La ciencia es compleja
La medicina es una ciencia que se basa en relaciones causa-efecto. Sin embargo, es dif¨ªcil comprender la situaci¨®n de un enfermo sin contar con los factores externos y emocionales que lo condicionan
Dicen que Newton observ¨® c¨®mo una manzana ca¨ªa de un ¨¢rbol y, a partir de ello, comenz¨® a definir la fuerza de la gravedad.
Hasta principios del siglo XX, la ciencia se ha regido por relaciones causa-efecto m¨¢s o menos lineales. Desde los albores del siglo pasado otra ciencia se fue definiendo y, con ella, fue cambiando nuestro campo de conocimiento ampli¨¢ndose no solo a lo desconocido, que sabemos que no sabemos, sino a lo que ni siquiera sabemos que no sabemos. Con Albert Einstein, el camino m¨¢s r¨¢pido dej¨® de ser la l¨ªnea recta.
Observ¨¢bamos interferencias que intu¨ªamos limitantes para el desarrollo del conocimiento cient¨ªfico desde un punto de vista te¨®rico, y los cient¨ªficos han demostrado que esas interferencias suponen l¨ªmites al sue?o del saber infinito, a la necesidad de certeza del ser humano.
La ciencia est¨¢ ahora mismo limitada por la incertidumbre ¡ªno podemos conocer el lugar exacto de un punto y, al mismo tiempo, su velocidad¡ª, pone a prueba nuestra capacidad de abstracci¨®n ¡ªun gato puede estar vivo y muerto a la vez¡ª y nuestra frustraci¨®n ¡ªel observador ejerce una influencia sobre el objeto a estudio y, por tanto, sobre el efecto observado, siendo imposible saber qu¨¦ suceder¨ªa si no lo estuvi¨¦ramos observando¡ª.
Aparece el demonio de Laplace, lo desconocido. Nacen las ciencias de la complejidad. Tal vez la f¨ªsica cu¨¢ntica sea la m¨¢s popular de dichas ciencias. Una ciencia cuya verosimilitud es tan f¨¢cil de mostrar mediante experimentos como dif¨ªcil de explicar y comprender. Nos resistimos a aceptar ese proceso de complejificaci¨®n de la ciencia en las ciencias biol¨®gicas. En particular, en medicina. Seguimos empe?ados en regirnos por la relaci¨®n directa entre causa y efecto.
Desgraciadamente, la covid-19 nos ha obligado a aceptar los l¨ªmites de la ciencia. La aparici¨®n de matices en enfermedades que cre¨ªamos conocer puede resultar mortal. La escasa capacidad de prevenci¨®n de lo inesperado puede paralizar el mundo. D¨¢bamos por sentado que a las ciencias biol¨®gicas se les pod¨ªan pedir soluciones aqu¨ª y ahora, y arrastramos nuestras propias limitaciones.
Nos sorprende que quien nunca ha fumado tenga un tipo de c¨¢ncer de pulm¨®n casi exclusivo de fumadores; que una persona que toda la vida ha cuidado su alimentaci¨®n y no se ha expuesto a factores de riesgo ¡ªconocidos¡ª tenga un c¨¢ncer de colon; que a un joven deportista le d¨¦ un infarto y que una persona con obesidad m¨®rbida tenga unas anal¨ªticas de sangre perfectas. Consideramos milagrosas algunas curaciones y atribuimos al destino o al pecado procesos de enfermar que escapan a nuestro entendimiento. Nos sigue sorprendiendo el efecto placebo y el m¨¢s desconocido efecto nocebo, que tantos quebraderos de cabeza dan a m¨¦dicos y pacientes.
Una m¨¢xima cl¨¢sica en medicina reza: ¡°No existen enfermedades, sino enfermos¡±. Aceptamos dicha m¨¢xima, pero no abordamos la complejidad que evidencia. La relaci¨®n causa-efecto es innegable en medicina, como innegable es que apenas conocemos factores causales directos e inevitables y los efectos e influencias de otros factores sobre el desarrollo o la evoluci¨®n de una enfermedad.
Minimizamos el efecto del observador sobre los resultados de los estudios, utilizando t¨¦cnicas de despiste como el doble ciego o la aleatoriedad. Sin embargo, todos los grupos de estudio comparten algo indiscutible: saben que est¨¢n siendo observados, la bio¨¦tica lo exige.
Necesitamos aplicar a la ciencia m¨¦dica un nuevo factor: el factor humano. Aplicarlo obliga a observar y analizar todos los factores implicados en el vivir y el enfermar; en el flujo entre el bienestar, el malestar y la muerte.
M¨¢s pronto que tarde querremos olvidar lo que acabamos de vivir, y a esa amnesia la acompa?a que nos instalemos en la sociedad del bienestar. Olvidaremos que no todo se sabe ni est¨¢ bajo control. Que hay factores externos que impresionan a los sentidos y a quien los siente. Es la conciencia como conjunto de caracter¨ªsticas intangibles del ser humano, con sus principios, virtudes, valores y defectos. La simpat¨ªa, la generosidad. El instante vital. La empat¨ªa, la compasi¨®n. La frustraci¨®n, el dolor. La soledad. No existe enfermedad sin enfermo. Y no existe enfermo sin factor humano. No puede ser buen m¨¦dico aquel que no observa, entiende y atiende el factor humano.
En medicina registramos numerosas relaciones directas de causa-efecto, pero la cantidad de factores causales, concausa, perpetuadores, cronificadores, beneficiosos, perjudiciales o influyentes en el proceso de enfermar y curar es infinita. Compleja. La capacidad de predicci¨®n basada en la cadena causal se est¨¢ disolviendo, sustituida por alguna forma de asociaci¨®n invariable y extra?a que no se puede representar f¨¢cilmente en un gr¨¢fico, o en una ecuaci¨®n matem¨¢tica. Ni siquiera en los codiciados algoritmos.
Como sugiere el m¨¦dico y pensador Jorge Trainini: ¡°Sin el factor humano, individual y ¨²nico, que es la mente y conciencia humana, la medicina no tiene destino ni el enfermo consuelo¡±.
Ha nacido la medicina de la complejidad. ¡ªeps
Lola Mor¨®n es psiquiatra y experta en neuropsiquiatr¨ªa.
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