La esteticista que socorre a mujeres adictas a la hero¨ªna, la droga que arrasa en ?frica
Desde 2010, su consumo en el continente ha crecido m¨¢s r¨¢pido que en cualquier otra parte del mundo. Medio millar de mujeres han usado los servicios de 'Beauty Corner', un sal¨®n de belleza en Mombasa regenteado por una exdrogodependiente que les ofrece apoyo
Naima considera su trabajo con perspectiva. ¡°No es para tanto¡±, masculla la esteticista autodidacta de 31 a?os frunciendo el ce?o de frustraci¨®n. Con delicadeza frota suavemente el p¨¢rpado de su clienta con una esponja blanda de maquillaje, y con el l¨¢piz de cejas a mano. Sigue frotando: a¨²n no ha terminado.
Hace unos a?os Naima utiliz¨® YouTube para aprender a hacer de todo, desde c¨®mo te?ir el pelo hasta c¨®mo hacer una pedicura. Ahora est¨¢ al frente de Beauty Corner, un peque?o, aunque perfectamente dise?ado, sal¨®n de belleza en Mombasa. Entre semana, desde las ocho de la ma?ana, dispone sus herramientas y aguarda a que las mujeres atraviesen el umbral de su establecimiento.
Enfrente de ella, un espejo de tres metros junto a un batiburrillo de paletas de sombras de ojos brillantes y cestas de color rosa beb¨¦ repletas de rulos. Pero este no es un sal¨®n de belleza cualquiera: las mujeres que buscan los servicios de Naima son adictas a la hero¨ªna o se est¨¢n recuperando. Situado en el Reachout Centre Trust, que ayuda a los habitantes de Mombasa a luchar contra la drogadicci¨®n, el sal¨®n abri¨® el a?o pasado con miras a atraer a m¨¢s mujeres a sus servicios, que incluyen pruebas de VIH, asesoramiento, tratamientos de metadona y diagn¨®stico de c¨¢ncer de cuello uterino.
Produccion ilegal
La propia Naima fue adicta a la hero¨ªna durante 10 a?os. Cuando su padre ya no pudo costear el colegio privado de Naima, ella se qued¨® ociosa y sin saber qu¨¦ hacer. A los 17 a?os empez¨® a fumar marihuana con sus amigos. Con 21, estaba completamente enganchada a la hero¨ªna. ¡°Estaba medio viva, media muerta¡±, recuerda. ¡°Me hice trabajadora sexual para poder pagarme el siguiente chute. En la calle necesitas estar guapa, pero yo ten¨ªa un aspecto horrible. Era una yonqui. La gente me ve¨ªa y se asustaba.¡±
Hasta hace relativamente poco las drogas duras, especialmente la hero¨ªna, eran poco habituales en ?frica. Pero desde 2010, el consumo de hero¨ªna en todo el continente ha crecido m¨¢s r¨¢pido que en cualquier otra parte del mundo, seg¨²n se afirma en el informe de 2015 de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC por sus siglas en ingl¨¦s).
La propia Naima fue adicta durante 10 a?os.? A los 17 a?os empez¨® a fumar marihuana con sus amigos. Con 21, estaba completamente enganchada a la hero¨ªna
Existen dos causas. A pesar de los millones de d¨®lares que Estados Unidos y sus aliados han destinado a frenar la producci¨®n de adormidera en Afganist¨¢n, se ha dado un aumento constante en la cantidad producida, seg¨²n se?ala Simone Haysom, de Iniciativa Global contra la Delincuencia Transnacional (GIATO, por sus siglas en ingl¨¦s).
En 2017, el cultivo de opio alcanz¨® un nivel sin precedentes (al saltar a un 87% en un a?o). A pesar de haberse reducido en un 20% desde entonces, Afganist¨¢n sigue produciendo el 82% de la hero¨ªna mundial, por lo que sigue siendo el mayor productor de opio en el mundo.
Rutas comerciales
Mientras tanto, ?frica se ha ido convirtiendo en una v¨ªa de tr¨¢nsito cada vez m¨¢s atractiva para la droga. Tradicionalmente, la mayor parte de la hero¨ªna que entraba en Europa procedente de Afganist¨¢n lo hac¨ªa a trav¨¦s de la llamada ruta de los Balcanes.
El conflicto y la creciente presencia policial complicaron el tr¨¢nsito por esa ruta, seg¨²n el informe de GIATO. Sin embargo, los traficantes decidieron echarse al mar. Desde 2010 ha ganado popularidad la ruta del sur, tambi¨¦n conocida como ruta del caballo, en la que la que la hero¨ªna viaja desde Afganist¨¢n pasando por el oc¨¦ano ?ndico y penetra por el este y el sur de ?frica.
