?Cu¨¢nto dura el impacto de una guerra?
En Berl¨ªn, una serie de placas en el suelo instaladas frente a la ¨²ltima residencia de las v¨ªctimas recuerda a los perseguidos por el nazismo.
Dos placas de lat¨®n dorado de 10 ¡Á 10 cent¨ªmetros colocadas en el suelo de varias calles de Berl¨ªn lo recuerdan cada d¨ªa. Tienen grabado un nombre, una fecha, un destino. Stolpersteine se llaman en alem¨¢n, palabra que tanto vale para escollo u obst¨¢culo como para pe?asco que apenas sobresale o se ve. Estos adoquines (hay 8.258 en toda la ciudad) son una herida en la tierra, similares a esa otra cicatriz que se?ala el trazado del muro de Berl¨ªn que dividi¨® sus calles hasta 1989. Esta semana me par¨¦, de repente, a leer las dos placas de mi acera: ¡°Max Silberstein, nacido en 1877, deportado el 2-3-1943. Asesinado en Auschwitz¡±. ¡°Max Ziffer, nacido en 1872. Deportado ???¡±. Dos vidas entre las de cientos de miles de jud¨ªos, homosexuales, comunistas, gitanos, antisociales¡
Este homenaje a ras de suelo a los perseguidos entre 1933 y 1945 es un proyecto del artista Gunter Demnig, de 73 a?os. Lo comenz¨® en 1996 y las placas se colocan frente al ¨²ltimo lugar de residencia de las v¨ªctimas. Es, digamos, una obra inacabada porque a¨²n hoy se pueden solicitar en memoria de un antepasado. En febrero, en la Zimmerstrasse, se instalaron las primeras de las 87 previstas con los nombres de los desaparecidos en ese barrio. Ahora mismo hay 46 ya colocadas. ¡°Emil, Sara y Johanna Moses, que viv¨ªan en el 48 A, deportados en 1942 a Riga. Asesinados¡±. ¡°Jacob y Amelie Lax, Mirjam Otto, Jeanette Jacob o Ingeborg Zorek, todos asesinados en Auschwitz¡±. Es doloroso mirarlas, relucientes al sol en esta ciudad llena de sombras hist¨®ricas. Acabo de descubrir que un edificio cercano, en Kreuzberg, fue sede de clasificaci¨®n de jud¨ªos. All¨ª los asignaban a trabajos forzados. ?Cu¨¢ndo se acaba una guerra mundial?
En mayo, en el Berl¨ªn coronav¨ªrico se ha recordado mucho el 75? aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial y la capitulaci¨®n. Los medios abundaron en testimonios y an¨¢lisis sobre el avance del nacionalsocialismo. Su cocci¨®n previa impregna series de televisi¨®n actuales, como Babylon Berlin, o libros de c¨®mics superventas, como el Berl¨ªn de Jason Lutes. Y la tragedia resultante se muestra en documentales hist¨®ricos con im¨¢genes de esta urbe hecha a?icos en 1945 tras los bombardeos aliados. Monta?as de restos que luego brigadas de trabajadores ayudar¨ªan a recoger. A ellas las llaman Tr¨¹mmerfrauen, las mujeres de los escombros. Hay una escultura en su honor a la entrada del parque Hasenheide.
En la Potsdamer Platz se levanta hoy el mayor monumento a los jud¨ªos asesinados en la contienda de la mano del arquitecto Peter Eisenman. Un total de 2.711 bloques de hormig¨®n de diferentes alturas. Algunos dudan de su impacto a la hora de reflejar lo sucedido. El suelo, otra vez de adoquines, sube y baja de tal modo mientras te adentras y lo recorres que las piedras que te rodean parecen estar vivas, te engullen, te asfixian. Sin llegar a ser laberinto, te empujan en busca de la salida. Parecen trinchera. O tumba. Tanto da. A oscuras, all¨ª dentro hasta se oyen los gritos de aquel tiempo.
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