?Qui¨¦n quiere vivir en una megaurbe ic¨®nica? Por el derecho a (decidir) la ciudad
La pandemia de la covid-19 ha sido un ba?o de humildad para las grandes urbes globales, llenas de edificios emblema y epicentro de la toma de decisiones. Embarcadas en una competencia por pertenecer a este G20 de las metr¨®polis, hace a?os que dejaron de lado a sus ciudadanos
Con la pandemia del coronavirus muchas de las caracter¨ªsticas de la ciudad global, la ciudad hiperconectada, se han cortado en seco: los flujos de turismo, de inversi¨®n, de informaci¨®n, de personas han dejado de fluir. Es como si las grandes ciudades hubieran recibido una cura de humildad. Grandes eventos se han cancelado, se han cerrado todo tipo de centros culturales y buena parte de la vida social y laboral se ha trasladado a la red. Los indicadores medioambientales han mejorado en muchos lugares e incluso, en ciertas urbes, los animales salvajes han decidido acercarse de forma m¨¢s descarada al espacio que le hab¨ªamos arrebatado a la naturaleza: ahora sin ruido y sin coches.
Existe el peligro de que el virus, y las medidas de distanciamiento que impone la prevenci¨®n contra la covid-19, haga mella en lo que hace que las ciudades sean ciudades. Pero, ?qu¨¦ hace a una ciudad? Hay quien propone, como la alcaldesa de Par¨ªs, Anne Hidalgo, la "ciudad de los 15 minutos" ¨Cel modelo que describi¨® Carlos Moreno, urbanista director de la c¨¢tedra de Emprendimiento, Innovaci¨®n y Territorio del IAE de Par¨ªs¨C, donde se reduzca la movilidad porque todo lo que necesitemos est¨¢ a menos de un cuarto de hora a pie.
El Manifiesto por la reorganizaci¨®n de la ciudad tras la covid-19, escrito por el te¨®rico Massimo Paolini y enfocado en Barcelona, propone una ciudad desmercantilizada, renaturalizada, en la senda del decrecimiento econ¨®mico. Es precisamente una de las ideas sobre las que trabaja el Instituto Mutante de Matadero de Madrid, que su ¨²ltima iniciativa, Cli-Fi TV Series, se apoya en la "retirada sostenible", del cient¨ªfico y ambientalista James Lovelock, quien defiende que el crecimiento sostenible es un ox¨ªmoron.
"Esta pandemia deja en evidencia, una vez m¨¢s, la fragilidad de los modelos urbanos basados mayoritariamente en el turismo", escribe el colectivo de arquitectos-urbanistas Paisaje Transversal, que sugiere diversificar las ciudades, acercar la producci¨®n, repensar la movilidad, fortalecer los servicios p¨²blicos y mejorar los espacios que todos compartimos. "La crisis del coronavirus ha puesto en evidencia las grandes debilidades de nuestras ciudades, de nuestro sistema econ¨®mico, social, cultural. Si la ciudad normal, desigual e insostenible, no funcionaba, aprovechemos este punto de inflexi¨®n para transformarla", opinan.
Hasta el 11 de marzo, cuando la OMS declar¨® el brote de covid-19 pandemia global, las grandes urbes del planeta se hab¨ªan embarcado en un aceler¨®n al ritmo de la globalizaci¨®n y las transformaciones del turbocapitalismo. Y en una competencia por aquellos flujos ahora contenidos; por ganar visibilidad y un estatus en un mercado global de ciudades, muchas veces utilizando reclamos culturales, edificios ic¨®nicos y grandes eventos de toda ¨ªndole, tratando de crear marcas propias a trav¨¦s de la disciplina de city branding, con t¨¦cnicas cercanas al marketing. La ¨²ltima intentona en Espa?a para entrar en este mercado global fue la idea de Bego?a Villac¨ªs de instalar en Madrid la noria gigante que hab¨ªa rechazado Valencia.
Los lugares donde se decide lo que pasa en el mundo
Los procesos de urbanizaci¨®n cada vez son m¨¢s veloces y potentes (sobre todo en Asia, donde crecen enormes ciudades, plagadas de rascacielos, cuyo nombre ni nos suena, excepto Wuhan, de 11 millones de habitantes). En el a?o 2050, seg¨²n datos de Naciones Unidas, el 70% de la poblaci¨®n mundial vivir¨¢ en ciudades, y estas ser¨¢n cada vez m¨¢s grandes, llegando a formarse megaurbes con problemas emergentes de abastecimiento, urbanismo informal, epidemias, migraci¨®n, desigualdad o gobernanza.
