Ciudades-vacuna para la salud y la vida de sus habitantes
Paseo por urbes que son ¡®vitamina verde¡¯: paisajes que curan a las personas y al medio ambiente
¡°Jack, el colapso no se va a producir. No aqu¨ª¡±. Con esta demoledora sentencia, Sof¨ªa, la ministra de Ecolog¨ªa, Energ¨ªa y Transporte, francesa, despacha a su antiguo compa?ero de lucha clim¨¢tica del plat¨® de televisi¨®n en el que se cuela para dar un SOS ante la audiencia de uno de los tantos fr¨ªvolos shows que la caja tonta emite en horario de m¨¢xima audiencia. La serie francesa L'effondrement (El colapso, en franc¨¦s), producida por Parasites, nos pone frente al espejo de la miseria humana a golpe de ocho cap¨ªtulos rodados en plano secuencia. Miseria que estalla a borbotones cuando el colapso, finalmente, se produce, y se produce aqu¨ª: nuestra propia casa en llamas.
Jack, antes de abandonar el plat¨®, da un buen consejo al p¨²blico, que aplaude con fervor su llamada a crear redes en los barrios, buscar nodos, conexiones con nuestros vecinos, en nuestras comunidades, establecer v¨ªnculos con los comercios locales, no aislarse y saber a qui¨¦n recurrir en caso de necesitar ayuda. En definitiva, lo que tantas redes de cooperaci¨®n y solidaridad han intentado hacernos ver durante los ¨²ltimos a?os, a punto de cumplirse una d¨¦cada desde esa gran ¨²ltima revoluci¨®n social que vivimos en nuestras calles, plazas, barrios y ciudades: el movimiento 15 de mayo.
Y hablando de crear redes en nuestras ciudades para evitar la que se avecina y construir urbes m¨¢s vivibles, un dato: de los ya 7.800 millones de personas que habitamos este planeta, m¨¢s de la mitad ¡ªalrededor del 55%¡ª?residimos hoy en d¨ªa en zonas urbanas. Por si esto parece poco, se prev¨¦ que en 30 a?os ¡ªhacia 2050¡ª, los urbanitas representemos m¨¢s de dos tercios de la poblaci¨®n mundial, 6.200 millones de personas.
Tan magna cifra de personas metropolitanas desafiar¨¢, sin duda alguna, ¡°la capacidad de las ciudades para afrontar importantes retos¡±, ya se?alados por organizaciones internacionales como el Foro Econ¨®mico Mundial, el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) en su Informe sobre Desarrollo Humano, o los renombrados Objetivos de Desarrollo Sostenible, que empujan a lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
Con estos c¨¢lculos sobre lo que representan hoy las ciudades en el mapa humano del mundo, no faltan ideas que resuelvan estos grandes desaf¨ªos. Y en esto lleg¨® la pandemia. Y nos dej¨® desnudos, solos y sin red. El confinamiento, dise?ado desde, por y para las grandes urbes, dej¨® desiertas las calles, solas a las personas mayores, vac¨ªas las estanter¨ªas de papel higi¨¦nico, colapsados los hospitales, florecidas las aceras, limpio el aire que respiramos. Entre tanto caos, fuimos conscientes, por un instante, de lo vulnerables que somos, y de la escasa capacidad del sistema para hacer frente al colapso.
El mismo panel nos recuerda que ¡°tocar¡± y ¡°sentir¡± la naturaleza mejora nuestro bienestar f¨ªsico, psicol¨®gico y social ¡°y ayuda a superar los s¨ªntomas del Trastorno por D¨¦ficit de Naturaleza (TDN)¡±
Pero tambi¨¦n vimos c¨®mo nuestros cuerpos s¨ª fueron capaces de reaccionar, y brot¨® de nosotros la solidaridad, la voluntad de cooperar, de sacar fuerzas para apoyar a nuestros sanitarios, de visibilizar los trabajos esenciales: la limpieza, la agricultura, los cuidados esenciales. Aprendimos a cocinar, a cuidar, a escuchar, a solidarizarnos, a trabajar juntos, a darnos cuenta de que asomados a nuestras ventanas, la vida segu¨ªa, brotaba. Con otro ritmo m¨¢s natural, acorde con un ciclo que hab¨ªamos olvidado: el de la naturaleza, que nos record¨® que cuid¨¢ndonos unos a otros, cuidando nuestras casas, nuestra salud, estamos cuidando la vida.
Todos ahora, en esta compleja desescalada, sabemos ante qu¨¦ estamos cuando o¨ªmos hablar de morir en soledad, ingresar en un hospital de campa?a, no poder llevar a nuestros hijos al cole, no poder abrazar ni ver a nuestros mayores, ni viajar lejos. Hemos descubierto el placer de quedarse en casa, plantar un ¨¢rbol, cultivar un huerto, coger una bici, dar un paseo y descubrir un bosque a un kil¨®metro a la redonda.
