La conjura contra Jean Seberg: c¨®mo el FBI arruin¨® la vida de la actriz que llev¨® la modernidad a Hollywood
Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s de la muerte de la protagonista de 'Al final de la escapada', una pel¨ªcula protagonizada por Kristen Stewart rinde homenaje a la memoria de una mujer que fue activista cuando ser activista se pagaba muy caro
Muri¨® a los 40 a?os, en circunstancia s¨®rdidas y no del todo aclaradas. Su cuerpo apareci¨® en el asiento trasero de su coche, aparcado en una callejuela solitaria de Par¨ªs. Envuelta en una manta, con una breve (y ambigua) nota de suicidio en el regazo y un frasco de barbit¨²ricos junto a los pies, yac¨ªa Jean Seberg (Iowa, 1938-Par¨ªs, 1979), actriz estadounidense pero popular, sobre todo, por su papel de primera musa de la nueva ola francesa. Los polic¨ªas que la encontraron dijeron que su cad¨¢ver desped¨ªa ¡°un hedor indescriptible¡± tras pasar varios d¨ªas ¡°coci¨¦ndose al sol¡± de ese t¨®rrido mes de agosto de 1979. Llevaba m¨¢s de una semana desaparecida.
Seg¨²n el relato de Gary, la agencia federal hab¨ªa ¡°espiado, intimidado, hostigado y calumniado¡± a Seberg durante una d¨¦cada, entre principios de 1969 y el d¨ªa de su muerte, destruyendo en el proceso su confianza en s¨ª misma y caus¨¢ndole ¡°una aguda paranoia y brotes psic¨®ticos¡± que ella intent¨® paliar con el consumo inmoderado de alcohol y sedantes
Pocos d¨ªas despu¨¦s, uno de sus exmaridos, el escritor franc¨¦s Romain Gary, ofreci¨® una virulenta rueda de prensa en la que, sin cuestionar de manera frontal que la muerte de Seberg hubiese sido un suicidio, se?alaba un culpable: el FBI. Seg¨²n el relato de Gary, la agencia federal hab¨ªa ¡°espiado, intimidado, hostigado y calumniado¡± a Seberg durante una d¨¦cada, entre principios de 1969 y el d¨ªa de su muerte, destruyendo en el proceso su confianza en s¨ª misma y caus¨¢ndole ¡°una aguda paranoia y brotes psic¨®ticos¡± que ella intent¨® paliar con el consumo inmoderado de alcohol y sedantes.
La prensa quiso tratar aquello como el delirio de un viudo afligido. Sin embargo, muy poco tiempo despu¨¦s, en un giro de los acontecimientos que dej¨® al mundo at¨®nito, fuentes del FBI reconocieron que Seberg hab¨ªa sido, en efecto, objeto de escuchas telef¨®nicas e incluso una campa?a de desprestigio basada en difundir rumores falsos sobre ella. Una gloria nacional, una actriz de fama y prestigio, hab¨ªa sido tratada como un enemigo p¨²blico. ?Su delito? Relacionarse con movimientos sociales que el FBI consideraba extremistas y desestabilizadores, como los Black Panthers. Tras enterarse del trato inmisericorde que hab¨ªa recibido su hija, el padre de Jean dej¨® caer una frase dolorosa: ¡°Yo siempre he tenido una bandera americana en el patio de mi casa, pero no creo que vuelva a izarla nunca¡±.
M¨¢s que un juguete roto (que tambi¨¦n), Seberg fue el da?o colateral de una guerra entre las cloacas del estado y el radicalismo negro. Mintieron sobre ella, la desestabilizaron psicol¨®gicamente e incluso fueron responsables indirectos del parto prematuro y la muerte a los pocos d¨ªas de su hija Nina, una desgracia que se produjo hace 50 a?os, el 25 de agosto de 1970, y de la que Seberg no se recuperar¨ªa nunca por completo.
La actriz que mejor supo fracasar
El suyo es uno de los m¨¢s estimulantes fracasos de la historia del cine. Para la cr¨ªtica y profesora Mar¨ªa Adell, que dedic¨® su tesis doctoral a Jean Seberg, la actriz de Iowa trajo a Estados Unidos y a Europa un ¡°nuevo arquetipo cinematogr¨¢fico, el de la mujer moderna¡±. Pero lo hizo ¡°demasiado pronto¡±, cuando el mundo no estaba a¨²n preparado para recibirla. Adell considera que en el Nuevo Hollywood de los primeros setenta se hubieran entendido mucho mejor ¡°su naturalidad, su modernidad y su econom¨ªa de recursos expresivos¡± y hubiese podido tener una carrera ¡°como las de Jane Fonda, Julie Christie o Faye Dunaway, de las que fue una notable precursora¡±.
