El shock covid-19: una oportunidad para el consumo sostenible y justo
El autor aboga por la econom¨ªa social y solidaria para hacer frente a los efectos de la pandemia
Lo que las campa?as del movimiento de comercio justo y las noticias alarmantes sobre el impacto cambio clim¨¢tico no hab¨ªan conseguido, lo podr¨ªa haber conseguido la covid-19 en un abrir y cerrar de ojos.
Y es que las medidas de confinamiento tomadas por los gobiernos para limitar el impacto del virus, nos han (?o deber¨ªan haber!) hecho por fin abrir los ojos. Sobre lo infravaloradas que est¨¢n algunas profesiones esenciales y sobre la precariedad que vive una gran parte del personal sanitario. Pero tambi¨¦n deber¨ªan abrirnos los ojos sobre lo mucho que dependemos de los agricultores y trabajadores que siembran, producen, transportan y venden los productos con los que nos alimentamos o vestimos. Y lo mucho que necesitamos que ellos lo puedan hacer en buenas condiciones.
En el contexto de las medidas que est¨¢n anunciado gobiernos alrededor del mundo, las recomendaciones del movimiento del comercio a los gobiernos se estructuran en tres pilares: proteger, reactivar y redise?ar.
Primero de todo, es esencial que los trabajadores y agricultores trabajen solamente si lo pueden hacer en condiciones que garanticen su salud, con material protector adecuado. Cuando no sea posible, los Estados deber¨ªan garantizar unos ingresos m¨ªnimos para evitar que estas personas, temporalmente inactivas, caigan en la pobreza.
En segundo lugar, siempre y cuando no se ponga en riesgo la salud, se deber¨ªa permitir reanudar cuanto antes las actividades de producci¨®n, transporte y venta de productos, tanto a escala nacional como internacional. Hay un gran n¨²mero de familias que dependen de ello para sobrevivir.
No queda m¨¢s soluci¨®n que repartir mejor el valor a lo largo de las cadenas de producci¨®n: m¨¢s ingresos para los productores y menos para los intermediarios
En el contexto de reactivaci¨®n de la econom¨ªa, varios gobiernos est¨¢n ofreciendo paquetes de ayuda a grandes empresas. No caigamos en el error de dar un cheque en blanco a las compa?¨ªas, como el que recibieron los bancos tras la crisis financiera del a?o 2008. No deber¨ªamos tolerar que se utilice dinero p¨²blico para apoyar a empresas que utilizan para¨ªsos fiscales para pagar menos impuestos o que contin¨²an contaminando sin poner en marcha un plan serio de reducci¨®n de emisiones de carbono. Para m¨¢s inri, varias organizaciones de la sociedad civil han sacado a la luz que, tras la llegada de la crisis covid-19, varias multinacionales del sector textil han anulado unilateralmente contratos que ya hab¨ªan firmado con productoras locales, principalmente en Asia, las cuales han acabado por despedir a millares de empleados, dej¨¢ndoles sin ingreso alguno.
Estas empresas irresponsables no merecen apoyo alguno por parte de los gobiernos. Por lo tanto, es necesario que las ayudas se condicionen tambi¨¦n al compromiso de tener un sistema de debida diligencia para minimizar el riesgo de que cometan pr¨¢cticas comerciales desleales que acabar¨ªan resultando en violaciones de derechos humanos. Si se demuestra a posteriori que esas compa?¨ªas han cometido pr¨¢cticas comerciales injustas, tal como las define la Directiva europea sobre pr¨¢cticas comerciales desleales en las relaciones entre empresas en la cadena de suministro agr¨ªcola y alimentario adoptada el a?o pasado, las compa?¨ªas deber¨ªan devolver el dinero que se les ha prestado.
¡°Nunca hay que desaprovechar una buena crisis¡±, tal como dijo Winston Churchill. Tenemos pues la oportunidad de aprovechar el shock actual para asegurarnos de que las fallas estructurales de las cadenas de valor global no se reproduzcan. La norma deber¨ªa ser, por lo tanto, que las empresas est¨¦n obligadas por ley a evaluar el impacto que sus pol¨ªticas y pr¨¢cticas de compra, as¨ª como los precios que pagan a sus suministradores, tienen en peque?os productores y trabajadores.
Dicho esto, no todas las compa?¨ªas son iguales. Mientras que los modelos de negocio de las empresas convencionales tienen como prioridad el rendimiento a corto plazo para sus accionistas, las de econom¨ªa social y solidaria, incluyendo a las organizaciones de comercio justo, est¨¢n dise?adas de una forma en la que ellas deben tomar decisiones de forma inclusiva, involucrando a los trabajadores y a los suministradores, teniendo en cuenta objetivos m¨¢s all¨¢ del rendimiento a corto plazo. No es que las personas que trabajan en esas organizaciones sean m¨¢s o menos virtuosas que las que trabajan en las convencionales. Es simplemente que lo que se considera ¨¦xito empresarial se define de otra manera. Si dentro de algunos a?os tenemos que vivir otra crisis sist¨¦mica como la actual, la podremos gestionar mejor si la econom¨ªa cuenta con muchas m¨¢s organizaciones de econom¨ªa social y solidaria. Los gobiernos deber¨ªan tomar nota y reorientar las pol¨ªticas de apoyo a peque?as y medianas empresas hacia pol¨ªticas p¨²blicas que fomenten la creaci¨®n de nuevas entidades con modelos de negocios sostenibles y justos.
El coste de estos cambios tiene que ser soportado principalmente por el sector privado, sobre todo los que tienen m¨¢s parte de capital. La revuelta de los chalecos amarillos en Francia el a?o pasado nos demuestra que la soluci¨®n no puede pasar por simplemente hacer que el consumidor pague m¨¢s caro por consumir de forma sostenible, puesto que dicho tipo de consumo tendr¨ªa que ser la norma. No queda m¨¢s soluci¨®n pues que repartir mejor el valor a lo largo de las cadenas de producci¨®n: m¨¢s ingresos para los productores y menos para los intermediarios. Un primer paso en esa direcci¨®n ser¨ªa la creaci¨®n a nivel internacional de observatorios de la distribuci¨®n del valor en sectores donde los ingresos est¨¢n particularmente mal repartidos, como el cacao, el banano o el caf¨¦.
En esta ¨¦poca de crisis sanitaria y econ¨®mica necesitamos urgentemente reactivar la econom¨ªa, y la ¨²nica soluci¨®n ser¨¢ a trav¨¦s de un consumo m¨¢s sostenible, a no ser que creamos que las enfermedades se curan con un parche. Y el consumo sostenible ser¨¢ justo, o no ser¨¢.
Sergi Corbal¨¢n es miembro de la Fair Trade Advocacy Office.
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