?Nos espera un futuro m¨¢s sombr¨ªo debido a las armas biol¨®gicas?
Si la pandemia de la covid-19 ha dejado algo claro es cuan valiosas son las medidas internacionales m¨¢s coordinadas y con mejores recursos para luchar contra la propagaci¨®n de las enfermedades
Durante la Guerra Fr¨ªa, muchas de las principales potencias militares, entre ellas los Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, invirtieron considerablemente en sus programas de armas biol¨®gicas. Aun as¨ª, enfrentaron problemas para desarrollar armas funcionales, capaces de tolerar diversas condiciones medioambientales y mucho menos de ser de utilidad estrat¨¦gica. La producci¨®n de armas biol¨®gicas con efectos significativos y predecibles ¡ªen vez de simples esfuerzos oportunistas para propagar pat¨®genos¡ª sigue siendo una tarea compleja. La mayor¨ªa de los pa¨ªses del mundo acabaron por renunciar a esas capacidades y se sumaron a la Convenci¨®n sobre las Armas Biol¨®gicas de 1972.
En las ¨²ltimas d¨¦cadas, los grandes adelantos en biolog¨ªa plantean la posibilidad de avances t¨¦cnicos que mejorar¨ªan la efectividad de las armas biol¨®gicas de la ¨¦poca de la Guerra Fr¨ªa o facilitar¨ªan una nueva generaci¨®n de este tipo de armas m¨¢s f¨¢cil de dirigir. Por otra parte, las muertes masivas, la disrupci¨®n y el enorme coste financiero que ha ocasionado la pandemia de la covid-19 ponen de relieve el potencial de la biolog¨ªa para causar da?os a escala mundial. As¨ª pues, en el ambiente actual de competencia por el poder y tensiones en aumento, no se puede excluir la posibilidad de que ciertos Estados decidan explotar la biolog¨ªa con fines hostiles.
No obstante, no ser¨ªa acertado concluir que el siglo XXI ser¨¢ el siglo de las armas biol¨®gicas, y debemos evitar caer en la trampa del determinismo tecnol¨®gico. Los programas de armas biol¨®gicas ¨²tiles para fines militares a¨²n requieren de una organizaci¨®n sofisticada, que incluye financiaci¨®n, contratos, equipos, instalaciones y experiencia considerable. Tales programas no est¨¢n al alcance de la mayor¨ªa de los actores no estatales y requieren apoyo estatal. As¨ª pues, conviene examinar los incentivos y los obst¨¢culos que pueden guiar las decisiones estrat¨¦gicas de los Estados.
Existen varios caminos que pueden llevar a la reducci¨®n sustancial de los incentivos (y al aumento de los obst¨¢culos) para el desarrollarlas en las pr¨®ximas d¨¦cadas. Estos caminos implican que los Gobiernos trabajen a nivel nacional con la industria, la academia y la sociedad civil para tejer una red de prevenci¨®n contra ellas, pero esto se debe complementar con mecanismos globales con autoridad t¨¦cnica en tres ¨¢reas espec¨ªficas.
En primer lugar, la mayor¨ªa de los expertos en salud p¨²blica y guerras biol¨®gicas est¨¢n de acuerdo en que es esencial crear y empoderar mecanismos para la vigilancia, la detecci¨®n y el informe de las enfermedades y la respuesta a estas, de forma colaborativa y coordinada. Para esto es esencial el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), dise?ado por los Estados para ¡°prevenir la propagaci¨®n internacional de enfermedades, proteger contra esa propagaci¨®n, controlarla y darle una respuesta de salud p¨²blica¡±. En ocasiones, no ha sido adecuada, conforme a este reglamento, la producci¨®n de informes nacionales sobre los brotes de enfermedades. La soluci¨®n no se trata de prescindir de estas herramientas, sino de hacerlas m¨¢s efectivas, por ejemplo, mejorando la ¡°rapidez, regularidad y exhaustividad¡± de los informes de los estados sobre las enfermedades. Como demuestra la pandemia de la covid-19, la vigilancia y la capacidad de respuesta de los sistemas de salud p¨²blica minimizan el efecto de los brotes de la enfermedad, independientemente de si su origen es deliberado o natural.