Para la cr¨ªtica y profesora Mar¨ªa Adell, que dedic¨® su tesis doctoral a Jean Seberg, la actriz de Iowa trajo a Estados Unidos y a Europa un ¡°nuevo arquetipo cinematogr¨¢fico, el de la mujer moderna¡±. Pero lo hizo ¡°demasiado pronto¡±, cuando el mundo no estaba a¨²n preparado para recibirla
Diez a?os antes, entre finales de los cincuenta y los primeros sesenta, Seberg tuvo que conformase con el papel de icono pop y moda ef¨ªmera. Fue la musa del Preminger tard¨ªo y del primer Godard, la Patricia Franchini de Al final de la escapada (1959), la mujer que vend¨ªa diarios estadounidenses por las calles de un Par¨ªs efervescente, de f¨¢bula. Fue, qu¨¦ duda cabe, un soplo de aire fresco y una inolvidable presencia cinematogr¨¢fica. Pero no consigui¨® que se reconociese su talento como actriz y no pudo imponer con la contundencia que merec¨ªa la originalidad radical de su imagen y de su estilo interpretativo. ¡°Yo la veo como una actriz en tr¨¢nsito¡±, explica Adell, ¡°atrapada entre Hollywood y las vanguardias modernas europeas, entre el clasicismo y la modernidad, entre dos maneras distintas de ser actriz y de ser mujer¡±. De ah¨ª su fracaso. Y de ah¨ª tambi¨¦n que su carrera, un tanto err¨¢tica y hasta cierto punto fallida, resulte hoy tan estimulante y tan digna de recuerdo.
Una pel¨ªcula protagonizada por Kristen Stewart, Seberg: M¨¢s all¨¢ del cine, rinde homenaje en Filmin (su estreno en salas ha acabado desestim¨¢ndose en Espa?a por la pandemia) a la actriz que se adelant¨® a su ¨¦poca y pag¨® por ello un injusto peaje. En concreto, repasa en profundidad el episodio m¨¢s escandaloso y controvertido: los a?os que estuvo en la diana de la unidad de infiltraci¨®n y espionaje del FBI, el infame Cointelpro. Es la historia de c¨®mo una red de intimidaci¨®n y mentiras interesadas urdida por unas autoridades sin escr¨²pulos puede destruir completamente a un ser humano.
Un compromiso sincero
Seberg hab¨ªa sido activista antes que actriz. Tambi¨¦n en eso fue una pionera. Sus vecinos de Marshalltown, la peque?a ciudad del estado de Iowa en que naci¨® y creci¨®, la recuerdan con apenas 14 a?os manifest¨¢ndose en contra de la segregaci¨®n racial. Eran los a?os de la presidencia de Eisenhower y la joven Jean (nacida en 1938, hija de maestra y farmac¨¦utico) simpatizaba con el incipiente movimiento de los derechos civiles
A?os despu¨¦s, cuando empez¨® a relacionarse con los Black Panthers, en 1969, la actriz fue acusada por una parte de la prensa de Hollywood de frivolidad, estupidez y postureo, de prestar su imagen a un movimiento radical por simple af¨¢n de notoriedad e ignorancia narcisista. Pero lo cierto es que su compromiso con la causa afroamericana ven¨ªa de muy atr¨¢s y siempre fue genuino, tal y como reivindicaba ella en una entrevista con Variety en 1974: ¡°Yo estaba dispuesta a ofrecerles mi tiempo y ellos quer¨ªan, sobre todo, mi fama y mi dinero, cosa que en el fondo es l¨®gica. Quise implicarme especialmente en su programa de desayunos gratuitos para los ni?os de los barrios negros, pero supongo que fui mejor donante que activista y portavoz¡±. La actriz reconoc¨ªa tambi¨¦n en aquella entrevista no tener la ¡°fortaleza psicol¨®gica¡± que exige el verdadero activismo revolucionario: ¡°Al final, llegu¨¦ a la misma conclusi¨®n que Groucho Marx: yo no deber¨ªa formar parte de un movimiento que admita a gente como yo¡±.