Las ciudades desbordan sus l¨ªmites, pero no solo en el plano f¨ªsico. Las ciudades globales, seg¨²n la tipolog¨ªa popularizada por la soci¨®loga Saskia Sassen (Premio Pr¨ªncipe de Asturias 2013), son nodos de una red mundial donde lo que importan son los flujos. Son estas urbes donde se encuentran los centros de decisi¨®n, las grandes bolsas y las sedes de las empresas multinacionales m¨¢s importantes. Los lugares desde donde se decide lo que pasa en el mundo, en un territorio mucho m¨¢s grande que la propia ciudad y su hinterland (¨¢rea de influencia).
"Desde los a?os setenta la actividad productiva se ha desplazado a pa¨ªses perif¨¦ricos y la toma de decisiones, la estrategia, se ha concentrado en estos centros de poder", explica C¨¢ndida Gago, profesora del departamento de Geograf¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid. En algunos casos, las ciudades han tomado m¨¢s relevancia en el panorama global que los estados.
"En el momento en el que una ciudad empieza a ser internacionalizada, todos los movimientos de personas, de capital, de vuelos, se va a incrementar; esto va unido a la implantaci¨®n de las sedes de las grandes empresas. Se genera un c¨ªrculo virtuoso [en el plano meramente capitalista], una sinergia positiva que favorece la econom¨ªa de esa ciudad. Se atrae conocimiento, se crean proyectos de investigaci¨®n", dice Eva Mar¨ªa Mart¨ªn, profesora del departamento de Geograf¨ªa de la UNED. "En el lado negativo, se produce desigualdad, la masificaci¨®n de la urbe y la degradaci¨®n del entorno".
'Fantasy city': la ciudad que se vende a todos menos a sus ciudadanos
Entrar en el mercado de las grandes urbes globales exige marketing. "Las ciudades cuidan mucho su narrativa, luego nosotros consumimos esas narrativas de ciudades", opina Gago; "a veces en la construcci¨®n de esa imagen los pol¨ªticos no ven las necesidades de los ciudadanos".
Hasta los aeropuertos, como emblema internacional y primera impresi¨®n de la ciudad para muchos visitantes, son ahora "espectacularizados y teatrazalizados", encargados a arquitectos estrella y convertidos casi en centros comerciales, tal y como Gago y Roberto D¨ªez Pisonero se?alaron en una investigaci¨®n. Fantasy city llam¨® el soci¨®logo John Hannigan a este tipo de ciudad, donde abundan el ocio, el pl¨¢stico y el ne¨®n.
Un ejemplo del esfuerzo por crear una marca es el caso de Madrid y su acaricida, aunque nunca lograda del todo, Marca Madrid: "Rompeolas de todas las Espa?as" o "poblach¨®n manchego" han saltado de la literatura al acervo popular. Sin un edificio ic¨®nico como la Torre Eiffel o el Big Ben, a la Villa y Corte le cuesta encontrar su relato. ?Acaso es necesario? ?Son estas ciudades mejores lugares para vivir?
"Mediante este tipo de discursos, que distorsionan la realidad, parece que se trata de vender la imagen de las ciudades a grandes inversores y no a los propios ciudadanos", apunta Carlos Garc¨ªa V¨¢zquez, catedr¨¢tico de Composici¨®n Arquitect¨®nica de la Universidad de Sevilla: "No parece que todo esto tenga mucho que ver con el d¨ªa a d¨ªa de la gente".
Del 'apartheid' econ¨®mico al derecho a la ciudad
Es un discurso maximalista, internacional, a gran escala; en mitad de esta enormidad es dif¨ªcil ver d¨®nde quedan los intereses de los vecinos. As¨ª, han surgido movimientos sociales que reivindican el derecho a la ciudad. "Es mucho m¨¢s que un derecho de acceso individual o colectivo a los recursos que esta almacena o protege; es un derecho a cambiar y reinventar la ciudad de acuerdo con nuestros deseos", escribe el ge¨®grafo David Harvey en Ciudades rebeldes (Ed. Akal), recogiendo el concepto de derecho a la ciudad del fil¨®sofo Henry Lefebvre.
Se demanda m¨¢s transparencia y participaci¨®n en los gobiernos municipales, y han aparecido diferentes iniciativas de candidaturas municipalistas que, con mayor o menor fortuna, conglomeran movimientos sociales y vecinales m¨¢s all¨¢ de los partidos tradicionales.
"Aunque no todas las ciudades mundiales son desiguales, en algunas se est¨¢ creando una brecha entre los grandes ejecutivos y los trabajadores de los servicios b¨¢sicos", dice Gago. Se da el caso en Nueva York, por ejemplo: en Manhattan es f¨¢cil ver c¨®mo los trabajadores de altos salarios, mayoritariamente blancos, son servidos (camareros, limpiadoras, conductores, etc) por personas empobrecidas, racializadas, que viven lejos y tienen que hacer largos trayectos para llegar al trabajo. "Estas situaciones dependen mucho de las pol¨ªticas que se hagan en las ciudades, no es algo inherente a su propia din¨¢mica", se?ala la profesora, "es preciso armonizar el crecimiento econ¨®mico con el equilibrio social". Para ello, opina la experta, es preciso que las pol¨ªticas no se hagan de arriba hacia abajo, sino que se cuente con la participaci¨®n ciudadana en la toma de decisiones.
