Lo que ¡®nosotres¡¯ tenemos que decir
Ag¨¦nero, no binario, fluido, big¨¦nero¡ Son menos de un 5% de la poblaci¨®n y reclaman el reflejo de su presencia en leyes y documentos oficiales. La teor¨ªa queer ha venido a reventar la concepci¨®n de g¨¦nero tradicional ligada a los genitales. As¨ª viven su identidad quienes est¨¢n fuera de la dualidad hombre o mujer.
Vero se reconcili¨® con su feminidad al renunciar a ser solo mujer. La joven se mueve con una mutabilidad sorprendente entre lo masculino y lo femenino, virando involuntariamente con el lenguaje, los gestos, las poses y jugando con su pelo y la ropa. Tiene 28 a?os y es g¨¦nero fluido, una de las posibilidades que se enmarcan dentro del amplio abanico de las identidades trans no binarias, todo aquello que est¨¢ fuera de la dualidad hombre o mujer. ¡°El no binarismo, el tercer g¨¦nero, ?es artificial?¡±, se pregunta sarc¨¢stica. Y responde: ¡°S¨ª, tan artificial como ser hombre o mujer¡±.
El conflicto forma parte de la vida de Vero desde su adolescencia. La idea de sentirse mujer nunca acab¨® de encajarle y empez¨® a ¡ªcomo ella lo llama¡ª masculinizarse, aferr¨¢ndose a roles asociados a hombres; primero con la ropa, luego con el tabaco, el peinado, los andares e incluso la postura al sentarse. As¨ª, su apariencia cuadrar¨ªa con su orientaci¨®n sexual; una forma de justificar, al menos ante el exterior, su atracci¨®n por las mujeres. Pero aun as¨ª algo segu¨ªa sin encajar.
Un conato de disforia, de rechazo a su propio pecho, a punto estuvo de llevarla por un camino de bloqueadores hormonales y testosterona que aflorasen al hombre y sepultasen a la mujer. A?os despu¨¦s se alegra de no haber tomado ese camino. ¡°Porque todo hoy hubiese sido distinto¡±, razona la joven, licenciada en Historia del Arte y dise?adora de arquitecturas ef¨ªmeras.
Vero mantiene una relaci¨®n estable con un chico. Explica que su orientaci¨®n, pansexual ¡ªatracci¨®n por lo masculino o lo femenino cisg¨¦nero, transexuales o no binarios¡ª, nada tiene que ver con su identidad de g¨¦nero. Naci¨® con vulva, pero se siente ambivalentemente mujer y hombre. Var¨ªa entre uno y otro en funci¨®n de la compa?¨ªa, del tema de conversaci¨®n o sin explicaci¨®n alguna. Simplemente fluye, de ah¨ª su g¨¦nero: fluido.
Como muchos otros no binarios, Vero prefiere el invierno al verano. A m¨¢s capas de ropa, m¨¢s posibilidades tiene de readaptar su vestimenta al g¨¦nero, siempre en transici¨®n. Entallado y colorido, mujer; suelto y oscuro, hombre. ¡°Huyo del neutro¡±, recalca, ¡°me gusta que la ropa fluya conmigo¡±.
¡°Si de la ecuaci¨®n quitas el pene y la vagina, y los atributos f¨ªsicos, solo quedan los roles, razona Vero. ¡°?Qu¨¦ haces?, ?qui¨¦n eres? Yo soy g¨¦nero fluido y voy variando¡±, resuelve la joven o, dependiendo del momento, el joven.
El t¨¦rmino g¨¦nero fluido ¡ªgenderfluid en ingl¨¦s¡ª empez¨® a acu?arse a principios de 2000 por activistas queer, una teor¨ªa que entiende los g¨¦neros como una construcci¨®n social, una ficci¨®n cultural, que marginaliza y excluye a lo no normativizado. La comunidad LGTBI se apropi¨® de esta voz, adaptada al espa?ol como cuir y usada antes peyorativamente para referirse a ellos. De extra?o o peculiar, hoy la palabra cuirg¨¦nero ha pasado a englobar dos conceptos: transg¨¦nero, que su g¨¦nero no es el mismo que le asignaron al nacer, y no binario, que ¡°tiene dif¨ªcil encaje en las categor¨ªas hombre o mujer y que tienen asociadas ser masculinos o femeninos¡±, explica el profesor Lucas Platero M¨¦ndez, activista LGTBI e investigador posdoctoral del departamento de Psicolog¨ªa Social de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
Alguien no binario, aclara Platero, ¡°es quien dice que no es binario¡±. No hay m¨¢s. ¡°Son personas cuyas vivencias exceden las normas cotidianas y que tienen una mirada propia sobre su cuerpo, las relaciones que establecen y su estar en el mundo, de manera que buscan maneras habitables de poder ser y obtener reconocimiento de su entorno¡±, ampl¨ªa el investigador.
