Ca?onazos, arist¨®cratas y capos
La historia del siglo XX de Cuba puede hacerse a trav¨¦s de este hotel habanero, inaugurado hace 90 a?os e inscrito en el programa Memoria del Mundo de la Unesco, adem¨¢s de ser Monumento Nacional
Gobernaba en Cuba Gerardo Machado (1925-1933), el ferry que conectaba Cayo Hueso y La Habana funcionaba a todo trapo y miles de turistas estadounidenses sedientos viajaban a la isla cada a?o, pues en su pa¨ªs la Ley Seca hac¨ªa estragos. En el Floridita reinaba el daiquir¨ª de Constante, y en los cercanos hoteles Plaza y Sevilla Biltmore, frecuentados por los norteamericanos, otros cantineros de prestigio preparaban ex¨®ticos combinados mientras el New York Times hablaba de la isla a finales de los a?os veinte como un destino privilegiado a solo noventa millas de casa.
Hab¨ªa pasado la Danza de los millones, periodo de bonanza econ¨®mica debido a los altos precios del az¨²car tras la Primera Guerra Mundial, pero aunque se sent¨ªa la crisis, las compa?¨ªas estadounidenses segu¨ªan haciendo negocios sin freno en La Habana. Purdy & Henderson, una de las mayores contratistas de obras, establecida en Cuba desde los primeros a?os de la dominaci¨®n de EE UU, hab¨ªa construido el Plaza (1908) la Lonja de Comercio (1909), el palacio del Centro Gallego (1915), el Centro Asturiano (1927) y el colosal Capitolio Nacional, inaugurado en 1929 por el propio Machado. Adem¨¢s de adicto a la porra y al espad¨®n, el dictador cubano era un empedernido bailador e invit¨® al festejo al Tr¨ªo Matamoros, que un a?o antes hab¨ªa grabado en Nueva York su primer disco para la discogr¨¢fica Victor, con sones como El que siembra su ma¨ªz, Son de la loma o el bolero Olvido.
El clima de Cuba era inmejorable, los placeres abundaban, en la radio sonaba ¡°Mam¨¢ yo quiero saber de d¨®nde son los cantantes¡± y las leyes cubanas en favor de los juegos de azar acabaron por decidir a un grupo de hombres de negocios y banqueros de EE UU encabezados por el National City Bank: hab¨ªa llegado la hora de construir un gran hotel para sus compatriotas en el mejor lugar de La Habana. El sitio elegido era excelente, en pleno malec¨®n, sobre una elevaci¨®n ocupada desde finales del siglo XVIII por la bater¨ªa de Santa Clara, parte del sistema de fortificaciones construido tras la toma de la ciudad por los ingleses (1762).
Para hacer el hotel Nacional sus due?os apostaron por lo mejor de lo mejor. El famoso estudio de arquitectura Mc Kim, Mead & White se encarg¨® del proyecto, la obra fue asignada a Purdy & Henderson y para dirigir el nuevo establecimiento llevaron de Nueva York a William P. Taylor, en cuyo curr¨ªculum figuraba la administraci¨®n del Waldorf Astoria y el Plaza Savoy. El 30 de noviembre de 1930 qued¨® inaugurado el hotel, con su gran vest¨ªbulo y su z¨®calo de azulejos de ascendencia sevillana que daba acceso a una majestuosa galer¨ªa de arcadas exteriores y a sus impresionantes jardines frente al mar. En ellos, fue instalada una fuente y una rosa n¨¢utica, punto de referencia para ubicar el norte y la procedencia de la mayor¨ªa de los turistas que se alojar¨ªan en el establecimiento.
¡°Cuando el sol y el mar amatista son los mejores¡ cuando los americanos chic dejan atr¨¢s el fr¨ªo invernal por el Par¨ªs de los tr¨®picos¡ el hotel Nacional abre sus puertas. El Plaza y el Savoy de Nueva York tienen su duplicado de lujo en el malec¨®n, en el sector m¨¢s deslumbrante de La Habana¡±, avisaba una publicidad de la ¨¦poca. En 1931 se hospedaron los artistas de Hollywood Tom Mix y Buster Keaton, y tambi¨¦n lleg¨® Johny Weissmuller, que todav¨ªa no se hab¨ªa metido en la piel de Tarz¨¢n, pero que era famoso por sus haza?as como nadador tras sus triunfos en las Olimpiadas de Par¨ªs (1924) y ?msterdam (1928). Se dice que durante su estancia hizo la machada de tirarse a la piscina del Nacional desde el segundo piso, algo no comprobado; lo que s¨ª es cierto es que cada vez que bajaba a darse un chapuz¨®n era un espect¨¢culo para hu¨¦spedes y empleados.
En 1933 una revoluci¨®n sac¨® del poder a Machado, bautizado ya como el ¡°asno con garras¡±. Tal fue la que se organiz¨® en La Habana que Estados Unidos envi¨® a ¡°mediar¡± en el conflicto a un nuevo embajador, Sumner Welles, que se instal¨® en el Nacional, pero no pudo impedir que la revuelta acabara del peor modo posible: un grupo de oficiales y militares machadistas se atrincher¨® en el hotel en septiembre, y el 2 de octubre la instalaci¨®n fue atacada por los sublevados, uno de cuyos l¨ªderes era el sargento Fulgencio Batista, que acabar¨ªa convirti¨¦ndose en el hombre fuerte de Cuba. Tras la refriega, r¨¢pidamente los da?os y boquetes provocados en el edificio por la artiller¨ªa fueron reparados, y la empresa constructora sac¨® una publicidad que dec¨ªa: ¡°Construya con Purdy & Henderson, cuyos inmuebles resisten un ca?oneo¡±.
