Mensaje a adolescentes: la nueva normalidad no equivale a desfase
Los expertos prev¨¦n un incremento de consumo de alcohol en j¨®venes tras el confinamiento, propiciada por el contexto de relajaci¨®n colectiva en el que nos encontramos
Con toda Espa?a en la nueva normalidad, salvo algunas regiones que por el resurgir de brotes han debido retroceder a fases anteriores, las salidas a la calle de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n se han generalizado. Tambi¨¦n las de los adolescentes que, tras tres meses de encierro se han reencontrado con sus amigos. Aunque no tienen muchas opciones de ocio ¡ªtampoco en la era poscovid¡ª m¨¢s all¨¢ de centros comerciales, paseos y alg¨²n rato de deporte en pistas municipales, disfrutan con el simple hecho de estar en compa?¨ªa de sus iguales. Pero precisamente esa falta de opciones a menudo les obliga a buscar alternativas. Sin duda, el botell¨®n es una de ellas. Y, por desgracia, una de las m¨¢s frecuentes. M¨¢s a¨²n en este momento en el que sienten una enorme libertad tras haberse encontrado atrapados durante el confinamiento.
As¨ª lo ve la Asociaci¨®n DUAL (entidad sin ¨¢nimo de lucro dedicada al colectivo de personas afectadas por patolog¨ªas duales como el trastorno mental y la adicci¨®n a sustancias), que lanz¨® hace unos d¨ªas la campa?a, Entre fase y fase, No desfases, financiada por la Delegaci¨®n del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. En ella se intenta prevenir el riesgo de que los adolescentes se excedan o inicien en el consumo de alcohol coincidiendo con las fases de desescalada. Ra¨²l Izquierdo, psic¨®logo y director t¨¦cnico de Asociaci¨®n DUAL cree que podr¨ªa producirse una especie de ¡°reacci¨®n compensatoria en un contexto de relajaci¨®n colectiva por la angustia sostenida durante los ¨²ltimos meses¡±. En efecto, Izquierdo lo entiende como un fen¨®meno global: ¡°El desfase est¨¢ siendo generalizado: la gente sali¨® en tromba a la calle, ocupaba las playas en la Fase 1, cuando a¨²n no se pod¨ªan utilizar, o desbordaban las terrazas de los bares¡±. Como siempre, hablamos de dar ejemplo y de moverse por imitaci¨®n. ¡°La conducta y las actitudes de los adolescentes coinciden con la del resto de la poblaci¨®n: esa inercia pendular consistente en la necesidad de experimentar un fen¨®meno de liberaci¨®n despu¨¦s una etapa de represi¨®n¡±, comenta Izquierdo.
A esto se a?ade el hecho de que no habr¨¢ fiestas en los pueblos ni en los distritos: ¡°As¨ª que hay que recuperar el tiempo perdido y el que nos quieren hacer perder. Y en este caldo de cultivo, un menor de 13 o 14 a?os es tremendamente permeable a la propuesta de sus amigos¡±. Recordemos que son sus grandes referentes en esa etapa de su vida. Y que, seg¨²n la encuesta ESTUDES esa es precisamente la edad de estreno en el consumo de alcohol. Izquierdo: ¡°Los adolescentes se encuentran en un momento de cambio y enorme inestabilidad, lo que hace que se muestren altamente sugestionables y que sustituyan la idealizaci¨®n de sus padres por la de sus amigos, que pasan a convertirse en una influencia, a menudo, determinante¡±.
Todas esas circunstancias se suman al hecho de que durante la pandemia, probablemente, ha sido el sector de poblaci¨®n en el que menos se ha pensado. ¡°En una situaci¨®n de urgencia sostenida que ha obligado a las autoridades a responder sin demasiado tiempo para planificar, se han dirigido a grupos cl¨¢sicos de edad: ancianos, ni?os y adultos. Y ah¨ª se han quedado, sin querer, en tierra de nadie¡±. Ellos que precisamente no se sienten ni ni?os ni adultos. Es lo que Izquierdo llama, a modo de broma, ¡°un lapsus freudiano colectivo¡±.
Esta asociaci¨®n entiende los adolescentes deb¨ªan haberse beneficiado de las primeras salidas de los menores hasta trece a?os para, posteriormente, ¡°asimilarles a los horarios de la franja de los adultos. Eso hubiera sido un acierto por cuanto implica en reconocimiento de su ambigua condici¨®n evolutiva. Pero es que para hacer eso hay que pensar mucho en los adolescentes¡±. Parece evidente que la situaci¨®n no ha sido propicia para tenerles en cuenta, lo que ha tenido como consecuencia que hayan sufrido m¨¢s ansiedad que los ciudadanos de otras edades.
¡°A menudo, decimos con humor que los adolescentes sufren el s¨ªndrome de no me aguanto ni yo. Si lo matizamos un poco significa que metabolizan peor las emociones negativas, sufren cambios bruscos en su estado de ¨¢nimo, a menudo se muestran suspicaces, y de pronto se ven inmersos en conflictos con otros¡±, afirma el psic¨®logo de Dual. Es cierto que en la mayor¨ªa de las ocasiones esos conflictos les llevan a enfrentarse a sus padres, pero tambi¨¦n consigo mismos sin tener claros los motivos. Pues bien, toda esa material inflamable hay que meterlo en un confinamiento restrictivo y sin poder quemar mediante el deporte. La bomba a punto de explotar est¨¢ asegurada.
Tratar de evitar que se sientan atra¨ªdos por los populares botellones no es tarea f¨¢cil para los padres, pero Izquierdo sugiere dos medidas fundamentales. Por un lado, ofrecerles una alternativa mejor: ¡°La m¨¢s potente es el deporte, por cuanto resulta incompatible con el uso del alcohol y otras drogas. Pero por ahora tampoco se puede hacer deporte en equipo¡¡± Por otro lado, ¡°hablar, hablar y hablar. Comunicarnos con honestidad y lealtad, de forma aut¨¦ntica. Incorporando a nuestro hijo al debate y la reflexi¨®n, apelando a la mutua colaboraci¨®n necesaria para afrontar dificultades en general y una en concreto: en este momento la amenaza colectiva de mayor magnitud nunca vivida antes por nosotros¡±.
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