Existen diversos estudios que fijan distintas prevalencias en la poblaci¨®n general. En uno hecho en B¨¦lgica, la ambivalencia de g¨¦nero o el no binario se daba en un 1,8% de quienes fueron asignados varones al nacer y en un 4,1% de las se?aladas como mujeres. En otra investigaci¨®n holandesa, el 4,6% de los inscritos como hombres en el nacimiento y el 3,2% de las mujeres en la misma situaci¨®n se identificaban como ambivalentes con su identidad. Ese mismo estudio significaba que el 1,1% de los determinados como ellos y el 0,8% como ellas afirmaban tener una identidad de g¨¦nero incongruente.
¡°La diversidad de formas de entender el g¨¦nero no hace sino reactualizar la importancia que tiene el g¨¦nero y el sexo en nuestra sociedad¡±, asegura el profesor Platero. ¡°Entender que hay condicionamientos sociales que dan forma al g¨¦nero no es lo mismo que decir que dicha construcci¨®n social no tiene un peso en la vida, aunque seas una persona disidente de tales normas. Saber que es una construcci¨®n social no te exime de la discriminaci¨®n o del castigo por salirte de ellas¡±.
¡°Los g¨¦neros sobran¡±, afirma rotundo Sam, ag¨¦nero, queer y pansexual de 24 a?os. ¡°Los usamos a modo de cajas en las que quedarnos encerrados y en las que hay que seguir unas normas de obligado cumplimiento¡±, sigue, ¡°y lo que habr¨ªa que eliminar es la importancia que se le da al g¨¦nero, no el g¨¦nero en s¨ª¡±, a?ade. Sam es profesor de ingl¨¦s y tiene un discurso muy did¨¢ctico. ¡°Cuando hablas de helados, la gente piensa en chocolate o vainilla, pero hay m¨¢s sabores; y eso mismo respondo cuando me preguntan que qu¨¦ es ser ag¨¦nero¡±, explica. ¡°Porque yo no soy ni chocolate ni vainilla¡±, zanja.
Se define como una persona no binaria ag¨¦nero transmasculino. No binario porque no se enmarca en la dualidad de chico o chica, ag¨¦nero porque no se identifica con ning¨²n g¨¦nero y transmasculino porque su estilo de vestir ¡ª¡°socialmente hablando¡±, explica¡ª se suele identificar m¨¢s con los hombres que con las mujeres. ¡°Si naces con pene eres un hombre y te gustan las mujeres y las cosas masculinas; si t¨² naces con vulva eres una mujer, te gustan los hombres y las cosas femeninas y ah¨ª tienes tu starter pack. Cuando empiezas a hacer la deconstrucci¨®n te das cuenta de que ese paquete inicial no tiene por qu¨¦ ser as¨ª, hay much¨ªsimas opciones y vertientes. Entonces yo separar¨ªa la genitalidad de la identidad, de la sexualidad y de las preferencias rom¨¢nticas¡±. Sam naci¨® con vulva. En la adolescencia, prob¨® a acentuar sus rasgos de mujer para intentar acomodar su apariencia a lo que le dictaban sus nuevas compa?¨ªas. ¡°Y fue horrible¡±. ¡°Te puedes poner un disfraz¡±, en referencia a su ropa femenina, ¡°un d¨ªa, pero si te ves obligado a llevarlo acaba generando rechazo; y as¨ª me sent¨ªa cuando trataba de vestirme de mujer¡±.