La ONU necesita equipos de expertos capacitados que puedan investigar las denuncias de armas biol¨®gicas y los brotes sospechosos de enfermedades
En segundo lugar, los Estados deben fortalecer la prohibici¨®n internacional de las armas biol¨®gicas. La Convenci¨®n sobre las Armas Biol¨®gicas, que proh¨ªbe su desarrollo, producci¨®n, adquisici¨®n y uso, ha sido ratificada por 183 Estados. Pese a los esfuerzos internacionales en los a?os noventa, todav¨ªa no incluye una disposici¨®n efectiva para evaluar el cumplimiento o investigar las denuncias sobre su desarrollo. Adem¨¢s, el nivel de transparencia de los Estados con respecto a las actividades de ¡°biodefensa¡± sigue siendo limitado y voluntario.
La siguiente Conferencia de Examen de la Convenci¨®n sobre las Armas Biol¨®gicas que se celebrar¨¢ a finales de 2021 brinda a los Estados la oportunidad de rectificar estas deficiencias. Para esto ser¨¢ necesario un esfuerzo renovado y dirigido a desarrollar sistemas de evaluaci¨®n del cumplimiento, teniendo en cuenta los m¨²ltiples avances cient¨ªficos y tecnol¨®gicos desarrollados desde los a?os noventa. Los Estados pueden adem¨¢s aprovechar esta oportunidad para revitalizar las medidas dirigidas a mejorar la transparencia, mediante la actualizaci¨®n de las Medidas de Fomento de la Confianza actuales y el est¨ªmulo de un mayor sometimiento a estas medidas y an¨¢lisis de las mismas. Los avances tambi¨¦n requerir¨¢n el fomento de la cooperaci¨®n internacional en biotecnolog¨ªa y la construcci¨®n de redes mundiales de expertos para detectar el uso de armas biol¨®gicas y responder a ¨¦l. Este paso podr¨ªa atenuar los efectos de aquellas que llegasen a emplearse.
En tercer lugar, las Naciones Unidas necesitan equipos de expertos capacitados con competencias t¨¦cnicas y geogr¨¢ficamente representativos, que puedan investigar las denuncias de armas biol¨®gicas y los brotes sospechosos de enfermedades, incluso en los territorios de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, si fuera necesario. Desde 2006, se han logrado avances a este respecto con la creaci¨®n del Mecanismo del Secretario General de las Naciones Unidas para la Investigaci¨®n del Presunto Empleo de Armas Qu¨ªmicas, Biol¨®gicas o Tox¨ªnicas. Actualmente este mecanismo solo investiga las denuncias de su presunto empleo (y de las qu¨ªmicas). No est¨¢ facultado para investigar los brotes de enfermedades ni el presunto desarrollo y producci¨®n. Sin embargo, estas funciones investigativas ser¨ªan valiosas tanto para disuadir y detectar a aquellos que se dedican al desarrollo de armas biol¨®gicas, como para disipar las percepciones y la informaci¨®n err¨®neas con respecto a las actividades leg¨ªtimas de investigaci¨®n biol¨®gica y los brotes naturales de enfermedades. Si dichos mecanismos hubiesen estado listos, podr¨ªan haber ayudado a esclarecer de forma independiente los m¨¦ritos de las acusaciones sin fundamento sobre el origen de la covid-19.
El fortalecimiento de los acuerdos multilaterales y el fomento de la cooperaci¨®n entre estas instituciones requerir¨¢ de tiempo y recursos, pero el precio de invertir en estos instrumentos globales es tan solo una fracci¨®n del tr¨¢gico coste humano de la covid-19, por no mencionar el coste estimado de un bill¨®n de d¨®lares para la econom¨ªa global en 2020.
El enfoque m¨²ltiple aqu¨ª descrito no lograr¨¢ por s¨ª solo evitar el desarrollo de armas biol¨®gicas, pero contribuir¨¢ sustancialmente a mejorar las probabilidades de detectar el incumplimiento de la norma establecida contra ellas, as¨ª como a mayores esfuerzos para crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas y contribuir con la lucha contra las enfermedades infecciosas de acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Si la pandemia de la covid-19 ha dejado algo claro, es cuan valiosas son las medidas internacionales m¨¢s coordinadas y con mejores recursos para luchar contra la propagaci¨®n de las enfermedades, independientemente de su origen.
James Revill es Investigador del Programa de Armas de Destrucci¨®n en Masa y Otras Armas Estrat¨¦gicas del Instituto de las Naciones Unidas de Investigaci¨®n sobre el Desarme (UNIDIR).
John Borrie es Dirigente del Programa de Armas de Destrucci¨®n en Masa y Otras Armas Estrat¨¦gicas del Instituto de las Naciones Unidas de Investigaci¨®n sobre el Desarme (UNIDIR)
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