Hiam, la refugiada que se resiste a ser invisible
Hace seis a?os esta mujer lleg¨® a Arsal, un pueblo fronterizo entre Siria y L¨ªbano. All¨ª comenz¨® una batalla en solitario, con un prop¨®sito firme: convencer a las familias de que el futuro de las ni?as est¨¢ en las escuelas y no en los matrimonios pactados
Los bombardeos obligaron a Hiam a meter lo que pod¨ªa en dos maletas, alistar a su hijo peque?o, repartirse el peso con su marido y caminar durante tres d¨ªas hasta Arsal, un pueblo de L¨ªbano que colinda con Siria. El trayecto no fue f¨¢cil, ni barato, por lo que Hiam vendi¨® casi todas sus pertenencias durante el camino.
¡°Llegu¨¦ con casi nada, solo con mi carn¨¦ de identidad¡±, recuerda esta mujer, mientras prepara un t¨¦ en la cocina de su casa. Esto ocurri¨® en 2014, cuando Arsal duplic¨® su poblaci¨®n con la llegada de familias sirias que escapaban de la guerra. En este pueblo viv¨ªan alrededor de 37.000 libaneses pero a finales de ese a?o ya contaba con m¨¢s de 77.000 nuevos habitantes sirios.
Esta ampliaci¨®n de la poblaci¨®n colaps¨® el sistema de viviendas, el de sanidad y disminuy¨® los puestos de trabajo. Por lo que Hiam se encontr¨® en una ciudad con verdaderas dificultades para comenzar una nueva vida.
¡°Entramos por los caminos verdes desde Siria hasta Arsal y al llegar nos dimos cuenta de que hab¨ªa miles de familias que esperaban conseguir ayuda como nosotros¡±. Sigui¨® el calvario. Los d¨ªas se fueron entre largas esperas, colas para adquirir comida y citas para solicitar la protecci¨®n internacional. Hasta que semanas despu¨¦s, Hiam consigui¨® que los organismos internacionales le asignaran un lugar en uno de los 117 campos de refugiados que se construyeron en este poblado, de 316 kil¨®metros cuadrados.
Pero este lugar donde dormir se esfum¨® a los pocos d¨ªas. Un cortocircuito en el sistema de alumbrado ocasion¨® un voraz incendio que consumi¨® m¨¢s de 50 casas. Hiam y su familia quedaron a salvo, pero las llamas se llevaron lo ¨²ltimo que le quedaba como ciudadana siria: el documento de identidad. Desde entonces, Hiam se ha vuelto invisible para el sistema de refugiados en L¨ªbano y el mundo. No tener un carn¨¦ de identidad le imposibilita legalizar su situaci¨®n, optar a un trabajo, estudiar y hasta el volver a cruzar la frontera de regreso a Siria. Pero Hiam se resiste a ser invisible.
La lucha por mejorar las condiciones
Ahora, Hiam vive en el campo de refugiados Al-Abra 4 de Arsal. Un espacio de 8.000 metros cuadrados donde se han instalado 160 tiendas de campa?a, hechas de lona blanca, poco resistente al fr¨ªo. Estas condiciones han obligado a las familias sirias a vivir inviernos de extrema dureza, en los que la capa de nieve ha llegado a cubrir hasta dos metros de altura y con temperaturas que han alcanzado los 10 grados bajo cero.
Adem¨¢s, el espacio es m¨ªnimo. Cada tienda de acampar mide 4x6 metros, distribuidos entre un sal¨®n (que sirve de habitaci¨®n), una letrina y una cocina. El acceso al agua se da una vez cada dos d¨ªas, y la electricidad es tan precaria como inconstante. ¡°Aqu¨ª vivimos unos 400 sirios. Un 60% somos mujeres, viudas, ni?os y personas con alguna discapacidad f¨ªsica tras la guerra. No tenemos escuela, tampoco un centro de salud¡±.