Por suerte, la piel tiene memoria, dicen, y esas sensaciones no son dif¨ªciles de olvidar. Por suerte, tambi¨¦n, muchas son las iniciativas que llevan tiempo trabajando en cambiar las cosas. La pandemia las ha venido a poner frente a nuestros ojos, y los medios de comunicaci¨®n han hablado, casi por vez primera, de algunas de ellas. Siempre nos quedar¨¢ Alterconsumismo para poder recordarlas, con el af¨¢n de seguir descubriendo que la vida sigue.
Vamos all¨¢. Empezamos por nuestro entorno m¨¢s inmediato, pero tambi¨¦n sirvan estas l¨ªneas para acercar al lector otras iniciativas que desconocemos precisamente por esa lejan¨ªa, no tanto geogr¨¢fica sino cultural, que a veces nos impide descubrir otras realidades que bien podemos hacer nuestras antes de que sea tarde.
Paisajes para la salud, nuestra vitamina verde
¡°La naturaleza te cura¡±. Es una de las leyendas de los paneles que encontramos paseando por el entorno del r¨ªo Oiartzun a su paso por Errenteria. S¨ª, esto fue antes de la pandemia, lo que nos da buena cuenta de que est¨¢bamos avisados de que dando la espalda a la naturaleza tenemos las de perder, en cuesti¨®n de salud, no solo f¨ªsica, sino mental y s¨ª, tambi¨¦n ambiental.
Errenteria decidi¨® aliarse a ella y crear ¡°paisajes para la salud¡± en la singular confluencia entre el r¨ªo y el mar de esta gran urbe guipuzcoana, y decirlo bien claro y alto a sus vecinos: nuestro patrimonio natural, bosques y r¨ªos, la naturaleza que nos rodea, son nuestra vitamina verde, y como tal hay que conocerla y reconocerla, mirarla y convivir en paz tambi¨¦n con ella. El mismo panel nos recuerda que ¡°tocar¡± y ¡°sentir¡± la naturaleza mejora nuestro bienestar f¨ªsico, psicol¨®gico y social ¡°y ayuda a superar los s¨ªntomas del Trastorno por D¨¦ficit de Naturaleza (TDN)¡±.
Y as¨ª lo constatamos. Recorrer los parques de la zona de Fanderia, los paseos de Iztieta o el parque biosaludable de Gabierrota, te hace olvidar que estamos en pleno casco urbano, incluso que a poco m¨¢s de 500 metros se encuentra la centenaria f¨¢brica de papel Papresa, que sigue produciendo 1.000 toneladas de papel prensa al d¨ªa desde el coraz¨®n de la ciudad, a orillas del r¨ªo. Es m¨¢s, la ingenier¨ªa natural en este entorno ¡ªbioingenier¨ªa¡ª?te permite bajar a pie de r¨ªo por troncos talados a modo de escalones, refrescarte en sus aguas, ver al salm¨®n atl¨¢ntico saltar corriente arriba, patos y gallinetas avanzar en lo que parece una carrera a las bicis que circulan a ambas m¨¢rgenes del r¨ªo, meditar o hacer ejercicio sentada en los bancos de madera a la sombra del frondoso bosque en el que te adentras nada m¨¢s bajar la rampa desde la calle.
Nada m¨¢s terap¨¦utico que esta conexi¨®n aut¨¦ntica y fascinante con la naturaleza, conociendo adem¨¢s su alto valor ambiental sin olvidar lo est¨¦tico, que sin duda tambi¨¦n cura en estos tiempos de mascarillas ¡ªde las que tambi¨¦n nos tendremos que hacer amigas y aprender a no dejarlas tiradas en cualquier orilla de nuestros r¨ªos y mares, por favor.
Una autov¨ªa sin asfalto
Sigues leyendo curiosa los paneles: ¡°Una autov¨ªa sin asfalto¡±. Otro panel recuerda a los vecinos que el r¨ªo Oiartzun se transforma en una aut¨¦ntica autov¨ªa a su paso por Errenteria, Lezo y Pasaia, y que el salm¨®n atl¨¢ntico ¡°mete el turbo¡± aqu¨ª para desovar en el r¨ªo en el que naci¨® despu¨¦s de recorrer 5.000 kil¨®metros de distancia. Pero avisa: el r¨ªo no es asfalto: ¡°tiene vida¡±, por lo que hay que cuidarlo y tambi¨¦n hacer obras de mejora para disfrute de propios y ajenos, incluidos nuestros amigos salmones. Es lo que pretende el Plan de Acci¨®n del Paisaje del entorno del r¨ªo Oiartzun, iniciado en 2016 y que hasta 2025 contempla hasta 47 medidas.
Camina junto al r¨ªo por tu salud
En estos d¨ªas en los que vemos sufrir a la ciudad de Madrid en plena pandemia, casi es una necesidad vital recordar la renaturalizaci¨®n del r¨ªo Manzanares a su paso por la capital, iniciada en 2016 desde el ¨¢rea municipal de Medio Ambiente y Movilidad, a cargo de la concejala verde In¨¦s Saban¨¦s, hoy diputada en el Congreso. Con el apoyo de Ecologistas en Acci¨®n, el Manzanares pas¨® de ser un canal degradado e ignorado por la vecindad a ser un r¨ªo lleno de vida y, lo que es m¨¢s importante, valorado paisaj¨ªstica y socialmente para su uso y disfrute.
