostenibilidad de los colectivos que trabajan con los m¨¢s desfavorecidos y les ayudan a que su vida tenga algo de calidad, por ejemplo, en materia de violencia de g¨¦nero. Si las subvenciones y ayudas y los conciertos con las comunidades aut¨®nomas de las organizaciones del tercer sector se interrumpen, ?qu¨¦ va a ser de ellos?¡±, se preguntan en el entorno de la Reina. Ese es su trabajo. Ser ¨²tiles. Aunque no siempre lo tengan f¨¢cil.
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