Plata de moros, romanos y cristianos
Empaparse de la historia de la Pen¨ªnsula a trav¨¦s de la V¨ªa de la Plata, con una dosis extra que conduce hasta Santiago de Compostela y un desv¨ªo gastron¨®mico por el centro
Testigo de la algarab¨ªa, del tr¨¢nsito continuo de mercanc¨ªas, tropas, comerciantes y viajeros siglos atr¨¢s. La Ruta de la Plata, v¨ªa de comunicaci¨®n de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica Occidental, desde Andaluc¨ªa hasta Astorga, es hoy un itinerario que guarda la forma de vida de los romanos. Un escaparate de ciudades, teatros, templos, acueductos, termas, puentes y fortalezas cuyo nombre, a pesar de lo que puede parecer, no se debe a los materiales que por all¨ª transportaban, sino que es la evoluci¨®n del t¨¦rmino ¨¢rabe BaLaTa, que significa losa o ladrillo, m¨¢s que habituales en los terrenos de las calzadas romanas.
01 El teatro m¨¢s cl¨¢sico en M¨¦rida
DORMIR
? Parador de M¨¦rida (Pza. Constituci¨®n, 3, M¨¦rida, Badajoz). Telf.: 924 319 208.
? Parador de La Granja (Calle de los Infantes, 3, La Granja de San Ildefonso, Segovia). Telf.: 921 010 750.
? Parador de ?vila (Marqu¨¦s Canales de Chozas, 2, ?vila). Telf.: 920 211 340.
? Parador de Santo Estevo (Monasterio de Santo Estevo, Nogueira de Ramu¨ªn, Ourense). Telf.: 988 010 110.
? Hostal dos Reis Cat¨®licos (Plz. Do Obradoiro, 1 Santiago de Compostela). Telf.: 981 582 200.
La ruta natural que recuerda momentos de gloria y angustia entre ¨¢rabes y cristianos comenzaba en la Andaluc¨ªa Occidental, atravesando Extremadura, Castilla y Le¨®n y el Principado de Asturias, aunque esta propuesta toma como punto de partida la ciudad de M¨¦rida, producto de los diferentes movimientos art¨ªsticos de cada ¨¦poca y del car¨¢cter de gran urbe que tuvo durante siglos. Sus puentes, construidos para evitar las importantes crecidas de los r¨ªos que bordean la zona, el Guadiana y el Albarregas, la convirtieron en paso obligado hacia todos los puntos de la Pen¨ªnsula.
Visitar esta ciudad de Extremadura es respirar historia y cultura no solo en sus rincones emblem¨¢ticos, sino tambi¨¦n en el Festival de M¨¦rida que este verano, desde hace 78 a?os, pone de nuevo la ciudad en el mapa alz¨¢ndose como una de las mayores manifestaciones de arte dram¨¢tico del mundo de contenido grecolatino en el conservado teatro romano. Adem¨¢s de la riqueza patrimonial y rodeado de espacios naturales, es posible dormir en el Parador de M¨¦rida, un antiguo convento del siglo XVIII cuya estructura mantiene intacta asentado sobre los restos de un templo dedicado a la Concordia de Augusto.
02 Jardines Reales al abrigo de la Sierra
Tras pasar por las ricas ciudades de C¨¢ceres y Plasencia, descubriendo todo tipo de vestigios romanos, un desv¨ªo de la Ruta de La Plata hacia Segovia, concretamente hasta La Granja, en pleno coraz¨®n de la Sierra de Guadarrama, permite evadirse en otra ¨¦poca. El visitante queda enamorado de los jardines de La Granja en un paseo bajo la sombra de los casta?os, tilos y hayas. Y acompa?ado por el rubor de las fuentes de estilo versallesco hasta encontrarse con El Mar, un estanque abastecido por las aguas de dos arroyos que sirve como dep¨®sito de las fuentes. Un rinc¨®n rom¨¢ntico, delicioso y melanc¨®lico a un paso de la Casa de los Infantes, construida en el siglo XVIII por Carlos III, hoy convertida en Parador, y el Cuartel General de la Guardia de Corps, que acoge un moderno centro de congresos y convenciones.
