Mujeres hist¨¦ricas y hombres ineptos: la nueva ¡®isla de las tentaciones¡¯ es un ataque de ansiedad de 150 minutos
Anoche regres¨® el 'reality' estrella de Telecinco, una fantas¨ªa en la que las emociones solo tienen valor si son histri¨®nicas, sobreactuadas y disparadas contra otra persona
Los concursantes de la segunda temporada de La isla de las tentaciones han llegado a esa playa sin haber aprendido nada de la edici¨®n anterior. O quiz¨¢ habiendo aprendido demasiado. El primer programa, emitido anoche en Telecinco, fue la adaptaci¨®n televisiva de un ataque de ansiedad de dos horas y media: r¨ªmel corrido, insultos, mentiras y crisis de pareja con amagos de ruptura en un reality show que, en solo dos ediciones, ya se ha asentado como el festival anual de las relaciones t¨®xicas.
Cinco parejas van al programa a poner a prueba su fidelidad, su confianza y sus celos (curioso m¨¦todo para confrontar sus inseguridades, por otra parte) pasando varias semanas separadas y rodeadas de una decena de ¡°tentadores¡± cuya ¨²nica misi¨®n es lig¨¢rselos destruyendo as¨ª su relaci¨®n. La isla de las tentaciones no es un reality de competici¨®n en teor¨ªa, pero los concursantes parec¨ªan luchar entre s¨ª por montar los mayores pollos. Porque saben que eso se traduce en m¨¢s minutos en pantalla, lo cual se traduce en un Deluxe y, si todo sale bien (es decir, si su relaci¨®n sale fatal), en el m¨¢ximo honor para cualquier habitante de Telecinco: una plaza en Supervivientes.
Las din¨¢micas sentimentales en esa isla consisten en que cada vez que un concursante se siente dolido se lo reprocha a su pareja sin pararse a pensar si su pareja ha hecho algo malo o no. Su dolor justifica la bronca
Para eso, claro, esos diez concursantes tendr¨¢n que sobrevivir primero a La isla de las tentaciones. Y no pinta bien. El amor es el motor que mueve los engranajes de Mediaset, pero es un amor con sus reglas propias. La obsesi¨®n de Melyssa, por ejemplo, no es necesariamente tener una relaci¨®n sana con su novio Tom sino ser ¡°su ¨²nica prioridad, por encima del golf y de todo lo dem¨¢s¡±. Pero en menos de 30 minutos ya qued¨® claro que Melyssa nunca tendr¨¢ suficiente, porque su insatisfacci¨®n proviene de sus inseguridades internas y no hay nada que Tom pueda hacer para apaciguarla. Tampoco es que ¨¦l haga demasiado por apaciguarla: tras desvelar que conoc¨ªa a una de las tentadoras, Liseth, ¡°de Madrid¡±, Tom fue negando todo lo que Liseth contaba y admit¨¦ndolo a continuaci¨®n hasta el punto de que Melyssa estaba tan desquiciada que no le crey¨® cuando ¨¦l neg¨® haberse enrollado con ella (Liseth asegura que s¨ª).
Las din¨¢micas sentimentales en esa isla consisten en que cada vez que un concursante se siente dolido se lo reprocha a su pareja sin pararse a pensar si su pareja ha hecho algo malo o no. Su dolor justifica la bronca, incluso aunque ese concursante haya reconocido sufrir celos irracionales. Por m¨¢s que Tom repitiese cu¨¢nto amaba a Melyssa, era incapaz de demostr¨¢rselo al verse atrapado un colapso emocional (¡°Ya sabes que no puedo mirarte a los ojos cuando discutimos¡±, le recordaba) que suger¨ªa que Tom es uno de esos hombres incapaces de conectar con sus sentimientos y ni mucho menos expresarlos. Melyssa, por su parte, parec¨ªa tan iracunda como resignada porque al parecer discuten cada d¨ªa desde que empezaron a salir hace ocho meses. Es como si Melyssa y Tom solo existiesen para participar en La isla de las tentaciones.
Pero Marta no iba a consentir que las c¨¢maras estuviesen ni un minuto m¨¢s enfocando a otra. Ya empez¨® avisando de que su relaci¨®n con Lester es ¡°tric¨ªclica: va bien, mal o muy mal¡± y anoche se qued¨® atascada en la tercera marcha durante todo el programa. Ella concurs¨® en Gran hermano 16, de modo que se sabe los mecanismos de memoria: tard¨® 17 segundos en rebautizar a la tentadora de su novio (Elisa, ¡°la chihuaha¡±, sobrina del ganador de GH10 Iv¨¢n Madrazo, lo cual la convierte en aristocracia de la telerrealidad), a continuaci¨®n se retir¨® a su dormitorio a susurrarle sus penas al micr¨®fono y al d¨ªa siguiente mont¨® en c¨®lera cuando Lester trat¨® de contar que Elisa se hab¨ªa disculpado.