En Al-Abra 4 se cre¨® un comit¨¦ de refugiados. Hiam es fundadora y tambi¨¦n la ¨²nica mujer. Un hecho poco com¨²n en un pa¨ªs en el que la mujer no tiene acceso a la vida p¨²blica, ni mucho menos pol¨ªtica
Hiam conoce como nadie este campo. Porque desde que lleg¨® no ha parado de implicarse en la lucha p¨²blica, tras toparse con una monta?a de problemas que afectan a las mujeres como ella. Por eso, decidi¨® formar parte de cada protesta, organizar las reuniones vecinales, visitar a las organizaciones internacionales y a los pol¨ªticos locales para exigir una respuesta a la demanda de sus vecinos.
En Al-Abra 4 se cre¨® un comit¨¦ de refugiados hace cuatro a?os. Hiam no es solo una de las fundadoras, sino tambi¨¦n es la ¨²nica mujer que forma parte de este grupo. Un hecho poco com¨²n en un pa¨ªs en el que la mujer no suele tener acceso a la vida p¨²blica, ni mucho menos pol¨ªtica.
Najwa Frossine, activista de la?League for Lebanese Women¡¯s Rights?(LLWR), denuncia que a¨²n existes innumerables barreras para que las mujeres formen parte activa del ¨¢mbito p¨²blico. Frossine denuncia esta situaci¨®n con un ejemplo claro: ¡°En el L¨ªbano, solo seis de los 128 esca?os parlamentarios los ocupan mujeres y, las que est¨¢n, pueden estar all¨ª porque han heredado el cargo de su padre, marido o familiar masculino fallecido¡±.
El papel de Hiam en este comit¨¦ de refugiados es visibilizar las demandas de las mujeres. Una de ellas es el acceso al trabajo. ¡°Las sirias al llegar a Arsal nos encontramos con una realidad muy distinta. En Siria, nosotras ten¨ªamos una vida con m¨¢s comodidades, los maridos ten¨ªan sus trabajos, nuestras casas eran nuestros reinos. Pero la guerra acab¨® con todo y nos trajo hasta aqu¨ª, donde no hay empleo para los hombres y a las mujeres nos ha tocado salir a trabajar de lo que sea, sin ning¨²n tipo de protecci¨®n legal¡±.
Esta precaria situaci¨®n ha provocado que muchas de ellas sufran acoso sexual y explotaci¨®n laboral. Hiam, pese a que no puede acceder a un puesto remunerado, lleva los ¨²ltimos a?os recogiendo las denuncias de esta realidad laboral que viven las mujeres para exponerla ante las autoridades locales. Ella es un puente entre las decenas de mujeres refugiadas y el Estado liban¨¦s.
¡°Yo misma s¨¦ lo que es ser empleada sin papeles, que se aprovechen. Trabaj¨¦ en una tienda desde las siete de la ma?ana hasta las nueve de la noche, me ofrecieron 100 euros al mes que al final ni me pagaron. Pues esto lo tienen que saber las autoridades. Por ello, lo denuncio¡±.
Aqu¨ª vivimos unos 400 sirios. Un 60% somos mujeres, viudas, ni?os y personas con alguna discapacidad f¨ªsica tras la guerra. No tenemos escuela, tampoco un centro de salud
Las ni?as, a la escuela
Pero la punta de lanza en la batalla de Hiam es cambiar el destino de las ni?as en los campos de refugiados de Arsal. Ella ha visto como cada vez m¨¢s familias optan por pactar el matrimonio de sus hijas como una salida de la pobreza y un salvavidas ante la seguridad. ¡°En nuestro campo hay mucha inseguridad, no hay acceso a la escuela y no tenemos dinero. Esto ha hecho que muchas familias est¨¦n casando a sus hijas adolescentes para protegerlas de que las violen y porque representan una carga econ¨®mica¡±.
Pero la espiral de violencia no termina en el matrimonio. Hiam asegura que algunas de estas adolescentes despu¨¦s sufren agresiones f¨ªsicas, sexuales y psicol¨®gicas por parte de sus maridos. ¡°Es una cadena negativa porque luego quedan embarazadas, y cada vez sus vidas se vuelven m¨¢s limitadas¡±. Lona (nombre ficticio) tiene 23 a?os. Tres hijos. Seis a?os casada. Cuatro a?os sufriendo palizas por parte de su esposo. ¡°No le importa violarme delante de los ni?os. Cuando le va mal en el trabajo, ¨¦l llega a golpearme. En el m¨¦dico me han dicho que mi esposo me ha hecho mucho da?o en la vagina¡±.
