Medicina | Digitalizar para transformar
Preparar el sistema de salud para el futuro exige un cambio de estrategia y presupuesto. Debemos evitar a partir de ahora una secuencia de improvisaciones en las decisiones y planificar el cambio hacia un modelo m¨¢s preventivo
En el contexto m¨¢s desestabilizador de las ¨²ltimas d¨¦cadas en el sector social y sanitario debido a la pandemia, la tecnolog¨ªa digital ha servido de contrapeso aportando cierta estabilidad y continuidad de cuidados. No ser¨¢ el ¨²nico factor, pero ser¨¢ una pieza clave en la inevitable redefinici¨®n del sistema de salud y social. Conviene recordar que hay otros retos: el demogr¨¢fico, el que plantean las enfermedades cr¨®nicas y el derivado de la degradaci¨®n medioambiental.
Previamente a la covid-19, la revoluci¨®n digital no se estaba implantando con fuerza en el sector social y de salud en Espa?a. Prueba de ello es que las residencias estaban desconectadas del sistema de salud, lo cual ha provocado un drama que en gran parte se podr¨ªa haber evitado. El coronavirus ha transformado esa tendencia, desencadenando un cambio muy profundo en la forma en que se relacionen los pacientes con los cuidadores y los profesionales de la salud. En cuesti¨®n de meses se ha producido un cambio cultural acelerado y se ha desestigmatizado todo lo digital. La principal raz¨®n para esta aceleraci¨®n ha sido la necesidad de poder mantener el contacto con los pacientes, lo que ha permitido que todos los actores del sistema asimilaran y aceptaran como necesaria la medicina no presencial. Conviene constatar que todos perciben la medicina no presencial como complementaria a la medicina presencial. No es sustitutiva.
La conclusi¨®n de estos meses confirma que la pandemia ha expuesto numerosos retos pendientes en nuestro sistema de salud y social y, por encima de todo, que se puede innovar y transformar r¨¢pidamente cuando es necesario. Hemos visto c¨®mo se ha dado una expansi¨®n en las consultas digitales con enfermos desde la atenci¨®n primaria y los hospitales, c¨®mo se han establecido grupos de apoyo virtuales a enfermos de salud mental, c¨®mo se ha extendido la monitorizaci¨®n remota, c¨®mo ha aumentado la prescripci¨®n electr¨®nica de medicamentos, c¨®mo los cl¨ªnicos especialistas de atenci¨®n primaria y los hospitales se han conectado virtualmente para formarse sobre el diagn¨®stico y tratamiento de enfermos covid, y tambi¨¦n c¨®mo los centros de atenci¨®n telef¨®nica han apoyado a los ciudadanos en los procesos relacionados con los test, el rastreo y los confinamientos.
La cuesti¨®n ahora es poder mantener ese cambio como una modalidad de cuidados que se ofrezca a los ciudadanos de manera permanente. Es evidente que durante la pandemia todos estos cambios han sido improvisados y no han funcionado en todo el pa¨ªs con la agilidad ni con la equidad necesarias. No todos los pacientes disponen de acceso digital, de igual forma que no todos los ni?os han podido afrontar en igualdad de condiciones la educaci¨®n no presencial. Disminuir esas inequidades con relaci¨®n al acceso digital no ocurrir¨¢ por accidente o laissez faire. Se necesita un dise?o, un plan. Si no se planifica, un cambio de esta envergadura crear¨¢ poco a poco dos sistemas: unos pacientes tendr¨¢n acceso digital y otros no. En ese caso, el Sistema Nacional de Salud no se podr¨¢ seguir considerando de acceso universal.
Por ello, en estos momentos es necesario convertir la improvisaci¨®n digital en un plan, creando condiciones para un cambio sostenido y equitativo desde el ¨¢mbito de la Administraci¨®n. Ese esfuerzo organizado deber¨¢ contribuir adem¨¢s a reformar el sector de la salud y social. El modelo asistencial actual es fragmentado y no proporciona la calidad y seguridad cl¨ªnica ni los resultados esperables. Por ello, no es conveniente digitalizar el modelo asistencial actual, sino, por el contrario, usar el potencial digital para transformar y reformar el sector. El modelo asistencial actual no es el adecuado para el siglo XXI. Necesitamos un modelo m¨¢s comunitario, m¨¢s preventivo, m¨¢s centrado en atenci¨®n primaria, con una salud p¨²blica reforzada.