La mafia, los Windsor y los Thyssen
Mientras, en Estados Unidos la mafia hab¨ªa recibido el soplo de que la Ley Seca acabar¨ªa pronto. Adelant¨¢ndose a los acontecimientos, el capo Charles Lucky Luciano envi¨® a La Habana a su hombre de confianza, el jud¨ªo Meyer Lansky, para que hiciera contactos y empezar a diversificar el negocio. En la primavera de 1933, Luciano convoc¨® a las principales familias de la Unione Sicilano en las torres Waldorf de Nueva York para discutir una idea de su lugarteniente.
A solo 150 kil¨®metros de Miami, dijo Lansky, hay un lugar donde la temperatura es buena todo el a?o, donde empiezan a llegar turistas estadounidenses en n¨²meros crecientes y donde la organizaci¨®n no tendr¨¢ problemas. ¡°Tenemos que expandirnos a alg¨²n sitio y necesitamos un lugar donde enviar nuestra pasta de modo que contin¨²e haciendo dinero y donde podamos sacarnos de encima a los tipos de Washington. Meyer ha estado en La Habana y ha hecho buenos contactos. Dentro de un par de meses, en agosto o septiembre, volver¨¢ a ir y probablemente haga un trato, aunque al principio puede costarnos una fortuna¡±, cont¨® Luciano en sus impagables memorias, dictadas antes de morir al escritor y productor de EE UU Martin A. Gosch.
Lansky viaj¨® a La Habana meses despu¨¦s y regreso con los derechos del juego en la isla, incluyendo el control del casino que ya funcionaba en el Nacional. ¡°Tuvimos que poner tres millones en efectivo para Batista, y Lansky lo hizo abriendo una cuenta en Z¨²rich. Desde ese momento Batista ten¨ªa una garant¨ªa de tres millones al a?o como m¨ªnimo, pero siempre la suma fue mayor debido al porcentaje¡±, revelar¨ªa Luciano de aquel trato. Tres semanas antes de la Navidad de 1933, el Noble Experimento, la Ley Seca, lleg¨® a su fin, pero las cosas ya estaban encauzadas.
A La Habana empez¨® a viajar todo el mundo y el Nacional era el sitio. Lleg¨® Winston Churchill, llegaron los Duques de Windsor despu¨¦s del esc¨¢ndalo de la abdicaci¨®n y lleg¨® el bar¨®n Stefan Thyssen-Bornemisza y su familia, que se hospedaron en la suite 711. Los Thyssen decidieron quedarse por largo tiempo y despu¨¦s repitieron cada a?o, entre 1947 y 1958, manteniendo siempre la misma habitaci¨®n durante sus estancias en La Habana, a la que se trajeron un Rolls Royce. Cuando en los a?os cincuenta se hizo una gran remodelaci¨®n en el hotel y se instal¨® aire acondicionado central, el bar¨®n se neg¨® a abandonar el lujoso apartamento que ocupaba y pagaba puntualmente, lo que provoc¨® un conflicto con la administraci¨®n del Nacional. Ante la actitud rebelde del arist¨®crata, que no quer¨ªa que en sus predos se tocara nada, el director presion¨® para que se mudara de habitaci¨®n durante las obras, y hasta le cort¨® el tel¨¦fono, los servicios y los alimentos. El bar¨®n se atrincher¨® y empez¨® a introducir comida de la calle, y el esc¨¢ndalo finalmente trascendi¨® a la prensa. Finalmente, la cosa se resolvi¨®: poco tiempo despu¨¦s el director fue sustituido y el nuevo gerente le convid¨® a una cena de desagravio en la suite presidencial.
El Nacional recibi¨® en los a?os cuarenta a personalidades de todo tipo, incluidos nobles y reyes, con trono o destronados. A finales de la d¨¦cada se alojaron Leopoldo III de B¨¦lgica, don Juan de Borb¨®n y hasta el famoso Ali Khan lleg¨® a pasar su luna de miel en el hotel en 1949 con Rita Hayworth, que ya hab¨ªa hecho Gilda. Fue justo despu¨¦s de casarse en Cannes en una boda con 500 invitados, 23 kilos de caviar y 600 botellas de champ¨¢n, y al llegar a La Habana Rita Hayworth ya estaba embarazada de la princesa Yasm¨ªn.
Sol¨ªa bromear el comandante de la revoluci¨®n Manuel Pi?eiro, Barbarroja, encargado de las operaciones de inteligencia cubana en Am¨¦rica Latina en los a?os sesenta y setenta: ¡°Si las paredes del Nacional hablasen y hubiese habido micr¨®fonos desde el principio, podr¨ªa hacerse la historia del siglo XX de Cuba y tambi¨¦n de otros muchos pa¨ªses, incluido Estados Unidos¡±.
En las Navidades de 1946, un tiempo despu¨¦s de salir de la c¨¢rcel en Nueva York y ser deportado a Italia, Luciano se perdi¨® del mapa y reapareci¨® en La Habana con Lansky, quien se ocup¨® de montar un gran c¨®nclave en el Nacional con los principales representantes de las familias mafiosas de Estados Unidos. El hotel fue cerrado durante varios d¨ªas y ni una sola noticia apareci¨® en la prensa. Como tapadera, por si alguien preguntaba qu¨¦ hac¨ªan all¨ª tantos sicilianos juntos, se trajeron a un chico de padres italianos que cantaba como los ¨¢ngeles y al que todo el mundo adoraba: Frank Sinatra.
(continuar¨¢)
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