Tapeo y solera en Zaragoza
Este verano recorremos barras espa?olas populares para conocer sus delicias y a sus parroquianos. Primera parada en Zaragoza, ciudad con unos 5.200 bares; uno por cada 150 habitantes. Visitamos tres de ellos: Casa Paricio, bar Amblas, el favorito del rapero Kase O, y Bonanza.
Hay pocas cosas que maticen con m¨¢s finura la personalidad de un lugar que su relaci¨®n con los bares. Espa?a, l¨ªder mundial en bares por habitante aunque su n¨²mero est¨¦ decreciendo, tiene m¨¢s locales, unos 260.000, que Estados Unidos. Cuando se dice que nuestro pa¨ªs se distingue por su gusto por la calle y los encuentros sociales no se habla por hablar.
Zaragoza, concretamente, podr¨ªa ganar un campeonato de roce social. En esta ciudad hay unos 5.200 bares. M¨¢s o menos uno por cada 150 habitantes. A¨²n sobreviven bares antiguos ¨C¡°bares de viejo¡± en la jerga hipster¡ª que conservan la pinta y el encanto de sus or¨ªgenes. Hoy jueves visitamos tres. Antigua Casa Paricio abri¨® en 1928; el bar Amblas, en 1965, y el bar Bonanza, en 1973. Contin¨²an en manos de las familias que los levantaron y son un caso muy llamativo de desaf¨ªo al paso del tiempo y a toda clase de tormentas.
Nada m¨¢s entrar en Casa Paricio, en el barrio de La Magdalena, el m¨¢s intercultural y alternativo de Zaragoza, un cliente me saluda: ¡°?Quieres escribir una novela conmigo? Va sobre Jesucristo, que naci¨®, muri¨® y vivi¨® en Teruel¡±. Algo tan surrealista solo se puede escuchar en un bar aragon¨¦s.
Casa Paricio lo llevan los hermanos Cabrera, Eva, Tere y Mill¨¢n, nietos de Mar¨ªa Mar¨ªn, la mujer que se hizo cargo del bar en la dictadura de Primo de Rivera. En sus m¨¢s de 90 a?os solo ha cerrado durante los 30 d¨ªas de luto oficial que siguieron a la muerte de Franco. En la Guerra Civil hubo m¨¢s jaleo que de costumbre. Se llenaba con los militares de los cuarteles cercanos y, si se barruntaban bombardeos, la gente se refugiaba en el s¨®tano, entre los toneles de vino.
Casa Paricio es un elegante museo de s¨ª mismo. Si alguien quiere filmar una escena ambientada en un bar de la II Rep¨²blica, no tiene m¨¢s que venir aqu¨ª. Permanece intacto casi todo: el incre¨ªble frigor¨ªfico, las mesas de m¨¢rmol, el tel¨¦fono negro o la radio en la que los clientes de la posguerra escuchaban ¡°el parte¡±. El vino; el verm¨² casero, con o sin sif¨®n, y las anchoas en salmuera se mantienen como los productos estrella. Hay colgados curiosos carteles disuasorios: ¡°Se proh¨ªbe la blasfemia y la palabra soez¡±; ¡°Se proh¨ªbe hacer aguas menores por razones de higiene¡±. En su juventud, a Eva, Tere y Mill¨¢n el bar les parec¨ªa anticuado y amagaron con darle un toque de modernidad. Ahora agradecen que Pepe, su padre, se resistiera como gato panza arriba.
En los 18 de julio no todo han sido desgracias. Ese d¨ªa de 1965 se inaugur¨® el bar Amblas en Delicias, un barrio de aluvi¨®n y castizo a m¨¢s no poder, elegido por muchos aragoneses de pueblo en busca de una vida mejor. Ana, la encargada actual, es hija de su fundador, Andr¨¦s Blasco, y hasta hace poco la acompa?aba su hermano Alfonso, reci¨¦n jubilado. Ana naci¨® en 1960 en el propio edificio del bar. Ha transcurrido toda su existencia, literalmente, en este lugar. El Amblas lleva 55 a?os con id¨¦ntico maquillaje: ninguno. Tiene la fuerza de lo vulgar y de lo estancado en el tiempo. En la fachada todav¨ªa reina la banderola luminosa, apagada y rota, de Cervezas El Le¨®n. En un sitio principal, detr¨¢s de la barra, brillan una Virgen del Pilar y un escudo del Real Zaragoza, imbatibles iconos de la ciudad. El pedigr¨ª zaragocista es incontestable: fue el bar de la ni?ez de V¨ªctor Mu?oz, legendario futbolista y entrenador.