Las grandes urbes contempor¨¢neas tienden a segregar a sus habitantes en funci¨®n de su estatus socioecon¨®mico y expulsan a los habitantes de ciertos barrios mediante los procesos de gentrificaci¨®n, turistificaci¨®n y otros tipos de especulaci¨®n con el suelo. La propia Saskia Sassen se?al¨® el car¨¢cter exclusivo y hostil de las ciudades globales.
Algunas, como Vancouver, Singapur, Londres o Nueva York, se est¨¢n convirtiendo en refugio seguro para inversores que compran pisos y ni siquiera los habitan: al pasear por el centro de estas ciudades se ven edificios con apenas luces, y esta mercantilizaci¨®n de la vivienda, que se usa como instrumento financiero y no como bien social, provoca la subida de los precios, tal y como explican Madden y Marcuse en el libro En defensa de la vivienda (Capit¨¢n Swing). A este respecto cabe rese?ar la aparici¨®n de sindicatos de inquilinos que pelean contra la subida de los alquileres y los desahucios, y que vienen a unirse a movimientos anteriores de defensa de la vivienda.
No solo procesos de gentrificaci¨®n, sino incluso de supergentrificaci¨®n, como han observado Tim Butler y Loretta Lee en el barrio londinense de Barnsbury, donde en una zona ya gentrificada llega una nueva clase alta, "muy conectada globalmente, en profesiones financiera o legal, principalmente a trav¨¦s de empresas cada vez m¨¢s internacionalizadas de la City de Londres". El reto es integrar "todos los segmentos de una sociedad urbana progresivamente fracturada en una forma de comunidad pol¨ªtica capaz de darle sentido, y controlar el narcisismo pretencioso de las grandes ciudades actuales", seg¨²n escribi¨® el ge¨®grafo Allen Scott en un art¨ªculo publicado en el International Journal of Urban and Regional Research.
El impacto no solo es social, sino tambi¨¦n ecol¨®gico. La contaminaci¨®n provoca la muerte de siete millones de personas al a?o, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS). Las ciudades consumen el 78% de la energ¨ªa mundial y producen m¨¢s del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero, ocupando un espacio del 2% de la superficie de la Tierra, seg¨²n informa Naciones Unidas.
Entre las soluciones, algunas ya muy conocidas: las restricciones en el uso del coche (que, en algunos lugares como Madrid, ha sido objeto de fuerte controversia), el uso de energ¨ªas renovables, la edificaci¨®n eficiente y sostenible (los edificios suelen ser responsables de la mayor parte de las emisiones), la mejor gesti¨®n de residuos o la promoci¨®n del uso de transportes limpios como la bicicleta. "Hay ejemplos de buena gesti¨®n medioambiental entre las grandes ciudades internacionales: es el caso de Melbourne o Sidney", apunta Gago.
La oportunidad de la gentrificaci¨®n
Al mismo tiempo que se desarrollan estos procesos, est¨¢ sucediendo lo que el catedr¨¢tico Carlos V¨¢zquez denomina una "revoluci¨®n silenciosa". "Paralelamente a los discursos globales se est¨¢n generando otros de car¨¢cter local que conviven sin problema", explica el experto. Se caracterizan por iniciativas como los huertos urbanos, los bancos de tiempo, el trueque, el consumo de proximidad, el ecologismo, etc¨¦tera. Es un movimiento llevado a cabo por las llamadas clases creativas ¨Cmuchas veces en los considerados barrios cool¨C y que, al estar en gran parte despolitizado, no se roza con las pol¨ªticas neoliberales.
Todo esto recuerda al fen¨®meno de la gentrificaci¨®n que, aunque goza de pocas simpat¨ªas, para V¨¢zquez puede ser una oportunidad: "Sobre la gentrificaci¨®n suele haber un discurso de blanco o negro, pero lo cierto es que en sus primeras fases puede servir para revitalizar los barrios y recuperar lo comunitario. Se suele pensar que este es un proceso imparable que acaba llevando a la expulsi¨®n de los vecinos, pero yo creo que pueden desarrollarse pol¨ªticas p¨²blicas para detener este fen¨®meno. Aunque es una lucha complicada".
Es dif¨ªcil decir c¨®mo ser¨¢ la ciudad poscovid, igual que es dif¨ªcil decir c¨®mo terminar¨¢ esta pandemia, o si terminar¨¢. Pero muchos urbanistas, fil¨®sofos, soci¨®logos y otros pensadores coinciden en que esto supone una oportunidad para hacer una ciudad m¨¢s atenta a los ciudadanos que la habitan y al entorno que la rodea.
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