El mapa de las personas que dependen del bosque
Un nuevo estudio ofrece una cartograf¨ªa global que puede ayudar a tomar medidas para proteger el ecosistema y a las poblaciones locales
Cuando pensamos en un bosque, solemos imaginar un espacio verde, denso e inhabitado en lugares remotos. Sin embargo, muchas personas viven en ¨¦l, lo gestionan, lo disfrutan o lo sufren, y lo atraviesan a diario. Ludivine Eloy, investigadora del Centro Nacional de Investigaci¨®n Cient¨ªfica de Francia (CNRS) que ha pasado m¨¢s de 17 a?os en Brasil trabajando en el Amazonas, lo sabe bien. Su discurso nace a ra¨ªz de?un nuevo estudio global que publica este viernes la organizaci¨®n One Earth? que concluye que m¨¢s de 1.600 millones de personas, es decir casi un 20% de la poblaci¨®n mundial, viven cerca de un bosque (FPP, Forest Proximity People, en ingl¨¦s), en un radio de unos cinco kil¨®metros. Dos tercios de ellos se sit¨²an en areas tropicales, como Brasil o Indonesia, por ejemplo, y se trata de familias de bajos o medios ingresos.
El Banco Mundial ya se hab¨ªa acercado a esta cifra en un informe previo, en el que advert¨ªa que ¡°los recursos forestales contribuyen directamente a los medios de vida del 90% de los 1.200 millones de personas que viven en extrema pobreza y apoyan indirectamente el entorno natural que nutre la agricultura y el suministro de alimentos de casi la mitad de la poblaci¨®n del mundo en desarrollo¡±. Una investigaci¨®n m¨¢s reciente en Word Development concluy¨® que el 28% de los ingresos de las poblaciones que viven cerca del bosque dependen de ¨¦l.
Peter Newton, principal autor del reciente estudio e investigador de la Universidad de Colorado Boulder, en Estados Unidos, conf¨ªa en que este nuevo mapa global ayude a tomar decisiones, a mejorar las pol¨ªticas y los programas de conservaci¨®n de dichas zonas boscosas, y a que las autoridades tomen conciencia de los millones de personas que dependen de ellas y mostrar c¨®mo estas poblaciones son las m¨¢s cualificadas para cuidarlas. ¡°Hay gente que vive de los recursos de la naturaleza y se encuentra en una situaci¨®n de extrema pobreza y sometidos al poder. Tenemos que pensar realmente en c¨®mo mejorar su existencia¡±, asegura. El experto precisa algo en armon¨ªa con lo citado previamente por el informe del Banco Mundial, que ¡°todos, en cierto modo, dependemos de la naturaleza¡±, ya sea para comer o frenar el cambio clim¨¢tico.
Para Andrew Taber, l¨ªder del equipo de Forestar¨ªa Social en la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n (FAO), este mapeo tambi¨¦n es crucial para avanzar y resolver un problema ¡°grave¡± que suma tanto la conservaci¨®n de la naturaleza, el uso o abuso de los recursos como las necesidades de los pueblos, muchos de ellos, ind¨ªgenas, que viven dentro y alrededor de los bosques. Por primera vez, ¡°tenemos un n¨²mero defendible¡±. Y a?ade: ¡°Este estudio nos va a ayudar, en la FAO, a monitorizar estas poblaciones, ver cu¨¢les son sus necesidades. Es muy importante combinar recursos entre la tradici¨®n y la ciencia m¨¢s novedosa¡±.
Brasil y la violencia en el bosque
Para Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, el medioambiente y la tradici¨®n no puede ir de la mano del desarrollo. Eloy, del CNRS, se queda un tiempo callada antes de hablar del asunto. ¡°Hay much¨ªsima violencia en el bosque¡ entran con armas¡±, afirma. La investigadora acaba de volver a Francia tras ser testigo de las realidades de Brasil.?Cuenta que el principio de los pagos por servicios ambientales es a menudo para compensar las restricciones en el uso de recursos naturales, lo que puede contribuir al ¨¦xodo rural que no siempre es voluntario.
Preguntada por las pr¨®ximas etapas o por las posibles soluciones, no muestra mucha esperanza. ¡°La pregunta que uno se debe hacer antes de todo es qu¨¦ visi¨®n tiene de la pobreza¡±. Ella ha convivido con estas poblaciones y asegura que ellos no se consideran pobres y que, a veces, lo que sucede en las ciudades no les atrae. ¡°Ah¨ª sus vidas no ser¨ªan mejores¡±, concluye. Pese a no tener acceso a la electricidad, a dormir en caba?as que parecen poder desvanecerse con el viento, estas poblaciones saben adaptarse a los cambios. Es m¨¢s, afirma: ¡°No esperaron a que les dij¨¦semos que la tierra sufr¨ªa un calentamiento global alarmante para reaccionar y encontrar soluciones para sus cosechas y su actividad diaria¡±.
