24 horas inagotables
Ernest Hemingway, tremendo vitalista, adoraba los Sanfermines de Pamplona porque concentran con contundencia la vida, la muerte y el placer. En verdad, son un Universo
S¨®lo la Teor¨ªa del Caos es capaz de explicar, a la luz de las matem¨¢ticas, la f¨ªsica y la ciencia, que durante las fiestas de San Ferm¨ªn los d¨ªas no tengan fin. Ni principio. Pamplona excede la l¨®gica. Por eso muchos pamploneses definen sus fiestas como el caos organizado.
Apenas 849 metros, en siete dosis de adrenalina pura de dos minutos de duraci¨®n media, le han bastado a la a?eja capital navarra para catapultarse a la fama mundial. Sin embargo, los encierros y los toros son apenas un ap¨¦ndice min¨²sculo. Si restamos lo taurino, quedan 12.224 minutos de fiesta ininterrumpida. 24 horas de programa durante ocho d¨ªas desde el mediod¨ªa del 6 de julio. 204 horas en las que es imposible dejar de escuchar m¨²sica o algarab¨ªa ni un segundo. La ciudad se desborda: de los 200.000 habitantes crece hasta los dos millones de personas encajonados en las estrechas calles de su casco antiguo. Afortunadamente, este caos se lleva ordenando, que se sepa, al menos durante los ¨²ltimos 600 a?os y autoridades, servicios sanitarios y un programa festivo al detalle le ponen concierto. 24 horas dentro de Sanfermines.
12.00 Big Bang cada 6 de julio
Si la Nada (en may¨²sculas) existe, se parece a Pamplona el 5 de julio. La ciudad contiene la respiraci¨®n hasta el d¨ªa siguiente a mediod¨ªa, cuando la fiesta explota como un colosal Big Bang. La ruidera del chupinazo desata un microuniverso din¨¢mico e inestable en el que es posible sumarse, restarse, dividirse, multiplicarse, elevarse a la en¨¦sima potencia y acabar siendo un quebrado o una fracci¨®n de lo que uno fue.
Una hora antes del cohete, los escasos 2.500 metros cuadrados de plaza consistorial ya concentran a cinco o seis individuos por metro cuadrado, unas 12.000 personas que desencadenan una verdadera sensaci¨®n de ingravidez: es posible que los pies no toquen el suelo. El residuo de semejante hecatombe se barre despu¨¦s: 15.000 kilos de cristales y peque?as monta?as de calzado. Un consejo antes de la explosi¨®n: los pamploneses aseguran que trae mal fario anudarse el pa?uelo antes de que se inicien las fiestas.
? http://sanfermin.pamplona.es
13.00 Otros asuntos "de aqu¨ª"
Dentro de la vor¨¢gine de kalimotxo y australianos ebrios, muchos visitantes desconocen que la vieja Iru?a tambi¨¦n ofrece estos d¨ªas su lado m¨¢s genuino. La plaza de los Fueros alberga danzas, bertsolaris (versos improvisados en euskera) y competiciones de deporte rural (levantamiento de piedras, competiciones de hachas, etc) cada mediod¨ªa. El primero de ellos, justo despu¨¦s del chupinazo, se celebra un festival de baile tradicional que re¨²ne a todos los grupos de danzas vascas de la capital.
El parque de la Taconera alterna a la misma hora (y tambi¨¦n por la noche) conciertos de folk y m¨²sica vasca actual, las noches de la plaza del Castillo (21h.) ofrecen bailables de txistu y gaita, y en el Paseo de Sarasate hay recitales de jotas. Pura inmersi¨®n cultural.
13.30 De vermuts y sorbetes
En Sanfermines lo realmente ¨¦pico es lograr ser atendido en una barra. Armados de paciencia, nada mejor que intentarlo en la atestada plaza del Castillo y sus terrazas, la Estafeta o a cualquier local de las pe?as sanfermineras.
El Caf¨¦ Iru?a (www.cafeiruna.com) es el referente legendario. Elegante remojadero de gaznate frecuentado por Hemingway, quien aqu¨ª se mezclaba con la ¨¦lite pamplonesa. De obligada visita para devotos del Premio Nobel. Para el resto, tambi¨¦n. Es uno de los caf¨¦s m¨¢s antiguos, grandes y bonitos de la ciudad.
Otro mito muy pamplon¨¦s: el sorbete de lim¨®n del Gazteluleku. Esta sociedad gastron¨®mica, localizada en la calle San Francisco, elabora desde hace d¨¦cadas unos 15.000 litros de sorbete para las fiestas. Una demostraci¨®n de integraci¨®n: es afamado entre locales y desconocido para forasteros.
16.00 Sin descanso
El momento m¨¢s tranquilo. Los noct¨¢mbulos duermen hasta desperezarse a media tarde para ir a la corrida de toros o al partido de pelota en el front¨®n Labrit. Mientras, la ciudad no descansa, aunque reduce la velocidad: conciertos m¨¢s tranquilos en media docena de plazas. Funciones en el teatro. Danza callejera. Y programaci¨®n infantil hasta casi las nueve de la noche en Conde Rodezno o la Taconera.