Saben que eso se traduce en m¨¢s minutos en pantalla, lo cual se traduce en un Deluxe y, si todo sale bien (es decir, si su relaci¨®n sale fatal), en el m¨¢ximo honor para cualquier habitante de Telecinco: una plaza en Supervivientes
Hay que tener en cuenta que Elisa desembarc¨® pidiendo guerra (¡°soy opositora a bombera y nadie se mueve como yo entre las llamas¡±) hasta el punto de que acab¨® aclarando que ella no es as¨ª y se sobreentiende que solo se comporta as¨ª porque literalmente esa es la premisa del programa. Pero daba igual lo que dijese la tentadora: Marta es una canci¨®n de Mal¨² que adem¨¢s siempre est¨¢ en el estribillo. Tampoco ayud¨® que Lester eligiese para su cita a Elisa bajo la excusa de que quiere demostrarle a Marta que Elisa no es tan mala, en lo que quiz¨¢ sea la peor idea que ha tenido un ser humano en todo 2020. Que despu¨¦s de once a?os de relaci¨®n Lester siga intentando razonar con Marta, que claramente es una granada sin anilla, resulta a la vez entra?able y delirante, pero en cualquier caso muy televisivo. Y eso es lo que importa.
Seg¨²n Melyssa, Tom le ha asegurado que desde que est¨¢ con ella no tiene ojos para nadie m¨¢s. Que va por la vida (y lo que es m¨¢s incre¨ªble, por las discotecas) como un burro con anteojeras. Pero ah¨ª radica un fallo de concepto en el amor de Mediaset: se asume, e incluso se exige, que cuando una persona est¨¢ en una relaci¨®n no debe ya no acostarse con otros, sino siquiera reconocer su existencia. Tom dijo que la tentadora Dorothy le parec¨ªa fea, pero nada m¨¢s llegar a casa le confes¨® que solo lo hab¨ªa dicho para que su novia no se enfadase. (Dorothy, por cierto, se parece demasiado a Mar¨ªa Pati?o como para no plantearse la teor¨ªa de la conspiraci¨®n de que Telecinco ha infiltrado a Pati?o como tentadora de inc¨®gnito, cual Drew Barrymore haci¨¦ndose pasar por adolescente en Nunca me han besado).
Al d¨ªa siguiente, Mayka tem¨ªa que Pablo eligiese a Dorothy porque es su ¡°prototipo¡± (que en dialecto de Mediaset quiere decir ¡°tipo¡±) y evidentemente Pablo eligi¨® a Dorothy porque hab¨ªan ¡°tenido mucho feeling¡± (en ese mismo dialecto, ¡°ponerse muy cachondo¡±). El amor en la isla es un concepto tan superficial que los concursantes no se preocupan lo m¨¢s m¨ªnimo si su pareja elige a alguien que no es su ¡°prototipo¡± f¨ªsicamente (¡°No le gustan rubias, as¨ª que estoy muy tranquila¡±) pero cortocircuitan si su pareja se acerca a alguien que encaje en su ideal f¨ªsico.
La vida all¨ª es tan fr¨ªvola que, para humillar a Marta, F¨¢tima le espet¨® ¡°c¨¢llate, que estos zapatos valen m¨¢s que tu alquiler¡±. Los tentadores saben que deben dejar huella para que los espectadores tengan un apodo con el que referirse a ellos cuando comenten el programa con sus amigos: Patricia se subtitul¨® a s¨ª misma ¡°Miss Baix Llobregat¡±, Guillermo asegur¨® que le llaman ¡°el largo¡± porque lo ten¨ªa todo as¨ª y Yan se autobautiz¨® como ¡°la china m¨¢s famosa de Madrid¡±. Es como si supieran que para causar sensaci¨®n deben ser hashtags antes que personas. Y hay tantos juegos de palabras sexuales (¡°?la manguera pesa?¡± le pregunt¨® Marta al bombero Edu) que cuando alguien dice una frase sin doble sentido el espectador duda si es una met¨¢fora sexual (¡°yo si algo tengo es paz¡± le dijo el tentador David a Tom antes de llevarse a su novia, ¡°y le voy a dar mucha tranquilidad¡±). Durante el corte a publicidad, apareci¨® un anuncio del succionador de cl¨ªtoris Mambo. Quiz¨¢ lo ¨²nico sin doble sentido que ocurri¨® en Telecinco en toda la noche.
