Una artista con piel de luna en Dakar
Maah Keita salta barreras en Senegal. Lo hizo tocando el bajo en una banda de ¨¦xito cuando los instrumentos eran cosa de hombres. Y lo hace luchando por defender los derechos de las mujeres y de la poblaci¨®n albina.
All¨¢ por 2007 se rumoreaba que una chica tocaba el bajo en un local de Dakar. Maah Koudia Keita ten¨ªa 19 a?os y se hab¨ªa atrevido a romper la ley por la que las mujeres, en Senegal, solo suben al escenario para cantar, hacer coros o bailar; los instrumentos eran cosa de hombres. Y aquella t¨ªmida ni?a de piel de luna llena abrazada al m¨¢stil de su bajo se ha convertido hoy en la potente imagen del cambio que sue?a una generaci¨®n.
No es f¨¢cil nacer mujer y albina en ?frica. ¡°Varias veces me pegu¨¦ con otros ni?os que se burlaban de m¨ª¡±, recuerda. Sus hermanos y sus progenitores la arroparon. Del padre, comisario de polic¨ªa, hered¨® el gusto por la m¨²sica, ¡°el viejo rock de Dire Straits sonaba en nuestros viajes¡±, asegura, y con Jac, Fallou, Iba y Cheikh integr¨® Takeifa, uno de los grupos con mayor ¨¦xito en Senegal en la ¨²ltima d¨¦cada. ¡°Necesitaban un bajista y yo estaba ah¨ª, curiosa, con ganas de aprender¡±.
Mir¨® de frente a todos aquellos ante quienes antes apartaba los ojos. Su potente y diferente look se convirti¨® en el mensaje. Cuando estaban en lo m¨¢s alto, decidi¨® dejar el grupo y circular por libre. ¡°Me constru¨ª como persona tocando con mis hermanos, delante del p¨²blico y los focos. Pero ahora he saltado a otra arena¡±.
En el centro de su nueva vida est¨¢ su combate por cambiar el mundo. ¡°A las mujeres se nos cosifica, se nos percibe solo como objetos sexuales. Ya es hora de que eso acabe¡±.
Le conmueve y le inquieta la violencia machista. ¡°Siempre ha existido, pero nadie quer¨ªa reconocerlo y se escond¨ªa por verg¨¹enza; ahora la vemos m¨¢s, es muy evidente, cada d¨ªa circulan v¨ªdeos con im¨¢genes en las redes sociales, en los tel¨¦fonos m¨®viles. Una violencia f¨ªsica pero tambi¨¦n emocional. No quiero guerras con los hombres ni con nadie, sino poder afirmarme como una mujer libre¡±.
La m¨²sica sigue presente en su vida. De otra manera. Toca con quien quiere y cuando le apetece. Busca su propio estilo. ¡°Estoy investigando el jazz. Hasta hace poco me daba miedo, pero he descubierto que es el estilo que me hace m¨¢s libre, aquel en el que mejor se expresa mi instrumento¡±. Hace unos a?os conoci¨® a Salif Keita, el famoso cantante maliense, con quien comparte apellido, el amor por la m¨²sica y el albinismo.
¡°Me impresion¨®¡±, dice. ¡°?l se siente orgulloso de ser como es, pero sufri¨® mucho para llegar tan lejos¡±.
Basta caminar junto a ella unos metros por su ciudad de Dakar para sentir c¨®mo todas las miradas se giran a su paso. Pero eso ya no le importa, incluso le divierte. ¡°Ahora tambi¨¦n soy modelo. Me lo ofrecieron y me dije que por qu¨¦ no. Es divertido cambiar de aspecto sobre una pasarela¡±, comenta Maah Keita.
Con su enorme bajo a la espalda se asoma a un cruce y, despreocupada, levanta la mano para pedir un taxi. Su amplia sonrisa, franca y expresiva, se refleja en el asfalto reluciente por la lluvia que estos d¨ªas lava el rostro de la polvorienta capital de Senegal.
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