20.30 Riada de pe?as
Terminado el festejo taurino, las pe?as (sociedades gastron¨®micas, culturales, deportivas...) abandonan las gradas. Alboroto, m¨²sica y esperpento. Cientos de personas hacen un pase¨ªllo y se arremolinan a ver el espect¨¢culo. Los mozos salen en tropel. Muchos con atuendos estrafalarios o simplemente perjudicados tras una intensa tarde en el tendido de Sol. Ambientazo y buen humor en el recorrido callejero de cada una de ellas hasta sus respectivos locales, siempre con banda de m¨²sica propia y pancartas sat¨ªricas sobre la actualidad pol¨ªtica del a?o.
23.00 Fuegos y m¨ªstica
La Ciudadela se ilumina cada noche con una sesi¨®n de fuegos artificiales. Una hora antes aproximadamente, se lanza el encierrillo, acto poco conocido y algo misterioso. En silencio y medio en penumbra, los pastores suben a los toros que correr¨¢n el Encierro a la ma?ana siguiente desde unos corralillos en el barrio de la Rochapea hasta la calle Santo Domingo. Se ve muy bien desde el Paseo de Ronda, detr¨¢s del Museo de Navarra. Por la noche mucha gente se acerca hasta aqu¨ª para ver c¨®mo duermen los toros y se habla entre susurros, para no despertar a las fieras.
00.00 Bucle festivo
La ciudad se agita a media noche. Comienzan los conciertos por doquier: Jazz en la plaza de los Burgos, rock nacional e internacional en la plaza de los Fueros, un poco de todo en la Plaza del Castillo, euskal musika en la Taconera... Y verbenas en Antoniutti y plaza de la Cruz. Adem¨¢s las barracas (la feria) permanecen abiertas toda la noche en el parque de La Runa de la Rochapea. La m¨²sica est¨¢ presente en toda la ciudad hasta las seis de la ma?ana y el casco viejo bulle sin descanso hasta el amanecer.
06.45 Momento 'On/Off'
La Pamplonesa, banda municipal, se encomienda a la noble tarea de despertar a la ciudad. Mientras tocan diana, las calles cruzan a quienes proceden a desenchufarse definitivamente con aquellos que comienzan el d¨ªa. Es el momento de encontrar un lugar para ver el Encierro desde el vallado. Tambi¨¦n para tomar un caldico en cualquier bar: una especie de sopa con propiedades similares a la prodigiosa p¨®cima de aquellos irreductibles galos, que reaviva a los muertos.
08.00 Encierro
Cita ineludible para las ma?anas del 7 al 14 de julio. Los corredores deben acceder al recorrido hacia las 7.30h. Para verlo desde un balc¨®n hay que negociarlo con antelaci¨®n e incluso reservar. Se puede preguntar en puntos tur¨ªsticos, hoteles o revisar en internet.
09.00 Churros centenarios y alpargatas
La churrer¨ªa de la calle Ma?ueta no necesita publicidad. Avalada por 140 a?os de historia, solo abre durante los d¨ªas de San Ferm¨ªn y congrega tremendas colas de clientes que esperan llevarse una pizca de esa receta centenaria que ¨²nicamente la familia Fern¨¢ndez-Elizalde conoce. Uno de los secretos es calentar los fogones con 8.000 kilos de madera de haya procedente de los bosques navarros. El ambiente del establecimiento merece la pena. De 8 a 11.30h (Telf.: 948 22 76 27).
Como alternativa, en el selecto ambiente del Casino Principal (Plaza del Castillo, 44) tiene lugar el castizo baile de la alpargata: el primero del d¨ªa para algunos, el ¨²ltimo para otros.
09.30 Sin gigante surfista
Nueve seres con desproporcionada y colosal cabeza y ocho gigantes pasean y bailan todas las ma?anas desde la estaci¨®n de autobuses con diferentes recorridos por la ciudad. A ritmo de gaitas y txistus persiguen y azotan a hordas de ni?os. Es pasmoso ver c¨®mo giran y bailan fren¨¦ticamente estas estructuras de 4 metros y cerca de 60 kilos. Aunque los hay en otras ciudades, la Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Pamplona prolonga una tradici¨®n que se remonta a tiempos medievales. Actualmente, la integran cuatro parejas de monarcas de los cuatro continentes (su creador, Tadeo Amorena, desconoc¨ªa Ocean¨ªa en 1850), escoltada por cabezudos, kilikis y zaldicos, seres mitad caballo, mitad hombre.
La muerte de una enana blanca
Los d¨ªas transcurren en un bucle festivo, en el que es posible reiniciar estas 24 horas en cualquier punto sin principio ni final. Pero el 14 de julio a las 12 de la noche, los Sanfermines languidecen en el 'Pobre de m¨ª' en la misma plaza del Ayuntamiento. Consumidos por su propia energ¨ªa fallecen como una enana blanca, esas estrellas del cosmos, que agotada toda su combusti¨®n, se contraen hasta ser un insignificante tintineo blanco. Esperando a otra explosi¨®n que las reactive. "Ya falta menos", se oye decir.
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