Cervezas fr¨ªas y con guasa en Sevilla
Casa Vizca¨ªno y Sol y Sombra, dos barras de toda la vida de la capital andaluza en las que nunca falta la guasa y una cerveza bien fr¨ªa.
Curro Lappi solo lleva cuatro a?os empleado en Casa Vizca¨ªno, pero este bar forma parte de su vida. Entr¨® de cr¨ªo a servir en un comercio de tejidos de esta misma calle del casco antiguo, la sevillan¨ªsima Feria, llamada as¨ª por el Jueves, el mercadillo de origen medieval que se instala en ella. Curro pasaba a cada rato por Casa Vizca¨ªno y luego fue uno de sus parroquianos m¨¢s asiduos. Trabajar aqu¨ª ha colmado sus sue?os, pero a sus 62 a?os es m¨¢s que un camarero: alterna con los clientes y organiza la circulaci¨®n dentro del establecimiento en estos d¨ªas tan raros que ha dejado la pandemia.
No queda claro cu¨¢ndo naci¨® Casa Vizca¨ªno. Se documenta su existencia desde 1936, pero parece que se construy¨® a?os antes, en este solar donde hubo una mercer¨ªa. Lo fund¨® Juan Vizca¨ªno Orihuela, abuelo de Juan Gabriel Begerano Vizca¨ªno, el propietario actual. Se comenta que ven¨ªan Chaves Nogales, Cernuda o los Machado, nada menos. La gente de la cultura lo adora, pero Casa Vizca¨ªno presume de atraer a todas las Sevillas posibles: la humilde y la pija, la universitaria y la iletrada, la atea y la de las cofrad¨ªas, la b¨¦tica y la sevillista; la facha, la roja y la otra; la que ama los toros y la que los detesta. Como se?ala la cineasta Paola Garc¨ªa Costas, da la impresi¨®n de que en cualquier momento te vas a tropezar con alg¨²n personaje de las pel¨ªculas de Alberto Rodr¨ªguez o Benito Zambrano.
Los ¨²nicos que a Curro no le gustan son los plastas, los desabor¨ªos y los tristes, ¡°los que entran con cara de tanatorio¡±. Aqu¨ª se da rienda suelta a la pasi¨®n por la guasa, el tomarse el pelo y apodar al primer golpe de vista. A Curro le dicen que es ¡°el jefe de prensa¡± de Casa Vizca¨ªno. En la agenda del m¨®vil guarda m¨¢s n¨²meros de clientes que de parientes.
En todas estas d¨¦cadas el local ha cambiado lo justo. Lo primero que hace Curro cada lunes por la ma?ana es, ¡°con mucho cuidadito¡±, darle cuerda al reloj, que lleva ah¨ª m¨¢s de 80 a?os. El p¨²blico aprecia el aire a?ejo del recinto y que aguanten costumbres como anotar con tiza en la barra el importe y las sumas de las consumiciones. Encima de la nevera hay un mont¨®n de botellas apiladas a las que nadie sacude el polvo. La gente no lo tolerar¨ªa. Lo que m¨¢s se despacha es tambi¨¦n lo de toda la vida: verm¨² de la casa y cerveza, Cruzcampo, por supuesto. ¡°Si variamos de marca, tenemos que cerrar¡±, dice Curro. Esa cerveza, creada en Sevilla en 1904, lleva casi 30 a?os en manos de multinacionales, pero ese detalle no evita que los sevillanos piensen que les pertenece. Aunque ha desaparecido el letrero ¡°Se proh¨ªbe el cante¡±, el veto se mantiene. Solo hay uno, que canturrea muy bien flamenco, al que se le permite saltarse la norma, pero no demasiado. ¡°Ya se te han acabao los megas¡±, le suelta Juan, el due?o, para callarlo.
Algo no es igual que siempre. Desde los a?os setenta hay dos retretes, uno para hombres y otro para mujeres, pero hasta entonces solo hab¨ªa uno. Casi ninguna mujer se dejaba ver por los bares. Eso suced¨ªa en la machista y rancia Espa?a.
Sevilla es una ciudad socarrada por el calor y sus clich¨¦s, con los que, y en esto no es original, mantiene una relaci¨®n ambigua: los cumple a medida que se resiste a ser esclava de ellos. Al salir de Casa Vizca¨ªno cruzamos el puente de Triana para visitar el Sol y Sombra, una taberna de nombre transparente: cientos de carteles taurinos invaden sus muros de arriba abajo. Hay uno de 1840 y otro de una corrida de Manolete anunciada para septiembre de 1947 a la que el mito no lleg¨®: Islero lo mat¨® el 29 de agosto.
Nos recibe Roc¨ªo, la hija de Pepe Fern¨¢ndez y Patrocinio Mata, el matrimonio que mont¨® el bar en 1961, cuando su madre estaba embarazada de ella. ¡°Miarma, no me saqu¨¦is fotos con la botella de agua que da mala suerte¡±. Ella no tiene filtro. Es alegre, volc¨¢nica y muy emotiva: se le saltan las l¨¢grimas al evocarse de ni?a en la cocina con su madre, que a los 54 a?os sufri¨® ceguera y la amputaci¨®n de una pierna por la diabetes.
Roc¨ªo nos ofrece solomillo con ajo, jam¨®n y queso curado por ella misma. Comenz¨® a echar una mano en el Sol y Sombra a los 10 a?os, junto a su hermano Antonio. ¡°Soy tasquera, no restauradora¡±. Le gustan los toros, aunque el fan¨¢tico era su padre. En el Madrid de los cincuenta se hab¨ªa encargado de un bar de Gitanillo de Triana en el que trat¨® a Ava Gardner y Domingu¨ªn y luego abri¨® su negocio en Sevilla, en este barrio con tanto orgullo de barrio. Hay camisetas con esta leyenda: ¡°Rep¨²blica Independiente de Triana¡±.
Este sitio, entusiasta celebraci¨®n de la Espa?a ca?¨ª, le hubiera vuelto loco a Bigas Luna: las servilletas son rollos de papel higi¨¦nico ¡ª¡°mi padre lo hab¨ªa visto en una pel¨ªcula extranjera¡±¡ª y del techo cuelgan ajos, botellas de manzanilla y decenas de jamones y paletillas de Jabugo. Un d¨ªa el padre de Roc¨ªo contrat¨® a Mario, un joven camarero. Se gustaron de inmediato, pero la presencia del padre les intimidaba. ¡°Era muy severo¡±, recuerda Roc¨ªo. Su padre se muri¨® a los 62 a?os, de un infarto en su d¨ªa de descanso, en enero de 1992. Dos meses despu¨¦s, Mario le tir¨® los tejos a Roc¨ªo durante una visita al matadero. Jam¨®n, jam¨®n. Bigas no nos abandona.
La pareja se ocupa del bar con el apoyo de sus dos hijas, despedidas desde el estado de alarma. Alguien deja caer que Roc¨ªo es la persona m¨¢s graciosa de Triana. Y eso que en esta calle de Castilla viven Los Morancos.
Pasi¨®n por la guasa
Casa Vizca¨ªno da a la plaza del Monte Si¨®n y es vecino de la capilla de Nuestra Se?ora del Rosario. Es frecuentado por la gente de la cultura, pero presume de atraer a todas las Sevillas posibles. Aqu¨ª se da rienda suelta a la pasi¨®n por la guasa, el tomarse el pelo y apodar al primer golpe de vista. Sol y Sombra, en el barrio de Triana, es una entusiasta celebraci¨®n de la Espa?a ca?¨ª.
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