Comer en estos lugares recuerda irremediablemente a los judiones, la joya de la corona gastron¨®mica, porque fue la monarqu¨ªa la que lo introdujo en la zona desde Am¨¦rica. Combinados con matanza y algo de verdura, hay quien los acompa?a con almejas. Pero el sello de la cocina segoviana lo ostenta el cochinillo, que en la capital alcanza dimensiones de monumento. Los postres son aportaci¨®n seglar, en muchos casos de las monjas de clausura que los reyes patrocinaron. Rosquillas, florones y soplillos compiten en el ¨²ltimo plato del men¨² con frambuesas, empleadas en macedonias o pasteles.
03 Chuletones para la emoci¨®n
Fue ?vila residencia favorita de nobles y monarcas, como los Reyes Cat¨®licos. Fue tambi¨¦n sede de la Santa Inquisici¨®n contra herejes y jud¨ªos, con m¨¢s de cien quemados, incluido Torquemada, el sanguinario iluminado al que le dedicaron una dehesa en las proximidades de la ciudad. Sin dejar de pasar por la Catedral, la Bas¨ªlica de San Vicente o el Palacio de los D¨¢vila, el antiguo palacio Piedras Albas, adosado a las majestuosas murallas, hoy el Parador de ?vila, conserva un aire intimista y c¨¢lido donde degustar pucheretes teresianos, jud¨ªas de El Barco y las excelentes yemas de la santa, platos sabiamente simples en el imperio de las carnes con los que combatir el clima fr¨ªo y seco. El cochinillo asado, el chulet¨®n de ternera y el cochifrito provocan emoci¨®n a los m¨¢s sabios comedores. Y entre medias -o antes o despu¨¦s- embutidos.
04 Legado romano de interior
Retomando la Ruta de la Plata, el camino lleva de vuelta hacia Salamanca, donde ver las catedrales y sus torres medievales, la Universidad y el convento de San Esteban con su impresionante fachada degustando, de paso, la chafaina, el tradicional un guiso de arroz con menudos de cordero. En Zamora, la c¨²pula bizantina de la catedral, los templos rom¨¢nicos y los diversos tramos de muralla mantienen vivo el pasado de la ciudad. Y m¨¢s hacia el norte, la v¨ªa contin¨²a por Benavente, Le¨®n, Mieres y otros pueblos de interior hasta llegar a Gij¨®n, donde sorprende el conservado yacimiento arqueol¨®gico de la Villa Romana de Veranes, las termas de Campo Vald¨¦s y la Casa Natal de Jovellanos.
05 Atajo para peregrinos
A partir del siglo IX, la Ruta de La Plata comienza a ser frecuentada como v¨ªa de peregrinaci¨®n, el camino moz¨¢rabe de Santiago, porque los cristianos residentes en territorio musulm¨¢n aprovechaban la infraestructura para acudir a la ciudad gallega a ganarse el cielo.
Siguiendo sus pasos y una vez atravesada la frontera con Galicia, una parada en el trayecto es Santo Estevo, al sur de Lugo y el norte de Ourense. Encierra en su interior fortalezas, vi?edos, monasterios y una gastronom¨ªa que pide repetir. Con vistas a los Ca?ones del Sil, el Parador de Santo Estevo es un antiguo monasterio benedictino, situado en pleno centro de la Ribeira Sacra, donde se pueden degustar recetas tan tradicionales como el lac¨®n con grelos o pescados como las truchas del Sil. A pocos kil¨®metros se encuentran otros monasterios como el de San Pedro de Rocas, uno de los primeros en construirse, el m¨¢s original por su emplazamiento, ya que se sirve de una monta?a que condiciona toda su estructura. A menos de 30 kil¨®metros, Ferreira de Pant¨®n es la cuna de los vinos de la Ribeira Sacra, en tiempos de los celtas y romanos, llamados oro l¨ªquido del Sil.
Rumbo a Santiago, turistas y peregrinos son viajeros en busca de similares objetivos. Encuentran reposo y reconocimiento a todos los ajetreos del camino en el Hospital Real, albergue de peregrinos de finales del Siglo XV que mezcla historia, arte y tradici¨®n, sue?o de peregrinos y Parador de Santiago, situado en la Plaza do Obradoiro. Forma con la catedral un magn¨ªfico ¨¢ngulo de oro que imprime belleza a una de las capitales m¨¢s visitadas del mundo. En su cafeter¨ªa, las cl¨¢sicas filloas de manzana y crema caramelizadas son un premio gastron¨®mico para reponer fuerzas.
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