En sus a?os de oro el Amblas acog¨ªa entre su clientela a tres generaciones: los abuelos despu¨¦s de comer, los padres antes de cenar y los hijos las noches del fin de semana. Las tardes de caf¨¦, copa, puro y gui?ote ¡ªel juego de cartas m¨¢s popular de Arag¨®n¡ª han desaparecido, y no solo porque no se permita fumar. Aquellos que ven¨ªan ya no est¨¢n y los j¨®venes no juegan al gui?ote. Pero el Amblas es el bar favorito para tomar verm¨² y tortilla de patata de dos ¨ªdolos juveniles, Kase.O y Sho-Hai, del grupo de rap Violadores del Verso. Un mexicano residente en Madrid viaj¨® de propio a Zaragoza y se acerc¨® al local atra¨ªdo por la canci¨®n de Sho-Hai dedicada al barrio de Delicias, que recoge este gui?o: ¡°De verm¨² en el Amblas¡±. El rapero no ment¨ªa. Hoy lo hemos encontrado en este bar que siente como suyo.
Concluimos la ruta en el Bonanza, en el centro hist¨®rico de la ciudad, al lado del teatro romano. El nombre de la calle es perfecto: Refugio. Especialmente en los a?os de la Transici¨®n, el Bonanza cobij¨® a infinidad de bohemios, locos, poetas, artistas y gente que quer¨ªa cambiar el mundo. Pero el artista n¨²mero uno del local era su creador, Manolo Garc¨ªa Maya, rojo, rebelde, pintor, tipo cult¨ªsimo y con alma de showman: desde la barra igual citaba a Nietzsche que contaba chistes verdes. Hizo del Bonanza un templo republicano y cultural en el que expon¨ªan ¨¦l y sus amigos pintores. Acumul¨® multitud de cuadros de los clientes artistas que andaban tiesos y le pagaban las deudas con sus obras. Manolo era alguien que agitaba los cubatas con una hoz y conciliaba el sue?o enumerando sus defectos. Muri¨® de un infarto en 2013, a los 71 a?os. Esta noche nos acompa?a Marisa, su viuda, de 78 a?os, roja pero mon¨¢rquica. Se enamor¨® de Manolo en los sesenta, cuando ambos eran camareros del Fiesta, y nunca se dejaron de la mano. Ahora el Bonanza lo atiende su hijo Manolo con sus nietas Alba y Marta.
Marisa recuerda que su marido les quitaba el chupete a las nietas para darles un poco de jam¨®n y luego las ni?as rechazaban el chupete. Manolo ha heredado los chistes de su padre, aunque prefiere evocar una de sus sentencias: ¡°Si quieres hacerte rico, no pierdas el tiempo trabajando¡±. Sin embargo en este bar no se para de trabajar. Marta, la hija peque?a, de 21 a?os, simboliza la ilusi¨®n de que el Bonanza resista.
Son las nueve de la noche, hora punta. Algunos aguardan en la puerta para entrar al Bonanza. Manolo se las ve y se las desea para respetar las normas de seguridad que ha impuesto la pandemia. Un bar de Zaragoza no parece el mejor lugar del mundo para mantener las distancias.
El bar de Kase O
Manolo Garc¨ªa ha querido conservar las im¨¢genes que su padre dedic¨® a sus ¨ªdolos en el bar Bonanza de Zaragoza. Ah¨ª siguen (como se puede ver en la imagen), entre otros, Mahler, Wagner y Billie Holiday. En el bar Amblas, todo sigue desde hace 55 a?os con id¨¦ntico maquillaje: ninguno. El Amblas es el bar favorito de los raperos Kase.O y Sho-Hai, del grupo Violadores del Verso.
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