El loco de Ventarr¨®n
De los brillantes tesoros del Se?or de Sip¨¢n a la nueva joya de la arqueolog¨ªa prehisp¨¢nica en el norte de Per¨², recorrido de sangre, oro y adobes milenarios junto a Walter y Nacho Alva
Aparece algo desali?ado. Camiseta y pantal¨®n polvorientos, pelo desbaratado. Pero el brillo en sus ojos le delata; como su incesante y entusiasmado discurso. Huaca Ventarr¨®n se ha convertido en el proyecto vital de Ignacio Alva. Tanto que hasta compr¨® un terreno en el pueblo aleda?o al complejo arqueol¨®gico, construy¨® una casa donde reside con su familia y desat¨® la labor (y la pasi¨®n) arqueol¨®gica que ha heredado de su padre, Walter, reconocido internacionalmente como el descubridor de los enterramientos prehisp¨¢nicos del Se?or de Sip¨¢n.
El hallazgo de Alva (padre) en 1987 supuso el empuje (econ¨®mico) definitivo para el estudio arqueol¨®gico en Per¨². El hallazgo, comparado en importancia con el de la tumba de Tutankam¨®n, se encuentra exquisitamente expuesto desde hace casi una d¨¦cada en el Museo Tumbas Reales de Sip¨¢n. Una detallista muestra que contrasta con la polvorienta realidad de Huaca Ventarr¨®n, excavaci¨®n iniciada en 2007 y dirigida por Alva (hijo), donde ya ha emergido el mural policromado m¨¢s antiguo de Am¨¦rica: cuatro mil a?os. De uno a otro Alva, ruta por la tremebunda historia prehisp¨¢nica peruana, tiznada de sangre, adobe y oro.
01 HUACA RAJADA
La alarma salt¨® cuando comenzaron a pagarse botellas de chicha (bebida derivada de la fermentaci¨®n de ma¨ªz) con peque?as chaquiras de oro (cuentas de collares) en las bodegas de la zona. Al tiempo, un huaquero (saqueador) descontento con el reparto del bot¨ªn confirm¨® las sospechas al denunciar la existencia de un potencial yacimiento junto al pueblo de Sip¨¢n, localidad cercana a Chiclayo, en la des¨¦rtica costa norte de Per¨². A Walter Alva le toc¨® corroborar la calidad de las piezas incautadas. Poco tiempo despu¨¦s, y con protecci¨®n policial (se recibieron incluso amenazas telef¨®nicas), lider¨® la excavaci¨®n de Huaca Rajada donde se puso rostro al Se?or de Sip¨¢n.
El arque¨®logo Luis Chero, mano derecha de Alva en Huaca Rajada, recuerda ahora entre sonrisas los sucesos que propiciaron el inicio de la excavaci¨®n, hace casi 25 a?os. Como actual director del Museo del Sitio, ubicado al pie del yacimiento, Chero desgrana en un pausado recorrido la historia de este importante centro de poder y santuario religioso del pueblo mochica, erigido alrededor del a?o mil a.C. Aunque las piezas m¨¢s importantes se trasladaron por seguridad al Museo Tumbas Reales, la muestra que dirige tambi¨¦n cuenta con restos originales.
Por ejemplo, la tumba del Sacerdote Guerrero, desenterrada en 2007, 20 a?os despu¨¦s del inicio de las excavaciones. Integrante de la ¨¦lite mochica, Chero resalta su importancia: estaba pr¨¢cticamente al mismo nivel que el Se?or del sitio, como muestra del principio de dualidad que caracteriza a las culturas preincaicas. Copas m¨¢scaras y coronas ceremoniales, armas que demuestran su condici¨®n militar y hasta la lujosa t¨²nica que vest¨ªa esta especie de vice gobernante en los ritos de culto a la deidad Ai Apaec, con sangrientos sacrificios humanos incluidos, se exponen junto a sus restos en las vitrinas del centro.
02 TUMBAS REALES DE SIP?N
El objetivo es absolutamente pedag¨®gico; "est¨¢ orientado sobre todo a los ni?os, para que tengan su primera noci¨®n de lo mochica". Palabras del director, Walter Alva, una eminencia de la arqueolog¨ªa a nivel mundial que dirige desde hace a?os el Museo Tumbas Reales de Sip¨¢n, donde propone al visitante una inmersi¨®n (de secano) en los secretos de la cultura Moche.
