Esa vieja nueva cocina de mercado
APICIUS, en Valencia, una apuesta por los productos de temporada
En pocas ocasiones se tropieza con restaurantes de cierto nivel en los que todo est¨¢ bien y no destacan por nada. O mejor a¨²n, locales tan estables que su m¨¦rito reside en una suma de factores aislados. Apicius no sorprende por su cocina, moderna, bien resuelta, repleta de platos afinados. Ni por sus postres, correct¨ªsimos, aunque ya conocidos, que parecen extra¨ªdos de los mejores repertorios golosos de los ¨²ltimos a?os. Ni siquiera por su lista de vinos, muy cuidada, con un surtido de marcas bien escogidas a precios razonables. Ni tampoco por el servicio, intuitivo y afable, en el que salen a relucir las elegantes formas de su directora de sala.
A grandes rasgos, Apicius, uno de los restaurantes m¨¢s en forma de Valencia, es el resultado de las ilusiones de la joven pareja que lo regenta. En funciones de cocinero, Enrique Medina, al que avala un largo curr¨ªculo en escuelas y restaurantes de campanillas. Y a su lado, en colaboraci¨®n estrecha, la alemana Ivonne Arcidiacono, cuya vida profesional ha discurrido adherida a equipos de gesti¨®n de grandes hoteles europeos.
APICIUS
PUNTUACI?N: 7
Eolo, 7. Valencia. Tel¨¦fono: 963 93 63 01. Internet: www.restaurante-apicius.com. Precios: entre 30 y 60 euros. Men¨² mediod¨ªa, 25. Men¨² degustaci¨®n, 35. Men¨² gastron¨®mico, 46. Croquetas de cocido, 10. Arroz marinero, 20. Molleja de ternera lechal con esp¨¢rragos, 18. Chocolate con especias, 8 euros.
En cualquier otra circunstancia, alguien habr¨ªa calificado el lugar de bistr¨® contempor¨¢neo. Sin embargo, ni las hechuras del local, de cierta envergadura, ni el estilo de su cocina se ajustan al conocido modelo. Medina intenta seguir el ritmo de las estaciones y consumir productos de rigurosa temporada. O lo que es igual, persigue practicar esa vieja nueva cocina de mercado a la que por efecto de mil circunstancias cada vez resulta m¨¢s dif¨ªcil seguirle el rastro. Fiel a sus planteamientos, en invierno dedica especial atenci¨®n a la trufa negra; casi al mismo tiempo, a los cal?ots con salsa romesco; ahora, en primavera, a los esp¨¢rragos y setas de la ¨¦poca, y ya avanzado el verano, a las sopas fr¨ªas y a la trufa del est¨ªo (Tuber aestivum). Con el oto?o la casa vuelve a incidir en los platos de caza.
Otro factor encomiable es la sensatez de sus precios. Ese equilibrio econ¨®mico que se aprecia en todos sus men¨²s en relaci¨®n con el n¨²mero de servicios que cada uno incorpora. A la carta o al hilo de estos mismos men¨²s, su cocina abre las puertas a platos reconfortantes de inequ¨ªvoca proyecci¨®n mediterr¨¢nea. Sorprende por su armon¨ªa el taco marinado de bonito de la costa con espuma de escabeche de perdiz, polvo helado de borraja y cebollino picado. Y dan la talla con creces los dos tipos de croquetas, de bacalao y de carne del puchero, con una besamel muy fina. Sugerencias para compartir a las que suman otras que se engloban en la carta bajo el ep¨ªgrafe "Como en casa". Para elegir, jam¨®n ib¨¦rico, queso manchego, foie-gras de media cocci¨®n con brioche o morros a la vizca¨ªna. Al mismo grupo pertenece una gran escalibada cuyas verduras se espolvorean con serr¨ªn de turr¨®n, as¨ª como el atascaburras (ajoarriero manchego) en versi¨®n siglo XXI, con caviar de m¨²jol, al que cabe reprochar escaso sabor a bacalao.
Est¨¢ muy logrado el arroz marinero, con pulpo y sepia sobre un fondo de pescados de playa y galeras, y presenta un punto acertado el dent¨®n con picada de verduras y crema de calabaza a la naranja. Por el contrario, decepciona el lomo de liebre a la col roja, caza con tan poco brav¨ªo que casi resulta ins¨ªpida. Tampoco sus postres (tarta tatin de manzana, chocolate con especias, frutos rojos con yogur) bajan un ¨¢pice la guardia.
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