En total, la plena implicaci¨®n de Seberg en las actividades de los Black Panthers dur¨® apenas unos meses, de la primavera de 1969 al invierno de 1970. En ese periodo tuvo relaciones sexuales espor¨¢dicas con Hakim Jamal, primo de Malcolm X, pantera negra con fama de seductor, notorio sobre todo por sus romances con mujeres blancas como la editora brit¨¢nica Diana Athill o la modelo Gale Benson. Jamal fue quien la introdujo en la c¨¦lula californiana de la organizaci¨®n y le present¨® a l¨ªderes como Huey Newton, el hombre que hab¨ªa reclutado para la causa a Marlon Brando y Jane Fonda.
Seberg nunca fue para los Black Panthers un fichaje VIP del calibre de Brando o Fonda, a pesar de que, en principio, estaba mucho m¨¢s predispuesta que ellos a comprometerse. Hizo varias donaciones (por un importe total, seg¨²n los archivos del FBI, inferior a los 20.000 d¨®lares), particip¨® en alg¨²n que otro acto de perfil bajo y fue embajadora informal de la secci¨®n de propaganda y asuntos exteriores, pero sus compa?eros de lucha nunca dejaron de verla como una diletante, una simple ¡°turista¡± no del todo digna de confianza. Aunque en a?os posteriores seguir¨ªa expresando en p¨²blico su simpat¨ªa por el movimiento, lo cierto es que se distanci¨® de ¨¦l en cuanto la esposa de Jamal le hizo saber que estaba informada de su relaci¨®n con su marido. Tambi¨¦n la postura contraria al radicalismo afroamericano del por entonces esposo de Seberg, el citado Romain Gary, escritor, diplom¨¢tico y antiguo h¨¦roe de la resistencia francesa 24 a?os mayor que ella, pudo influir en ese distanciamiento.
Mentiras que destruyeron una reputaci¨®n y una carrera
Pero era demasiado tarde. El radicalismo pol¨ªtico y las amistades peligrosas de Seberg ya hab¨ªan despertado la atenci¨®n del FBI. En concreto, la del Cointelpro, departamento de contrainsurgencia creado en 1956 por el director de la agencia, J. Edgar Hoover. Una polic¨ªa patri¨®tica de funcionamiento muy opaco, que nunca respondi¨® a ninguna autoridad superior a la del propio Hoover y que intent¨® filtrarse en todo tipo de movimientos pol¨ªticos ¡°disruptivos y desestabilizadores¡±, de los partidos socialista y comunista a las asociaciones universitarias, los grupos de supremacistas blancos y, a partir de 1967, el activismo afroamericano.
El expediente confidencial dedicado a Seberg y sus actividades ¡°antiamericanas¡± se inici¨® en primavera de 1969. Al principio inclu¨ªa sobre todo fotograf¨ªas y recortes de prensa sobre la ¡°sospechosa¡± relaci¨®n entre la actriz y los Black Panthers, pero muy pronto se instalaron micr¨®fonos en su residencia en Los ?ngeles y empezaron a espiarse sus comunicaciones de manera sistem¨¢tica.
Una noche de principios de 1970, los agentes de Hoover grabaron una conversaci¨®n entre Seberg y una de las l¨ªderes de los Black Panthers, la activista, cantante y escritora Elaine Brown. En ella, Seberg le confiaba a Brown en tono distendido que se hab¨ªa quedado embarazada y que lo m¨¢s probable es que el beb¨¦ no fuese de Romain, su marido. Los agentes dedujeron, sin apenas fundamento, que el padre pod¨ªa ser Raymond ¡®Masai¡¯ Hewitt, otro miembro del grupo, presente al parecer en el domicilio de Brown durante la charla telef¨®nica.
En realidad, Seberg cre¨ªa estar embarazada del estudiante universitario mexicano Carlos Ornelas, al que hab¨ªa conocido semanas antes durante el rodaje en M¨¦xico del w¨¦stern fronterizo Macho Callahan (Bernard L. Kowalski, 1970), pero eso apenas import¨® al FBI, que vio en la historia un pretexto ideal para destruir la reputaci¨®n de la actriz. La agencia filtr¨® la historia a Los Angeles Times dando por supuesto que Seberg iba a ser madre de un ni?o negro, fruto de una relaci¨®n extraconyugal con un peligroso extremista. As¨ª lo public¨® la columnista de sociedad Joyce Haber, en un art¨ªculo de tono francamente hostil que el actual jefe de redacci¨®n del diario, Norman Pearlstine, describe hoy, 50 a?os despu¨¦s, como ¡°un ejemplo de mal periodismo, irresponsable y malicioso, una espina clavada y motivo de verg¨¹enza a¨²n ahora para los que trabajamos en el Times¡±.
