?Y qu¨¦ d¨ªa no es el d¨ªa del gato?
Estamos lejos de que a los gatos se les reconozcan como propios los 365 d¨ªas del a?o, pero es una cuesti¨®n de tiempo
Uno nunca sabe en qu¨¦ momento se va a replantear su vida. A m¨ª me sucedi¨® hace dos semanas. Eran las cinco de la ma?ana (como en la canci¨®n de Juan Luis Guerra) cuando At¨²n, el peque?o de mis dos gatos, empez¨® a maullar y a ejercer esa estrategia de presi¨®n tan espec¨ªficamente felina y tan altamente eficaz para que los humanos se despierten: pegar su cara a la tuya de tal manera que est¨¢n lo suficientemente lejos como para ni tan siquiera rozarte con los bigotes, pero lo necesariamente cerca como para que sientas que est¨¢n ah¨ª, mir¨¢ndote fijamente.
Supongo que esto es algo que les habr¨¢ pasado a muchas otras personas que comparten su vida con gatos. S¨¦ que suena extra?o, pero no es tan raro despertarse y encontrarse un primer plano de tu gato observ¨¢ndote con una expresi¨®n a medio camino entre la observaci¨®n cient¨ªfica, la de hacerte sentir culpable por no hacerle el caso que ¨¦l cree que se merece y, la m¨¢s concreta, la de no considerarte una presa. Todav¨ªa.
At¨²n es un gato muy inquieto, y todas las noches se da varios paseos por encima de m¨ª. Lo hace como si no hubiera nadie m¨¢s en la cama. Le da igual pisar barriga, cara o pierna. Hay una teor¨ªa que dice que los gatos ponen sus patas traseras exactamente en el mismo lugar en el que se han posado previamente las delanteras. Bas¨¢ndome en la mera observaci¨®n (emp¨ªrica, eso s¨ª) de At¨²n, dir¨ªa que hay que afinar ese estudio un poco m¨¢s.
Pero que tampoco estaba siendo una noche muy diferente a las dem¨¢s, vaya. Despu¨¦s de pasear un rato, At¨²n suele acostarse a mi lado y lo acaricio hasta que se duerme de nuevo. (N¨®tese que doy por normal el hecho de que me despierte de madrugada). La cosa cambi¨® cuando M¨ªa, la gata mayor, se sum¨® a la fiesta. No suele aparecer de noche, porque pasa bastante de su hermano y de m¨ª (sus motivos tendr¨¢), pero esa madrugada le apetec¨ªa entrar en uno de los armarios de la habitaci¨®n. ?Y qu¨¦ hace un gato cuando quiere que le abran una puerta? Te lo pide hasta que accedes por agotamiento. M¨ªa empez¨® a golpear la puerta con la zarpa. Al principio, lentamente. Despu¨¦s (tampoco mucho despu¨¦s, no se vayan a creer que es paciente), como si fuera un caj¨®n flamenco.
Me incorpor¨¦ para abrirle la puerta y que pudiera entrar, teniendo cuidado de que se quedara entreabierta, porque s¨¦ perfectamente que estar¨¢ solo cinco minutos. ?Qu¨¦ sucedi¨®? Pues que al levantarme, At¨²n se despert¨®. Y la fiesta comenz¨®.
De repente me vi abriendo la puerta a mi gata para que pudiera entrar a llenar de pelos las camisas, con mi otro gato saltando y corriendo por la cama¡ Y todo a las cinco de la ma?ana. Y todo sin Juan Luis Guerra cerca. Y s¨ª, tuve un (breve) momento de lucidez y me replante¨¦ mi vida. Porque la situaci¨®n, si lo piensan un poco, es para, al menos, echarle una reflexi¨®n. Y si no lo piensan un poco, tambi¨¦n. A mis 39 a?os, desvelado de madrugada, abri¨¦ndole la puerta del armario a mi gata y siendo pisado con garbo por mi gato.