Pas¨® por el quir¨®fano para hacerse una mastectom¨ªa que le supuso ¡°un antes y un despu¨¦s¡±. Pidi¨® un pr¨¦stamo a un banco y se oper¨®. Cambi¨®. ¡°Solo entonces volv¨ª a tener esa sensaci¨®n de bienestar con mi cuerpo como antes de que se me desarrollase ese pecho¡±, apunta.
Con su cambio f¨ªsico tambi¨¦n empezaron las preguntas ¡ªesta vez no suyas, pero s¨ª de otros¡ª, a las que respond¨ªa sin reservas. Ha tenido peleas, ha recibido insultos, pero se considera afortunado si se compara con las historias de otros como ¨¦l. Convencido activista queer, reparte su tel¨¦fono en bares a quienes ¡°de forma sincera y no como una an¨¦cdota de una noche de fiesta¡± demandan m¨¢s informaci¨®n sobre el g¨¦nero no binario.
En torno a los 15 a?os y en mitad de una tormenta de preguntas sin respuesta se top¨® con el t¨¦rmino ag¨¦nero. ¡°Encaj¨®, vi que pegaba con lo que me pasaba¡±, recuerda Sam. Pero por falta de energ¨ªas para enfrentarse lo dej¨® en pausa. Volvi¨® a ¨¦l un par de a?os despu¨¦s. ¡°La etiqueta se ajustaba y, cuando descubr¨ª que hab¨ªa otros como yo, ?que exist¨ªamos!, sent¨ª una enorme libertad¡±, recuerda.
En Espa?a, el genderqueer se topa de bruces con la Administraci¨®n, en la que se impone la definici¨®n ¨²nicamente dentro de la dualidad hombre o mujer. Existen precedentes como los de Australia, la India, Alemania o Argentina, donde o reconocen la existencia de un tercer g¨¦nero o permiten el uso de un sexo no determinado, la identidad de g¨¦nero autopercibida, en los documentos oficiales.
El Gobierno maneja un anteproyecto de ley elaborado tras consultar con los colectivos a trav¨¦s de la Mesa Trans?que incluye el reconocimiento de las personas no binarias para que dentro del derecho a la autodeterminaci¨®n de g¨¦nero puedan elegir sin hacer referencia al sexo en los documentos oficiales, que deber¨¢n ofrecer la posibilidad ¡°no binario¡±. Parte del feminismo pide que se paralice por considerar que la autodeterminaci¨®n de g¨¦nero amenazar¨ªa las leyes que evitan la discriminaci¨®n de las mujeres. Mientras, la realidad de las personas no binarias seguir¨¢ sin existir en el ¨¢mbito legal. Pese al limitado alcance de algunas normas auton¨®micas, la actual ley obliga a quienes quieran cambiar su g¨¦nero a dos a?os de tratamiento hormonal y a tener el diagn¨®stico de disforia de g¨¦nero, condici¨®n que patologiza al colectivo. Y pese a cumplirlo, solo podr¨¢n elegir entre hombre o mujer.
Mel Constain naci¨® en Colombia hace 27 a?os y vive en Andaluc¨ªa. La legislaci¨®n de esta comunidad s¨ª reconoce la posibilidad de cambiar el nombre registrado al nacer por el sentido, pero solo en los ¨¢mbitos en los que tiene las competencias, como el educativo o el sanitario. Con la ley en la mano, Mel solo puede cambiarse el nombre, un farragoso tr¨¢mite burocr¨¢tico que depende de que un juez acepte el nuevo nombre para que se identifique con uno de los dos sexos: o chico o chica. ¡°Es una lucha continua para que te reconozcan¡±, critica Mel, que rechaza el proceso de hormonaci¨®n. ¡°?Para qu¨¦? Si tampoco me identifico con ser un hombre¡±, zanja. ¡°Exige mucha energ¨ªa, y quiero emplearla para disfrutar mi identidad; a fin de cuentas, cualquier escenario legal actual no se ajustar¨¢ a lo que necesito¡±.