?Qu¨¦ hacer ahora?
La idea es aterrizar estas cifras globales a escala local. Aunque los ind¨ªgenas pueden manejar muy bien sus bosques, necesitan pol¨ªticas de protecci¨®n y control para asegurar su bienestar y labor. ¡°Para ello es esencial mejorar el monitoreo y tenemos que revisar tambi¨¦n los derechos sobre los recursos¡±, asegura Taber. Victoria Reyes, investigadora de ICREA, Instituci¨®n Catalana de Investigaci¨®n y Estudios Avanzados, en el Institut de Ci¨¨ncia i Tecnologia Ambientals de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, reconoce que este trabajo global es importante, pero, en armon¨ªa con el experto de la FAO, indica que entender con precisi¨®n los distintos v¨ªnculos que existen con el bosque y el flujo de los materiales en estas sociedades tradicionales, es esencial para completar el puzzle.
Las relaciones con el bosque son todas distintas. Por eso, la adecuada continuaci¨®n de este estudio podr¨ªa consistir en analizar con detenimiento qu¨¦ v¨ªnculo han creado los habitantes de cada zona boscosa con la naturaleza. ?La utilizan por razones simb¨®licas, materiales, medicinales y econ¨®micas? ?Es una zona de paseo y ocio como suele pasar en Europa? ¡°Pero eso no se mide solo por la cercan¨ªa¡±, a?ade Reyes. Algunas personas viven a pocos pasos de un bosque para poder disfrutar del campo mientras que otros se alojan lejos, pero sus ingresos dependen de ¨¦l. ¡°Hay un mapa, pero ahora hay que profundizar y ver cu¨¢les son los usos del bosque para cada tipo de poblaci¨®n¡±, remata la cient¨ªfica.
Este mapa es crucial para avanzar y resolver un problema grave porque por primera vez tenemos un n¨²mero defendible
Comenzar por las poblaciones ind¨ªgenas ser¨ªa acertado. Eloy explica que es importante mejorar el conocimiento sobre las pr¨¢cticas de estas comunidades que saben bien c¨®mo gestionar sus tierras y sus condiciones de trabajo, para que puedan realizarlo mejor. ¡°Es quiz¨¢s arrogante por nuestra parte creer que solo un mapa bastar¨¢ para entender la situaci¨®n. Ahora hay que ir al terreno para comprender c¨®mo se adaptan los pueblos y tomar ejemplos de sus pr¨¢cticas y saberes¡±, propone. A la espera de que esto ocurra, este estudio ayudar¨¢, opina, a que los gobiernos presten m¨¢s atenci¨®n a los grupos m¨¢s vulnerables en estas zonas.
Fragmentaci¨®n social y medioambiental
Joan Pino, director del Centro de Investigaci¨®n Ecol¨®gica y aplicaciones forestales (CREAF) cree que este mapa es muy interesante, pero "es probable que haya muchas variables; gente que ha comprado una segunda residencia en zonas fuera de la ciudad y que usan el bosque para otros servicios. Los factores y procesos socioecon¨®micos entre el Norte y el Sur son muy distintos¡±, recuerda. Hay que diferenciar adem¨¢s entre poblaciones que cuentan con ingresos decentes, no explotan los bienes del bosque, no viven de la recogida de las setas ni de la madera, pero tambi¨¦n dependen de ello y mejora su calidad de vida. En definitiva, separar grupos, unos los utilizan como recreaci¨®n, otros como profesi¨®n.
Este mapa se podr¨ªa leer como una cartograf¨ªa de la fragmentaci¨®n del paisaje y de la brecha social entre los dos hemisferios
De momento, este mapa se puede leer como una cartograf¨ªa de la fragmentaci¨®n del paisaje y de la brecha social entre los dos hemisferios. All¨ª donde hay gente, es probable que exista un bosque alterado o fragmentado por los asentamientos humanos. ¡°Este estudio puede ayudar a proteger la biodiversidad porque nos muestra, en cierto modo, la importancia de la transformaci¨®n humana del paisaje¡±, concluye Pino.
?Y c¨®mo se imagina este paisaje dentro de 10 o 30 a?os de cara a la consecuci¨®n de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas? ¡°Es una pregunta interesante. Lo ¨²nico que espero es que, si hay menos densidad de poblaci¨®n, no sea porque se haya deforestado el mundo, pero creo que prefiero no especular¡±, contesta Newton, el autor del estudio, antes de despedirse.
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