Si el a?o pasado ellos eran los sufrientes y ellas las disfrutonas, este primer cap¨ªtulo sugiri¨® que esta vez la mayor¨ªa de chicas han aterrizado en esa isla muertas de miedo (Marta es una fiera cuando se encara con Lester, pero el resto del tiempo se lo pasa llorando) y asfixiadas por sus inseguridades y las traiciones que han sufrido por parte de sus novios, que han elegido La isla de las tentaciones como su veh¨ªculo de expiaci¨®n p¨²blica. Por el camino, el programa alimenta viejos estereotipos de mujeres hist¨¦ricas y hombres ineptos. En un momento en el que la diversidad sexual, relacional y sentimental est¨¢ empezando a popularizarse, La isla de las tentaciones se erige como un experimento en torno a la heterosexualidad m¨¢s normativa. Solo que el laboratorio es paradisiaco y las ratas tremendamente sexys.
Durante el corte a publicidad, apareci¨® un anuncio del succionador de cl¨ªtoris Mambo. Quiz¨¢ lo ¨²nico sin doble sentido que ocurri¨® en Telecinco en toda la noche
La cuarta pareja son ?ngel e Inma, que aseguran haber ido al concurso ¡°para callar bocas¡±: en su barrio de Montequinto (Sevilla) hay habladur¨ªas de que ella solo quiere ser famosa, as¨ª que han decidido ir a un programa de Telecinco a desmentirlo. ¡°Yo solo soy influencer porque un d¨ªa me compr¨¦ un tel¨¦fono y empec¨¦ a hacer fotos¡± aclar¨® Inma (autodenominada ¡°la Pen¨¦lope Cruz de Montequinto¡±), en lo que debe de ser la l¨®gica m¨¢s aplastante que se ha escuchado en la televisi¨®n espa?ola en todo este a?o. La ¨²ltima vez que alguien de Montequinto sali¨® en Telecinco fue Maria Jos¨¦ Galera, la primera expulsada de GH1, as¨ª que Inma tiene la textura con la que se forjan las leyendas. Y viendo c¨®mo empez¨® el programa como Pen¨¦lope Cruz en Jam¨®n jam¨®n y lo acab¨® como Pen¨¦lope Cruz en Vicky Cristina Barcelona, Inma parece la mejor posicionada para acabar tomando el sol en Cayo Paloma. ¡°Yo te la cuido¡±, le prometi¨® el tentador Kevin a ?ngel con un paternalismo que deber¨ªa estar pasado de moda hasta en Telecinco. Si algo demostr¨® Inma en los 150 minutos de programa es que sabe cuidar de s¨ª misma.
La crisis de Marta estuvo cargada de amenazas hilarantes (¡°?Me voy a Canarias nadando!¡±) y de aforismos melodram¨¢ticos como ¡°Me enamor¨¦ tanto de ¨¦l que me he desenamorado de m¨ª misma¡±. Esta descripci¨®n tan elocuente evoca un programa que La isla de las tentaciones no tiene ning¨²n inter¨¦s en ser: ?Y si fletasen un psic¨®logo a esa isla para tratar de extraer los traumas de los concursantes, ponerles nombre y analizar los comportamientos que desencadenan? Cu¨¢ntas personas habr¨¢n sentido eso (que se enamoraron tanto de alguien que se desenamoraron de s¨ª mismas) sin ni siquiera comprender lo que les estaba pasando. Marta, que sabe cu¨¢nto tiene que durar un lamento para caber en un titular, acert¨® a resumir el problema de miles de parejas que quiz¨¢ anoche se fueron a la cama m¨¢s tristes de lo que estaban cuando empez¨® el programa, pero tambi¨¦n m¨¢s conscientes de c¨®mo se llaman sus problemas.
Pero La isla de las tentaciones, claro, no es un programa divulgativo. Es una fantas¨ªa en la que las emociones solo tienen valor si son histri¨®nicas, sobreactuadas y disparadas contra otra persona. Marta se encar¨® con Elisa cuando esta se acerc¨® a interrumpir su despedida de Lester: Marta lo consider¨® tal impertinencia que la trat¨® literalmente como a un perrito, como si no supiera de sobra que Elisa solo estaba ah¨ª porque alguien de producci¨®n la hab¨ªa empujado a ello. Pero la clave para que La isla de las tentaciones funcione es que todos sus habitantes se comporten como si no fuese un programa de televisi¨®n. Por eso todos insisten en que est¨¢n ah¨ª para fortalecer su relaci¨®n, repiten mucho lo de ¡°disfrutar de la experiencia¡± y ninguno menciona sus ansias de hacer carrera en televisi¨®n. De lo que s¨ª parecen estar al corriente es de que solo conseguir¨¢n plat¨®s si son los que m¨¢s sufren. Porque la relaci¨®n m¨¢s t¨®xica que se da en esa isla, en realidad, es la de los concursantes con la fama.
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