Me vino a la mente esta situaci¨®n porque esta semana celebramos el D¨ªa Internacional del Gato. Al parecer, se instaur¨® el 20 de febrero como fecha porque fue el d¨ªa en que se muri¨® Calcetines, el gato de durante 20 a?os convivi¨® con la familia Clinton y que se instal¨® en la Casa Blanca cuando Bill fue presidente. Desconozco si se puede tener m¨¢s poder que siendo el gato del presidente de los Estados Unidos, la verdad. A la autoridad felina se le a?ade el bot¨®n nuclear. Casi nada.
Calcetines tambi¨¦n era el lobo que se hac¨ªa amigo de Kevin Costner en Bailando con lobos. Y, sospecho, cualquier animal dom¨¦stico que tiene las zarpas de un color diferente al del resto de la pata.
Pero en lugar de reflexionar sobre si Kevin Costner estaba mejor en Bailando con lobos, en El Guardaespaldas o en los Intocables de Eliot Ness, que es un debate bien interesante, mi mente regres¨® a aquella madrugada en la que mis gatos montaron una fiesta en mi habitaci¨®n. Y aquella reflexi¨®n se convirti¨®, entonces, en incomprensi¨®n. No entiendo que haya un D¨ªa internacional del gato. No viene a cuento. ?De qui¨¦n se creen que son los 364 d¨ªas restantes? ?C¨®mo creen que es la convivencia-tir¨¢nica-consentida-y-aceptada con los felinos dom¨¦sticos?
A veces pienso que ellos me ven como un okupa en su morada. Cuando pasean por la casa, adem¨¢s de reflexionar sobre con qu¨¦ autoridad cruzan las estancias, noto que me miran un poco de soslayo, sin entender por qu¨¦ estoy en su sof¨¢ y, sobre todo, c¨®mo puedo aguantar estando en su sof¨¢ sin rascarlo.
En su mente, soy un se?or que se instala en algunos de sus espacios preferidos y, por lo tanto, ven normal muchas de las cosas extra?as que hago para complacerlos en sus deseos o para no importunarlos en alguna de las 14 siestas que se echan -de media- al d¨ªa. Es altamente probable que, cada noche, cuando At¨²n se tumba a mi lado, piense: ¡°?pero este t¨ªo qu¨¦ hace en mi cama otra vez?¡±.
Su poder es tal que pueden llegar incluso a anularlo a uno como persona. Hace un par de meses, piratearon la cuenta de Instagram de mis gatos. Durante los dos meses que estuve sin ella, cada vez que publicaba algo en mi cuenta personal, muchas personas hac¨ªan la misma pregunta en los comentarios: ¡°?Sabes cu¨¢ndo va a volver el Instagram de M¨ªa y At¨²n?¡±. Mis publicaciones no interesaban a nadie. Lo peor no era eso, sino que varios amigos se dieran cuenta y me lo hicieran saber v¨ªa cari?osos mensajes que dec¨ªan: ¡°No eres nadie sin tus gatos¡±.
Y, de nuevo, en lugar de reflexionar sobre la calidad de mis amistades o la colonizaci¨®n de mis espacios virtuales llevada a cabo por mis gatos, no se me quitaba de la cabeza la injusta celebraci¨®n del D¨ªa Internacional del Gato. Hab¨ªa algo raro. Ten¨ªa la sensaci¨®n de que acababa de celebrarse. Efectivamente el gato es el ¨²nico concepto en el mundo que tiene no uno, ni dos, sino tres d¨ªas internacionales -el 20 de febrero, el 8 de agosto y el 29 de octubre-. Por aportar un poco de contexto: La paz mundial solo tiene un d¨ªa al a?o (el 21 de septiembre, por si les interesa). Ning¨²n derecho, movimiento, colectivo ni, por supuesto, ning¨²n otro animal, tiene tantos d¨ªas de celebraci¨®n.
A¨²n estamos lejos de que se les reconozcan como propios los 365 d¨ªas del a?o. Pero todos los que convivimos con ellos sabemos que es ¨²nicamente una cuesti¨®n de tiempo.
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