Una lecci¨®n evidente de esta pandemia ha sido comprobar que una intervenci¨®n preventiva ¡ªcon detecci¨®n, rastreo y aislamiento de personas infectadas¡ª sumada a las medidas higi¨¦nicas ¡ªde lavado de manos, mascarillas y distanciamiento social¡ª consigue controlar los brotes. Asimismo, la vacuna tambi¨¦n ser¨¢ una intervenci¨®n preventiva, por lo que se puede confirmar que la crisis de salud m¨¢s grave de los ¨²ltimos cien a?os se soluciona esencialmente con medidas preventivas.
La misma lecci¨®n se puede aplicar a todas las enfermedades cr¨®nicas prevenibles, como las cardiovasculares y respiratorias, la diabetes, las de salud mental y el c¨¢ncer. Son las principales causas de muerte prematura en nuestro pa¨ªs. Actuar proactivamente en todas ellas salvar¨ªa innumerables vidas, adem¨¢s de ayudar a la sostenibilidad econ¨®mica del sector. En ese contexto cabe preguntarse por qu¨¦ nuestro modelo sanitario y presupuestario es tan poco preventivo.
La covid-19 nos brinda la oportunidad para cambiar esta situaci¨®n y dirigirnos hacia un modelo m¨¢s poblacional, m¨¢s preventivo. Es en ese contexto en el que debemos razonar la digitalizaci¨®n, como una herramienta clave para transformar, no para enraizar el modelo actual. Una sanidad como la actual pero digitalizada no ser¨¢ m¨¢s preventiva. Ser¨¢ simplemente una medicina de agudos muy centrada en los hospitales y digitalizada. Mejorar¨¢ ciertos procesos asistenciales, pero no nos prepara para la siguiente pandemia ni previene las enfermedades cr¨®nicas, que causan el 91% de las muertes en Espa?a.
Sabemos c¨®mo avanzar hacia un nuevo modelo asistencial usando ejemplos pr¨¢cticos para los pr¨®ximos meses. La probable vacunaci¨®n contra el SARS-CoV-2 puede ser un gran ejemplo de prevenci¨®n digital. Sin embargo, debe asegurarse en ese proceso que se compense la brecha y garantizar la vacuna a los m¨¢s necesitados y vulnerables.
M¨¢s all¨¢ de las herramientas que permiten prestar servicios cl¨ªnicos y preventivos a distancia, disponemos de herramientas para convertir pacientes pasivos en activos en el control de su enfermedad, de nuevos papeles profesionales para la gesti¨®n de casos, de trayectorias integradas de cuidados, de incentivos y desincentivos para actuar preventivamente, lo cual reducir¨¢ ingresos hospitalarios, y de nuevas formas de contrataci¨®n de servicios que aportan m¨¢s valor.
Para avanzar con ese plan transformador y no seguir improvisando el esfuerzo digital conviene no retornar a las rigideces y excesos burocr¨¢ticos. Es necesario retener aquellos arreglos m¨¢s flexibles que han permitido a pacientes y cl¨ªnicos relacionarse en estos meses. La conexi¨®n digital, por ejemplo, puede ser un gran aliado en los pr¨®ximos meses cuando sea necesario animar a los pacientes de riesgo a vacunarse tanto de la gripe como del SARS-CoV-2. Si se revierte al modelo burocr¨¢tico anterior, se ralentizar¨¢ la implantaci¨®n digital y esa oportunidad de conexi¨®n con los pacientes se perder¨¢. Tambi¨¦n se perder¨¢ el potencial transformador.
La crisis mundial del coronavirus no se ha acabado y a¨²n cuesta vislumbrar su impacto en todas las esferas de la sociedad. La covid-19 nos ha recordado que nuestro sistema de salud y de servicios sociales no es coherente y que en el estado actual no solo no podr¨¢ responder a futuras pandemias, sino que tampoco podr¨¢ responder al reto demogr¨¢fico y al reto de las enfermedades cr¨®nicas. Debemos evitar a partir de ahora una secuencia de improvisaciones en las decisiones en el sector y planificar el cambio. La lecci¨®n de la crisis econ¨®mica de 2008 confirma que el sistema de salud no se autoorganizar¨¢ en la direcci¨®n deseada, sino que tiende a mantener el statu quo. Sin m¨¢s dilaci¨®n, se impone un cambio estrat¨¦gico y presupuestario en Espa?a.
Rafael Bengoa es codirector del Instituto de Salud y Estrategia (SI-Heatlh) de Bilbao.
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