A continuaci¨®n, la droga se abre camino por Europa, Asia y Norteam¨¦rica. A medida que la hero¨ªna inunda el este de ?frica, el n¨²mero de drogodependientes va en aumento. ¡°En lugar de que la droga atraviese la regi¨®n, esta es ahora su destino¡±, se?ala Haysom. En 2015 UNODC advirti¨® de que la adicci¨®n a la hero¨ªna estaba aumentando en Kenia, especialmente en la costa. Mombasa, el mayor puerto del este de ?frica, es la zona m¨¢s castigada.
¡°En las calles de Mombasa es m¨¢s f¨¢cil comprar hero¨ªna que az¨²car en un supermercado¡±, afirma Taib Abdulrahman, director ejecutivo de Reachout Centre Trust. Desde entonces, el consumo de hero¨ªna se ha extendido a otras partes del pa¨ªs, entre ellas Nairobi y Kiambu. Si bien los datos son dispares, se calcula que entre 18.000 y 55.000 keniatas consumen hero¨ªna.
Los principales problemas
Existe ayuda a disposici¨®n de los drogodependientes en m¨¢s de 50 centros de tratamiento y rehabilitaci¨®n registrados por la Autoridad Nacional para la Campa?a Contra el Abuso de Alcohol y Drogas, pero acceder a ella es dif¨ªcil. Aunque los servicios de prevenci¨®n, como el asesoramiento, el programa de intercambio de jeringuillas y las pruebas de VIH a menudo son gratuitos, la rehabilitaci¨®n hospitalaria puede costar entre 15.000 y 200.000 chelines kenianos, aproximadamente entre 130 y 1.700 euros.
Por otra parte, las mujeres se quedan al margen de estos servicios. ¡°Las consumidoras de droga tienen necesidades muy espec¨ªficas¡±, explica Faiza Hamid, directora del programa de Reachout. ¡°Y sus necesidades no est¨¢n siendo atendidas¡±. La estigmatizaci¨®n es tambi¨¦n un problema. Muchas se dedican al trabajo sexual para costearse su drogadicci¨®n: una sola dosis de hero¨ªna cuesta alrededor de 150 o 200 chelines kenianos, alrededor de 1,5 euros.
Esta es una de las razones por las que las consumidoras de hero¨ªna tienen menos probabilidades de acceder al tratamiento de rehabilitaci¨®n. La preocupaci¨®n por garantizar el cuidado infantil, el dif¨ªcil acceso a los centros y los problemas relativos a las relaciones ¡ªlas mujeres suelen convivir con parejas que tambi¨¦n tienen problemas de consumo de drogas¡ª son tambi¨¦n factores a tener en cuenta. Si no buscan tratamiento, es probable que queden marginadas antes y sufran un mayor riesgo de contagiarse con el VIH.? Puede que las mujeres constituyan una minor¨ªa dentro de los consumidores de droga, pero los expertos afirman que son pocos los casos reportados y que probablemente haya muchos m¨¢s.
Atender las necesidades humanas
Y ah¨ª es donde entra Beauty Corner. ¡°Hablo con estas chicas¡±, cuenta Naima, la primera paciente tratada con metadona en Reachout, que fue elegida directora de la cl¨ªnica para dirigir el sal¨®n de belleza despu¨¦s de haber asistido a varias sesiones de asesoramiento. Lleva cinco a?os sin probar la droga. ¡°Les digo: ¡®Lo que ves desde fuera es drogadicci¨®n y aversi¨®n hacia ti misma. Eres guapa. Eres madre, hija y hermana¡¯. Mientras les pinto las u?as les digo: ¡®?Por qu¨¦ no empiezas con la metadona? ?Por qu¨¦ no te haces una prueba de VIH?¡¯. Cuando funciona es maravilloso¡±.
Les digo: ¡®Lo que ves desde fuera es drogadicci¨®n y aversi¨®n hacia ti misma. Eres guapa. Eres madre, hija y hermana¡¯. ?Por qu¨¦ no empiezas con la metadona? Cuando funciona es maravilloso
Durante a?os solo un pu?ado de mujeres adictas se presentaban a los servicios de Reachout: sencillamente no le ve¨ªan sentido a acudir all¨ª. ¡°Las mujeres me dec¨ªan que en el centro de atenci¨®n todo les parec¨ªa dise?ado para drogodependientes varones¡±, dice Faiza. ¡°Ya sab¨ªan si ten¨ªan o no el VIH, ?qu¨¦ m¨¢s necesitaban?¡±. As¨ª que se le ocurri¨® la idea del sal¨®n de belleza Beauty Corner. El primer objetivo era lograr que las mujeres entraran para hacer que se sintieran especiales, aunque solo fuera un ratito antes de abordar otros temas m¨¢s dif¨ªciles.
Parece que la cosa funciona. En menos de un a?o, 453 mujeres han probado los servicios del sal¨®n de belleza y, seg¨²n Faiza, ha habido enorme aceptaci¨®n entre las mujeres que han utilizado los servicios cl¨ªnicos.
