Par¨ªs dise?a el huerto urbano en azotea m¨¢s grande de Europa
Tomates a 15 metros de altura y con vistas a la Torre Eiffel
Se calcula que estar¨¢ terminado en 2022. Y que cubrir¨¢ una superficie de 14.000 metros cuadrados, lo equivalente a dos campos de f¨²tbol. Ser¨¢, sin duda, el techo verde m¨¢s grande de Europa. El lugar elegido ha sido la azotea del Pabell¨®n 6 del Expo Porte de Versalles de Par¨ªs, el mayor centro de exposiciones de Francia, situado en el distrito 15. Y nace con el objetivo de favorecer un modelo de desarrollo urbano sostenible y ofrecer alternativas a la agricultura industrial.
Para ello, se cultivar¨¢n de manera ecol¨®gica m¨¢s de 30 diferentes tipos de especies vegetales. Y ser¨¢ un espacio libre de pesticidas y productos qu¨ªmicos para que, adem¨¢s, pueda favorecer la biodiversidad urbana. Las t¨¦cnicas de cultivo utilizadas ser¨¢n la hidropon¨ªa, mediante la cual las plantas crecen sobre un sustrato de fibra de coco, y la aeropon¨ªa, que deja las ra¨ªces suspendidas en el aire (y protegidas de la contaminaci¨®n por un circuito aislado) y la planta crece en vertical.
Los encargados del dise?o de este gigante verde han sido las empresas Agripolis y Cultures en Ville, que conf¨ªan en exportar el modelo a otras grandes ciudades. Seg¨²n sus estimaciones, se llegar¨¢n a producir diariamente mil kilos de frutas, verduras y hortalizas, que ser¨¢n vendidas al vecindario y a comercios locales. El huerto contar¨¢ con 22 jardineros, y con espacio para eventos y un restaurante donde se podr¨¢n consumir estos alimentos frescos y de temporada. Adem¨¢s, habr¨¢ 135 parcelas en alquiler. Y por 320 euros al a?o se podr¨¢ cultivar en un metro cuadrado de superficie a 15 metros de altura.
Par¨ªs es una ciudad que ha sido noticia en otras ocasiones por sus iniciativas de reverdecimiento urbano. A trav¨¦s del proyecto Parisculteurs se comprometi¨® a plantar 100 hect¨¢reas. Y en junio de 2015 aprob¨® una ley por la cual quien lo deseara podr¨ªa hacerlo en su entorno m¨¢s inmediato (muros, fachadas, aceras, etc.).
Y junto a ella, otras grandes urbes est¨¢n siendo testigos, en los ¨²ltimos a?os, del resurgimiento de la agricultura urbana en sus calles, y tejados. Conocidos son, por ejemplo, la City Farm de Tokyo. O el mayor huerto urbano de Nueva York, el Brooklyn Grange, que fomenta la agricultura sostenible sobre el tejado de edificios industriales del Northern Boulevard. El huerto que cultiva el Hotel Wellington de Madrid en su azotea. O los techos verdes de Barcelona o Copenhague. El parisino ahora ser¨¢ pionero en las t¨¦cnicas de cultivo y la minimizaci¨®n de su huella de carbono. Es una apuesta seria por la producci¨®n local en un pa¨ªs donde la distancia promedio que recorren los alimentos es de unos 1.200 kil¨®metros.
El huerto contar¨¢ con 22 jardineros, y con espacio para eventos y un restaurante donde se podr¨¢n consumir estos alimentos frescos y de temporada. Adem¨¢s, habr¨¢ 135 parcelas en alquiler
Y es que, en definitiva, todo tiene que ver con el desaf¨ªo de alimentar a una poblaci¨®n humana creciente. Que, a pesar de ser crecientemente urbana, sigue siendo dependiente del entorno natural para su subsistencia. Y apenas es consciente de los paisajes que, en la lejan¨ªa, se ocupan de alimentarla.
No siempre fue as¨ª. Hasta hace un siglo en Par¨ªs se produc¨ªan cosechas dentro de la ciudad. Cada a?o se llegaban a apilar hasta 30 cent¨ªmetros de abono de caballo sobre las parcelas de cultivo y se utilizaban diversos m¨¦todos naturales para el control del suelo. Se recolectaban de tres a seis cosechas de frutas y verduras por a?o, y cada agricultor se ganaba la vida en menos de una hect¨¢rea de terreno. Entre las dos guerras mundiales el patio del Louvre estaba plantado de puerros.
A partir de la Revoluci¨®n Industrial, y con nuevo impulso tras la Segunda Guerra Mundial, se fue instaurando en las ciudades europeas un modelo de alimentaci¨®n basado en el transporte de los alimentos a larga distancia y el uso de combustibles f¨®siles. Actualmente, este alcanza una escala global, y tan solo cinco empresas multinacionales controlan el 80% del comercio de alimentos. A la vez, la mitad de las personas m¨¢s pobres del mundo son peque?os productores o agricultores que producen el 70% de la alimentaci¨®n mundial.
Los costes medioambientales y sociales del sistema alimentario son visibles. "Porque los alimentos van donde hay dinero", mantiene Carolyn Steel, y "su comercializaci¨®n ha conformado nuestros paisajes". La creadora del concepto de sitopia (del griego sitos, comida y topos, lugar) propone repensar el dise?o urbano a partir de los flujos de alimentos. De manera que se pueda establecer un equilibrio entre las necesidades humanas y las de la naturaleza. En sus propias palabras: "la comida es el sine qua non de la vida y, si la tratamos como tal, cambiar¨ªa profundamente la manera en que vivimos". El dise?o de nuestro mundo, argumenta, es fruto de la manera en que nos alimentamos, de manera que podr¨ªamos utilizar la comida para hacer un dise?o mejor.
Esta preocupaci¨®n por como alimentar a las ciudades tampoco es nueva. Ya Arist¨®teles defin¨ªa a las personas como animales pol¨ªticos, es decir, interdependientes entre s¨ª pero tambi¨¦n del entorno natural que habitan. Y Plat¨®n expresaba su preocupaci¨®n por una escala de ciudad que permitiera la subsistencia de los habitantes con el campo circundante.
Hoy, y posiblemente debido, en parte, a la actual pandemia, esta antigua preocupaci¨®n ha sido rescatada. Y la fragilidad del sistema de alimentaci¨®n actual vuelve a estar sobre la mesa. De manera que, dise?ar nuevos escenarios para la sostenibilidad de un planeta cada vez m¨¢s urbano y desigual, replantear la relaci¨®n urbano-rural, trabajar a favor de la naturaleza y no en contra, y democratizar el sistema alimentario, se convierten en desaf¨ªos actuales y necesarios.
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