Alva abruma por su sencillez, m¨¢s cuando confiesa con discreci¨®n haber despedido al embajador alem¨¢n antes de lo previsto para guiar en persona este recorrido muse¨ªstico. Su papel de regidor derrocha cifras y pasi¨®n a partes iguales. Resalta con datos la relevancia de esta muestra, que supera las cien mil visitas por a?o desde su inauguraci¨®n en 2002. No en vano, resume, atesora entre sus paredes uno de los descubrimientos m¨¢s importantes del siglo pasado, que desencaden¨® adem¨¢s el apoyo internacional para el estudio cient¨ªfico y arqueol¨®gico de las culturas preincaicas en el pa¨ªs andino.
Para Alva, el Se?or de Sip¨¢n no es historia muerta, sino todo lo contrario. Tanto que, si pudiera, le preguntar¨ªa al gobernante prehisp¨¢nico "si hice bien o no en salvarlo". El hallazgo permiti¨®, por primera vez, ponerle un rostro concreto a la cultura mochica, humanizarla, sobrepasar el estudio de objetos inertes. Personalmente, Walter cree que el gobernante es m¨¢s feliz ahora, en el museo, porque le ha permitido resucitar a su pueblo, los Mochicas.
03 HUACA VENTARR?N
Esta excavaci¨®n pr¨®xima a la ciudad de Chiclayo monopoliza desde hace varios a?os la vida de Nacho Alva; el loco de Ventarr¨®n, tal y como le apoda su padre con cari?osa socarroner¨ªa. Huaca Ventarr¨®n no es simplemente el yacimiento con mayor potencial bajo tierra de cuantas se han destripado ya en el des¨¦rtico norte peruano; se trata, sobre todo, del asentamiento de mayor antig¨¹edad. Su excitado director no deja de gesticular y se?alar aqu¨ª y all¨¢ durante todo el recorrido, mientras confiesa cu¨¢nto se sorprendi¨® (y emocion¨®) al verificar que el asentamiento se remonta al 3.000 antes de Cristo. No se lo esperaba.
Grupos de escolares visitan el centro arqueol¨®gico conducidos por gu¨ªa locales, la mejor pol¨ªtica de involucrar a la poblaci¨®n local y garantizar as¨ª la conservaci¨®n de los restos arqueol¨®gicos. Conocen as¨ª, sobre el terreno, la historia de la cultura Moche. Alva muestra orgulloso la primera joya desenterrada en Ventarr¨®n, y todav¨ªa no abierta al p¨²blico: la policrom¨ªa m¨¢s antigua de Am¨¦rica. Cuatro mil a?os contemplan a esta escenificaci¨®n de caza, que representa a un venado atrapado por una red de algod¨®n.
Ha emergido mucho m¨¢s; restos que permiten explicar c¨®mo era la vida en la era precer¨¢mica. "No la necesitaban", afirma Alva, contaban con otros recursos como la calabaza o el propio algod¨®n, claves en el desarrollo agr¨ªcola y comercial de la regi¨®n de Lambayeque. Contaban con sistemas de regad¨ªo porque, a diferencia de Caral, de la que es contempor¨¢neo, el asentamiento de Ventarr¨®n se ubic¨® en el centro del valle. En torno al 1.100 a.C. la estructura agraria conectaba ya tres valles circundantes.
Ausencia tambi¨¦n de metalurgia, que no logr¨® ahuyentar demasiados a furtivos ¨¢vidos de oro. Encontraron la huaca muy deteriorada; a mediados de los 80 ya hab¨ªa huaqueros a sueldo, asegura Nacho, y algunas piezas del periodo arcaico se tasaron en miles de d¨®lares las casas de subastas europeas.
Adem¨¢s los habitantes del pueblo usaban los adobes milenarios para levantar sus propias viviendas. Una p¨¦rdida irreparable, pues la disposici¨®n arquitect¨®nica de Ventarr¨®n, en total armon¨ªa con el entorno, es otro de sus grandes portentos. S¨ª se han conservado las c¨¢maras circulares de lo que se considera el templo principal. Delatan ritos de culto al fuego, pero no eran los ¨²nicos; el arque¨®logo asegura que la dualidad mochica se extend¨ªa a ceremonias de adoraci¨®n al cielo, desde donde los dioses enviaban el imprescindible l¨ªquido elemento para la supervivencia en esta tierra des¨¦rtica.
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