Esta joven m¨¢s de una vez ha sido auxiliada por Hiam, quien pese a las constantes amenazas de otros hombres o los consejos de ¡°evitar meterse en asuntos de pareja¡±, no solo ha intentado intervenir a trav¨¦s del comit¨¦ de refugiados sino que adem¨¢s ha informado a las autoridades. Para evitar que m¨¢s ni?as y adolescentes vivan el infierno de Lona, Hiam en cuanto se entera de que una familia quiere pactar un matrimonio, visita a los padres para convencerles de que la educaci¨®n es mejor herramienta. No es una sola visita, Hiam habla con los padres hasta el ¨²ltimo momento.
¡°Con una sola familia que convenza ya el trabajo ha valido la pena. La ni?a tiene que crecer, la mejor arma son los estudios. Cuando termina sus estudios, esta ni?a es m¨¢s consciente, m¨¢s sabe y m¨¢s confianza tendr¨¢ en s¨ª misma y menos miedo tendr¨¢ a los obst¨¢culos¡±. Otra de las estrategias que ha dise?ado es invitar a las autoridades del Ayuntamiento de Arsal a reunirse con las mujeres en el campo. Es as¨ª como Rima Krombi, exalcaldesa y actual asesora de los asuntos de las mujeres en el gobierno local ha asistido m¨¢s de una vez. ¡°Estas reuniones entre mujeres son el lugar donde trasmiten sus experiencias. La poderosa a la vulnerable y la vulnerable revela sus debilidades. Esto hace que la poderosa se sensibilice y lo trasmita a m¨¢s mujeres¡± resume la exalcaldesa.
La ni?a tiene que crecer, el mejor arma son los estudios. Cuando termina sus estudios, esta ni?a es m¨¢s consciente, m¨¢s sabe y m¨¢s confianza tendr¨¢ en s¨ª misma y menos miedo tendr¨¢ a los obst¨¢culos
Para estas reuniones, Hiam se esfuerza en encontrar informaci¨®n valiosa para el resto de las mujeres. Por ejemplo, se re¨²ne con m¨¦dicos para que le expliquen las consecuencias en los cuerpos de las ni?as al quedarse embarazadas. Una aliada es la doctora Linda Abdo, quien explica que a su consulta a diario llegan menores de edad casadas con 13 y 14 a?os. ¡°Pero realmente no es una ni?a enferma, es una ni?a casada, embarazada que puede sufrir abortos. Es un embarazo peligroso porque un matrimonio tiene consecuencias f¨ªsicas y psicol¨®gicas graves para estas pacientes. Otra realidad es que a la consulta vienen familias a pedir certificados de salud de estas ni?as que quieren casar, pero tengo que denegarlos porque no tienen el cuerpo, ni la salud para un matrimonio¡±.
Mostrar al mundo
Esta lucha de Hiam, sin sueldo, no solo se extiende en Arsal. Esta refugiada camina a contracorriente para que su vida y la de las mujeres a su alrededor no se diluyan. Es por eso que desde hace m¨¢s de dos a?os, ha recibido a distintos medios internacionales para mostrar la vida en Al-Abra4, para que otras refugiadas cuenten sus historias y para exigir a las autoridades que den respuestas. En Espa?a, la vida de Hiam ser¨¢ contada en el documental Nisaah, que realizan desde hace dos a?os organizaciones catalanas como la Associaci¨® Catalana per la Pau y la Fundacio Pau i Solidaritat.
¡°Antes, en este campo, muchos refugiados recib¨ªan a los medios con piedras, porque todos est¨¢bamos cansados de que nos usaran. Pero con el tiempo he entendido que los medios nos ayudan a mostrar lo que aqu¨ª vivimos a pa¨ªses lejanos, y eso, al menos, es una esperanza de no quedarnos tan solas¡±, dice Hiam.
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