Pearlstine concluye que la falsa historia fue filtrada con la intenci¨®n de ¡°incomodar a Seberg y degradar su imagen p¨²blica¡±. Hizo mucho m¨¢s que eso. Tambi¨¦n la desquici¨® y convirti¨® su vida en un infierno. Consciente por vez primera de que estaba siendo espiada y de que el FBI se hab¨ªa propuesto perjudicarla, la actriz empez¨® a sufrir ataques de ansiedad que acabar¨ªan derivando en una severa depresi¨®n y un parto prematuro. Su hija, Nina, muri¨® en el hospital dos d¨ªas despu¨¦s de nacer. Seberg decidi¨® no cubrir el f¨¦retro durante el velatorio de la ni?a para que la prensa y los agentes del FBI pudiesen comprobar que era de piel blanca.
El talento de la princesa de hielo
En Seberg: M¨¢s all¨¢ del cine, no se incide apenas en la p¨¦rdida de Nina. La pel¨ªcula dirigida por Benedict Andrews, discreta en lo cinematogr¨¢fico, pero bastante fidedigna y ecu¨¢nime en su manera de narrar los hechos, se centra m¨¢s bien en el impacto que la campa?a del FBI tuvo sobre la estabilidad mental de Seberg y sobre su relaci¨®n con Gary. Para Mar¨ªa Adell, resulta un acierto que la protagonice Kristen Stewart, ¡°una actriz de vida bastante menos tr¨¢gica que la de Seberg¡±, pero con notables paralelismos con ella: ¡°Ambas protagonizaron grandes producciones de Hollywood, siendo muy j¨®venes: Seberg entre los 18 y los 20 a?os en Santa Juana y Buenos d¨ªas, tristeza, a las ¨®rdenes de Otto Preminger, y Kristen Stewart en la saga Crep¨²sculo. Las dos fueron maltratadas e incluso ridiculizadas por la cr¨ªtica tras sus primeros papeles, pero demostraron despu¨¦s verdadero compromiso con su profesi¨®n y se fueron a trabajar a Francia, en pel¨ªculas de autor europeas¡±.
Es m¨¢s, la Kristen Stewart de Viaje a Sils Marie y Personal Shopper ha sido objeto de adoraci¨®n cinematogr¨¢fica por parte de su director, Olivier Assayas, casi en la medida en que, seg¨²n Adell, ¡°Seberg fue adorada por Godard en Al final de la escapada, en un intento de convertirla en cruce arquet¨ªpico entre mujer ni?a y mujer fatal al que la propia Seberg, con su personalidad y su forma intransferible de estar ante la c¨¢mara, se resisti¨® casi sin darse cuenta¡±. De la f¨¦rtil tensi¨®n creativa entre el (genial) director debutante y la veintea?era reci¨¦n llegada de Hollywood que no entend¨ªa muy bien lo que estaba ocurriendo a su alrededor nacen algunas de las mejores escenas de esa obra maestra rupturista que es Al final de la escapada.
Para Mar¨ªa Adell, Seberg consigui¨® despu¨¦s llevar a Estados Unidos, a pel¨ªculas como la estupenda Lilith (1964), de Robert Rossen ¡°parte de la modernidad europea que hab¨ªa absorbido a las ¨®rdenes de Godard¡±. Luego su carrera se diluir¨ªa en proyectos, como La leyenda de la ciudad sin nombre (1969), Aeropuerto (1970) o la citada Macho Callahan, que no supieron sacar partido de su talento ni de su imagen. Aunque se mantuvo m¨¢s o menos activa hasta poco antes de morir e incluso dirigi¨® una pel¨ªcula, su gran testamento cinematogr¨¢fico tal vez sea Les hautes solitudes (1974), de Philippe Garrel, el ¨²ltimo director franc¨¦s que supo adorarla y explotar a conciencia su fotogenia rotunda y poderosa.
¡°A una parte de la cr¨ªtica de su ¨¦poca, Jean le parec¨ªa una actriz de registro muy limitado, fr¨ªa y poco expresiva¡±, explica Adell, ¡°cuando ella ten¨ªa en realidad ese talento tan moderno que consiste en expresar desde la contenci¨®n, en convertirse, cuando conviene, en una presencia enigm¨¢tica, en un lienzo ambiguo en que el espectador puede proyectar sus propias emociones¡±. Basta con repasar su filmograf¨ªa sin prejuicios para comprobar hasta qu¨¦ punto Jean Seberg fue una estupenda actriz, adem¨¢s de una v¨ªctima de las circunstancias y el da?o colateral de una guerra sucia.
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