Barandillas, paneles informativos y sendas peatonales y ciclistas llenaron de visitantes ambas orillas del r¨ªo. Hoy en d¨ªa, con el cierre de parques y jardines est¨¢ por ver si la salud queda en buenas manos. Esta actuaci¨®n se mantendr¨¢ gracias al compromiso adquirido por el nuevo equipo de gobierno, que prev¨¦ incluso completar el plan con la difusi¨®n de los itinerarios ecol¨®gicos en centros educativos de los barrios cercanos a Madrid R¨ªo. Todo esto, antes del colapso y re-colapso sanitario.
Entusiasmada con esta proyecci¨®n de lo que pueden ser nuestras ciudades-vacuna en esta nueva normalidad, preguntamos a la Green European Foundation, que nos habla de la ciudad polaca de Ostr¨®w Wielkopolski, que como Errenteria, es firmante de la Declaraci¨®n Vasca de municipios productivos, sostenibles y resilientes. El 23% de la poblaci¨®n de Ostr¨®w tiene m¨¢s de 60 a?os (unas 17.000 personas). Para facilitar su acceso a la atenci¨®n sanitaria preventiva, la cultura, el deporte y la educaci¨®n, as¨ª como animar su participaci¨®n en la vida vecinal, se crearon viviendas p¨²blicas adaptadas a las necesidades de estas personas, en el centro de la ciudad, cerca de las paradas de autob¨²s, el mercado, el comercio local, el espacio cultural, la farmacia y el centro religioso. Tambi¨¦n en Polonia, encontramos el primer municipio autosuficiente energ¨¦ticamente: Kisielice, un pueblo de apenas 6.000 habitantes, de los que 2.200 viven en la ciudad y el resto en ¨¢reas rurales, donde la mayor parte de la tierra es de cultivo. El 100% de la electricidad es renovable, como las instalaciones de energ¨ªa e¨®lica y la caldera de biomasa, que se alimenta con paja proporcionada por los agricultores locales.
Lousada, laboratorio vivo
Lousada es una villa portuguesa densamente poblada en el distrito de Porto: 50.000 habitantes, 500 por kil¨®metro cuadrado. Con un paisaje degradado por pr¨¢cticas agr¨ªcolas intensivas y serios problemas medioambientales -contaminaci¨®n del agua, incendios, p¨¦rdida de biodiversidad... - la ciudad opt¨® por resolver esto con educaci¨®n medioambiental, desde preescolar.
El plan se llam¨® BioLousada, y fue iniciado en 2016 por iniciativa del Ayuntamiento con la participaci¨®n de la Asociaci¨®n BioLiving y el apoyo de la Universidad de Aveiro, y su ¨¦xito se mide por la participaci¨®n de los ciudadanos en la protecci¨®n y la mejora del entorno natural de Lousada: en tres a?os se plantaron m¨¢s de 40.000 ¨¢rboles nativos, se restauraron m¨¢s de 20 hect¨¢reas de tierra degradada con la ayuda de m¨¢s de 4.500 voluntarios, se crearon m¨¢s de 20 estanques de vida silvestre con la participaci¨®n de 600, y se siguen restaurando r¨ªos con la ayuda de m¨¢s de 200 personas. Lousada -por cierto, hermanada con Errenteria- nos da una lecci¨®n vital: el cambio lleva tiempo, pero no tanto, en realidad.
No son pocas las ciudades que lo han hecho: Palma de Mallorca ha impulsado unos contenedores m¨®viles en el centro hist¨®rico, que no contaminan, son veh¨ªculos el¨¦ctricos, no hacen ruido, evitan el impacto est¨¦tico y se adaptan por su tama?o al entramado de callejuelas del casco antiguo. Sistema que fue replicado tambi¨¦n en la ciudad de Errenter¨ªa, que instala sus garbigune m¨®vil, remolques itinerantes de recogida por barrios y d¨ªas. La movilidad urbana sostenible en Valencia ha llegado para quedarse, cambiando por completo la fisonom¨ªa de esta ciudad mediterr¨¢nea, potenciando los desplazamientos peatonales y adaptando la red ciclista y el transporte urbano a las nuevas necesidades ciudadanas.
De la misma manera que el fot¨®grafo Robert Doisneau retrataba con su c¨¢mara ¡°la vida no como es, sino como a ¨¦l le hubiera gustado que fuera¡±, ?por qu¨¦ no ejercer nuestro derecho a construir la ciudad en la que a todos nos gustar¨ªa vivir? De alguna manera, es la filosof¨ªa de la iniciativa de la Fundaci¨®n Verde Europea Cities as places for hope, dando visibilidad a las urbes que nos hacen albergar esperanzas ante este futuro incierto.
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