Espacio seguros
El n¨²mero de pruebas de c¨¢ncer de ¨²tero, por ejemplo, ha aumentado un 34%. Naima ve a una media de 15 mujeres a diario. Aun as¨ª, hay una evidente falta de servicios que se ajusten a las necesidades de las mujeres (la mayor¨ªa de los centros de rehabilitaci¨®n est¨¢n dirigidos espec¨ªficamente a los hombres). Aunque la investigaci¨®n sobre las mujeres drogodependientes en Kenia es limitada, los estudios ponen de manifiesto que las mujeres inscritas en programas de tratamiento espec¨ªfico para ellas obtienen mejores ¡°resultados y mejor¨ªas¡± que aquellas que no lo est¨¢n, seg¨²n UNODC.
Esther Ingolo, la directora de G¨¦nero de Mombasa, confirm¨® a Daily Nation que la unidad delegada no asigna lugares seguros espec¨ªficos a las mujeres, a pesar de que existan algunos programas sostenibles de los que se pueden beneficiar. As¨ª pues, el sal¨®n de belleza est¨¢ cubriendo una laguna muy necesaria. Y hay otros tambi¨¦n. No muy lejos se halla Mewa Health and Harm Reduction, una organizaci¨®n cuyo objetivo es reducir los efectos negativos del abuso de drogas.
¡°La mayor¨ªa de las mujeres no poseen hogar, tienen hijos y carecen de ayuda¡±, se?ala Abdalla Ahmed, director de programas de Mewa. "Est¨¢n enfermas ¡ªmuchas tienen hepatitis, VIH, tuberculosis¡ª y sus familias y comunidades las han aislado. Hay m¨¢s consumidores de hero¨ªna hombres que mujeres, pero la cantidad de problemas que afrontan las mujeres es mayor¡±, puntualiza. ¡°Debemos analizar las causas del problema¡±, opina Ingolo. ¡°Necesitamos una soluci¨®n a largo plazo para que las mujeres salgan del arroyo y no vuelvan a ¨¦l.¡±
Presi¨®n social
Mientras se va llenando de mujeres, el calor empieza a apretar. Tres mujeres sentadas charlan en voz baja. Una de ellas es Elizabeth Yieko, de 34 a?os. Se march¨® de su hogar en Luanda cuando ten¨ªa 14 a?os y estuvo viviendo en la calle hasta hace dos a?os. Al igual que Naima, empez¨® fumando marihuana. ¡°Fue terrible¡±, asegura al recordar su primer chute de hero¨ªna. ¡°Dije que nunca lo volver¨ªa a hacer, pero mis amigas me convencieron. Lo hice una segunda vez, luego una tercera y, despu¨¦s de eso, la cosa no era ya tan mala.¡±
Desde aquel d¨ªa, sus decisiones estuvieron dictadas por la hero¨ªna. Se ech¨® a la calle y se ganaba la vida robando y con trabajos sexuales. A diario se gastaba 2.500 chelines kenianos (algo m¨¢s de 20 euros), suma que dobl¨® al cabo de varios a?os. Al final pas¨® tres a?os en la c¨¢rcel por posesi¨®n de drogas y robo. Sin embargo, en 2013 su vida cambi¨®. Tras ser golpeada y violada tres veces en la calle, decidi¨® que ya hab¨ªa tenido suficiente. Viv¨ªa en uno de esos lugares conflictivos muchas veces llamados ¡°antros de la droga¡± y una amiga suya le habl¨® de Beauty Corner.
¡°Cuando vi a mi amiga despu¨¦s de su visita al sal¨®n de belleza, no me lo pod¨ªa creer. Estaba limp¨ªsima, maquillada, llevaba el pelo bien arreglado y los labios pintados de rojo. Vi que las mujeres que hab¨ªan vendido sus vidas a la droga pod¨ªan comenzar una nueva vida. Sent¨ª que me hab¨ªa transformado.¡±
Tender la mano
Ahora Elizabeth ya no fuma hero¨ªna y capta mujeres para el sal¨®n. Visita zonas conflictivas donde pasan el rato las mujeres consumidoras de droga con el fin de correr la voz sobre el sal¨®n. Hasta el momento, ha tra¨ªdo a 10 mujeres. Sin embargo, Naima quiere m¨¢s. ¡°Me alegra estar ayudando a la gente¡±, dice.
¡°Pero no me basta con eso. Pienso en el futuro. ?Qu¨¦ pasa con nuestra vida despu¨¦s de la metadona? ?A d¨®nde vamos a ir? Para la gente que ha nacido en los antros de la droga, su hogar est¨¢ en esos antros. Tenemos que encontrar un sitio para las mujeres. ?Por qu¨¦ tenemos que morir? ?Por qu¨¦ tenemos que desperdiciar nuestras vidas?¡±
Esta historia fue publicada originalmente en The Daily Nation, de Kenia, y producida conjuntamente por reporteras de The Guardian y The Fuller Project, organizaci¨®n de periodismo sin ¨¢nimo de lucro especializada en informaci¨®n sobre los derechos de las mujeres.
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