Mel ejerce como psic¨®logue, en versi¨®n neutra, y es no binarie. En su discurso es habitual el uso de la ¡°e¡± para evitar masculinos y femeninos. ¡°Mis espacios seguros suelen ser aquellos en los que se habla con la e, porque ah¨ª se me identifica como no binaria, se me reconoce y no se me etiqueta como mujer u hombre¡±, defiende. Elle ¡ªel pronombre con el que se encuentra a gusto¡ª cambi¨® su nombre a algo neutro. ¡°Somos superbinaristas, todo est¨¢ clasificado entre lo masculino y lo femenino, y el lenguaje est¨¢ para adaptarse a la sociedad, est¨¢ para que las personas construyan, creen cosas nuevas¡±, apunta Mel, que ha investigado durante sus estudios sobre el g¨¦nero no binario y que divulga lo aprendido como activista y sex¨®logue.
Augura que con el g¨¦nero no binario ocurrir¨¢ como con el lenguaje apropiado para hablar de la discapacidad. ¡°Antes, a las personas con diversidad funcional se las llamaba subnormales, ?algo impensable hoy! ?Por qu¨¦ a nosotres se nos cuestiona el tratarnos en la identidad que nos sentimos?¡±.
Insiste Mel en que aunque la adolescencia sea la fase en la que todes exploraron, ¡°el sentirse no binario siempre ha estado ah¨ª¡±. ¡°No es una construcci¨®n posterior, no es una ideolog¨ªa, aunque tiremos de las teor¨ªas queer¡±, sigue; ¡°hemos pasado por una conflictividad interna, pero es algo com¨²n a todos; es un sentirse, como los trans binarios o las personas cisg¨¦nero¡±. ¡°No se decide tener una identidad con estigmas por gusto¡±, zanja.
El miedo al rechazo es una t¨®nica constante entre las personas no binarias, aunque no todas responden igual ante ¨¦l. Platero describe varias reacciones en su estudio ?Faltan palabras! Las personas trans no binarias en el Estado Espa?ol: desde el aislamiento, el regreso al armario o el hacer un uso instrumental de la identidad posible menos inc¨®moda (o m¨¢s ¨²til) para cumplir con los objetivos.
La de Nel es otra opci¨®n posible: hacer activismo de su no encaje. ¡°Me gusta atraer miradas y que les exploten las cabezas¡±, reclama. ¡°Me pongo falda, me maquillo, voy con falda y vello en las piernas; soy un hombre, por mi transici¨®n con las hormonas, pero incorporo en mi vestuario prendas de mujer¡±, explica este joven malague?o de 20 a?os. Le gusta pensar que las utop¨ªas son solo el futuro, algo que ahora parece inalcanzable, pero llegar¨¢. No le preocupa que el lenguaje neutro todav¨ªa no est¨¦ en la calle, de hecho, le parece ¡°muy crazy¡± que quienes le rodean, al verle, sepan c¨®mo catalogarlo sin duda. ?l prefiere el trato masculino, aunque sea g¨¦nero no binario. Naci¨® con vulva y no le incomoda el pecho, que ¡ªcomo defiende¡ª forma ¡°parte de esa mezcla¡± que lo hace ser como es. ¡°Y me encanta¡±, subraya.
Supo de su condici¨®n no binaria a los 13 a?os, cuando se top¨® con una escultura de Hermafrodito, mitad hombre y mitad mujer. Desde entonces est¨¢ fascinado por ese ser mitol¨®gico, ¡°tan lejano a la ficci¨®n y a lo que aspiraba a ser¡±. Se enorgullece al contar que, de todo el proceso, son sus abuelos, octogenarios, quienes m¨¢s le han apoyado. ¡°Me hago la ropa, ahora mismo una falda, con mi abuela y a mi abuelo le hace ilusi¨®n tener un nieto¡±, explica este estudiante de bachillerato de Artes.
Pese a su juventud, ya ha visto algunos avances. La psic¨®loga que lo trat¨® por primera vez le oblig¨® a definirse: A o B, hombre o mujer. Ahora, a esos niveles, ya se conoce el tercer g¨¦nero, en parte gracias al activismo de j¨®venes como ¨¦l. ¡°Todos somos, como dice la teor¨ªa queer, seres individuales y llegar¨¢ a un punto en el que las etiquetas no servir¨¢n de nada¡±, vaticina. ¡°El g¨¦nero no binario ser¨¢ algo normal, una opci¨®n m¨¢s; quiz¨¢ yo no lo vea, pero si alguien llega a verlo: ¡®?Felicidades a todos, lo hemos conseguido!¡±.
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