La gallega que surc¨® el mar de los hombres
Gloria Lij¨® rompi¨® esquemas al enrolarse en un barco de altura cuando las mujeres estaban excluidas de la vida marinera. Tambi¨¦n aprendi¨® a nadar ya mayor y termin¨® coleccionando medallas.
Gloria Lij¨® arrib¨® al mundo en una familia marinera de Ribeira (A Coru?a) condenada a quedar en tierra. Su padre, convaleciente del coraz¨®n, no pod¨ªa salir a la mar y su madre se part¨ªa la espalda labrando fincas de otros por un m¨ªsero jornal. En la descolorida Galicia de posguerra, la ni?a que ahora luce 76 a?os cargaba descalza por los caminos sacos de mejill¨®n sobre la cabeza mientras rezaba en voz alta para que un milagro hiciera aparecer un trozo de pan en su despensa: ¡°Nunca lloraba por hambre, lloraba por no ser hombre para poder ir al mar y ganar dinero. A las mujeres no nos quer¨ªan en los barcos¡±. Pasaron muchos a?os y varias desgracias hasta que lo logr¨®.
Se cas¨® muy joven con un marinero que trabajaba en petroleros noruegos. Ella segu¨ªa varada en tierra, al cuidado de sus dos hijas. Con 27 a?os, solt¨® amarras: ¡°Me fui a navegar con mi marido contratada como camarera. ?l al principio no quer¨ªa, pero consegu¨ª convencerle. Estuve 12 a?os¡±. Se hizo con el trabajo sin saber ingl¨¦s, pero no le falt¨® arrojo para hacerse entender. En un restaurante de Alemania consigui¨® que le sirvieran pollo gritando ¡°?kikiriki!¡±. Sali¨® de la compa?¨ªa noruega ¡°con el t¨ªtulo de gran dama¡±. Con el dinero que ganaron, ella y su marido compraron su primer pesquero en Ribeira.
Pero el Atl¨¢ntico le ten¨ªa guardado a Gloria un golpe que la devolvi¨® al fondo. Dos naufragios sin v¨ªctimas en cinco meses llevaron a la familia de nuevo a la ruina en 1988. ¡°Se fueron 30 millones de pesetas por cada barco, pero resurg¨ª como el ave f¨¦nix¡±, recuerda. En 1991 se hicieron con una nueva embarcaci¨®n, el Bolaquento, y ella volvi¨® a soltar amarras. Le comunic¨® a su marido y tambi¨¦n patr¨®n que compartir¨ªan camarote: ¡°Yo voy al mar contigo¡±. Se convirti¨® en la primera gallega que se enrol¨® en un barco de altura. Ella, entre 15 hombres.
¡°?Sabes nadar?¡±, le preguntaron al verla con una pierna escayolada cuando fue a hacer la prueba de nataci¨®n. ¡°No soy Esther Williams, pero me defiendo¡±, respondi¨®. Lo cierto es que no ten¨ªa ni idea, pero una lesi¨®n que hab¨ªa sufrido d¨ªas antes le permiti¨® esquivar el examen. ¡°?Qu¨¦ va a hacer una mujer entre tanto hombre?¡±, le inquiri¨® el militar de la comandancia que deb¨ªa darle el permiso final para embarcar. Solo una llamada de sus superiores consigui¨® doblegar su resistencia a firmar la autorizaci¨®n. Y Gloria pesc¨® merluza y palometa en el banco canario-sahariano durante cinco a?os, hasta que las capturas se desplomaron.
Regres¨® a tierra con dinero para saldar deudas y una espinita clavada. ¡°Me hab¨ªa embarcado sin saber nadar, pese al peligro que supon¨ªa. Decid¨ª aprender¡±. Entrenaba cuatro horas y el resto del d¨ªa se ganaba la vida limpiando casas. Entre 2005 y 2009 fue campeona de Espa?a de veteranos en diversas categor¨ªas, cuarta de Europa y qued¨® en el puesto 22? en los mundiales de EE UU: ¡°Las chinas eran las mejores. Eran m¨¢s viejas que yo y llegaban a la piscina en andador¡±. Hace poco Gloria hizo realidad su sue?o de tirarse en paraca¨ªdas. Le queda otro por cumplir: ¡°Que Calleja me lleve a conocer toda la costa gallega desde el aire¡±.
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